Histórica carta de Fidel a Celia en la cual, tras los bombardeos de la aviación de la dictadura con armamento norteamericanao le expresa que su destino verdadero es enfrentar a los norte-americanos.
Sierra Maestra, junio 5 -58
Celia:
al ver los cohetes que tiraron en casa de Mario,
me he jurado que los americanos van a pagar bien caro lo que están haciendo.
Cuando esta guerra se acabe, comenzará para mí una guerra mucho más larga y grande:
la guerra que voy a echar contra ellos.
Me doy cuenta que ese va a ser mi destino verdadero.
Fidel.
GRUPO DE HISTORIA DE LA LUCHA REVOLUCIONARIA EN VILLA CLARA (ACRC)
VILLACLARA
HÉROES ETERNOS DE LA PATRIA
Juan Franco Fonseca
Santo Domingo, 22 Abril 1911 - Ciudad de La Habana, 10 Junio 1957
Juan Franco Fonseca nació en Rodrigo, municipio de Santo Domingo, el 22 de abril de 1911. Sus primeros estudios los hizo en la escuela publica donde alcanzó el 6to grado.
Comienza a trabajar como oficinista, pasando después a vivir en La Habana donde trabajó en los Ferrocarriles en el Departamento de Expreso.
Durante la etapa del machadato Juan Franco tiene una activa participación en la lucha contra el sistema imperante, ya que desde muy joven sintió inquietudes por la situación política de Cuba y era enemigo de las injusticias, la miseria y el crimen.
Durante la crisis económica de 1933 quedó cesante y regresó a Rodrigo donde trabajó como estibador de caña a mano para el Central "María Antonia", hoy "26 de Julio".
Derrocado el régimen machadista ingresó en la Marina y allí tomó parte en una conspiración contra el gobierno establecido lo que le cuesta la salida de la institución.
Trabaja un tiempo en el alambique "El Infierno" en Sagua la Grande y regresa de nuevo a La Habana.
El 10 de marzo lo encuentra residiendo en la Capital y fiel a su pensamiento contrario a toda dictadura, y por haber sufrido en su propia carne, la explotación inicua de que era objeto .el pueblo de Cuba, se sumó de inmediato a la lucha.
Sufrió persecusiones y torturas en diversas oportunidades y finalmente, el 10 de junio de 1957, muere en desigual combate contra las fuerzas represivas en la ciudad de La Habana.
VILLACLARA
PATRIOTAS DE LAS GUERRAS DE INDEPENDENCIA
LUGARTENIENTE GENERAL ANTONIO MACEO
1 Biografía
1.1 Niñez y juventud
1.2 Guerra de los Diez Años
1.3 Guerra Chiquita
1.4 Tregua fecunda
1.5 Guerra del 95
1.6 Caída en combate
2 Cargos en la Guerra del 95
Antonio de la Caridad Maceo Grajales
San Luis, Santiago de Cuba 14 de junio de 1845 --- San Pedro, Punta Brava, 7 de diciembre de 1896
Antonio Maceo Grajales. Mayor General del Ejército Libertador. Considerado todo un maestro en el empleo de la táctica militar fue combatiente por excelencia y jefe de elevado prestigio. Como guerrero incansable, se calcula que intervino en más de 600 acciones combativas, entre las que se cuentan alrededor de 200 combates de gran significado. Su cuerpo estaba marcado por 26 cicatrices de guerra, de las cuales recibió 21 en la contienda del 68.
Por el ímpetu y bravura con que enfrentó al enemigo, y por su talla como hombre integral, pasó a la historia como el Titán de Bronce. En febrero de 1878 dio respuesta contundente a quienes gestaban el Pacto del Zanjón al librar los victoriosos combates de Llanada de Juan Mulato y San Ulpiano. El 15 de marzo de 1878 se entrevistó con el general español Arsenio Martínez Campos, en Mangos de Baraguá. Cae en combate el 7 de diciembre de 1896 en San Pedro, provincia de La Habana. Sus restos descansan en el monumento de El Cacahual
Niñez y juventud
Antonio de la Caridad Maceo Grajales nació el 14 de junio de 1845 en la otrora calle Providencia No 16, hoy Calle Los Maceos No 207, Santiago de Cuba, hijo de Marcos Maceo y Mariana Grajales Coello. Sus padres educaron a los 13 hijos sobre fuertes normas de disciplina, amor filial, trabajo, pulcritud en el vestir y el pensar, cortesía, respeto a los mayores, honestidad, solidaridad, valentía, tenacidad y patriotismo.
Su infancia y juventud transcurrió en el cuartón rural de Guaninicùn de Lleonart, en el partido de San Nicolás de Morón y en el barrio humilde de Santo Tomás, en las afueras de la ciudad. Inició los primeros estudios en clases privadas pagadas por su padre -si bien no rico- propietario de una finca de nueve caballerías.
Su juventud transcurre en la región montañosa de Majaguabo, donde la familia tenía propiedades y en 1862 se hace cargo de administrar las ventas de las cosechas en Santiago de Cuba. Su hermano Justo Regüeiferos comparte con él tales responsabilidades y el traslado de los frutos.
El 16 de febrero de 1866, en la iglesia parroquial de San Luis, Oriente, contrae matrimonio con María Magdalena Cabrales y Fernández. De la relación no hay descendencia. Guerra de los Diez Años
Se incorporó a la Guerra del 68 dos días después de comenzada, el 12 de octubre, en Majaguabo, junto a sus hermanos José y Justo. Su primer jefe fue el Capitán Juan Bautista Rondón, junto a quien combatió ese mismo día en Tí Arriba. Por su coraje y decisión lo ascienden a Sargento.
El 20 de octubre de 1868 fue ascendido a Teniente, y el 12 de noviembre de 1868 a capitán abanderado. Participó en las acciones de El Cobre, El Cristo, Jiguaní, Cupeyales, Samá y en la toma de Mayarí. En 1869, bajo las órdenes del mayor general Donato Mármol, jefe de la División Cuba, combatió en El Salado, Majaguabo Arriba, Maniabón, Baitiquirí, Arroyo Blanco, La Sidonia y Palmarito, entre otros.
El 16 de enero de 1869 fue ascendido a Comandante y diez días más tarde a Teniente Coronel. El 14 de mayo de 1869, durante el ataque a San Agustín de Aguarás, vio caer a su padre, el Sargento Marcos Maceo. Pasados 6 días recibió su primera herida de guerra en la acción del ingenio Armonía, donde una bala le atravesó un muslo. Cuando el Mayor General Máximo Gómez reorganizó la División Cuba (2 División 1 Cuerpo), en Julio de 1870, le confió la jefatura del 4 Botallón El 2 de octubre de 1870 el enemigo atacó su campamento de Majaguabo y resultó herido de gravedad. Entre los combates de ese año se destacaron los de Santa Rita, La Redonda, Barigua, El Mijial, Pinalito, Tí Arriba, Barajagua, Nuevo Mundo (12 de diciembre de 1870), donde también fue herido.
Desde principios de julio de 1871 acompañó a Gómez en la preparación y realización de la invasión a Guantánamo y la ulterior campaña en esa región. En ese año sobresalieron los combates de La Galleta, La Estacada, Cafetal de La Indiana, donde salvó la vida a su hermano José; Oasis, Las Arenas, Yarayabo, Camarones, Monte Líbano, Tiguabos, Santa Catalina y Jutinicú. El 15 de octubre de 1871, Gómez lo designó jefe de operaciones de Guantánamo.
El 22 de marzo de 1872 fue ascendido a Coronel, reconociéndosele la antigüedad con fecha 30 de octubre de 1871. El 8 de junio de 1872 sustituyó provisionalmente a Gómez en el mando de la División Cuba, el cual entregó al Mayor General Calixto García el día 20, quedando segundo jefe.
Entre los combates de 1872 se encuentran los de Jamaica, Arroyo Blanco, Santo Domingo, Rejondón de Báguanos, El Yanal, Samá, Casanovas, Santa Fé (2 de noviembre), donde fue herido; Peladero, y el ataque a Holguín. El 8 de junio de 1873, dos días después de haberse destacado en el combate de El Zarzal, recibió el ascenso a General de Brigada. En esos momentos era jefe de la 2 División del 1 Cuerpo, bajo las órdenes de Calixto García. A continuación estuvo en los encuentros de El Purial, Santa María de Ocujal (Copo del Chato), Cuatro Caminos de Chaparra, Manzanillo y Santa Rita. El 9 de enero de 1874 participó en el combate de Melones.
El 4 de febrero de 1874 fue designado jefe de las fuerzas villareñas integrantes del contingente invasor, las cuales aún se mantenían en Camagüey. Al frente de ellas se destacó en los combates de Naranjo-Mojacasabe y Las Guásimas, así como en los ataques a San Miguel de Nuevitas y Cascorro, y la acción de Camujiro. Por exigencia de los propios villareños debido a los prejuicios regionales y sociales, se vio obligado a renunciar el 14 de julio de 1874. Después de combatir sin mando en Caobillas, el 30 de septiembre de 1874, desde las tierras camagüeyanas regresó a Provincia de Oriente para hacerse cargo del mando de la División Cuba (2 División 1 Cuerpo).
En diciembre de 1874 libró las acciones de Ramón de las Yaguas, Tí Arriba y La Yuba. En abril de 1875 dio muestras de madurez política y disciplina al rechazar la propuesta de sumarse a la sedición de Lagunas de Varona. En ese propio mes recibió el mando de la 1 División 1 Cuerpo, que abarcaba las regiones de Bayamo, Manzanillo, Holguín y Jiguaní, lo que lo hizo asumir interinamente el mando de la provincia oriental. Durante ese año combatió en Sabanilla, El Manco, Bayate, La Crimea, Cruces, fuerte del Guaso, Yateras, La Redonda y Caimanera.
El 14 de septiembre de 1875 cruzó la trocha que los españoles habían levantado en la región del Cauto, para librar el combate de Mayarí Arriba cuatro días después. Desde agosto hasta el 23 de enero de 1876 se mantuvo al frente del 1 Cuerpo oriental en sustitución del Mayor General Modesto Díaz, quien había sido nombrado en el cargo; pero no había asumido el mando. En ese año le siguieron las acciones de Pedernales, Fray Benito, Guabajaney, Yabazón Abajo, así como la toma de Sagua de Tánamo y de los caseríos de Cedro, Juan Díaz y Zabala. El 23 de diciembre de 1876 inició la Campaña de Baracoa con la acción de Sabanilla. En 1877 se destacaron los combates de Duaba, El Purial, Los Indios, La Caoba, Hato del Medio y Sabana del Cayo.
El 6 de mayo de 1877 fue ascendido a Mayor General. En ese mes se opuso enérgicamente a los sediciosos de Santa Rita. El 6 de agosto de 1877 recibió seis heridas de bala en el combate de Mangos de Mejías, que lo mantuvieron un tiempo en sumo estado de gravedad. Cuando la revolución atravesaba una profunda crisis política, sólo la división bajo su mando opuso firme resistencia a la ofensiva desatada por los españoles desde noviembre de 1877. A comienzos de 1878 reprimió a los amotinados creadores del Cantón Independiente de Holguín. En febrero dio respuesta contundente a quienes gestaban el Pacto del Zanjón al librar los victoriosos combates de Llanada de Juan Mulato y San Ulpiano.
El 15 de marzo de 1878 se entrevistó con el general español Arsenio Martínez Campos, en Mangos de Baraguá. Su intransigencia al no aceptar ningún acuerdo que no incluyera la independencia de Cuba y la abolición de la esclavitud puso abrupto fin a aquel encuentro. Este hecho protagonizado por él pasó a la historia como la Protesta de Baraguá. El gobierno provisional creado para continuar la guerra lo nombró jefe de la provincia oriental. En abril combatió en Caobal, Jobabo, Tapia, Baitiquirí y Arroyo de Munición. Acatando un acuerdo del gobierno revolucionario salió para Jamaica el 9 de mayo de 1878 en busca de apoyo para continuar la lucha; pero no lo encontró.
Guerra Chiquita
El 5 de septiembre de 1879, ya comenzada la Guerra Chiquita, lanzó una proclama desde Kingston, junto con Calixto García, llamando a los cubanos a las armas. Después de múltiples gestiones para regresar a Cuba, el 2 de julio de 1880 logró salir de Puerto Plata, República Dominicana, en el vapor Santo Domingo, al frente de 34 expedicionarios. La persecución de una nave española lo obligó a poner rumbo a Islas Turcas, al norte de República Dominicana, frustrándose así su desembarco en Cuba.
Tregua fecunda
A fines de 1880 fue descubierta en Santiago de Cuba la conspiración llamada Liga Antillana destinada a promover un levantamiento armado en Oriente para apoyar el desembarco de una expedición que Maceo, entonces radicado en Jamaica, preparaba con el nombre de La Estrella Solitaria. En junio de 1881 se estableció en Honduras.
El 20 del propio mes ingresó en el ejército hondureño con grado de General División y ocupó el cargo de jefe de la guarnición de Tegucigalpa. En marzo de 1862 fue nombrado jefe suplente del Tribunal Supremo de Guerra, y en julio de ese año fue designado Comandandte de Puerto Cortés y Omoa. De 1884 a 1886 junto a Gómez desarrolló un plan dirigido a una nueva guerra independentista el cual fracasó.
El 30 de enero de 1890 llegó a Cuba, autorizado por el régimen español. Durante su estancia en La Habana y en Santiago de Cuba organizó secretamente un plan para un alzamiento que debía producirse el 8 de septiembre de ese año. No obstante, las autoridades españolas lo expulsaron del país el 30 de agosto de 1890 , por lo que la conspiración conocida en Oriente con el nombre de La Paz del Manganeso, abortó. Desde agosto de 1893 comenzó a colaborar con José Martí en lo que posteriormente se conocería como el Plan Fernandina. Tres meses después, en noviembre, estuvo en Cuba clandestinamente, para lo cual desembarcó por Cienfuegos con el pasaporte de su cuñado Ramón Cabrales. Después de permanecer unos días en Santiago de Cuba, se trasladó para La Habana y posteriormente a Cárdenas. A finales del propio mes reembarcó por Cienfuegos. El 10 de noviembre de 1894 resultó herido de bala en un atentado realizado por un agente español a la salida de un teatro, en San José de Costa Rica.
Guerra del 95
la Revolución habia estallado desde el 24 de febrero de 1895. Maceo, ardiendo en deseos de encontrarse cuento antes en el teatro de operaciones que se estaba desarrollando en la isla y donde su presencia era reclamada por muchos patriotas como condición para sumarse al movimiento independentista, tomo el 15 de marzo de 1895 pasaje en el vapor Adirondack que partió de Puerto Limón, Costa Rica. Acompañado por 22 expedicionarios, entre ellos el mayor general Flor Crombet, quien fungía como jefe de la expedición. La nave, que se dirigía a Nueva York, dejó a los patriotas en la Isla Fortuna, en las Bahamas donde abordaron la Goleta Honor para desembarcar por Duaba, Baracoa, el 1 de abril de 1895. Ese día sostuvieron el primer contacto con el enemigo y fueron perseguidos tenazmente. El día 8, un encuentro con una emboscada montada por los guerrilleros en La Alegría, hizo que el grupo se dispersara y, tras marchar a pie 186 km, desde el punto de desembarco, logró hacer contacto con un campamento cubano en Bella Vellaca, el 18.
También en ese mes combatió en Dos Brazos, Monteverde y Jarahueca.
El 5 de mayo de 1895 tuvo lugar su histórico encuentro con Martí y Gómez en el ingenio La Mejorana, donde se trazó la estrategia a seguir. Maceo quedó al mando de la provincia oriental, dándose a la tarea de organizar sus fuerzas. Después de haber tomado a El Cobre, creó la División 1 , en la que puso al frente a su hermano José. Posteriormente se dio a la tarea de organizar la 2 División.
En la campaña que desarrolló en Oriente sobresalieron los combates de Jobito, La Playuela, Sagua de Tánamo, Guabajaney, Yabazón, Fray Benito, Aguas Claras, Unión, Combate de Peralejo, Burenes, Sao del Indio, Jiguaní y San Fernando, y los ataques al tren y vía férrea entre Caimanera y Guantánamo. El 18 de septiembre de 1895, la Asamblea Constituyente de Jimaguayú lo nombró lugarteniente general del Ejército Libertador . En octubre organizó la columna invasora y el 22 de octubre de 1895 salió al frente de ésta, desde Mangos de Baraguá, iniciando simbólicamente la invasión a occidente. El 8 de noviembre cruzó el Río Jobabo para penetrar en el territorio de Camagüey, el cual cruzó en tres semanas. Pasó la trocha de Júcaro a Morón el día 29 para encontrarse con Gómez en San Juan y momentos después, puntualizaron la estrategia a seguir en el campamento de Lázaro López.
En tierras villareñas libraron juntos las acciones de La Reforma, Iguará, Los Indios, Casa de Tejas, Manacal, Manicaragua, El Quirro, Siguanea y el histórico Combate de Mal Tiempo. En la provincia de Matanzas, libraron las acciones de La Colmena y Coliseo, y realizaron la contramarcha hasta las cercanías de Cienguegos.
El 28 de diciembre de 1895 cruzaron nuevamente el Río Hanábana en dirección a occidente, para reingresar en Matanzas, donde se produjo el combate de Calimete. Dos días después, el 1 de enero de 1896, penetraron en la provincia de La Habana. El día 7 se separó de Gómez en el ingenio Baracoa, para penetrar en la provincia de Pinar del Río al siguiente día. Después de llevar a cabo las acciones de Cabañas, San Diego, Bahía Honda, La Mulata, Viñales, Las Taironas y Tirado, la columna arribó a Mantua el 22 de enero de 1896. Al día siguiente levantó un acta dando por concluido este épico episodio de la guerra.
Con 50 años de edad, Maceo cabalgó, en tres meses, un total de 424 leguas y sostuvo 27 combates. Pocos días después inició la primera Campaña de Pinar del Río, donde llevó a cabo las acciones de Paso Real de San Diego, Candelaria, Río Hondo (7 de febrero de 1896), en la que fue herido en la pierna; San Cristóbal y los ingenios Jabón y Laborí.
El 12 de febrero de 1896 regresó a la provincia de La Habana. Combatió en Jaruco, Soto, donde se reencontró con Gómez; Moralitos, San Pablo y Loma del Gato. El 23 de febrero de 1896 comenzó una campaña relámpago en las provincias La Habana y Matanzas, en espera de que se le uniera la infantería oriental que había quedado en territorio villareño durante la invasión. Sostuvo las acciones de La Perla, Tumba Cuatro, Peñalver, Santa María del Rosario, Guanabacoa, Nazareno, Río Bayamo, Portugalete y Madruga, entre otras.
El 5 de marzo de 1896 entró nuevamente en la provincia de Matanzas. Allí libró acciones en los ingenios Acana y Diana. El 10 de marzo de 1896, en el campamento de Galeón, se encontró con Gómez, quien le llevaba a la infantería oriental bajo el mando del entonces General de Brigada Quintín Bandera. Ese día vio por última vez al General en Jefe al retornar a occidente. Después de atacar a Batabanó, en La Habana, cruzó la trocha de Mariel a Majana, el 15 de marzo de 1896, para dar comienzo a su segunda campaña en la provincia pinareña.
Del 13 de febrero al 13 de marzo, realizó 20 acciones combativas en las provincias de La Habana y Matanzas. En Pinar del Río libró los combates de El Galope, Laborí, Cayajabos, La Merced, El Rubí, La Palma, San Claudio, Lomas de Tapia, Las Pozas, Cacarajícara, Vega Morales, Consolación del Sur, El Descanso, Lombillo, donde fue herido el 23 de junio de 1896; nuevamente Lomas de Tapia, Taco-Taco, Río Bacunagua y Santa Isabel.
El 25 de agosto de 1896 inició la marcha hacia el extremo occidental pinareño en busca de la expedición del General de Brigada Juan Rius Rivera, desembarcada el 8 de septiembre. Diez días más tarde se produjo su encuentro con Rius y el 23 de septiembre de 1896, desde Remates de Guane, emprendió el regreso hacia el este, combatiendo en Loma China, Montezuelo y Tumbas de Estorino, acciones a las cuales siguieron las de Guao, Ceja del Negro, Galalón, Artemisa, Soroa, El Rosario, El Rubí y Bejerano. Solamente en Lomas de Tapia se desarrollaron 14 combates de rechazo a las columnas españolas durante los meses de abril y junio de 1896, por lo cual Maceo las llamó el Peleadero de Tapia. En esta etapa, en varias ocasiones, rehusó indignado las propuestas hechas llegar por los intrigantes desde el Centro y Oriente proponiéndole que sustituyera al General en Jefe, e incluso que se pusiera al frente del gobierno. Cumpliendo órdenes de Gómez de reunirse con él para juntos hacer frente a la crítica situación provocada por las injerencias del Consejo de Gobierno en los asuntos militares, en la madrugada del 4 de diciembre de 1896 burló la trocha de Mariel a Majana, cruzándola por mar, en un bote, por la bahía de Mariel. Ya en territorio habanero, se dirigió al campamento de San Pedro, cerca de Punta Brava, con la idea de organizar un ataque a Marianao con las tropas de esta provincia.
Véase también
La Campaña de Maceo en Pinar del Río Caída en combate
En el amanecer del 6 de diciembre de 1896, Maceo cuenta al general Miró el sueño de la noche anterior. Le dice que vio a su padre, a su madre y a todos sus hermanos muertos. Estaban a su lado y lo llamaban por su nombre. Le decían: Antonio, basta ya de lucha, basta ya de gloria. Habló enseguida sobre Mariana, que iba ya para tres años de muerta, recordó a su hermano José y no ocultó su preocupación por la situación de su esposa, enferma y sin recursos en Costa Rica. Más tarde conversó con su médico. Diría el doctor Zertucha: Me dijo que tenía el presentimiento de que lo iban a matar.
Maceo llega a San Pedro Arriba, donde guardan la llegada del Lugarteniente General los regimientos Santiago de las Vegas, Goicuría, Calixto García y Tiradores de Maceo, con sus jefes respectivos; unos 450 hombres en total al mando del coronel Sánchez Figueras, jefe de la Brigada Sur.
Ya con los caballos, Maceo marcha hacia San Pedro de inmediato. Lo acompañan entre 45 y 60 hombres. Resulta inconcebible. Dejan rastros en el camino que permitirán al enemigo detectarlos.
Hacia las ocho de la mañana del 7 de diciembre llega Maceo al campamento insurrecto. Cerca de las tres de la tarde irrumpe el enemigo en pleno campamento mambí, lo que encolerizó a Maceo, quien despertó al escuchar el estampido del fuego de los fusileros. Los jefes y oficiales pasaron de la defensa del campamento a la contraofensiva, acompañados por otros combatientes. El Lugarteniente General tomó el mando con la rapidez y energía que le caracterizó siempre. La tropa enemiga había arribado al campamento insurrecto por pura casualidad, ya que la columna de Cirujeda había salido desde Punta Brava en dirección a Cangrejeras, en dirección opuesta a San Pedro, pero escucharon disparos en dirección a Bauta y luego, al querer trasladarse por el callejón de San Pedro hasta Punta Brava, descubren los rastros que dejaron Maceo y sus acompañantes.
Ya en el lugar del combate y bajo el fuego cerrado de la infantería enemiga, ordena Maceo al brigadier Pedro Díaz una maniobra de envolvimiento por el flanco izquierdo de la cerca a fin de desalojar de allí al enemigo y darle una carga al machete en campo abierto. El ataque fracasa y, aunque Díaz vuelve a intentarlo, se crea una situación insostenible para los cubanos que, por la inferioridad de su armamento y escasez de tiros, no pueden prolongar el combate de posiciones.
Maceo ordena intentar otra vez desalojar al enemigo de la cerca decidido a llevar el combate hasta el final, e inicia un avance paralelo a la línea española para continuar el ataque. Una cerca de alambres oculta por la hierba altísima, le cierra el paso. Ordena que corten los alambres y encarga a Pedro Díaz que flanquee, ahora por la derecha. Con la misma mano que sostiene la brida, toca el hombro de Miró y le dice: «¡Esto va bien!». Seguidamente Maceo es alcanzado por un proyectil que le penetra por el lado derecho de la cara, cerca del mentón, y sale, con ruptura de la arteria carótida, por el lado izquierdo del cuello. Miró y el coronel médico Zertucha se desploman moralmente y salen aterrados de la escena. Se retira también el brigadier Pedro Díaz y el cuerpo sin vida del Mayor General Antonio Maceo, segundo jefe del Ejército Libertador, queda solo en aquellos matorrales a merced del enemigo.
Panchito Gómez Toro, su ayudante , que por estar herido quedó en el campamento, sale, con un brazo en cabestrillo y prácticamente desarmado, en busca del cadáver de su jefe. En un gesto supremo de devoción y lealtad va a morir a su lado. Resulta blanco fácil de las armas españolas. Herido, debilitado por la sangre que pierde, trata de suicidarse para que no lo cojan vivo, pero antes quiere escribir una nota a sus padres y hermanos para explicarles la decisión. No puede concluir el mensaje. Uno de los guerrilleros de Peral lo remata con machetazos en la cabeza.
El comandante Cirujeda no sospechó siquiera que Maceo había muerto en San Pedro, pues la propaganda española lo daba como cercado en Pinar del Río. Un grupo de valientes, encabezados por Juan Delgado, pudo recobrar los cuerpos del Lugarteniente General y de su ayudante. Tampoco están claras las circunstancias en que lo consiguieron. Los cadáveres fueron enterrados secretamente en la finca El Cacahual, cerca de Santiago de las Vegas. Se levantó allí un complejo monumental que fue inaugurado el 7 diciembre de 1900 y desde entonces su razón de ser ha sido honrar la memoria de los dos bravos guerreros cubanos.
Muere el Mayor General Antonio Maceo Grajales a los 51 años de edad, en plena madurez de su acción y pensamiento. Su muerte que resultó un duro golpe para los cubanos y para la causa de la libertad de Cuba, definida por Gómez en la carta de pésame a María Cabrales:
“… Con la desaparición de ese hombre extraordinario, pierde usted al dulce compañero de su vida, pierdo yo al más ilustre y al más bravo de mis amigos y pierde en fin el ejército libertador a la figura más excelsa de la Revolución.”
Cargos en la Guerra del 95 En la Guerra del 95 ocupó los siguientes cargos:
Lugarteniente general del Ejército Libertador Jefe de los departamentos Oriental y Occidental Jefe del Ejército Invasor y jefe del 1, 2, 4, 5 y 6 Cuerpos de ejército.
Considerado todo un maestro en el empleo de la táctica fue combatiente por excelencia y jefe de elevado prestigio. Como guerrero incansable, se calcula que intervino en más de 600 acciones combativas, entre las que se cuentan alrededor de 200 combates de gran significado. Su cuerpo estaba marcado por 27 cicatrices de guerra, de las cuales recibió 21 en la contienda del 68.
Antonio Maceo simboliza el valor, la rebeldía revolucionaria y la intransigencia con los ideales independentistas. Combatió todas las tendencias sediciosas y divisionistas y dio ejemplo de disciplina y lealtad a los principios revolucionarios y a los mandos y autoridades legítimamente constituidos. En muchas ocasiones fue objeto de calumnias e intrigas racistas. Por el ímpetu y bravura con que enfrentó al enemigo, y por su talla como hombre integral, pasó a la historia como el Titán de Bronce.
Fuente: EcuRed.
GRUPO DE HISTORIA DE LA LUCHA REVOLUCIONARIA EN VILLA CLARA (ACRC)
VILLACLARA
HÉROES ETERNOS DE LA PATRIA
Comandante Ernesto Che Guevara de la Serna
Rosario, Argentina, 14 Junio 1928 - La Higuera, Bolivia, 9 de Octubre 1967
Al enrolarse Ernesto Che Guevara de la Sema, a mediados de 1955, en la expedición que organizaba Fidel Castro en México, siguió la misma vocación bolivariana del dominicano Máximo Gómez en 1868 y como éste le imprimió su original huella a la causa cubana.
En su bautizo de fuego el 5 de diciembre de 1956, el joven medico argentino hizo una elección que de cierta manera marcó el destino de su vida. Entre una mochila llena de medicamentos y una caja de balas -demasiado peso para transportarlas juntas- resolvió el dilema tomando la segunda.
Asi contó después en "Pasajes de la guerra revolucionaria", visión de primera mano de la epopeya cubana, de la cual fue al mismo tiempo uno de sus héroes y el más brillante cronista.
Ya respondía al nombre de Che, pudo perecer en la arriesgada empresa y era difícil suponer entonces su conversión en alguien tan respetado a nivel mundial, cuya influencia le ha sobrevivido sin que sus enemigos logren empañar la leyenda tejida al precio de su vida truncada en La Higuera, Bolivia, en Octubre de 1967.
Con sus virtudes poco comunes, voluntad, inteligencia y consagración a sus ideales, Guevara encarnó el modelo del "hombre nuevo" que según predicó "se debe crear.
Nació el 14 de junio de 1928, en Rosario, Argentina, pero por recomendación de los médicos la familia se traslada a Alt agracia, en la Sierra de Córdoba. Allí pasa casi toda su niñez -desde los cinco años- y la adolescencia, el mayor tiempo al aire libre en contacto con la naturaleza y la práctica de deportes.
Su padre de igual nombre, contratista de obras quien tenia sus principales actividades en Misiones y Buenos Aires, y la mamá Celia siempre subordinaron sus intereses a la salud del mayor de sus cinco hijos -asma crónica- sin desatender la educación de todos.
Enfrentar esta situación desde temprana edad, en lugar de limitar sus posibilidades, llevó a Ernesto a desarrollar actividades físicas e intelectuales por encima de la media. Ya en 1943 habían fijado la residencia en la ciudad de Córdoba y en 1947 se mudan a Buenos Aires. Al terminar el Bachillerato, matricula en la Facultad de Medicina, se interesa por la política argentina y participa en manifestaciones estudiantiles.
Pero antes de rendir su última decena de asignaturas, el 29 de diciembre de 1951 emprendió un viaje continental con su amigo Alberto Granados, primero en una moto que se rompió en Chile y luego en cualquier otro transporte siguieron a Perú, Colombia y Venezuela. Así visitaron la costa del Pacífico, navegaron por el Amazonas, entraron en contacto con los mineros chilenos, la antigua cultura incaica de Perú y hospitales de leprosos. Ejerció cuanto oficio apareció y de todo preguntó. De regreso a casa se gradúa el 11 de abril de 1953 con una tesis sobre alergia.
Entonces decide regresar a Caracas a reunirse con Granados, que trabaja en un le,prosorio en Cabo Blanco. Sus padres no lo volvieron a ver hasta el 9 de enero de 1959 en el aeropuerto internacional "José Martí" de La Habana tras una separación de casi seis años.
Lo despidieron en Buenos Aires, en julio de 1953. En el camino le hablaron de Guatemala y cambió el rumbo para asistir al proceso progresista encabezado por el Presidente Jacobo Arbenz, cuyo derrocamiento presenció en 1954. Allí conoció al revolucionario cubano Antonio (Ñico) López, a quien encontró nuevamente en México donde se relacionó con Raúl Castro. Después éste le presenta a Fidel en Emparan No. 49, en la casa de María Antonia González.
En los primeros tiempos en la Sierra Maestra se distinguió como médico y guerrillero, pero pronto descolló por su capacidad militar y valentía. A mediados de 1957 recibió el primer ascenso a comandante dado por el Comandante en Jefe Fidel Castro y el mando de la segunda columna constituida (denominada por razones tácticas la cuatro).
Al siguiente año tuvo bajo su dirección varias columnas que reforzaron el primer frente mandado por Fidel Castro durante la ofensiva de verano del ejército batistiano y la posterior contraofensiva rebelde. Seguidamente, en el segundo semestre de 1958, realizó con la Columna ocho "Ciro Redondo" la invasión hacia la región central del país -atravesando las provincias de Oriente y Camagüey- y la exitosa campaña de Las Villas donde libró la Batalla de Santa Clara, uno de los hechos culminantes de la guerra.
El 2 de enero de 1959 entra en La Habana y la fortaleza de La Cabana se pliega a su mando, mientras Camilo Cienfuegos ocupa el Campamento militar de Columbia, abortando así el golpe de estado maquinado horas antes en la capital.
Su estancia relativamente breve en la patria de Martí dejó profundas raíces. Era un hombre de acción, de pensamiento y profunda cultura; unía a su carácter y tenacidad una extraordinaria sensibilidad. Aportó su originalidad en los enfoques políticos, económicos y sociales, con una fe infinita en los valores morales y en la transformación de la conciencia humana; ya sea como Presidente del Banco Nacional o Ministro de Industrias, en el contacto directo con el pueblo, en la tribuna nacional o internacional, asi como en sus numerosos escritos.
En su carta de despedida a Fidel Castro hecha pública el 3 de Octubre de 1965 expresó: "...siento que he cumplido la parte de mi deber que me ataba a la Revolución Cubana en su territorio..." "Hago formal renuncia de mis cargos en la Dirección del Partido, de mi puesto de ministro, de mi grado de Comandante, de mi condición de cubano"-concedida por nacimiento. "Sépase que lo hago con una mezcla de alegría y dolor: aquí dejo lo más puro de mis esperanzas de constructor y lo más querido entre mis seres queridos..." (cinco hijos, cuatro cubanos).
Había sido escrita el 31 de Marzo de ese año. Al siguiente día ya transformada su imagen (sin barba y pelado al rape, espejuelos y fumando en pipa) sale por el aeropuerto habanero con pasaporte a nombre de Ramón Benítez. Comienza una vida clandestina.
En su primera misión de alrededor de siete meses aplicó su experiencia militar, política y médica en suelo africano a solicitud del Movimiento de Liberación Nacional del antiguo Congo belga (actual República Democrática del Congo) en unión de un grupo de cubanos que le acompañaron. Participaron en más de 50 acciones entre emboscadas, escaramuzas y combates. Volver a América Latina será el paso siguiente. Antes pasará por Cuba, visitará a su esposa y sus pequeños hijos no lo reconocen. El 23 de Octubre de 1966 se despide definitivamente.
El 7 de Noviembre establece su primer campamento en Bolivia y comienza sus anotaciones en el Diario de Campaña. La última será el 7 de Octubre de 1967. El día 8 cae herido en el combate de la Quebrada del Yuro con el fusil roto y la pistola descargada. Pasadas las 13 horas del día siguiente es asesinado en la pobre escuelita de La Higuera, hecha de adobe, paja y piso de tierra. En el XXX aniversario de su caída en Solivia los restos del Che fueron encontrados y traídos a Cuba, donde el pueblo les rindió un masivo homenaje y quedaron depositados definitivamente en la Plaza Ernesto Guevara, de Santa Clara, ciudad del centro del país donde dirigió su batalla más famosa. De él ha dicho Fidel Castro que nunca podrá hablarse en pasado y así parece confirmar la copla del trovador Carlos Puebla: Aquí se queda la clara,/ la entrañable transparencia/ de tu querida presencia,/ Comandante Che Guevara.
A los 30 años de su asesinato, el pueblo cubano le rindió un eterno homenaje al ser colocados sus restos y los de sus compañeros de la guerrilla boliviana en un Memorial en la ciudad de Santa Clara.
GRUPO DE HISTORIA DE LA LUCHA REVOLUCIONARIA EN VILLA CLARA (ACRC)
VILLACLARA
HÉROES ETERNOS DE LA PATRIA
Pablo Rivalta Pérez
Santa Clara, 26 de septiembre de 1925 - Habana, 14 Junio 2005
El 26 de septiembre de 1925 nació en la calle San Pablo no. 61, entre Juan Bruno Zayas y Río, en Santa Clara, Pablo Rivalta Pérez, de condición humilde y negro, dos estigmas que en aquella sociedad invalidaban cualquier posibilidad de progreso.
No obstante, se destacó por sus dotes intelectuales, y con el esfuerzo propio y de la familia logró matricular en la Escuela Normal de Santa Clara.
Recién cumplidos los 17. Sobresalió como un buen estudiante y jugador de voleibol. Gozaba del cariño y el afecto de sus compañeros. Excelente bailador.
Electo presidente del Comité de Alumnos, formó parte también de la dirección de la Federación Nacional de Escuelas Normales. Inició su vida laboral como maestro sustituto de la Escuela Primaria Superior "D", de la calle Candelaria.
No hubo batalla política en aquellos años de gobierno auténtico en la que el joven maestro comunista no participara. Sobresalió en la gran movilización tabacalera contra la máquina torcedora, y su barrio Condado fue, tal vez, el más destacado del país.
Con el Golpe de Estado de Batista, el dirigente del magisterio participó en todo acto de protesta estudiantil contra el régimen dictatorial de Batista, estuvo junto a Osvaldo Herrera y Ramón Pando Ferrer en la organización de la Jura de la Constitución, en contra de los espurios estatutos y en los actos de protesta estudiantil por la expulsión de Osvaldo Herrera y el pleno de la Asociación de Estudiantes del Instituto por el homenaje al centenario de Martí. Hay una foto de los estudiantes expulsados frente al Instituto en 1953 en la que está Pablo junto a ellos.
Electo miembro de la Dirección Nacional de la Juventud Socialista, participó en 1955 en el V Festival Mundial de la Juventud y los Estudiantes, celebrado en Varsovia, capital polaca.
En representación de Cuba, trabajó como secretario de la Unión Internacional de Estudiantes (UIE) y viajó por varios países de América Latina. En México conoció a Fidel Castro, quien por entonces preparaba la futura expedición del yate Granma.
En 1957, El Partido Socialista Popular le confió una tarea de suma importancia. El Che necesitaba en la Sierra Maestra un maestro con determinadas condiciones personales para dar clases en la Escuela de Reclutas de Minas del Frío y se decidió que fuera él ese maestro.
Así el villaclareño pasó a formar parte del glorioso Ejército Rebelde a las órdenes directas del exigente jefe guerrillero. Se convirtió en soldado del Che.
Como maestro impartió clases de instrucción política a los bisoños reclutas que fueron llegando a la Escuela de Minas del Frío. El Che le encargó, además, la responsabilidad de seleccionar a la tropa que lo acompañaría en la invasión hacia Las Villas.
Pablo Rivalta, formó parte de la tropa que salió de El Jíbaro, el 31 de agosto de 1958. Designado jefe de uno de los pelotones de la vanguardia, ostentó primero el grado de primer teniente, y luego, por su comportamiento y valentía, ganó el de capitán.
Ya en Las Villas, el jefe invasor lo designó director de la Escuela Ñico López, de Caballete de Casas, y ante la inminencia de la toma de Santa Clara lo mandó buscar para que tuviera el honor de entrar a su ciudad natal, en particular, a su querido barrio Condado, y le planteó: «Tu gente dice que las condiciones subjetivas no están creadas —se refería el Che a la valoración que por entonces hacía el Partido Socialista Popular, del cual Pablo era un activo militante— y mañana vamos a tomar Santa Clara. Vas a entrar en el Condado y a saludar de mi parte a Chucha, tu mamá.»
Así el capitán Rivalta, el Niño, el hijo de Chucha, la santera más famosa del Condado, entró con 50 hombres a las humildes calles que le vieron crecer y, con el total apoyo del pueblo —que daba vítores a su conocidísimo e inesperado héroe—, rindió el combativo barrio.
Tras del 1º. de Enero de 1959, el capitán Rivalta Pérez ocupó diversos cargos dentro del Ejército. En 1965 el Comandante en Jefe lo designó embajador en Tanzania. Tuvo la sagrada tarea de preparar el arribo del Comandante Ernesto Guevara a ese país africano, en su tránsito hacia el Congo, donde protagonizó su epopeya guerrillera.
De nuevo en Cuba, se reintegró a las Fuerzas Armadas Revolucionarias y desempeñó diversas tareas.
Quiso la casualidad que su deceso, víctima de una prolongada enfermedad y próximo a cumplir sus 80 años, se produjera un 14 de junio, día del nacimiento de su querido jefe Ernesto Guevara, simbolismo mayor que une al villaclareño Pablo Rivalta Pérez a la epopeya revolucionaria del hombre cuyos restos reposan en la ciudad que lo viera nacer.
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El asesinato de las hermanas
Lourdes y Cristina Giralt.
Ni los 54 años que nos separan en el tiempo nos harán olvidar uno de los crímenes más horrendos cometidos por la dictadura batistiana: el impúdico asesinato de las hermanas Lourdes y Cristina Giralt, de 22 y 28 años, acontecido el 15 de junio de 1958 en el edificio de 19 y 24 en el Vedado.
Ambas hermanas laboraban en las oficinas de la Concretera Nacional S.A. y eran colaboradoras activas dentro de la Resistencia Cívica del Movimiento 26 de julio. Mas, no fue esa la causa de su muerte, aunque sí estuvo relacionada con el Movimiento.
Los combatientes Eduardo García Lavandero, Enrique Rodríguez y Faure Chomón bajaron del Escambray y se trasladaron a la capital, con el objetivo de participar en diversas acciones clandestinas.
Coincidentemente, fueron ubicados en el apartamento contiguo al de Lourdes y María Cristina Giralt. Entre las jóvenes y los recién llegados no existían vínculos directos de lucha, aunque sí de ideales y de coraje.
A poco tiempo de su llegada, los combatientes planearon varias acciones comando, entre las que se destacó un atentado a Santiago Rey Pernas, secretario de Gobernación, a la salida de un consultorio médico, en el edificio de 23 y L, el 13 de junio de 1958.
Al montar en su auto, el senador Pernas fue atacado con pistolas 45, pero salió ileso. Como resultado se desató un intenso dispositivo policial comandado por el connotado asesino Esteban Ventura Novo, el cual después de varias detenciones e interrogatorios logró ubicar el escondite de los tres revolucionarios.
Los sicarios se parapetaron en el edificio de la calle 19 y acecharon la llegada de los combatientes, no obstante estos habían decidido no regresar más a aquel lugar.
Las hermanas Giralt, habían nacido en la ciudad de Cienfuegos y allí estaba su familia. Aquel 15 de junio de 1958 —coincidentemente— fue domingo y, por demás, Día de los Padres. Las hermanas Giralt Andreu pasaron la significativa fecha en el hogar familiar, en la Perla del Sur. De regreso a La Habana, en horas de la noche, fueron a saludar a un hermano y de inmediato se dirigieron a su domicilio.
Estaban tan alegres y felices que no escucharon la voz de alerta que salió de la ventana de enfrente de su casa: “Muchachas, viren que ahí está la policía…” Pero el grito se perdió en el aire, apagado por la lluvia de balas con que fueron recibidas.
Al entrar al edificio, desde las oscuras escaleras, fueron acribilladas a balazos por los esbirros que, al sentir sus pasos, creyeron que se trataba de aquellos a quienes perseguían con saña.
Frustrados y llenos de odio por haber aguardado en vano el regreso de los revolucionarios, al llegar las hermanas Giralt descargaron sobre ellas su furia homicida.
Afirman que Cristina era seria, callada, reservada y hogareña; prefería los juegos de cartas en las noches, al bullicio de una fiesta. Lourdes, era diferente: alegre, chistosa, amante del baile y los paseos.
Unía a las hermanas, además del amor filial, la callada labor de ambas en la Resistencia Cívica, donde repartían bonos y propagandas, preparaban botiquines y ayudaban en el traslado de armas.
Las hermanas Giralt Andreu eran dos luchadoras contra la tiranía de Fulgencio Batista, que el fatídico 15 de junio de 1958 fueron sorprendidas en una bestial cacería. Allí quedaron, segados para siempre sus sueños e ideales, si embargo su ejemplo perdura y se hace eterno.
Tomado de Dailyn Ruano Martínez Periodista de Radio Rebelde
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PATRIOTAS DE LAS GUERRAS DE INDEPENDENCIA
Generalísimo Máximo Gómez Báez
1 Primeros Años
2 La Guerra de los Diez Años (1868-1878)
2.1 Primera carga al machete
2.2 Invasión de Guantánamo
2.3 Destitución
2.4 Campaña de Camagúey
3 El exilio prolífico
3.1 Encuentros con José Martí
4 La "Guerra Necesaria" (1985-1898)
5 Inicios de la República y fin de su vida
6 Legado histórico de Máximo Gómez
Generalísimo Máximo Gómez Báez
Baní,República Dominicana, el 18 de Noviembre de 1836 - La Habana el 17 de junio de 1905.
Primeros Años
Máximo Gómez nace en el poblado de Baní, provincia de Peravia, a 84 kilómetros al oeste de Santo Domingo, capital de la República Dominicana, hijo de Andrés Gómez Guerrero y Clemencia Báez Pérez. Su infancia y adolescencia las pasó en su tierra natal. A los 16 años Gómez se unió al ejército dominicano en la lucha contra las invasiones haitianas de Faustine Soulouque logrando obtener el grado de alférez. Luchó para las tropas anexionistas en la Guerra de Restauración Dominicana. Participa en el combate de la sabana de Santomé. Comandaba las fuerzas de la caballería el general Modesto Díaz, destacado combatiente en la posterior Guerra de los Diez Años en Cuba. Su firme decisión de luchar por la Isla hasta lograr la ruptura de la ocupación colonial española lo hacen declararse ciudadano cubano, condición que honró siempre. Gómez se incorporó al ejercito mambí el 14 de octubre de 1868, sobradas fueron sus entregas a la causa secesionista, y cuenta entre sus proezas con la dirección de la primera carga al machete, la que se convertiría en la más temible arma de esos libertadores. Desde este momento el movimiento revolucionario contó con el jefe militar indiscutido, capaz de preparar un ejército popular y aguerrido y de enfrentarse al enemigo con extraordinarias posibilidades de triunfo.
Su incesante batallar junto a los cubanos, lo llevó a ocupar el cargo de General en Jefe, el más alto de las huestes libertadoras, el mismo que puso en sus manos José Martí. La Guerra de los Diez Años (1868-1878) Luego de que el 1 de mayo de 1865 se firmara en la capital dominicana el acuerdo de El Carmelo, y el dia 3 se expide en Madrid el decreto de las Cortes mediante el cual cesa la anexión de Santo Domingo a España con un costo de 20 millones de pesos y 20 000 bajas españolas, son evacuadas de República Dominicana las últimas fuerzas españolas y con ellas gran cantidad de oficiales de Reserva, entre los que se encontraba Máximo Gómez. Llega a Cuba a bordo del vapor Pizzarro, en compañía de familiares. En 1866 logra su baja del ejército y se establece en el Ingenio Guanarrubí, El Dátil, jurisdicción de Bayamo, donde se dedica a las tareas agrícolas y de venta de madera. En enero de 1867 su amigo José Vázquez lo acerca a la Conspiración por la independencia de Cuba y se integra al grupo de El Dátil, liderado por Eduardo Bertot Miniet. Para luego en 1868 Carlos Manuel de Céspedes se alza contra la dominación española, en su ingenio La Demajagua, y da la libertad a sus esclavos. Comienza la Guerra de los Diez Años. El 16 de Octubre de 1868 Se alza en El Dátil con Esteban Estrada, Francisco Maceo Osorio, Lucas del Castillo, Eduardo Bertot y otros patriotas. Se le otorgan los grados de sargento. Para luego ser ascendido a mayor general por Carlos Manuel de Céspedes en la finca Santa Isabel, en las afueras de Bayamo, asignado a las fuerzas del mayor general Donato Mármol Tamayo en la jurisdicción de Santiago de Cuba.
Primera carga al machete
El 4 de Noviembre de 1868 occure la Acción de Tienda del Pino. Llamada así por Gómez en su Diario de Campaña y también conocida por Venta del Pino, Pinos de Baire y Ventas de Casanova. Primera carga al machete en nuestras guerras por la independencia. Este procedimiento bélico al arma blanca era empleado por los defensores dominicanos contra los invasores de Haití e introducido por Gómez en Cuba, donde alcanzó mayor dimensión con la combinación del binomio machete-caballería, que se convirtió progresivamente en la forma fundamental de aniquilar al enemigo en los combates y batallas. Luego en Diciembre del mismo año pasa a ser segundo del general Donato Mármol y asume el mando directo de las fuerzas de Jiguaní.
Invasión de Guantánamo En agosto de 1871 ejecuta las acciones de La Indiana, Sagua de Tánamo, Monte Líbano, Monte Rus, Monte Septiembre Toro y El Oasis. Para luego en 1872 asaltar, tomar e incendiar el importante poblado fortificado de Tiguabos. El 26 de mayo de 1872 el presidente Carlos Manuel de Céspedes pasa revista a las tropas en operaciones en Guantánamo.
Destitución
El 8 de junio de 1872, debido a un malentendido con el presidente Carlos Manuel de Céspedes, es destituido del mando de la División Cuba. El 11 de junio de 1873 es designado jefe del Departamento Provisional del Cauto.
Campaña de Camagúey En julio de 1873 reorganiza las tropas del Camagüey y Las Villas. En octubre de ese mismo año se entrevista con el Mayor General Vicente García. Donde Gómez se niega rotundamente a incorporarse a un movimiento para destituir al presidente Céspedes.
El exilio prolífico
El 6 de marzo de 1878 sale rumbo a Montego Bay, Jamaica, arribando el día 7 de ese mismo mes exiliado por su participación en la Guerra de los Diez Años. Llega a Kingston donde se encuentra con "Manana", su mujer, hijos y hermanas, sumidos en profunda miseria. Arrienda un pedazo de monte en Corbet: "Nos estamos manteniendo casi con mangos." dice al respecto de su estado. Pero luego de pasar grandes necesidades logra establecer una vega de tabaco en Corbet con la ayuda financiera del mayor general Julio Sanguily y del coronel Manuel Codina. En diciembre de ese mismo año deja a su familia en Kingston para aceptar la oferta del presidente de Honduras de un cargo militar en ese país centroamericano. El 9 de febrero de 1879 Se presenta ante el Presidente de Honduras, quien le otorga el diploma acreditativo al grado de general de división. Le ofrece un sueldo de 60 libras mensuales, facilidades para fomentar alguna empresa privada y la misión inmediata de organizar una fuerza militar permanente en Amapala. El 7 de junio ocupa el mando de jefe militar del puerto de Amapala, pero debido a dificultades que presenta su familia en República Dominicana, pide permiso al Presidente de Honduras para reunirse con ella en Jamaica. El 10 de diciembre llega a Kingston, Jamaica, donde se une con sus familiares: "...no dejo de verme siempre en apuros".
Encuentros con José Martí
• Primer encuentro con José Martí El 2 de octubre de 1884, durante los preparativos para reiniciar la lucha armada en Cuba (Plan Gómez-Maceo), ambos generales conocen personalmente a José Martí Pérez en Nueva York. Como consecuencia, de sus actividades conspirativas por la independencia de Cuba, es reducido a prisión en República Dominicana y encarcelado en la Fortaleza de Ozama, por orden del presidente Alejandro Woos Gil, a instancia de los representantes del Gobierno español en la isla. El 9 de enero de 1886 es puesto en libertad y expatriado de Santo Domingo.
El 31 de marzo, en compañía de Rafael Rodríguez firma el Acta de Tups Islands, en la que se explican los motivos por los que se suspenden los preparativos para reiniciar la lucha, y con ello concluye el Plan Gómez-Maceo.
• Segundo encuentro con José Martí El 11 de Septiembre de 1892 José Martí lo visita en Montecristi, República Dominicana. Desde Santiago de los Caballeros, Martí le escribe proponiéndole el mando del Ejército Libertador de Cuba. "El Partido Revolucionario Cubano viene hoy a rogar a usted que, repitiendo su sacrificio, ayude a la Revolución, como encargado supremo del ramo de la guerra, a organizar, dentro y fuera de la Isla, el Ejército Libertador (...) Yo ofrezco a usted, sin temor de negativa, este nuevo trabajo hoy que no tengo más remuneración que brindarle que el placer de su sacrificio y la ingratitud probable de los hombres..."
El 15 de Septiembre le contesta a José Martí. "Desde ahora puede usted contar con mis servicios."
• Tercer encuentro con José Martí El 3 de Junio de 1893 se entrevista, por segunda vez, con Martí en Montecristi. El 10 de enero ocurre el revés del Plan de Fernandina. • Cuarto encuentro con José Martí El 7 de Febrero José Martí llega a Montecristi y le refiere lo ocurrido en Fernandina. El 24 de Febrero ocurre el inicio de la guerra de 1895. Expresa en carta a Antonio Maceo: "ésta es la guerra de Martí"
• Quinto encuentro con José Martí El 25 de marzo firma con José Martí el Manifiesto de Montecristi, programa de la Revolución de 1895.
La "Guerra Necesaria" (1985-1898)
Finalmente, en abril de 1895 (el 24 de febrero se había producido el alzamiento), llegaron Gómez y Martí a Cuba, desembarcando en Playitas de Cajobabo, costa sur de Guantánamo. En otra expedición arribaron a Cuba los hermanos Maceo por Duaba, cerca de Baracoa. Pocas semanas después, luego de constituida la jerarquía militar del Ejército Libertador, con Gómez como General en Jefe y Antonio Maceo como Lugarteniente General, caía Martí en Dos Ríos, con gran pesar de Gómez, quien lo seguía como a un maestro pero cuidaba como a un hijo. A finales de ese mismo año comenzaría la Invasión a Occidente, una ingente gesta militar libertadora librada por Gómez y Maceo desde Mangos de Baraguá hasta Mantua, donde llegó Maceo hacia octubre de 1896. La Invasión a Occidente fue llevada por una larga columna, cuyos mandos, de extrema flexibilidad y excelente coordinación, la fragmentaban para la guerra de guerrillas o para el combate campal, según las necesidades del momento. La columna marchaba mandada por Maceo como su Lugarteniente y por Quintín Bandera como General de División de la infantería mambisa.
Mientras Maceo avanzaba con Quintín Bandera más al oeste que Gómez, éste llevó a cabo en el Camagüey un movimiento constante alrededor de la capital provincial, llamada la "Campaña Circular", que sumó numerosos adeptos de la juventud camagüeyana, admiradores del gran guerrero. Igualmente llevó a cabo una campaña en Las Villas, que esta vez sí fue coronada por el éxito. Anteriormente había sido herido en el cuello durante el primer cruce de la Trocha Militar de Júcaro a Morón (actual provincia de Ciego de Ávila), un sistema de cercas, puestos militares y fortines que los españoles habían declarado inexpugnable. Después de eso casi siempre usaba un pañuelo en el cuello, con el que lo pintaría el periodista norteamericano Grover Flint, en varios de sus históricos bocetos.
En lo que es la frontera actual de Las Villas con Matanzas, Gómez llevó a cabo el célebre "Lazo de la Invasión", en el que retrocedió unos kilómetros ante fuertes columnas españolas, ante cuya vista destruyó las líneas férreas hacia el oriente, para luego hacer un avance envolvente hacia Occidente, volviendo a cortar todas las comunicaciones, esta vez por el Oeste. Dejaba así a un gran contingente de tropas que fueron hábilmente hostigadas y diezmadas por guerrillas que si bien eran muy inferiores en número, estaban en pleno conocimiento del terreno y exterminaron a gran parte de los infelices "quintos" que eran traídos por decenas de miles a pelear en Cuba.
En La Habana, además de recibir su segunda y última herida de bala, incidente relativamente trivial para él, llevó a cabo una estrategia de movimientos extremadamente simple pero eficaz para eludir el combate abierto. Se movía en cuadriláteros de dos o tres kilómetros de lado, dejando atónitos a los expertos generales españoles, veteranos de guerras en Europa y África. Refugiándose por pocas horas en los cayos de monte habaneros, atacaba luego a las fuertes columnas hispánicas por la retaguardia, en cargas breves pero feroces. Con esos movimientos volvió a retirarse al Este, para reunirse con los patriotas en la histórica Asamblea de la Yaya, que se produciría a comienzos de 1897.
El Viejo, o Chino Viejo, como era conocido Gómez por sus íntimos, se llenó de pesar al conocer de la caída en combate de Antonio Maceo y junto a él de su bravo y querido hijo, Francisco "Panchito" Gómez Toro. Su pena la dejó plasmada en carta a María Cabrales, esposa de Antonio Maceo. Antes ya había caído José Maceo, el León de Oriente. Inmediatamente designó como Lugarteniente al experto Mayor General Calixto García, quien sería el encargado de llevar las acciones de guerra en todo el departamento oriental. Gómez se mantuvo durante todo 1897 operando entre Las Villas y Las Tunas, mientras en Occidente operaban los generales Lacret y Mayía Rodríguez. El verano de 1897 fue fatídico para las armas españolas no sólo por el exterminio a manos de las guerrillas mambisas que las hostigaban hasta de madrugada, sino por el paludismo, la disentería y otras enfermedades tropicales. Al ser preguntado por sus mejores generales, Gómez respondió: "¿Mis mejores generales? Junio, Julio y Agosto."
El Generalísimo se hizo célebre por la disciplina implacable que imprimió a sus tropas. Tanto sus soldados, como los prefectos mambises corruptos, conocieron penas de muerte por fusilamiento y/o la degradación. Para las indisciplinas menores, no relacionadas con cobardía, el cepo mambí o el paso a la impedimenta eran los castigos usuales. La cobardía, si no tenía consecuencias graves, era castigada con la obligación de avanzar en solitario hacia filas enemigas y procurarse una o más armas, un uniforme y parque. Los robos o agresiones a campesinos eran castigados con el fusilamiento. Gómez entró en fuertes contradicciones con el Gobierno de Cuba en Armas presidido por Salvador Cisneros Betancourt por la concesión de grados militares a jóvenes de buena posición social que recién se unían a las filas mambisas. Fueron muchos los diplomas de nombramientos que rompió con sus manos, para después nombrarlos como soldados rasos y ubicarlos en sus filas. Con Gómez los grados tenían que ser ganados en combate. Ante los esfuerzos de muchos emigrados por lograr el reconocimiento de la beligerancia cubana por los Estados Unidos, Gómez expresó: "El reconocimiento de los americanos es como la lluvia: si viene está bien, y si no, también."
Al producirse la intervención norteamericana en la guerra, Gómez se hallaba hacia el centro del país, en su tarea de diezmar las decadentes tropas españolas y a punto de avanzar por segunda vez a la Habana para invadirla definitivamente. Reaccionó airado ante la prohibición de entrar a Santiago de Cuba a las tropas cubanas, emitida por el general estadounidense Shafter, pero no tomó acción alguna, no sintiéndose con derechos de cubano, a pesar de su papel preponderante en la campaña.
Ya en 1898 se trasladó a la Habana, para la Quinta de los Molinos, donde fue recibido por una multidudinaria manifestación de simpatía. Cuenta la leyenda que fueron tantas las manos que estrechó, que sus propias manos se enfermaron y hubo de curárselas durante varios días. Al establecerse la Asamblea del Cerro como Gobierno Provisional, Gómez entró a formar parte de ella, pero se negó a dirigirla, alegando su carácter puramente militar y su condición de extranjero. Entró en contradicciones con varios de sus diputados, varios de los cuales militaban entre las filas de los reformistas y los autonomistas, y cuya mayoría era de extracción burguesa.
Inicios de la República y fin de su vida
Por su condición de extranjero se negó a constituirse como candidato a la presidencia ante las inminentes elecciones de 1902, en las que se postulaba Tomás Estrada Palma como candidato de los ocupantes estadounidenses, pero apoyó la candidatura de Bartolomé Masó, patriota probado en campaña. Pero Masó, por su parte, se retiró de las elecciones ante las burdas y evidentes manipulaciones de Leonard Wood y sus testaferros para imponer fraudulentamente a Estrada Palma. A partir de ese momento Gómez, reverenciado por los habaneros, se retiró a una villa en las afueras de la capital, haciendo su paseo matinal por un largo terraplén que es hoy la céntrica Calzada del Diez de Octubre.
La contradicción principal estaba dada por si aceptar el donativo ofrecido por el Gobierno estadounidense de 3 millones, o si pedir un empréstito mayor que asegurara un descanso decoroso a los soldados del Ejército Libertador. Gómez era partidario de tomar el donativo del Gobierno estadounidense, por temor al nacimiento de una República endeudada. Mientras que la Asamblea del Cerro era partidaria de un empréstito mayor, pues aunque la República naciera endeudada, ella sería reconocida como el organismo legal representante de los intereses del pueblo cubano, destinado a devolver el empréstito a los bancos estadounidenses.
A finales de 1898, Tomás Estrada Palma disuelve el Partido Revolucionario Cubano y la Asamblea, preocupada por los acontecimientos, designó una comisión para que se trasladase a los Estados Unidos y, en trato con los dirigentes de este país, tratase de precisar el futuro de Cuba, siempre en el entendido de la instauración de una nación soberana. La comisión, muy festejada, no fue sin embargo, considerada “oficial”. El gobierno estadounidense no la reconoció como representante del pueblo cubano. Todo lo que se pudo conseguir de Washington, fue una donación de tres millones de pesos para aliviar la pobreza de los soldados de la Revolución.
El 12 de marzo de 1899, la Asamblea del Cerro acordó la destitución de Máximo Gómez como General en Jefe del Ejército Libertador, y la eliminación definitiva de ese cargo. Las discrepancias habían llegado a su clímax y se resquebrajó la imprescindible unidad.
El Generalísimo, mediante un manifiesto a la nación, expresó: ...Extranjero como soy, no he venido a servir a este pueblo, ayudándole a defender su causa de justicia, como un soldado mercenario; y por eso desde que el poder opresor abandonó esta tierra y dejó libre al cubano, volví la espada a la vaina, creyendo desde entonces terminada la misión que voluntariamente me impuse. Nada se me debe y me retiro contento y satisfecho de haber hecho cuanto he podido en beneficio de mis hermanos. Prometo a los cubanos que, donde quiera que plante mi tienda, siempre podrían contar con un amigo.
Al conocerse la noticia, las masas populares realizaron manifestaciones de condena a la Asamblea del Cerro y de solidaridad con Gómez. Bajo las consignas “Abajo los Asambleístas” y “Viva Máximo Gómez” durante tres días, el pueblo desfiló ante la habanera Quinta de los Molinos en espontánea acción de agravio. En toda la isla se quemaron monigotes que representaban a los asambleístas, el 15 de marzo aparecieron fuertes críticas y burlas hacia los asambleístas en la prensa, a quienes el pueblo acusaba de ir hacia el abismo de la anexión. Días después de la destitución de Gómez la Asamblea se disuelve pajo presiones populares, quedando el pueblo de Cuba sin representante ante las injerencias estadounidenses. El 2 de abril en carta abierta a Bernarda Toro, Gómez expresa en relación con la situación del país: Los que esperan, están desesperados. Como va no espero nada, estoy muy tranquilo con mi inesperada situación, descargado de toda responsabilidad y gozando del cariño de este pueblo que ahora más que nunca, me lo ha demostrado, comprometiendo, por modo tan elevado y sentido, mi gratitud eterna.
...La actitud del Gobierno Americano con el heroico Pueblo Cubano, en estos momentos históricos, nos revela a mi juicio más que un gran negocio... Nada más racional y justo, que el dueño de una casa, sea él mismo que la va a vivir con su familia, el que la amueble y adorne a su satisfacción y gusto; y no que se vea obligado a seguir, contra su voluntad y gusto, las imposiciones del vecino. La situación pues, que se le ha creado a este pueblo; de miseria material y de apenamiento, por estar cohibido en todos sus actos de soberanía, es cada día mas aflictiva, y el día que termine tan extraña situación, es posible que no dejen los americanos aquí ni un adarme de simpatía.
El Generalísimo Máximo Gómez Báez falleció el 17 de junio de 1905, sin fortuna personal, en su villa habanera, a la edad de 69 años.
Legado histórico de Máximo Gómez
Gómez fue un bello ejemplo del internacionalismo, pues dedicó la mayor parte de su vida a su "querida y sufrida Cuba", a la par que un militar admirable por su valor e intransigencia. Siendo cortés con el enemigo valiente, era implacable con los cobardes o los indisciplinados de sus propias tropas.
Su brillante estrategia militar, su ejemplo personal y su estilo de mando, célebre por su severidad, le posibilitaron llevar a cabo campañas (la Invasión y posteriores campañas) sin precedentes históricos por la disparidad de sus fuerzas tanto en hombres (de 35'000 a 40'000 mambises contra más de un cuarto de millón de españoles) como en técnica militar: los mambises no contaban con artillería, salvo a finales de la guerra, cuando Calixto García asedió a la ciudad de Holguín con algunos cañones, por cierto tomados al enemigo, sin contar con las dificultades enormes para hacer llegar expediciones con hombres y armas para la lucha. Por último su conducta desinteresada de retiro de los asuntos políticos, luego del triunfo cubano (mediatizado y usurpado por la intervención norteamericana) también fue admirable en cierto modo, pues nunca pretendió protagonismo alguno en la vida política civil de Cuba, a la que en realidad tenía derecho por sus extraordinarios méritos.
Fuente: EcuRed.
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HÉROES ETERNOS DE LA PATRIA
Alfredo Santander Fonseca
Placetas, 18 de Agosto de 1937 - Callejón del Caguazal, 18 Junio 1958
Nacido el 18 de Agosto de 1937, Alfredo Santander Fonseca era hijo de una familia de trabajadores. Alcanzó sólo el 3er. grado de la Enseñanza Primaria pues tuvo que comenzar a trabajar, haciéndolo en el ramo de la construcción.
A principios de 1958 se integró a un grupo del Directorio Revolucionario "13 de marzo" y comenzó sus actividades clandestinas. Participa en distintos apagones realizados por la zona y otras acciones, por lo que las autoridades represivas lo encierran en el cuartel de la Guardia Rural en dos oportunidades.
Sus actividades eran conocidas en el Sindicato Tabacalero, lugar que frecuentaba Alfredo, para reunirse con sus compañeros. Ante la difícil situación que se le presentaba por la persecución de que era objeto, decide tomar el camino del Escambray y unirse a los combatientes.
Se encontraba en el lugar conocido por Jíquima de Alfonso cuando fue delatada su presencia allí y resultó capturado por el Ejército.
Su cadáver apareció el día 18 de junio de 1958 en el Callejón de Caguazal, situado entre Báez y Fomento torturado a golpes y con una gran cantidad de punzonasos y rematado por un disparo en la cabeza.
VILLACLARA
PATRIOTAS DE LAS GUERRAS DE INDEPENDENCIA
Leonor Pérez Cabrera, madre de José Martí
Santa Cruz de Tenerife, Islas Canarias, el 17 de diciembre de 1828 - La Habana el 19 de junio de 1907.
Nació en Santa Cruz de Tenerife, Islas Canarias, el 17 de diciembre de 1828 y recibió por nombre, Leonor Antonia de la Concepción Micaela Pérez Cabrera; murió en La Habana, el 19 de junio de 1907.
Era hija de Antonio Pérez Monzón y de Rita Cabrera Carrillo, quienes tenían algunas propiedades en casas y otros medios de vida. Aprendió a leer y escribir contra la voluntad de sus padres, quienes consideraban este conocimient como impropio de su condición femenina.
Se trasladó a Cuba en compañía de aquellos, cuando aún no había cumplido la mayoría de edad.
Leonor contrajo matrimonio con Mariano Martí y Navarro en La Habana, el 7 de febrero de 1852. Tuvo ocho hijos que se nombraron, en orden de nacimiento: José Julián, Leonor, Mariana Matilde (Ana), María del Carmen (La Valenciana), María del Pilar (Pilar), Rita Amelia (Amelia), Antonia Bruna y Dolores Eustaquia (Lolita).
En 1857 al fallecer su padre Antonio Pérez Monzón, Leonor Pérez viajó a España en compañía de su esposo y de sus hijos. La familia residió en Valencia hasta 1859, año en que regresó a La Habana precedida de Don Mariano Martí. En 1874 se establecieron en México, donde se les reunió José, quien había sido deportado a España en 1871; sus padres y hermanas volvieron a La Habana el 7 de marzo de 1877.
Poco después de la muerte de Mariano Martí acaecida el 2 de febrero de 1887, sale para Nueva York donde residará junto a su hijo hasta Enero de 1888.
Estando en el presidio político sumido a trabajos forzados en las canteras de San Lázaro y con sólo 18 años de edad, José Martí escribe los siguientes versos a su madre
A mi madre:
Mírame madre y por tu amor no llores,
Si esclavo de mi edad y mis doctrinas,
Tu mártir corazón llené de espinas,
Piensa que nacen entre espinas flores.
José Martí, 28 de agosto 1870..
La madre de José Martí pasó sus últimos años en compañía de su hija Amelia, en La Habana, sumida en la pobreza.
Pero ese propio 25 de marzo de 1895, José Martí se despide de su madre; el hijo adorado que siempre fue José Martí, Pepe, el único varón de la familia, saca todavía tiempo para despedirse de la mujer que le dio la vida:
Extrae minutos para escribirle la carta del adiós a Doña Leonor, la isleña valerosa que, sin poder llegar a entenderlo nunca, supo darle su cariño y apoyo en los momentos más difíciles de su azarosa existencia.
Una carta breve en extensión, pero de una profundidad y riqueza extraordinarias. Quizás, entre los documentos de mayor hondura del Apóstol y uno de los que mejor revela el carácter y los sentimientos de ese gran hombre que fuera nuestro José Martí.
¿Debió pensar mucho lo que iba a decirle a la madre, o a lo mejor, de un plumazo le brotó todo el amor que tenía guardado hacia ella en su adolorido pecho? Nunca lo sabremos a ciencia cierta.
Lo evidente, resulta la pureza de sentimientos que dimana de esas breves líneas. Escritas con la letra menuda del Maestro, aquella de rasgos nerviosos que siempre le fuera característica.
Doña Leonor Pérez.
Montecristi, 25 de marzo, 1895
Madre mía:
Hoy, 25 de marzo, en vísperas de un largo viaje, estoy pensando en Ud. Yo sin cesar pienso en Ud. Ud. se duele en la cólera de su amor, del sacrificio de mi vida; y ¿por qué nací de Ud. con una vida que ama el sacrificio? Palabras, no puedo. El deber de un hombre está allí donde es más útil. Pero conmigo va siempre, en mi creciente y necesaria agonía, el recuerdo de mi madre. Abrace a mis hermanas, y a sus compañeros. ¡Ojalá pueda algún día verlos a todos a mi alrededor, contentos de mí! Y entonces sí que cuidaré yo de Ud. con mimo y orgullo. Ahora, bendígame, y crea que jamás saldrá de mi corazón obra sin piedad y sin limpieza. La bendición.
Su
José Martí
Tengo razón para ir más contento y seguro de lo que Ud. pudiera imaginarse. No son inútiles la verdad y la ternura. No padezca.
Pero ese propio 25 de marzo de 1895,José Martí junto con el General Máximo Gómez escribió el Manifiesto de Montecristi, donde expuso las razones de Cuba para reiniciar la guerra contra el colonialismo español
GRUPO DE HISTORIA DE LA LUCHA REVOLUCIONARIA EN VILLA CLARA (ACRC)
VILLACLARA
Creación de la Columna 4
Ascenso del Che a capitán.
Previendo la feroz persecución que emprendería el enemigo contra las fuerzas rebeldes luego de la victoria en Uvero, el Comandante en Jefe decidió que la columna comenzara de inmediato la marcha, mientras que los heridos quedaban a cargo del Che en un lugar seguro.
El grupo, inicialmente llamado de los heridos, fue reponiéndose en el decursar de los días y aumentando en número con las incorporaciones de nuevos combatrientes generalmente desarmados, por lo que llegó a tener aproximadamente cuarenta guerrilleros, cantidad que fluctuaba constantemente producto de las deserciones e incorporaciones.
El 16 de junio, esta pequeña tropa se encontró con el pelotón de No. 1 al mando de Eduardo "Lalo" Sardiñas y se reincorporaron a las fuerzas del Comandante en Jefe.
Para el día 19, Che es ascendido a capitán y se crea otra columna, la 4 integrada por los recién sumados, más algunos veteranos de la 1.
La nueva columna debía operar en El Hombrito —al este del Turquino- compuesta por 75 hombres, distribuidos en tres pelotones que encabezaban Lalo Sardiñas, Ramiro Valdés y Ciro Redondo.
De esta manera, los guerrilleros aumentaban sustancialmente su zona de operaciones y controlaban los territorios de más difícil acceso de la Sierra Maestra, con una extensión de 4 000 km2.
La columna aunque manteniéndose subordinada operativamente a la jefatura principal comenzó a actuar de forma independiente a partir de su asentamiento.
GRUPO DE HISTORIA DE LA LUCHA REVOLUCIONARIA EN VILLA CLARA (ACRC)
VILLACLARA
NOTICIAS DEL SEGUNDO FRENTE ORIENTAL
FRANK PAIS GARCÍA
22 Junio al 18 Julio OPERACION ANTIAEREA
GESTACIÓN Y DESARROLLO
El 2 de junio el enemigo en composición de dos compañías trato de penetrar al macizo montanoso de la Sierra Cristal en persecucion de las fuerzas rebeldes que habian destruido el Cuartel de Ocujal y el dia 4 fueron rechazados por fuerzas bajo el mando del Capitan Lusson Battle, en apoyo a las tropas del Sargento Pancho Gonzalez que venia combatiendo contra fuerzas superiores de la Tirania desde el dia 1ro. de junio. Ambos jefes fueron condecorados con “La Legion de Honor Frank Pais” por su destacada actuación en este importante combate de La Zanja.
La ofensiva enemiga contra el II Frente Oriental fue derrotada en los distintos combates y optaron por retirarse el 6 de junio
En las variadas acciones combativas se iban distinguiendo heroicos miembros del Ejercito Revolucionario por lo que el Cdte. Raúl Castro el 24 de mayo dicto la Orden Militar No. 24 instituyendo la Condecoración “Merito Legión de Honor Frank País” como incentivo moral para los combatientes que se distinguieran en el cumplimiento de sus servicios a la Revolución.
Con ella fueron distinguidos entre otros:
Capitán Antonio Enrique Luzón Battle;
1er. Teniente Pedro Sotto Alba.
1er Tte. Rolando Monterey Caballero “Rolo”;
Sgto. Francisco González Pérez “Pancho”
Sold. Ricardo Cisneros Díaz “Jotor”;
Sold. Emilio Montes de Oca Tamayo “Tanganika”
Sold. Edilberto Martínez González “Yambi”
Sold Armando Castañeda Martínez
Sold. Gerardo Vega Martínez
El 12 de abril, Mediante Decreto el Cdte. Raúl Castro habia creado la Fuerza Aérea Rebelde y nombrado su Jefe y 1er Teniente al piloto Orestes del Río Herrera, que se habia incorporado al ER en la Toma de Moa el 1ro de abril y que al pasar por Naranjo Agrio y ver una avioneta le habia dado la idea al Capt. Efigenio Ameijeiras de operar con aviones en el II Frante, pues el tenia unas 500 horas de vuelo. Los primeros aviones de la Fuerza Aérea Rebelde fueron avionetas particulares de dueños de fincas de la zona.
Ya el 20 de junio Orestes del Río realizaba la primera acción de las Fuerza Aérea Rebelde transportando armas desde los Estados Unidos.
Lamentablemente por desperfectos tecnicos tuvo que hacer un aterrizaje forzoso en la zona de San German no pudiendo llegar hasta la pista “El Lirial”, entre Moa y Sagua de Tánamo durante la “Operación Pepe”.
Del Rio Herrera fue ascendido a Capitán por su buen trabajo en la Fuerza Aérea Rebelde el 28 de junio de 1958.
En el mes de junio los combatientes clandestinos de Guantanamo le hicieron llegar al Jefe del II Frente fotos de los aviones de combate de Batista abasteciendo de municiones, bombas y combustible en la Base Naval de Guantanamo.
En esos dias el Cdte Raul Castro, el Capt Jorge Serguera y otros companeros se refugiaron de un despiadado bombardeo en una cueva junto a familias campesinas de la zona rebelde. Estas humildes familias les preguntaron hasta cuando tendrian que soportar esos crimenes de la aviacion del Tirano, lo que los motivo a concebir la “Operacion Antiaerea”.
Asi el Jefe del II Frente Oriental emitio la Orden Militar No. 30 del 22 de junio de 1958 ordenando la detencion y conduccion hacia territorio del II Frente de todos los ciudadanos norteamericanos residentes en los lugares indicados en las instrucciones secretas de la Orden 30, asi como escribio el “Llamamiento a la Juventud Latinoamericana” donde explicaba la ingerencia del Gobierno de los EE.UU. en los asuntos internos de Cuba y el apoyo militar que le daban a la Dictadura del General Batista y detallaba los hechos que motivaban la Orden Militar No. 30.
La “Operación Antiaérea” se llevo a cabo en Moa, Nicaro y Guantánamo y en su cumplimiento intervinieron las Companias A, B, C, D y E del II Frente Oriental.
49 norteamericanos (entre ellos 29 Marines yankees) y un canadiense fueron “Testigos Internacionales” en territorio rebelde.
Habíamos experimentado muchas veces los bombardeos indiscriminados en los campos de Cuba por los aviones mercenarios del dictador Fulgencio Batista. Aviones cargados con proyectiles y bombas, proporcionadas por el gobierno de los Estados Unidos de América al tirano, en nombre de la mal llamada “Ayuda Mutua” para defender la “democracia” en América.
Muchas habían sido las ocasiones en las que vimos destrozados, por esas criminales bombas, a los campesinos: hombres, mujeres y niños, quienes eran blancos fáciles y sin ningún riesgo para los “valientes pilotos” de la dictadura, provenientes de clases privilegiadas, los que arrojaban las bombas sobre los indefensos campesinos como una “heroicidad” que les proporcionaría medallas, congratulaciones, grados y gratificaciones monetarias de sus jefes.
Teníamos que acabar con ese crimen, acusar a los culpables, aquellos que le decían, por un lado, al pueblo norteamericano, que simpatizaban con la lucha los aviones del tirano con bombas y proyectiles para que las arrojaran contra lo más humilde de este pueblo.
Había que desenmascararlos ante el mundo y, con ese fin, el Comandante Raúl Castro Ruz, Jefe del II Frente Oriental “Frank País”, quien poseía fotografías, obtenidas por los combatientes clandestinos del Movimiento Revolucionario “26 de Julio” de la ciudad de Guantánamo, en las que se podían ver los aviones de la Fuerza Aérea de Batista abasteciéndose en la Base Naval yanqui de Guantánamo, dictó la Orden Militar Núm. 30, en la que en sus Por Cuantos se expresaba la información obtenida, las condiciones infrahumanas en las que vivían nuestros campesinos, quienes permanecían en cuevas por los constantes bombardeos en las zonas del Valle de Caujerí, La Lima, Bayate, Monte Rus, así como la condecoración del Jefe de la Fuerza Aérea batistiana Coronel Tabernilla Palmero por los bombardeos en Cienfuegos y Sagua la Grande por el Gobierno de los Estados Unidos de América, cómplices en la explotación y matanza de nuestro pueblo, y ordenaba la captura de los ciudadanos norteamericanos que laboraban en la periferia del territorio rebelde, con el fin de que ellos, quienes se decían amantes de la libertad y la democracia, pudieran apreciar cómo en nuestro territorio, las bombas fabricadas por los monopolios guerreristas yanquis eran arrojadas sobre ciudadanos indefensos de las sierras. La operación se llamaría “Antiaérea” y se realizaría en varios lugares, entre ellos, en el poblado industrial de Moa.
Y en su parte resolutiva la Orden Militar Núm. 30 puntualizaba:
PRIMERO: Ordenar a todos los mandos militares subordinados a la Jefatura del Segundo Frente “Frank País”, que de inmediato y bajo cualquier circunstancia, a partir del viernes veinte y siete de junio del año en curso, procedan a la detención de todos los ciudadanos norteamericanos que residen en los puntos indicados en las instrucciones secretas que complementan esta Orden Militar, a fin de que sean conducidos y presentados a la disposición de la Comandancia Central del Segundo Frente.
SEGUNDO: Se les hace saber a las autoridades encargadas del cumplimiento de esta Orden Militar quL como es nuestra costumbre, deberán tratar a los detenidos con todas las consideraciones debidas y se les aclara que lo dispuesto por la misma no alcanza a las mujeres y niños de la nacionalidad indicada.
TERCERO: Atendiendo a que la población civil ha dado muestra de su repulsa contra los norteamericanos, por conocer que el Gobierno de los mismos suministra a la aviación del dictador bombas y metralla, se dispone que los detenidos sean mantenidos en lugares secretos en evitación de que la ira popular se manifieste contra ellos.
CUARTO: Esta disposición militar obedece al hecho de que los propios ciudadanos norteamericanos, contra los cuales nada tenemos, conviviendo con nosotros se percaten personalmente del crimen bochornoso que su gobierno comete contra el indefenso pueblo cubano. El único peligro que amenaza a estos ciudadanos, será el mismo riesgo que corremos nosotros soportando cada bombardeo.
QUINTO: Que se comunique la presente Orden Militar a todos los Jefes de Unidades subordinadas a esta Jefatura, para que a su vez circulen por sus mandos lo que se ha dejado dispuesto.’
También la jefatura del II Frente elaboró un documento político: “Llamada general de carácter urgente a todos los jóvenes del mundo”.
En él se hacía un recorrido histórico por las luchas del pueblo cubano, por su independencia, soberanía y libertad y cómo el gobierno de los Estados Unidos se había opuesto siempre a ello aliándose con los sectores más reaccionarios. Cómo habían frustrado nuestra victoria contra el colonialismo español, luego, al triunfo de la revolución, contra la dictadura del General Gerardo Machado Morales, en 1933. Cómo más tarde habían apoyado el Golpe de Estado del dictador Fulgencio Batista, quien instauraba de nuevo, a partir de ese momento, otra dictadura en Cuba, contra la que ahora luchaba lo mejor de la juventud cubana en los campos y ciudades.
--Explicaba a los jóvenes del mundo que los aviones del tirano Batista estaban siendo abastecidos en la Base Naval norteamericana de Guantánamo y ahora los dictadores de Nicaragua y República Dominicana, cumpliendo instrucciones de sus amos yanquis, se habían sumado al suministro de armas al dictador.
--Denunciaba la entrega, por Batista, a las poderosas compañías norte-americanas, de grandes extensiones de tierras y hasta el subsuelo a perpetuidad, como habían sido las escandalosas concesiones de las minas de Moa y Nicaro, a cambio de ayuda militar.
--Hacía un llamado a la juventud del mundo para apoyar nuestra lucha, inspirado en el precepto martiano: “Peleamos en Cuba para asegurar, con la nuestra, la independencia hispanoamericana.”
COMBATE DEL CENTRO INDUSTRIAL DE MOA
El combate en el Centro Industrial de Moa, formando parte de la “Operación Antiaérea”, realizada por las tropas rebeldes del Segundo Frente Oriental “Frank País”, bajo el mando del Comandante Raúl Castro Ruz, el 26 de junio de 1958, marcó un hito en la lucha contra el imperialismo norteamericano, pues demostró al mundo que los yanquis habían dejado de ser intocables.
El Comandante Raúl Castro celebró una reunión en Naranjo Agrio, sede de la Jefatura de nuestra Columna 9 “José Tey”, bajo las órdenes del Comandante Belarmino Castilla Mas, Aníbal, y se determinó que esta misión sería cumplida por las tropas de la Compañía C “Josué País”, la cual, en esos días, tenía como jefe al Capitán Higinio Díaz Acné, Nino (luego, traidor a la Revolución) y participarían unos 250 combatientes rebeldes.
Además de la captura de los especialistas norteamericanos, se cumplirían otras misiones. Como delegados de la Comandancia del II Frente, irían el Capitán Reinerio Jiménez Lage, el Teniente Raúl Guerra Bermejo, Maro y Michicho Cardero. El día escogido para esta operación fue el 26 de junio, en horas de la noche, un día antes del comienzo del cumplimiento de la Orden Militar Núm. 30.
Las fuerzas enemigas en Moa estaban compuestas por un Destacamento de unos 110 hombres bajo el mando del Capitán Elías Fernández contando con una tanqueta de apoyo. Además, como parte del Destacamento, en el Cuartel de la Playa y en del Aserrío habría unos 20 hombres bajo el mando de sargentos con buen armamento y parque.
La Tenencia que estaba más cerca de Moa era la mía, que estaba situada en “La Ayuíta” al Sur de Cananovas, por donde pasa el camino que conduce a Moa, por el alto de las primeras estribaciones de la Sierra Moa-Toa-Baracoa. Por la mañana del día 26, empezaron a pasar los camiones con las tropas de los otros campamentos que participarían en el ataque. La alegría era general, como siempre que se iba a un combate, pues representaba para todos el propinarle una derrota más a la dictadura.
Preparada ya nuestras fuerzas, ocupamos nuestro lugar en la caravana y anduvimos unas tres horas en jeeps y camiones, hasta llegar a un lugar en los pinares de la zona niquelífera del Suroeste de Moa, conocido por “El Jonsen”, donde en la casa de un campesino amigo nuestro celebramos la reunión para ultimar todos los detalles.
El Capitán Higinio Díaz, como Jefe de la Operación, dispuso el personal que iría al ataque, y le designó a cada oficial, las misiones siguientes:
a) Hacer prisioneros a la mayor cantidad de norteamericanos que trabajaban en la Empresa minera; misión que cumpliría personalmente el Capitán Higinio Díaz Acné en compañía de unos 20 combatientes bien armados.
b ) Atacar el Cuartel de la Playa, por el 1er. Teniente Pedro Sotto Alba, veterano del “Granma”, y bajo su mando unos 60 combatientes, organizados en escuadras, dirigidas por los sargentos Santiago Prego Ortiz, Renato Rabilero Duharte y Juan Leyva Góngora, y el cabo René Lamoru Velázquez.
c ) Montar una fuerte emboscada en el camino entre el cuartel y el pueblo Los Mangos, misión asignada al Teniente Eduardo Pérez González, Bayo (que, luego, junto a Nino Díaz traicionaría la Revolución), teniendo como segundo al Sargento Carlos Fernández Gondín, con el fin de evitar que el ejército saliera de ese cuartel. Esta tropa, de unos 25 combatientes, debía sembrar una mina en el camino, que sería accionada por el combatiente Lesmes Jardines.
d ) Rodear el cuartel del aeropuerto con unos 30 combatientes bajo el mando del Teniente Rolando Monterrey Caballero, Rolo, Legión de Honor “Frank País”. Llevaban una ametralladora calibre 30 de enfriamiento por agua.
e ) Desmontar el hospital de Moa y trasladarlo para nuestro campamento en Los Indios, al Este de Sagua de Tánamo. Esta misión la cumplirían los doctores Benjamín de Zayas y Horacio González Menchero, apoyados por tropas bajo el mando del Sargento Nelson Mulet.
f ) Atacar el Cuartel del Aserrío, capturar a los oficiales del ejército que vivían en el Hotel Saxony, pertrecharse de mercancías, medicinas, combustible, etcétera, y transportarlas para nuestros campamentos, que en aquellos momentos, debido a un fuerte cerco de la dictadura, carecían de esos materiales, tanto nuestras fuerzas como los campesinos. Esta misión sería cumplimentada por tropas bajo mi mando y, como segundo, el Subteniente Mario Griñán de la Cruz. Unos 50 combatientes participarían en ella.
g ) Patrullar por todo el poblado industrial de Moa, para lo que se designaron tropas al mando del Sargento Antonio Portuondo, Bebo, buen conocedor de la zona, reforzado por el veterano combatiente Luis Argelio González Pantojas, integrante del 1er. Refuerzo de Frank País al Comandante Fidel Castro, en marzo de 1957, y fundador de la Columna 6 “Frank País”.
En esa reunión le señalé al Capitán Díaz Acné dos aspectos: Uno, que había sido informado por el Sargento (ER) Luis Riverón, que en Moa se conocía que íbamos a atacar y otro, que para capturar a los norteamericanos en sus casas no eran necesarias tantas buenas armas y tantos combatientes, y que, sin embargo, Sotto Alba iba a cumplir la misión más peligrosa y solo llevaba su Garand, la Thompson de Armando Regalado y el Springfield de Renato Rabilero, pues todos los demás combatientes iban con escopetas.
A regañadientes, el Capitán Díaz Acné lo reforzó solo con el Sargento Ricardo Cisneros Díaz, Jotor, con su Springfield, como Segundo Jefe de la tropa y con el Teniente Esmérido Rivera con otro Springfield. Le volví a argumentar la necesidad de reforzar más a Sotto Alba, a lo que me respondió que él era el jefe y las armas y hombres las distribuía de acuerdo con su criterio, y dio por concluida la reunión. Sotto aceptó disciplinadamente, pero hizo constar su inconformidad con la decisión adoptada, y acordamos ayudarnos mutuamente.
Convenimos llegar con los carros lo más cerca posible de los objetivos, para que todo fuera más rápido.
Pasó nuestra tropa a la vanguardia, con el fin de adoptar las primeras posiciones de entrada al poblado por el Aserrío, y que la tropa de Sotto pasara a nuestro flanco rumbo al cuartel. Nadie abriría el fuego antes que él.
Esperamos una hora u hora y media, para que fuera oscuro y con las luces apagadas, comenzamos el descenso.
En la bifurcación que conduce al aeropuerto, a Los Mangos y al lugar donde residían los norteamericanos, nos separamos del resto del grupo y seguimos nosotros.
De momento, en una vuelta del camino, fuimos alumbrado por un vehículo, al parecer una guagua, por lo que el Capitán Jiménez Lage ordenó detenerla para evitar que llegara antes que nosotros y pudiera delatarnos. El Subteniente Griñán se quedó con las tropas en los caminos y nuestro jeep de vanguardia, Jiménez, Maro, Fernando, Firo Esquivel, Antonio Nin y yo nos lanzamos al objetivo. Bajamos por una elevación junto a la carretera y al llegar a ella comprobamos que no nos podían haber visto, nos arrojamos al borde de la carretera, al tiempo que el vehículo pasaba junto a nosotros.
¡No era una guagua, sino una tanqueta en su recorrido programado, contra la cual no llevábamos armas!... Se alejó, subimos y continuamos hacia el Aserrío.
Unos metros antes de llegar al lugar donde estaba el cuartel, nos encontramos una camioneta; con tan buena suerte que dos de sus tripulantes eran ingenieros de Santiago de Cuba, Gustavo y Guillermo Herrera, amigos de Fernando y mío, y nos informaron que se conocía que íbamos a atacar y que los guardias, esa tarde, alrededor de las 5, habían abandonado el Cuartel del Aserrío, sin poder decirnos hacia dónde habían ido. Ya se sentían los tiros en el cuartel, señal de que Pedro Sotto había ocupado su posición, cuando nuestra vanguardia irrumpió en el Hotel Saxony, en busca de los jefes, al tiempo que nuestra tropa acudía con los distintos responsables a las farmacias, gasolineras y almacenes, asignados de antemano.
Rápidamente, irrumpimos en todas las habitaciones en una acción relámpago, pero los sicarios, conocedores de nuestro ataque, se habían refugiado en sus madrigueras. Di orden de retener a todos los civiles en el hotel y nombré una comisión para identificarlos.
El trabajo de cargar las mercancías y manejar los camiones hasta nuestros campamentos, requería la ayuda de muchos hombres y pedimos voluntarios en el pueblo, por lo que solucionamos esta necesidad, pues todos estaban en la mejor disposición de ayudarnos. Ya organizado todo el trabajo, me dispuse a ir a encontrarnos con Sotto Alba. En esos momentos, llegó el Capitán Nino Díaz con su grupo y me ordenó permanecer con Maro, para que apurara el trabajo y junto con él, el Capitán Jiménez Lage, Fernando Ruiz y el personal seleccionado, partió rumbo al Cuartel de la Playa.
Al llegar a este, ya Pedro Sotto Alba había muerto, debido a una granada enemiga, pues él, con su valentía característica, junto con Jotor y el ayudante de este, Rubén Arias, se había metido en una de las trincheras que rodeaban el cuartel, donde fue alcanzado por una granada asesina.
Mientras se evacuaba a Sotto para el hospital, Cisneros, haciéndose cargo de la tropa, continuó el combate, junto con el 1er Teniente Esmérido Rivera, Avelino Portuondo, Juan Rivera, Eligio de la O, Sergio Eugenio Carbó, Beto Arce y otros compañeros, y obligó a los casquitos a abandonar el cuartel por la playa, pudiendo huir en una embarcación de motor porque el Cabo Rene Lamoru no había cumplido su misión de cerrar el cerco, y quemar las embarcaciones en el muelle.
Al llegar el Capitán Díaz Acné junto a Cisneros, ordenó una salva con todas las armas que llevaba y retirarse del poblado con la tropa, al decirle que ya la operación llegaba al final.
Desde nuestra posición, vimos salir a la tropa llevando el cadáver de su inolvidable jefe en la cama de una camioneta. Con él, iba el Capitán Antonio Lusson Battle, quien fuera a ayudarnos al mando de una pequeña tropa. Antes de retirarse el Sargento Santiago Prego Ortiz con unos pocos combatientes bajo su mando, tomó el cuartel y ocupó dos jeeps, tres fusiles, dos pistolas y otros materiales bélicos.
La retirada se realizaría por el camino de Centeno en dirección a Cananovas, por el que con mayor rapidez se llegaba a nuestros campamentos.
El Teniente Rolo Monterrey emplazó su calibre 30 trípode y con Juan Boris Menencier, Tanganika, el Sargento Juanito Paz y otros compañeros, se dispuso a impedir que el ejército pudiera salir por el frente del cuartel del aeropuerto.
Ya se escuchaba el fuerte tiroteo del combate en el Cuartel de La Playa, cuando comenzó el tiroteo detrás del aeropuerto en el camino del cuartel a Los Mangos. Impacientemente, oían cómo se desarrollaba el combate cerca de ellos, sin poder avanzar en ayuda de sus compañeros.
Largo fue el tiempo transcurrido. Ya en la playa se había restablecido el silencio, cuando llegó a Rolo un mensajero con la orden de retirada, pues ya los yanquis habían sido capturados y a los respectivos jefes se les había ordenado retirada. Rolo, con lágrimas en los ojos, por no haber podido pelear, recogió su tropa y partió.
El tiroteo sentido por él y sus compañeros fue resultado del combate que sostenía la tropa del Teniente Eduardo Pérez Bayo, bajo el mando de Armando Garriga, pues Bayo y otros acólitos de él acudieron a los prostíbulos de Los Mangos.
Garriga, el Chino Tero, Aquilino Torres, Samprón, Reinaldo Gritón, Tocotoco, Pepe Cisneros, Roberto Aseff, Roberto Balart, Narciso Rivera y otros ocuparon la parte de atrás del cuartel del aeropuerto y, protegidos por unos camiones, abrieron fuego contra los casquitos cuando estos quisieron salir del cuartel; se generalizó el tiroteo que duró hasta que Garriga, viendo que las horas transcurrían y que el Teniente Eduardo Pérez, Bayo, no aparecía, reunió el personal y los retiró poco a poco.
Los doctores Benjamín de Zayas y González Menchero, junto con los enfermeros Julián Rizo Álvarez y Oliverio Villa Cabrera, desmontaron el hospital con todos sus buenos equipos y los transportaron. Gracias a ello, luego tuvimos en nuestro hospital de la Capitanía de Los Indios los más modernos equipos de salud y se pudieron realizar complicadas operaciones quirúrgicas y salvar así preciosas vidas.
Al regresar el Capitán Nino Díaz en compañía del Capitán Jiménez Lage, le informé el cumplimiento de nuestra misión y que, además, habíamos capturado tres norteamericanos más.
Le expliqué que ellos estaban bebiendo en un bar-cafeteria y al decirles que nos tenían que acompañar, no lo concebían, pues les parecía tan osado que se tocara a un norteamericano en Latinoamérica, que los tuvimos que obligar a acompañarnos y les condujimos correctamente, como lo establecía las Instrucciones Secretas de la Orden Militar Núm. 30.
Nos ordenó retirarnos, diciéndonos que había visitado todos los lugares donde había tropa nuestra y solo quedábamos nosotros, que quemáramos la planta eléctrica y nos fuéramos.
El Sargento Manuel Dosil, Papiro Carbó, Hugo Argüelles y otros compañeros, le arrojaron unos cocteles Molotov a la Planta eléctrica.
Recogimos al Sargento Víctor Díaz, quien estaba como responsable de cargar los camiones y enviarlos a territorio rebelde y le ordené partir, lo que hizo de manera organizada, llevado dentro de la caravana camiones Diamond-T, para no permitir que se atascara ningún camión con su apreciada carga.
En el cumplimiento de esta misión, tuvimos que lamentar la muerte de un civil, cuya profesión era carpintero y venía en un camión; al dársele el alto, sacó un martillo para mostrar que venía desarmado y un compañero creyó en la noche que era un revólver, por lo que le disparó y le ocasionó la muerte instantáneamente.
Como a las 3 de la mañana, cuando aún estábamos cerca de Moa, sentimos un fuerte tiroteo.
Luego supimos que un grupo de soldados, bajo el mando del Teniente Martínez, emboscaron la tropa del Teniente Eduardo Pérez, Bayo, donde iba también la tropa del Sargento Santiago Prego, a quienes se les envió, con un mensajero, la orden de retirada por Centeno y no por Gran Tierra, la que propagó Bayo a viva voz y fue escuchada por el enemigo.
El Teniente Martínez había atravesado la emboscada rebelde colocada por el Teniente Bayo, los que sin sus jefes, y no habiendo podido explotar la mina por desperfectos técnicos, no habían realizado ninguna acción, por tal motivo, los guardias pasaron la emboscada rebelde sin ninguna resistencia.
Emboscada enemiga. Bajas rebeldes
Al escuchar por dónde se retirarían los rebeldes, rodearon el poblado, realizaron la fatal emboscada, que ocasionaría la muerte a cinco compañeros nuestros, y huyeron en cuanto el resto de los combatientes rebeldes avanzó sobre ellos.
Ascendían a seis nuestras bajas mortales, añadiendo el nombre de Pedro Sotto, de Antonio Boizán Barrientos, Vargas Reyes y Renato Oliver Galbán, en un jeep, Alcibíades Deroncelet Isidro y Manolo Terrero Matos, quienes iban en un camión.
Luego supimos que el compañero Ángel Romero Videaux, "Jutía", había sido ultimado cuando lo encontraron herido debajo de una casa en la zona de Los Mangos.
Ya, al amanecer, llegamos de nuevo a La Ayuíta, donde fueron escondidos algunos camiones con mercancías y otros siguieron su camino rumbo a la Capitanía y la Comandancia.
Honras fúnebres de los caídos.
Ese día 27 de junio, fue muy duro para nosotros, pues debíamos esconder todo lo capturado en Moa y dar sepultura a nuestros compañeros, lo que se hizo en el cementerio de Andrés, en las márgenes del Río Sagua. El duelo fue despedido por el Comandante Raúl Castro Ruz. Los doce norteamericanos y canadienses capturados fueron sacados del acto antes de que el Jefe del II Frente Oriental hablara, para que no oyeran lo que este le iba a decir a la tropa.
Raúl nos habló de la importancia que tenía la operación realizada, pues el mundo se enteraría de que el pueblo de Cuba estaba dispuesto a pagar cualquier precio por la victoria y que el anhelo de libertad de nuestros mambises vivía en nuestra generación; que al conjuro de “Libertad o Muerte” íbamos a vencer; que la opinión pública mundial sabría que nuestro pueblo estaba siendo asesinado por la dictadura de Batista con armas que le proporcionaba el gobierno norteamericano y que en nuestro poder obraban fotos de los aviones del dictador, cargando bombas en la Base Naval yanqui de Guantánamo.
Habló de Pedro Sotto Alba, de su honradez, el valor demostrado siempre, veterano del “Granma”, humilde obrero del pueblo de Manzanillo, quien habiendo participado en mil y una batallas, caía en una escaramuza. Lo ascendió a Capitán en Honores Póstumos, lo nombró Comandante de Honor de todos los legionarios de la Orden de Mérito Revolucionario Legión de Honor “Frank País” y juró que un día el Centro Industrial de Moa llevaría el nombre glorioso de Pedro Sotto Alba cuando el pueblo de Cuba, junto a la libertad conquistada recuperara los bienes que en aquel momento usufructuaban los monopolios norteamericanos y sus cómplices de la camarilla explotadora cubana. ( Hoy, Moa lleva el nombre de Centro Industrial Pedro Sotto Alba, propiedad del pueblo de Cuba).
Habló de los demás compañeros caídos, obreros y campesinos, hombres humildes del pueblo, quienes cansados de soportar sobre su cuello el yugo de la explotación, habían tomado la estrella como nos enseñara Martí y con ella en la frente, prefirieron morir de pie que seguir viviendo de rodillas. El pueblo no olvidaría a sus mártires y ahora menos que nunca serían considerados como muertos, pues “Morir por la Patria es vivir.”
Por la madrugada partimos para nuestros campamentos en compañía de los norteamericanos asignados a cada Jefatura.
Las conversaciones.
El día 29 por la mañana fuimos avisados que, desde Moa, habían llegado unos compañeros del Movimiento “26 de Julio” de este poblado industrial y que venían acompañando a un norteamericano. Fuimos a su encuentro y resultó ser el Cónsul de los Estados Unidos en Santiago de Cuba, Park Wollam, quien venía con instrucciones de su gobierno para hablar con el Comandante Raúl Castro en relación con la captura de los norteamericanos. Nos reunimos con él en presencia de los tres norte-americanos que estaban con nosotros y ellos le relataron lo bien que eran tratados, que acorde con nuestros recursos, no les faltaba nada y que no tenían peligro alguno por parte de nuestras tropas, pues los considerábamos parte del pueblo norteamericano y ajenos a las agresiones de su gobierno.
Le comunicamos que con gusto lo llevaríamos hasta la Comandancia de nuestra Columna, desde donde sería conducido ante el Comandante Raúl Castro Ruz, pero no podríamos partir hasta la noche debido a que tendríamos que atravesar por muchos campos de caña y los aviones del tirano nos podrían sorprender. Me contestó que podíamos salir en ese mismo instante, pues el gobierno de Batista sabía que él estaba por allí y había ordenado a sus aviones no volar por esa zona, y además, agregó que él era veterano de la II Guerra Mundial y, por tanto, tenía experiencia de combate.
-Si es así, vamos – le contesté.
Nos montamos en los jeep y no habíamos andado ni 500 metros, cuando apareció una avioneta artillada con una calibre 30 y, al vernos, maniobró sobre nosotros y abrió fuego.
El cónsul corrió y se metió en un bohío y nosotros debajo de un camión volqueta de los capturados en Moa.
El ametrallamiento duró de 20 a 30 minutos, batiendo lo mismo el bohío que nuestro parapeto. Cuando el avión acabó con las balas y las granadas que llevaba y se fue rumbo a Guantánamo, salimos de nuestro improvisado refugio y fuimos al encuentro del Cónsul, el que salió del bohío muy pálido y asustado.
-¿Pero usted no nos dijo que era veterano de la II Guerra Mundial? ¿Cómo es que se ha asustado por simple balas calibre 30 y granadas de mano? – le preguntó Fernando Ruiz Bravo.
Su respuesta fue rápida…
-En la II Guerra Mundial, yo fui de oficinista y nunca estuve en el Frente.
Ya llegaban junto a nosotros, compañeros que nos traían pedazos de las granadas lanzadas.
¡Todas de fabricación norteamericana! Eran granadas de las empleadas para lanzar con el fusil Garand, cuya parte posterior siempre queda intacta, en la que se podía apreciar el emblema de las manos estrechadas, símbolos de la “Ayuda Mutua”.
Una hora después, llegamos a la Capitanía y éramos autorizados a seguir rumbo a Naranjo Agrio, donde estaba la Comandancia. Allí le entregamos el Cónsul al Comandante Belarmino Castilla, Aníbal, el que lo conduciría personalmente ante el Comandante Raúl Castro Ruz.
Unos días después, al ir a Calabazas, improvisada Comandancia General del II Frente Oriental, supe del rotundo éxito de la “Operación Antiaérea”, pues fueron capturados casi simultáneamente 49 ciudadanos yanquis, 29 de ellos eran Infantes de Marina de la Base Naval yanqui de Guantánamo, capturados por tropas de la Compañía E de la Columna 6 “Frank País” bajo el mando del Capitán Félix Pena Díaz.
La Compañía A “Otto Parellada” bajo el mando del Capitán Ernesto Casillas Palenzuela había capturado a cuatro representantes de la United Fruit Company en el pueblo de Guaro, así como a dos altos funcionarios de la Nickel Processing Corporation, en la zona de la mina La Ramona en la Sierra Cristal.
En la zona de la Compañía D, bajo el mando del Capitán Manuel Fajardo Sotomayor, fueron capturados tres extranjeros administradores y altos funcionarios de los centrales Ermita e Isabel, los que también fueron trasladados para Las Calabazas de Sagua y pude comprobar que habíamos atraído la atención mundial y detenido momentáneamente los bombardeos y la ofensiva de Batista contra nuestro territorio.
En la pista de Calabazas de Sagua, aterrizaban constantemente avionetas y helicópteros con periodistas, camarógrafos y distintas personalidades, quienes venían atraídas por nuestra Revolución, los que dirían al mundo sobre nuestra lucha por una mejor vida para nuestro pueblo, a pesar de que una buena cantidad de ellos, bajo el disfraz de periodistas escondían su verdadera profesión de espías.
En las Calabazas de Sagua, se llevaban a cabo las conversaciones de la jefatura del II Frente, representado por el Comandante Raúl Castro, Vilma Espin, Delegada de la Dirección Nacional del “26 de Julio”, el Comandante Belarmino Castilla, el Capitán Augusto Martínez Sánchez y el abogado Lucas Morán Arce y, por la parte norteamericana, el Cónsul Park Wolland y el Vicecónsul Robert Wiecha. En varias de las conversaciones, participaron norteamericanos capturados, los que recibieron nuestro calificativo de “Testigos internacionales”. Algunos de ellos escribieron a sus congresistas y familiares y les contaron sobre nuestro buen trato y hasta extrañándose que así fuera, pues les habíamos demostrado que el gobierno de los Estados Unidos era cómplice de los crímenes cometidos por el dictador Batista en los campos cubanos.
Por los resultados positivos obtenidos con la “Operación Antiaérea”, la jefatura del II Frente deseaba no solo denunciar la alianza del gobierno de los Estados Unidos con Batista, sino también obtener el compromiso de aquel de cesar en el suministro bélico a Batista al amparo del Pacto de Defensa hemisférica, así como el cese del aprovisionamiento bélico y combustible, y prestación de asistencia técnica a la Fuerza Aérea cubana en la Base Naval yanqui de Guantánamo, haciendo constar que ese era territorio nacional cubano ocupado ilegalmente por el Gobierno de los Estados Unidos de América.
El 2 de julio el Comandante Raúl Castro Ruz entregaba un documento oficial al Cónsul Wolland, en el que le realizaba estos señalamientos asi como dejaba constancia escrita de que el Movimiento Revolucionario “26 de Julio” se ha opuesto y se opondrá enérgicamente a todo intento de intervención de naciones extranjeras en la política interna de nuestro país.
La prepotencia de las autoridades norteamericanas hizo que varias veces las conversaciones fueran sumamente tensas, pero los principios defendidos por la parte cubana se supieron imponer siempre, en ocasiones con hechos de la historia de las relaciones entre Cuba y los Estados Unidos; otras veces con la muestra de los restos de las bombas de fragmentación y napalm arrojadas por la aviación del tirano en las que constaba que pertenecían a la Fuerza Aérea de los Estados Unidos.
El Comandante en Jefe Fidel Castro, en medio de los combates de rechazo a la Ofensiva de Verano del Ejército de Batista, ordenó la liberación de todos los norteamericanos capturados en el II Frente en alocución trasmitida por Radio Rebelde desde la Sierra Maestra en la noche del 2 de julio. El líder de la Revolución cubana quería evitar que esta situación provocara una intervención militar directa de los Estados Unidos, y, como sucedió en 1898, se frustrara el triunfo del nuevo Ejército Mambi.
Ya había sectores reaccionarios en el Congreso norteamericano que estaban pidiéndole al presidente Eisenhower una rigurosa acción de los Estados Unidos contra Cuba. A partir del día 2 de julio, se fueron poniendo en libertad los norteamericanos y canadienses “Testigos internacionales” como muestra de la buena fe del mando revolucionario.
En los días siguientes continuaron las conversaciones y la liberación de otros extranjeros, siempre en pequeños grupos, mientras la jefatura del II Frente alertaba a los mandos subordinados y adoptaba medidas para cuando fueran liberados todos, no perdiéramos ni un palmo del terreno ganado.
Los últimos en ser librados fueron los Marines, cuya entrega concluyó el día 18 de julio. Con el cumplimiento de la “Operación Antiaérea” habíamos salido fortalecidos militarmente, y políticamente le habíamos inflingido una buena derrota a la dictadura y al gobierno norteamericano, pues como hasta el propio Almirante Arleigh Burke, jefe de la Base Naval yanqui en Guantánamo manifestó: “El prestigio de los Estados Unidos ha sido seriamente dañado en toda Latinoamérica..”
Con la llegada del último Marine a la Base Naval yanqui de Guantánamo el General Francisco Tabernilla Dolz, Jefe del Estado Mayor Conjunto, ordenó la reanudación de las operaciones militares.
Al entregar a todos los norteamericanos, Calabazas de Sagua fue salvajemente bombardeada, así como 13 lugares más del II Frente Oriental “Frank País”. Nuevamente sangre humilde era derramada en los campos de Cuba.
Era necesario hacer triunfar la Revolución.
Contralmirante ® José Luis Cuza Téllez de Girón Capitán del ER, Jefe de la Compañía B “Pedro Sotto Alba”, Columna 19 “José Tey”, Segundo Frente Oriental “Frank País”
OPERACION ANTIAEREA
REPERCUSIÓN INTERNACIONAL
La Operación Antiaérea abrió un nuevo capítulo en la evolución de la política de los Estados Unidos hacia Cuba, pues puso de manifiesto el poderío del movimiento revolucionario y antecedió el subsiguiente fracaso de la Ofensiva de Verano desatada por la Tiranía contra los territorios liberados en la provincia de Oriente
La Operación Antiaérea, de cuya audacia no puede caber la menor duda, puso en crisis toda la estrategia estadounidense con relación a Cuba y constituyó un fuerte golpe para la Dictadura.
Sin embargo, tampoco se pueden minimizar los riesgos que con ella se corrían. Al tomar bajo su custodia a 11 empleados estadounidenses de la Moa Bay Mining Company el 26 de junio, a 24 marinos pertenecientes a la dotación de la Base Naval de Guantánamo el 27 de junio, y a otros ciudadanos norteamericanos y canadienses el 30 de junio, hasta hacer un total de 49 individuos, las fuerzas del Segundo Frente Oriental Frank País pusieron al Gobierno norteamericano ante una clara disyuntiva: o se atenía a sus declaraciones públicas y aplicaba de forma estricta el "embargo" de armas anunciado o abandonaba toda pretensión de neutralidad y respaldaba abiertamente al gobierno de Batista.
Desde el punto de vista de la propaganda dentro de los Estados Unidos:
La operación puso al descubierto que el suministro de armas a la Dictadura no había cesado del todo, a pesar de la amplia cobertura que en ese sentido la prensa daba y que esos cohetes estaban siendo utilizados contra la población civil y habían causado numerosas víctimas inocentes— también tenía sus riesgos en el plano de las relaciones internacionales si le hubiera ocurrido algo a cualquier de los ciudadano extranjeros retenidos, aunque hubiera sido de manera accidental.
Desde el primer momento, el Departamento de Defensa y el Embajador norteamericano en La Habana intentaron escudarse en la Operación para propiciar una intervención militar de las Fuerzas Armadas de los Estados Unidos,
El Secretario de Estado se refería a las gestiones que estaba realizando el cónsul en Santiago de Cuba, Park Wollam, quien viajó a la Sierra Cristal en jeep, donde sostuvo una entrevista con el comandante Raúl Castro el 30 de Junio y negoció con él la recuperación del personal apresado. Aunque estas negociaciones eran oficiales, y no informales, como dijo Dulles, resultaba evidente que el Secretario de Estado no quería dar ninguna señal de reconocimiento formal al mando rebelde.
Según el recuento del historiador norteamericano Thomas G. Paterson, aunque Wollam fue el que desarrolló las negociaciones con la comandancia rebelde, también estuvo presente en algunas sesiones el oficial de la CIA Robert D. Wiecha, quien ostentaba el cargo de vicecónsul en la capital oriental.
Como Wollam al inicio tuvo problemas para comunicarse con la Embajada en La Habana desde el territorio liberado, en un viaje que hizo a la capital obtuvo permiso para llevar consigo a un radioperador de la CIA llamado Sam Boki, que fue autorizado por el comandante Raúl Castro para que utilizara su equipo con el propósito de facilitar los intercambios con el embajador Earl T. Smith.
Las demandas rebeldes eran:
1. Cese inmediato de todo embarque de armas.
2. Garantías completas de que la Base Naval de Guantánamo no sería usada para el suministro de armamentos y municiones.
3. Presencia de un observador con las fuerzas rebeldes para controlar el cumplimiento de lo estipulado en el Mutual Defense Asístanse Program (MDAP), o sea, Programa de Asistencia Mutua para la Defensa.
Entre tanto, un buen número de corresponsales de medios de prensa Estadounidenses había llegado hasta la Sierra Cristal por distintas vías. En el primer grupo arribaron Lee Hall y George Skaddings, de la revista Life, el freelancer* Andrew St. George, y Robert Taber y Wendell Hoffman, de la cadena CBS, a ellos se unió después Jules Dubois, editorialista de The Chicago Tribune. Aunque la reacción inicial de la prensa norteamericana a estos acontecimientos no fue favorable, según lo atestigua un editorial de The New York Times, escrito por Herbert Matthews el 30 de junio, la comprobación acerca del buen trato recibido por sus compatriotas que estos periodistas hicieron sobre el terreno ayudó a minimizar el impacto negativo que este tipo de noticias, como es natural, causa en todo país cuyos ciudadanos son secuestrados.
El 2 de Julio de 1958 un titular en la primera plana de la edición 212 del "The Miami Herald" sorprende a todos al declarar : LOS ESTADOS UNIDOS ADMITEN QUE LE HAN VENDIDO ROCKETS A BATISTA. LOS REBELDES MANTIEN EN SU PODER 50 REHENES.
A continuación en un bajante DULLES DICE QUE CASTRO QUIERE LA INTERVENCIÓN. El Secretario de Estado John Foster Dulles acusó el martes a los rebeldes cubanos de emprender una campaña de chantaje para obligarle a la intervención de los Estados Unidos en Cuba. El gobierno de USA declaró, que no pagará el chantaje por la liberación de los 50 americanos y no habrá ningúna intervención de Estados Unidos.
A continuación un reporte de Cecil Mann del Staff del periódico informa textualmente : "que una maestra de escuela de Cuba en la provincia de Oriente, dejó sus clases en la Universidad de Miami el martes en la tarde cuando conoció por amigos que su esposo había sido capturado por los rebeldes de Fidel Castro en su casa."
"-Muy hondo en mi corazón siento que él será bien tratado- dijo Mrs. Jesse J. Ford, cuyo marido fue uno de los cuatro hombres capturados el martes por una banda de rebeldes cubanos."
"-Él conoce a muchos de los hombres que están peleando con Castro. Muchos de ellos vivían cerca de nosotros antes de que todo esto empezara. Yo espero y rezo que ningún daño le sobre vendrá a él- ella dijo".
"Mrs. Ford llegó hace dos semanas para asistir a las sesiones de la Escuela de Verano en la Universidad. Ella es la única maestra en Guaro que enseña a los niños de habla inglesa, hijos de los empleados de la United Fruit Co. Su esposo es el superintendente con la United que supervisa la producción de 19,000 acres de caña de azúcar. Ford vino a Cuba procedente de Lakeview, SC".
"Los Fords tienen dos hijos Mary Ann de 15 años y Ray de 12 años, ambos están en su casa en Cuba.-Mis vecinos están cuidándolos, yo lo sé bien- dijo ella. Mrs. Ford se queda aquí en Miami con amigos en el 1619 SW 23rd. St"
El 3 de julio, a las 9:00 a.m., el Embajador Norteamericano Smith informó al Departamento de Estado la noticia que Wollam le había comunicado: todos los norteamericanos cautivos estaban en buen estado.
Ese mismo día 3 de julio, se informó en el Consejo de Seguridad Nacional, presidido por Eisenhower,: "de que las noticias de Cuba eran ‘mucho mejores’, y que los americanos capturados por las fuerzas rebeldes serían liberados por grupos gradualmente
Basado en los documentos oficiales norteamericanos, Thomas G. Paterson expresó que el único peligro que corrieron los rehenes fue el de ser muertos o heridos por la aviación batistiana, y aunque esta detuvo los bombardeos, mantuvo los peligrosos vuelos de reconocimiento sobre la zona, a pesar de las promesas en sentido contrario realizadas por el canciller Güell al embajador Smith.
El 3 de Julio de 1958 en su edición No. 213 "The Miami Herald" presenta su titular a toda plana "CASTRO LIBERA CINCO REHENES",y en un subtítulo "Otros 44 esperan ser liberados pronto" y en el centro de la primera plana una foto con el siguiente pie: "Un avión del ejército de Batista, en el aeropuerto de la Base Naval de Guantánamo, cargando bombas cedidas por el Gobierno de Estados Unidos para la dictadura. Esta foto nos llegó por conducto clandestino."
A mitad de la plana un reportaje "LOS INGENIEROS DISFRUTARON DEL CAUTIVERIO:" FUERON TRATADOS MAGNÍFICAMENTE E HICIERON AMISTADES"
"Guantánamo, Cuba. Los ingenieros mantenidos en cautiverio por los rebeldes cubanos desde el pasado jueves, aparecieron el miércoles con palabras de elogios para sus captores y el tratamiento que ellos recibieron en las junglas."
"Pero durante su estancia de casi una semana los rebeldes trataron de convencerlos de que las bombas hechas por los americanos fueron usados por el gobierno de Batista contra los rebeldes."
"Nosotros fuimos tratados magníficamente todo el tiempo e hicimos muchas amistades, dijo Henry Salmonson, de 46 años, de Portland, Oregon. La esposa de Salmoson, Billy Jean y sus tres hijos viven en Portland."
"Los rebeldes nos llevaron a nadar y nos llevaron en un recorrido turístico en un jeep por las áreas de las junglas donde estuvimos en una plantación de café ocultada desde el aire por el follaje de los árboles dijo Salmoson. Este es uno de los parajes más selvático en los que yo he estado."
"Los rebeldes armados entraron en nuestro Hotel en Moa a las 10.30 p.m., el jueves pasado y nos dijeron que teníamos que acompañarlos. A nosotros nos llevaron en un jeep hasta la plantación durante el siguiente día y medio."
"Nos dijeron que las bombas hechas en América estaban siendo usadas contra ellos por el Gobierno Cubano de Batista. Ellos nos mostraron lo que decían: con fragmentos de bombas y algunas casas de campesinos que habían bombardeadas y destruidas."
"Nosotros teníamos muy buena comida y suficiente, aunque toda era de la cocina cubana, y las camas vestidas con sábanas limpias."
"Edward Cannon, de 53 años, un canadiense de Cornwall, ontario, dijo que los rebeldes eran personas magnificas, el tiene su esposa Maria en Cornwall. Preguntado si el volvería a trabajar en Moa, Cannon dijo: -seguro, yo no temo nada de esas personas.-"
"Cannon añadió que varias veces en la plantaciòn, los cautivos vieron los aviones de la US NAVY y otros aviones aparentemente buscándolos a ellos. Tampoco ocurrieron bombardeos mientras ellos estuvieron en las plantaciones".
"Cannon dijo además que él cree que Raúl Castro, hermano del Líder rebelde Fidel Castro tiene 10,000 hombres o más escondidos en las montañas alrededor de Moa que se encuentra a 75 millas al noreste de Guantánamo."
"Salmoson, Cannon y Park Wollam, el Consul de Estados Unidos en Santiago, llegaron a la plantación a la 1.00 p.m. del sábado en jeep y participaron en la entrevista que sostuvieron Raúl Castro y Park Wollam durante siete horas con la presencia de los cautivos, ellos declinaron dar detalles de lo tratado allí."
"Cannon, Salmoson y Howard A. Roach de Watertown, N Y., que también fue liberado junto con ellos, trabaja para Sttebins Engineering and Mfg. Co. A ellos se les permitió enviar una carta a la compañía diciendo que estaban bien. Cannon dijo que Raúl Castro prometió que no habría más secuestros de extranjeros."
En todo momento prevaleció un buen clima entre "secuestradores" y "secuestrados", lo que incluyó una excelente alimentación y hasta la celebración del Día de la Independencia de los Estados Unidos (4 de julio) con un almuerzo preparado para la ocasión donde no faltó el puerco asado y luego un juego de béisbol..
A su regreso a la zona de operaciones, el 5 de julio, después de realizar un breve viaje a Santiago de Cuba, Wollam informó al mando rebelde que, tal y como había sido autorizado, el Gobierno norteamericano daba garantías de que cumpliría con las dos demandas iniciales:
1. Cese inmediato de todo embarque de armas.
2. Garantías completas de que la Base Naval de Guantánamo no sería usada para el suministro de armamentos y municiones, pues ello era la política establecida por los Estados Unidos.
El 7 de julio, a pesar de que las seguridades estadounidenses no eran del todo satisfactorias, el mando rebelde comunicó a Park Wollam y Robert D. Wiecha que se continuaría liberando a los cautivos. La presencia de corresponsales norteamericanos ofrecía una garantía mayor de que resultaría muy difícil para el Departamento de Estado —o para el embajador Smith y el Pentágono— incumplir con lo pactado. No obstante, el hecho de que la liberación se hiciera de manera paulatina propició que la Dictadura disminuyera durante ese breve período sus ataques aéreos. La evacuación progresiva de los cautivos, que se prolongó hasta el 18 de julio, sirvió de excusa para que en el ínterin Smith y sus aliados en el Departamento de Defensa abogaran en más de una ocasión por una intervención militar, a pesar de que esa opción había sido considerada como extremadamente azarosa por parte del vicesubsecretario de Estado
Wollam reportó desde la Base Naval de Guantánamo, el viernes 11 de julio, que todo estaba listo para iniciar la evacuación del personal de forma paulatina, a partir del domingo 13.
El 12 de julio, los partidarios de una intervención militar en el Pentágono volvieron a la carga por última vez, en esta ocasión, por medio de un memorándum del general Robert A. Breitweiser, subdirector de Inteligencia del Estado Mayor Conjunto, dirigido al director del Estado Mayor Conjunto, teniente general Oliver S. Picher. En él se afirmaba que los Estados Unidos estaban perdiendo prestigio en todo el mundo (el mismo argumento del almirante Burke), y se terminaba diciendo: "estamos convencidos de que, con una buena preparación política y psicológica y el empleo de fuerzas adecuadas, una acción militar para rescatar a los cautivos americanos, aunque impopular, podría en realidad aumentar el prestigio de los Estados Unidos. Sin embargo, creemos que el problema militar en sí mismo es difícil, y un error de cálculo importante en la preparación política y psicológica podría hacer que la operación fuera contraproducente".
La tiranía de Batista perdió mucho con la crisis, pues quedó como un espectador, mientras los funcionarios de los Estados Unidos entraban y salían del territorio rebelde.
Demostró que el Gobierno de Batista no podía proteger a los extranjeros. Ni tenía otra opción que la de permitir a los Estados Unidos negociar directamente con el Ejército Rebelde.
Llamó la atención sobre las entregas de armamento de los Estados Unidos al gobierno de Batista, mostrando sus falsas pretensiones de neutralidad y forzó a Washington a suspender la entrega de los aviones T-28.
Los funcionarios estadounidenses durante la crisis, se vieron obligados a negociar con el Ejército Rebelde que estaba luchando por el derrocamiento de un Gobierno que los Estados Unidos respaldaban y apoyaban, así mismo tuvieron que aceptar el cronograma rebelde para la liberación de los rehenes y dejar a un lado una respuesta militar.
La operación anti-aérea se desarrolló desde el 27 de Junio con la toma de los primeros rehenes, y ya el 30 de Junio se iniciaron las entrevistas entre el Comandante Raúl Castro y el consul americano en Santiago de Cuba, el 3 de Julio fueron liberados los primeros rehenes y el 18 de Julio concluyó con la liberación de los últimos rehenes, toda la operación duró menos de un mes y se lograron todos los objetivos propuestos.
En resumen esa fue la primera gran victoria política en la arena internacional del glorioso Ejército Rebelde, de la cual en próximo mes de Julio se cumplen 53 años.
TOMADO DE: "LA ETICA DE LA REVOLUCIÓN CUBANA CON RELACIÓN A LOS REHENES." Por Raúl Sarmiento Carreras. Publicado en Kaos en la Red 2008, en ocasión del 50 Aniversario.
VILLACLARA
HÉROES ETERNOS DE LA PATRIA
EDUARDO GARCÍA LAVANDERO
San Cristóbal, Pinar del Río, 5 de junio de 1922 - Habana 23 de junio 1958
Nació el 5 de junio de 1922 en San Cristóbal, Pinar del Río. Presidente de la Asociación de Estudiantes del Instituto de Segunda Enseñanza de Artemisa. Combatió contra la primera dictadura de Batista. Denunció la práctica de la tortura y el asesinato bajo el gobierno de Grau. Se acercó a lajuventud ortodoxa. Combatió la segunda tiranía de Batista a partir del 10 de marzo de 1952.
Con audacia e inteligencia, en compañía de Evelio Prieto, acopió armas procedentes de las filas del autenticismo, las cuales protegió hasta tener un cuantioso arsenal. Finalmente comprobó que los poseedores de aquellas no iban a enfrentar a la tiranía.
Se incorporó al Directorio Revolucionario convocado por José Antonio Echeverría y aportó el arsenal de armas a la organización, decisivas más tarde para el levantamiento armado del 13 de marzo de 1957.
En el exilio fue designado por Faure Chomón como su segundo y vino en la expedición que desembarcó por Nuevitas en febrero de 1958.
Se incorporó al frente guerrillero del Escambray y poco después, pasó a la ciudad de La Habana como vicesecretario general del Directorio Revolucionario, cargo que ostentaba cuando murió heroicamente en desigual combate en las calles de La Habana contra los cuerpos represivos de la tiranía, el 23 de junio de 1958.
GRUPO DE HISTORIA DE LA LUCHA REVOLUCIONARIA EN VILLA CLARA (ACRC)
VILLACLARA
HÉROES ETERNOS DE LA PATRIA
Combatientes caídos en Bolivia
Carlos Coello
Tuma o Tumaini
Cubano (1940-1967)
Nació en la finca La Caridad, cerca de la Ciudad de Manzanillo en la actual provincia Granma, el 2 de diciembre de 1940. Combatiente del Ejército Rebelde. Internacionalista en el Congo. Viajó con el Che, Pombo, Pancho y el Loro desde La Paz hasta la casa donde se había instalado el campamento. Cayó en la zona de Piray, cerca de Florida en el departamento de Santa Cruz, el 26 de junio de 1967.
Carlos Coello Coello (Tuma o Tumaini). Cubano. Sus restos se inhumaron el 17 de octubre de 1997.
VILLACLARA
Relatos de la Lucha clandestina
29 Junio 1957 Osvaldo Herrera González y Roberto Hernández Zayas participan en el PRIMER INTENTO DE ABRIR EL SEGUNDO FRENTE ORIENTAL
RUMBO AL FRENTE GUERRILLERO DE LA SIERRA MAESTRA Osvaldo Herrera contactó con Faustino Pérez, expedicionario del Granma y dirigente del M-26-7 en la capital, preso en el Castillo del Príncipe, de quien logra la autorización para llevar a cabo nuestro propósito, así como el contacto en Santiago de Cuba con los compañeros del Movimiento que nos recibieran y nos encaminaran hacia la Sierra.
Salimos el 19 de junio de 1957 por ómnibus, pero esa noche, antes de partir, le dimos candela a una imprenta, decididos a lograr nuestro objetivo.
El día siguiente lo pasamos en Santa Clara, donde hicimos escala en casa de Renaldo Martín, quien también perteneció a la Asociación de Alumnos del Instituto. Desde allí enviamos por expreso ferroviario a Santiago el revólver de mi padre, un Colt 38 que había tomado semanas antes. Consideramos más seguro llegar desarmados a Santiago ante la posibilidad de un registro.
Por fin llegamos a Santiago, sin conocer allí a nadie. La primera noche la pasamos en un hotel. Al día siguiente hicimos contacto en su casa con María Antonia Figueroa, tesorera de la dirección del Movimiento en Santiago y conocimos a pu mamá, Cayita Araújo. Se decidió que fuésemos para la casa de Silvina Leyva, una colaboradora del Movimiento.
Silvina era enfermera de la Clínica Los Ángeles y albergaba algunos huéspedes en su casa de San Agustín No. 466 entre Bayamo y San Jerónimo. Osvaldo y yo nos instalamos en los altos, al final de la casa, que además de amplio nos parecía lugar bastante seguro, pues daba a otros tejados y patios contiguos. Muy pronto Silvina nos tomó afecto. Su preocupación por nosotros, las atenciones que nos dispensaba y su identificación con nuestra misma causa, hicieron que esa estancia transitoria se convirtiese en cariño entrañable y respeto profundo.
Era una señora ya madura, pero llena de vitalidad, más bien alta, corpulenta, de presencia y rostro agradables, de piel trigueña. A pesar del corto tiempo que estuvimos en Santiago ya nos sentíamos santiagueros y hasta tratábamos de hablar "cantando" como ellos. Cuánto cariño, atenciones y cuidados recibíamos, no salíamos mucho y cuando lo hacíamos íbamos a casa de Mirta Fernández, quien vivía cerca de Silvina, o de otros colaboradores de la clandestinidad. Un día nos llevaron a recorrer la ciudad y pudimos conocer muchos de sus encantos.
Cuánto disfrutábamos las visitas a casa de María Antonia y Cayita, aquella viejita cariñosa y patriota, firme, fidelista, llena de consejos, de anécdotas, profundamente religiosa y convencida de la victoria final, que nos hablaba de Frank País con ese orgullo que parecía de madre y de su Santiago rebelde con la admiración de quién conocía, la ciudad y su gente y sabía lo que representaban en aquellos tiempos de confrontación. Compartimos por algunos días la compañía de Aida Santamaría, quien se identificó tanto con nuestras convicciones como con la impaciencia que al cabo de algunos días ya se manifestaba en nosotros, la que propició una conversación telefónica con su hermana Haydée. Osvaldo habló con Haydée lleno de emoción y alegría y le confirmó nuestro propósito de no regresar a La Habana, poniéndonos a la disposición del Movimiento para participar en las acciones que se consideraran necesarias mientras esperábamos a que se crearan las condiciones para subir a la Sierra.
Por esos días y de forma casual, en un quiosco cercano, nos encontramos con Pepe Prieto, quién me llamó desde un jeep completamente cubierto que transitaba por el lugar. A Pepe, miembro de : la Dirección del Movimiento lo conocía de la Habana y con frecuencia llevaba mensajes suyos a compañeros presos en e4l Castilloi del Príncipe entre ellos a Faustino Pérez y Armando Hart, impuesto de nuestros propósitos, Pepe también quedó en ayudarnos. Más adelante fueron a vernos Bebo Hidalgo y Ásela de los Santos y nos convocan a participar en un alzamiento que se produciría con el fín de abrir un segundo frente guerrillero en Oriente.
Desde mediados de mayo de 1957, a pocos meses del desembarco del Granma y cuando aún se luchaba en condiciones muy duras por consolidar el frente guerrillero en la Sierra Maestra, Frank País, el joven y esclarecido dirigente del Movimiento 26 de Julio, orientaba sobre la importancia de crear otros frentes guerrilleros en el país, que aliviaran la presión sobre el núcleo encabezado por Fidel y extendieran la guerra a otros territorios.
Autorizada la apertura del Segundo Frente Oriental por el Comandante en Jefe, Frank se dedicó febrilmente a cumplir tan importante misión.
A principios de junio de 1957, Fidel le remitió a Frank un mensaje con Rene Ramos Latour, Daniel:
Compañero David:
Envío al portador para que se ponga a las órdenes tuyas con uno de estos fines. Utilizarlo en el S.F. o reintegrarlo a ésta...
Le he dicho que se atenga rigurosamente a tus instrucciones.
(Ver Daniel, Comandante del Llano y de la Sierra, biografía escrita por Judas M. Pacheco Águila, Ernesto Ramos Latour, Belarmino Castilla Mas, Editora Política, La Habana, 2003.)
Una finca denominada El Cauchal, próxima al central Miranda, en las inmediaciones de Palmarito de Cauto,Municipio de Palma Soriano, se escogió como punto de concentración de las fuerzas que se alzarían con la misión inmediata de atacar el cuartel del ejército ubicado en el central y marchar posteriormente hacia la Sierra Cristal, donde operaría el nuevo frente guerrillero.
Las fuerzas que compondrían el alzamiento estarían integradas por unos 50 o 60 hombres. A partir del 24 de junio comienzan a trasladarse los compañeros al campamento seleccionado y desde Miranda, Daniel le informa a Frank que ya pueden enviar a los demás hombres que integrarán el Segundo Frente.
Desde el día 28 de junio se conoce de actividades represivas de la Guardia Rural en la zona y en la mañana del día 29 las fuerzas del ejército pertenecientes al Escuadrón 14, de Palma Soriano, comenzaron con gran despliegue a detener a todos los sospechosos que encontraban a su paso.
Un grupo fue sorprendido cerca del cementerio y trataron de escapar, pero el enemigo hizo fuego y resultó muerto un compañero llamado Rene Medina. En el campamento rebelde se conoció del tiroteo y se decidió abandonar el lugar, el grupo que estaba con Daniel, con las mejores armas, salió en un intento por burlar el cerco tendido por las fuerzas del ejército de la tiranía.
Osvaldo y yo nos incorporamos a esta historia cuando conocimos, en casa de Silvina Leyva, que no iríamos a la Sierra Maestra, como era nuestro propósito, sino a participar en una acción armada en otra región oriental.
Aceptamos de inmediato, puesto que si bien todos los revolucionarios pertenecientes al Movimiento 26 de Julio anhelábamos encontrarnos con Fidel y combatir a sus órdenes, la necesidad de luchar contra la dictadura en cualquier lugar que nos encontrásemos el espíritu patriótico que nos animaba, indicaba el camino del deber, el de aprestarnos al combate allí donde se nos convocara.
El 29 de junio de 1957 tomamos el tren en Santiago de Cuba, rumbo a los paraderos de Palmarito de Cauto y Bayate. íbamos tranquilos, como dos jóvenes de vacaciones en viaje de visita a familiares o amigos. Esperábamos ser recibidos por compañeros encargados de los preparativos y marchábamos confiados.(....)
Aun cuando observamos movimiento de soldados en el tren, no pensamos que ello tuviese nada que ver con nosotros o con las acciones en que participaríamos.
Osvaldo me sugirió continuar juntos bajándonos en Palmarito, pero finalmente decidimos cumplir lo orientado y apostamos por quién se quedaba primero.
Cuando Osvaldo se bajó en Palmarito pensábamos en un pronto reencuentro y me quedé con un maletín que contenía nuestras escasas pertenencias.
El paradero de Bayate, donde me bajé, era una nave abierta sobre el andén en medio del campo, por donde pasaba la línea del ferrocarril. Como a cien metros de la línea se observaba una hilera de bohíos, en la que se destacaba un bodegón que quedaba frente al andén.
Por mucho que abordara a los que estaban en el paradero nadie se me acercaba, como esperaba que fuese. Diría que me miraban como si quisieran decirme que algo andaba mal. Cuando el tren partió me quedé solo en el andén, observado desde lejos por los que estaban en el bodegón.
Frente a mí pasó un hombre joven con sombrero de guano y una cañabrava al hombro dispuesto a pescar en un río cercano. Estuve tentado de franqueármele y acompañarle procurando ganar el monte, pero cuando todavía no me había decidido observé que se aproximaba al paradero un carro con varios soldados dentro con fusiles apuntando para afuera, hacia mí.
El revólver de mi padre, que había enviado desde Santa Clara a Santiago por expreso, aún no había sido recogido por los compañeros a cargo de ello y lo cierto es que no tuve otra opción que quedarme parado donde estaba.
Yo no engañaba a nadie, había que verme en aquella situación, joven de 19 años, con ropa más bien de ciudad y acabado de pelar a la malanguita, como pidiendo el agua por señas, sin tener ninguna coartada que sirviera para explicar mi presencia en aquel lugar.
Los guardias me sujetaron, registraron el maletín y preguntaron qué hacía allí. No pude decirles nada convincente y me condujeron al cuartel de la Guardia Rural en el Central Miranda, mientras comentaban sobre el alzamiento descubierto, la movilización del ejército en la zona, el alzado muerto y los prisioneros que tenían en el cuartel, tratando de impresionarme y de meterme miedo.
El cuartel era de madera con piso de tablas, levantado sobre pilotes. Se palpaba un estado de movilización y alerta, con postas reforzadas y parapetos defensivos. Entramos a un local rectangular amplio donde se encontraban varios guardias y me presentaron ante el comandante Ceferino Rodríguez, jefe del ejército en Palma Soriano. Se veía furioso y gritaba una pregunta tras otra, profiriendo insultos, palabrotas y amenazas, gesticulando y moviéndose constantemente a mi alrededor.
Enseguida lo identifiqué como uno de los guardias que vimos en el tren y que posiblemente también se bajó en Palmarito. Era un hombre de baja estatura y complexión fuerte. Deploraba no haberme quedado con Osvaldo en Palmarito, pero ya no había tiempo ni lugar para lamentaciones.
Ceferino se enfurecía con mis respuestas y sin esperarlo me asestó un violento puñetazo entre la nariz y el pómulo derecho, debajo del ojo, que me hizo retroceder, tambaleante, hasta que di de espaldas con la pared de tablas al fondo del local, y caí al piso semiinconsciente. Mientras retrocedía, Ceferino caminaba a mi lado al caer la emprendió a patadas sobre mi cuerpo, al tiempo que gritaba que le alcanzaran del establo unos arreos y otros objetos contundentes con los que amenazaba hacerme confesar.
Querían llevarme junto al muerto, refiriéndose así al compañero caído, y fusilarme si no lo confesaba todo.
Se tomó un respiro y registró mi maletín. Encontró un libro con escritos de Martí y mientras leía algunos párrafos decía furibundo: ¡Todos ustedes quieren ser unos "Martises"! Culpaba a Fidel por lo que sucedía, dedicándole una sarta de improperios muy escogidos y selectos.
Llegaron otros prisioneros y Ceferino desvió su atención hacia ellos remitiéndome al calabozo, al fondo del cuartel, en compañía de los demás detenidos. Estaba consciente de que me encontraba en una situación sumamente difícil. En cierto momento sentí miedo, tengo que confesarlo, pero no un miedo cobarde, era una sensación de impotencia, de intenciones y propósitos frustrados, de esfuerzos y recursos perdidos, de incertidumbre por lo que podría sucedemos, de temor a la tortura y por qué no, a la muerte, lo que en aquellas circunstancias y en aquellos tiempos eran posibilidades reales.
Pero sentí la indignación de verme golpeado, el recuerdo de los compañeros caídos en la lucha, el compromiso con la Patria y el rechazo a una banda de politiqueros, ladrones y asesi- nos que escarnecían al país y lo sumían en un abismo de calamidades y males del que solo podría salirse combatiéndolos.
A todos los temores se sobrepuso la entereza revolucionaria y cuando el esbirro se refirióla Martí de forma despectiva le respondí que era el ejemplo a seguir, el Apóstol de nuestra independencia y cuando me amenazó con más golpes le dije que podía hacerlo pues yo no sabía nada ni tenía nada que decir. Al verme con otros compañeros en el calabozo me sentí más animado, otros compartían mi propia suerte y siempre es más difícil, pensaba yo, asesinar a un grupo numeroso que a prisioneros aislados.
Por aquellos días la dictadura quería aparentar un estado de tranquilidad nacional y de legalidad y se preparaba para celebrar una farsa electoral en todo el país, con garantías constitucionales y otros derechos que en realidad no existían. Para el día siguiente, 30 de junio, estaba previsto un mitin electoral en Santiago auspiciado por los masferreristas, cuyos "tigres" habían ensangrentado las ciudades y campos orientales. Todo aquel clima de falsas libertades permitió, al menos, que el Juzgado Municipal de Palmarito de Cauto se personara en el cuartel del Central Miranda a conocer de los hechos donde resultara muerto un ciudadano.
Hice llegar al doctor Apeles Méndez, juez municipal entonces y combatiente rebelde después, el recado de que me encontraba entre los detenidos y que era hijo del juez de primera instancia del Norte de La Habana; Apeles me buscó y resultó ser un viejo conocido y amigo de mi padre, a quien avisó por teléfono de lo que sucedía, interesándose, además, ante Ceferino por un trato adecuado para los prisioneros.
El 29 continuaron llegando detenidos al calabozo. Alwin Odio y Álamo, con quienes un año después me encontré en la Sierra Maestra, llegaron con los pies llagados, en alpargatas, después de caminar durante horas por los montes cercanos. José Ramón Balaguer Cabrera y Rafael Durand Ochamendi, dos médicos de Guantánamo, también fueron apresados. En total fuimos veinte los detenidos.
Toda la noche la pasamos en vigilia pues los guardias temían un asalto al cuartel y el guardia viejo, calvo y barrigón que vigilaba el calabozo, medio borracho y con una ametralladora Thompson en las manos, nos apuntaba amenazante rastrillándola cada vez que se producía un llamado de alerta, lo que ocurría cada vez que los perros ladraban. El 30 se pasó con relativa tranquilidad, aunque todos quedamos consternados al escuchar por radio sobre la muerte de Josué País, el hermano de Frank, junto a otros compañeros, cuando combatían en las calles de Santiago mientras se efectuaba el mitin masferrerista. Esa madrugada regresó al cuartel la tropa que se encontraba de operaciones y conocimos de la captura del armamento destinado al alzamiento.
La prensa de la época publicó el siguiente parte del ejército:
El comandante Policarpo Chaviano y Álvarez, M.M. jefe del Negociado de Prensa y Radio del Ejército, en cumplimiento de lo dispuesto por el Estado Mayor del Ejército informa lo siguiente:
En radiograma cursado por el comandante Ceferino Rodríguez Díaz desde Palma Soriano, Oriente, informa al ayudante general del Ejército, que en las primeras horas de la mañana de ayer domingo, una patrulla del Puesto del Central Palma, había sorprendido un campamento del enemigo en la finca "Cauchal.", barrio de Palmarito de Cauto, término municipal de Palma Soriano, zona del Escuadrón 42 de la Guardia Rural a su mando, los que dejaron abandonados en el referido campamento un cuantioso alijo de armas que fueron ocupadas, procediendo a la captura de:
Elwin Odio Tamayo, vecino de Santiago de Cuba; a Fulgencio Guerra Torres, vecino de Palmarito de Cauto y a Ricardo Guerra Álvarez, de la propia finca "Cauchal", continuando la persecución y deteniendo a José Antonio Novo Pérez que les servía de guía, Daniel Matos Céspedes, Ernesto Rojas Miguel, Rafael Pérez Hernández, Roberto Hernández Zayas, Osear Jesús Lara Roselló, Dr. José Ramón Balaguer Cabrera, Dr. Rafael Duran Ochamendi, Enrique Cabrera Zarbabrúm, Fernando Torres Averhoff, José María Feria Mustelier, presentándose a sus perseguidores Julio Antonio Lavadie.
El comandante Rodríguez Díaz dispuso que las armas ocupadas fueran trasladadas al Cuartel Maestre de la Unidad a su mando, asimismo las municiones, equipo bélico y vituallas abandonadas por el grupo insurgente,
Cuya relación damos a continuación:
-1 ametralladora Browning calibre 30, de enfriamiento por aire con su trípode; 3 fusiles ametralladoras calibre 30; 2 fusiles Thompson calibre 30; 2 fusiles calibre 22; 18 fusiles calibre 30; 3 carabinas M-l; 3 Winchester calibre 44; 1 carabina Garand calibre 30; 1 escopeta automática, calibre 12;
-37 magazines de ametralladoras calibre 30; 8 magazines para carabinas M-l; 57 cargadores para fusiles Garand. 13,200 cápsulas calibre 30 para carabina M-l; 406 cápsulas calibre 22; 254 cápsulas para revólver calibre 32; 400 cartuchos de escopetas calibre 12;
-12 cananas; 2 cintas de metal para cargar 400 cápsulas calibre 30; 21 cananas bandoleras mexicanas; 6 cintas de lona para 250 cápsulas de ametralladoras calibre 30; 12 estuches de cuero para magazines; 1 canana para cartuchos de escopeta.
-Siete mochilas; ocho platos de campaña; 10 forros de cantimploras; 1 culatín de ametralladora Thompson; 27 cantimploras; 1 par de colchonetas de lona; 2 reverberos de quemadores a presión; 25 capas de agua; 2 sacos para dormir; 6 hamacas; 155 distintivos de unidad de color negro crema; 1 serrucho; 36 curas individuales surtidas; 28 frascos de medicamentos y otros materiales.
Mi padre hizo cuantas gestiones pudo en La Habana y en Santiago tratando de evitar una masacre y se apareció en el cuartel del Central Miranda al mediodía del 1ro. de julio, acompañado de un periodista de la capital.
Todas esas gestiones resultaron muy oportunas, pues ya habían identificado a Alwin como el autor del ajusticiamiento de un esbirro en el Zoológico de Santiago y se escuchaban voces que clamaban por tomar venganza.
El 2 de julio nos trasladaron a todos al Vivac de Santiago, puestos a disposición del Tribunal de Urgencia de la ciudad, pasando primero por Palma Soriano, donde la soldadesca escenificó un simulacro de linchamiento.
Llegamos a la cárcel de Santiago esposados o con las manos amarradas, en varios vehículos, yo en un camión de barandas metálicas altas, en medio de un despliegue de vigilancia militar.
Cuando el camión paró nos incorporamos y las personas que compraban en el mercado cercano nos miraban con una expresión de asombro y lástima, escuchándose a una señora cuando exclamó: ¡vean eso, si algunos son niños!
Cuando nos tuvieron dentro nos agruparon y se tomaron las fotos para la prensa; en ese instante se aparecieron el coronel José María Salas Cañizares y Mano Negra; dos asesinos connotados, terribles, amenazantes, rabiosos, destilando odio, como animales insaciables. Reinaba un silencio absoluto, interrumpido solo por las imprecaciones, exabruptos y gruñidos de esas bestias. Mano Negra nos apuntaba con su ametralladora y suplicaba autorización para ultimarnos allí mismo. Yo percibía que eso no era teatro, era algo que ocurría, algo a lo que ellos estaban acostumbrados, a matar. Fue un momento desagradable, muy desagradable, espeluznante.
Ya estábamos en la cárcel, en nuestras celdas. Habíamos descansado un rato, y algo más relajados conversábamos con otros reclusos, cuando avisaron que ponían en libertad a varios de nosotros, yo entre ellos, por ser menores de edad. Mi padre no había perdido el tiempo y con sus colegas de Santiago de Cuba había logrado esa disposición.
Esa misma noche viajamos en avión para La Habana.
El intento de abrir un Segundo Frente fracasó. Se había producido una delación. A principios de julio, Frank País informó a Fidel sobre lo ocurrido, lamentando el fracaso de la apertura del Segundo Frente.
Fue un duro golpe. La tarea la asumiría exitosamente más tarde el Comandante Raúl Castro Ruz, cuando desde la Sierra Maestra, partió al frente de una columna y pudo establecer el Segundo Frente Oriental, que llevaría el nombre glorioso de Frank País.
El regreso a La Habana constituyó, de hecho, una reincorporación a las actividades de la lucha clandestina; no pude llegar a la Sierra Maestra, no pude convertirme en un soldado rebelde, pero nuestra trinchera en la ciudad continuaba abierta.
Sin pensarlo ocupamos nuestro puesto y renovamos el compromiso irrenunciable de libertad o muerte, el mismo al que Fidel nos convocara con el Asalto al Moneada y con La Historia me Absolverá, el Desembarco del Granma y la lucha heroica en la Sierra Maestra.
Osvaldo se las arregló para pedir ayuda en Palmarito, al darse cuenta de que algo andaba mal, y pudo ocultarse por un tiempo, al cabo del cual se dirigió de nuevo a Santiago, a casa de Silvina, para incorporarse, posteriormente, al frente guerrillero en la Sierra Maestra. »
Tomado de "Memorias de un combatiente por la libertad" de Roberto Hernández Zayas
Editorial Ciencias Sociales 2009
VILLACLARA
Primer Frente de la Sierra Maestra
Primera Batalla de Santo Domingo
28, 29 y 30 de Junio 1958
El 9 de junio, el Batallón 18, formado por 314 efectivos al mando del comandante José Quevedo Pérez, partió del Distrito Naval de Santiago de Cuba abordo de la fragata 301 y de una lancha de desembarco. Al día siguiente, esta unidad llegó a la playa de Las Cuevas, próxima al Pico Turquino, y desembarcó
De esa forma se nició el movimiento enemigo desde el sur de la Sierra Maestra.
La Compañía G-4, —orgánica del batallón— debió permanecer en la playa con la misión de abastecer al resto de la unidad que continuó hacia El Jigüe
Fidel sabía que la cuenca de La Plata era el punto en que debía mantenerse más tiempo la resistencia, no solo por su proximidad a la Comandancia, sino porque era el lugar escogido para recibir apoyo desde el exterior Entonces renunció a la idea de envolver por Gaviro al Batallón 17 que estaba en Las Mercedes y decidió reforzar la zona de La Plata con una escuadra al mando del capitán Andrés Cuevas, entre otras fuerzas pertenecientes a la columna del Che.
También le envió un mensaje a Camilo, en el cual le ordenaba regresar al Primer Frente con todos os hombres bien armados y dirigirse hacia Santo Domingo.
Así se compensaba la abrumadora inferioridad numérica con el conocimiento de "cada detalle del terreno"y "la constante movilidad", que solo podían tener guerrilleros forjados durante más de un año de campaña en la Sierra Maestra.
El 20 de junio, luego de varios días de recorrido, la vanguardia del Batallón 18 cayó en una emboscada en el Alto de la Caridad, preparada por el pelotón del capitán Ramón Paz Borroto, el cual le hizo una fuerte resistencia y la obligó a retroceder.
A su vez, la Compañía G-4 tenía órdenes superiores de reembarcarse y penetrar por la desembocadura del río La Plata, pero al intentarlo recibió el fuego rebelde y tuvo que volver a retirarse. Solo después de un severo ataque de la aviación, apoyada por el fuego artillero de la fragata, logró reunirse la unidad completa en la desembocadura de La Plata.
Simultáneamente, por el norte, se efectuaron intensos bombardeos y ametrallamientos en los que fueron utilizados bombas de diferentes tipos, además de miles de cápsulas calibre 50 y 30. Estas acciones de la aviación facilitaron el avance hacia el oeste, hasta Santo Domingo, del Batallón 11, en tanto el 17 y 19 —este último al mando del comandante Suárez Fowler con 320 efectivos— lo hacían iumbo a las Vegas de Jíbacoa, que fue ocupada el 20 de junio. Mientras tanto, otros batallones de reserva avanzaban desde el llano.
El desplazamiento enemigo se hizo lento debido a la sostenida resistencia de los rebeldes parapetados en los firmes, y parlo difícil que le resultaba maniobrar frente a las alturas dominantes, cubiertas por una espesa e intrincada vegetación. En uno de sus primeros informes enviados al Puesto de Mando de la Jefatura de Operaciones, Sánchez Mosquera lo ratificaba. Según él, esas características impedían el empleo de morteros, bazookas y granadas de fusil.
A veinticinco días de comenzada la ofensiva, la agrupación principal de tropas de la tiranía había penetrado hasta el corazón de la Sierra y alcanzó una línea que se encontraba a siete kilómetros entre las tropas que avanzaban por el sur y las que lo hacían por el norte.
Frente a tan difícil situación, el Comandante en Jefe del Ejército Rebelde decidió reconcentrar parte de los guerrilleros que combatían en diferentes sectores, con el objetivo de defender La Plata si el adversario lograba rebasar los puntos de resistencia avanzados; a partir de esos momentos predominó la guerra de posiciones. En relación al empleo de esa táctica, Fidel, en carta al Che, le expresaba: Mientrás quede una esperanza de mantener el territorio de La Plata, no debemos variar la estrategia. El problema esencial es que no tenemos hombres suficientes para defender una zona tan amplia. Debemos intentar la defensa reconcentrándonos antes de lanzarnos de nuevo a la acción irregular”
Durante la noche del 22 al 23 de junio, el Batallón 18 fue hostigado en la desembocadura del rio La Plata. El jefe de esta unidad, comandante Quevedo, decidió esperar el amanecer para reanudar la marcha a través de un camino que subía por el río.
Nuevamente la Compañía G-4 quedó en la playa.
El 24, las unidades de Quevedo fueron emboscadas por una tropa guerrillera en el lugar conocido por Purialón, donde sufrieron algunas bajas, pero lograron continuar la marcha y llegaron a los pocos días a la zona de El Jigüe. Con la orden de retardarle el avance y desgastarlo, los rebeldes colocaron otras emboscadas de contención en los caminos de acceso al Naranjal.
Sin embargo, a fines de junio la situación operativa proseguía siendo muy tensa. Por el norte se encontraban fuerzas superiores pertenecientes a los batallones 11 y 22, que hacían peligrar la estabilidad del anillo defensivo del Frente. Este factor, junto al refuerzo que significó la llegada de Camilo y su grupo armado, determinaron que Fidel decidiera concentrar los efectivos principales sobre estos batallones, dislocados en Santo Domingo, con el propósito de cercarlos aprovechando las ventajas que daban las alturas circundantes. Para dirigir personalmente las acciones se trasladó de La Plata a las cercanías del citado lugar
Desde esos instantes se pasó a una nueva etapa de la operación defensiva estratégica: el sitio y cerco de agrupaciones enemigas para provocar el envío de refuerzos que serían emboscados.
El 28 de junio, Sánchez Mosquera ordenó el avance del Batallón 22 por el cauce del río Yara en dirección a Pueblo Nuevo. Sin embargo, este no le advirtió al jefe de la Compañía N —que marchaba en la vanguardia— la necesidad de redoblar la exploración y demás medidas de seguridad, ya que días antes, por ese mismo camino había sido rechazada una avanzada. Era dudoso que un oficial con la experiencia de Mosquera cometiera tales errores.
La escuadra del capitán Eduardo Sardiñas, Lalo, reforzada por otra escuadra rebelde y la ametralladora calibre 50 de Braulio Coroneaux, así como por hombres del capitán Cuevas, detuvieron el avance y aniquilaron a la Compañía N; el resto tuvo que dispersarse. En esta acción, los rebeldes emplearon minas para contener el avance enemigo, lo cual creó un fuerte impacto sicológico que provocó pánico e inseguridad entre sus tilas. A su vez, con el fuego combinado de las armas de infantería se le causó un número mayor de bajas. Durante las operaciones este medio fue usado en repetidas ocasiones por los guerrilleros.
Al día siguiente, la Compañía 97 del Batallón 11 trató de trasladar a los heridos del combate anterior hacia Estrada Palma, pero fuerzas del comandante Camilo Cienfuegos la atacaron en Casa dePiedra -a la salida de Santo Domingo— y la obligaron a retroceder. Como resultado de esas acciones los batallones 11 y 22 quedaron fijados en Santo Domingo.
El 28 de junio con el combate de Pueblo Nuevo se inició la Batalla de Santo Domingo. En ella los rebeldes cercaron y atacaron simultáneamente ambos batallones desde los firmes cercanos a la casa del campesino Lucas Castillo, vecino de Santo Domingo. Entre los destacamentos guerrilleros que tomaron parte se hallaban los de los comandantes Camilo Cienfuegos y René Ramos Latour, así como los de los capitanes Eduardo Sardiñas, Andrés Cuevas, Reinaldo Mora, Guillermo García y Braulio Coroneaux. Las acciones combativas se extendieron a lo largo de tres días, y constituyó la primera gran batalla librada por el Ejército Rebelde durante la ofensiva.
A la tiranía se le causaron alrededor de cien bajas y le fue ocupada una apreciable cantidad de armamento, abundante parque y amplia información sobre sus planes futuros, además de las claves de campaña y todo el equipo de comunicación, compuesto por un minipack y un radio PRC-1O. Las claves, que estaban en vigor desde el 1 5 de junio, le permitieron a la jefatura rebelde conocer previamente el movimiento de las unidades contrarias, de lo cual no se percató el alto mando militar.
La victoriosa Batalla de Santo Domingo posibilitó detener la ofensiva enemiga en dirección norte, y con el armamento ocupado fueron reforzadas otras pequeñas unidades guerrilleras, lo que a su vez fortaleció su capacidad combativa y condicionó el paso a la contraofensiva.
Acto seguido, Fidel reagrupó las tropas que cambatían éri ese sector para emplearlas en otras direcciones importantes y dejó solo algunas escuadras en los accesos hacia el firme de La Sierra Maestra, con la misión de hostigar sistemáticamente a las batallones 11 y 22.
Tomado de "La Guerra de Liberación Nacional en Cuba 1956-1959" de Casa Editora Abril 2007
VILLACLARA
55 Aniversario del asesinato en Santiago de Cuba de los revolucionarios: Jossué País García, Floro Vistell y Salvador Pascual
Josué País. Santiago de Cuba.— Hoy, al retroceder medio siglo en el tiempo, recordaremos un capítulo de historicidad santiaguera, registrado justamente el domingo 30 de junio de 1957, cuando se estaba librando una permanente lucha de pueblo contra la sangrienta tiranía batistiana que asolaba al país.
Por esos días se había producido un notable incremento de la acción revolucionaria y el 28 de mayo de ese año, se produce la victoria de las fuerzas del naciente Ejército Rebelde comandadas por Fidel en El Uvero. Los órganos represivos multiplican entonces sus criminales métodos intentando contener el espíritu de combatividad que crece.
El déspota Fulgencio Batista junto a uno de sus acólitos más cercanos, Rolando Masferrer Rojas —un gángster con título de senador y jefe del cuerpo paramilitar apodado «Los Tigres», que él mismo formara— traza una estrategia para el oriente cubano, que comenzará a ponerse en práctica a la par del agudo sistema represivo imperante en toda la nación. Se trata de la instauración de los mítines políticos —léase politiqueros—, cuyo principal organizador y propulsor era el citado Masferrer.
A partir de la primera quincena de junio comienza a circular profusamente en los medios de información nacional y como parte de una campaña oficial de la tiranía, la noticia de la próxima realización en Santiago de Cuba, el día 30, de un gran mitin político al que indistintamente llamaron de la Coalición Progresista Nacional o de la Paz.
La tiranía pretendía crear una imagen desfigurada de la realidad cubana, con la finalidad de ofrecer la impresión de un clima de paz y normalidad en el país, restándole crédito a la existencia de un foco insurreccional armado en la Sierra, y con ello dar por sentado que aquel régimen de facto que presidía Batista, gozaba de estabilidad.
El Parque Céspedes, ubicado en el corazón urbano de la ciudad, es el sitio escogido para el show de marras.
Salvador Pascual. Fragmentos de un trabajo periodístico de la corresponsal en La Habana de The New York Times, Ruby Hart Phillips, nos muestran imágenes de este día: «El senador Rolando Masferrer siempre había sido un gángster. Durante años había estado rodeado de guardaespaldas armados hasta los dientes. Ahora estaba organizando su propio ejército privado, al que se le atribuían mil quinientos hombres que eran el azote de la provincia de Oriente, robando, matando, torturando y extorsionando dinero. Masferrer consideraba la provincia de Oriente como su plato fuerte.
«(...) Santiago era un campo armado. Policías y soldados estaban apostados en todas las esquinas. Los carros patrulleros rugían por la ciudad. Las calles se encontraban desiertas. Parecía como si Santiago estuviera bajo un bombardeo (...) Se me hizo evidente el verdadero horror de lo que estaba sucediendo en Cuba (...)».
Masferrer prometió a Batista la asistencia de 30 000 personas al mitin. La reportera se asombra que para las tres de la tarde el parque estaba prácticamente vacío. La cofradía batistiana ocupó su lugar en la tribuna casi una hora después. En síntesis, el espectáculo de la ciudad ofrece la traumática impresión de una gran población sitiada.
EL 26 DE JULIO CONTRA LA FARSA
Para intentar revertir este proyecto de la tiranía, el líder nacional del MR-26-7, Frank País García, conforma planes dirigidos a boicotear el mitin y poner en ridículo a sus organizadores, designando a Agustín Navarrete, jefe de Acción y Sabotaje en Oriente, para coordinar las acciones planificadas. Una bomba con 16 cartuchos de dinamita, activada con dos relojes para explotar a las cuatro de la tarde cerca de la tribuna, es colocada en la mañana del día 30 en un tragante próximo, por Agustín País García, quien finge ser un trabajador de ese sector laboral de Acueducto y Alcantarillado.
Floro Emilio Vistel. Se prevé que dos comandos armados salgan hacia los sectores norte y suroeste de la ciudad, en vehículos ocupados en su momento donde durante diez minutos deben realizar disparos, luego de la explosión de la bomba colocada por Agustín. Otros combatientes clandestinos dirigidos por Armando García Aspuru deben hacer detonar pequeños artefactos explosivos en el área del parque.
Josué País García y Floro Emilio Vistel Somodevilla se hallan ocultos en el domicilio de Gloria de los Ángeles Montes de Oca, la Tía, a corta distancia del parque Céspedes. Es precisamente Josué el jefe de uno de los comandos organizados, que además integrarán Floro y Salvador Pascual Salcedo, Salvita.
El otro comando —bajo las órdenes de Ernesto Matos Ruiz— lo conforman además Joaquín Quintas Solá, Fernando Tarradel Rodríguez (ya fallecido) y un combatiente conocido como El Mexicano. Desde una casa donde permanece oculto el comando de Matos, en Carretera del Morro, debe aguardar como el de Josué, la orden de Navarrete para su salida al cumplimiento de la misión asignada.
Aproximadamente a las cuatro de la tarde comienza el mitin. La burla toma cuerpo cuando estos elementos sueltan numerosas palomas blancas al aire, en pretendido signo de paz.
Es anunciado el primer orador. Por medio de un pequeño radio Josué y Floro siguen con suma atención el desarrollo del acto, con el objetivo de escuchar la detonación de la bomba. «Estamos en esta tarde librando en Santiago de Cuba la batalla por el futuro, por la tranquilidad, por la paz y por el progreso de la nación...», dice con toda demagogia Laureano Ibarra. Luego se escucha la intervención de Díaz-Balart, quien termina citando a Martí, luego a Cristo y haciendo grandes elogios a Batista. Pasados varios minutos sin que se escuche la explosión esperada, la impaciencia se apodera de Josué. Este realiza varios intentos telefónicos para comunicarse con Navarrete, pero su aparato se mantiene ocupado constantemente. Lo que Josué desconoce es que en esos instantes Carlos Amat Forés está realizando la conexión de la línea del mitin al teléfono de Navarrete y, a través de ella, cuando las incoherencias de Masferrer están saliendo al éter, en toda la nación se dejan escuchar los gritos de: «¡Viva Fidel!» «¡Viva la Revolución!» «¡Abajo Batista!», opacando las blasfemias de este pistolero a sueldo.
La falta de información entre ambos comandos crea por momentos una desorientación que hace difícil su cometido. Ello determina que Matos ordene a Quintas y a Tarradel salir a localizar y ocupar el auto acordado en una piquera de alquiler de Carretera del Morro. Al avanzar prestos ambos combatientes a cumplir la decisión de su jefe y llegar a la esquina de General Camacho y Tercer de Veguita de Galo, hay un yipi del ejército allí parqueado con tres esbirros que los llaman y tratan de identificarlos. Ambos combatientes van armados; pero al percatarse los uniformados que se trata de dos revolucionarios intentan sacar sus armas. Quintas y Tarradel toman la iniciativa, extraen la pistola y el revólver que portan, abren fuego, dejando allí tendidos a dos esbirros y al otro en grave estado, y desaparecen con rapidez del lugar hacia la zona de Aguadores.
Mientras, Josué recibe a la luchadora clandestina Anita Céspedes, Iliana, quien le ha traído un parque para su pistola Lugger. Llama de nuevo, infructuosamente, sin poder comunicarse con Navarrete. Marca entonces otro número y logra hablar fugazmente con la compañera Gloria Cuadras de la Cruz. A continuación habla con Floro y toma la decisión de que este y Salvador salgan a ocupar el auto previsto.
En Corona y San Jerónimo detienen y ocupan en nombre del movimiento el automóvil Chevrolet chapa 275-386, modelo 1952, para el uso de alquiler, que conduce su dueño Ramón Santiago Fernández, a quien le piden no efectúe la denuncia a la policía, y alrededor de una hora después vaya a recogerlo cerca del matadero municipal, al final del Paseo Martí. Este señor no esperó mucho para formular la denuncia, proporcionando los datos de su carro. Comienza entonces su circulación mediante el sistema de microondas que tiene establecido el servicio de patrullas.
En pocos minutos el auto ocupado, conducido por Salvador, se detiene frente a la casa de la Tía Angelita, al que ascienden, con las armas envueltas en una sobrecama, Josué y Floro, que son acompañados como cobertura una corto tramo por las tres hijas de la Tía —Belkis, Elsa y Gloria—, bajando velozmente el auto la calle Carnicería (Pío Rosado). Al llegar a San Antonio, Josué ordena detenerlo. Entonces pide a las compañeras que se bajen, que ahí termina su misión. Aunque ellas insisten en continuar compartiendo su suerte, el benjamín de los País se bajó con energía del auto y les abrió la portezuela trasera. El comando continúa. Un patrullero que viene detrás detecta el automóvil como el que ha sido circulado poco antes y comienza a perseguirlo. Josué, Floro y Salvador se percatan de ello y aceleran la marcha. Sus perseguidores comienzan a dispararles. Josué con su pistola y Floro con una escopeta recortada responden al fuego.
Un proyectil del enemigo hace blanco en uno de los neumáticos del Chevrolet, que llega dando bandazos a la altura de la calle Vargas y del propio Paseo Martí, donde otro patrullero permanece emboscado, lo que hace que el comando caiga entre dos fuegos, lo que obliga a que Salvador con un giro brusco a la derecha proyecte la máquina contra un pequeño almacén de madera allí situado.
A la cacería se suman otros esbirros uniformados que realizan el patrullaje a pie en esa zona. Un aluvión de impactos tronchan en segundos la vida de Floro y Salvador, que no logran salir del interior del vehículo. Josué, con algunas heridas, no de gravedad, logra salir pistola en mano, pero nuevos disparos hacen blanco en su cuerpo casi a quemarropa, y cae al pavimento. Pero solo está herido.
Un marinero que lo comprueba con la punta de su bota, se lo expresa señalando su cuerpo, al teniente coronel José María Salas Cañizares (Masacre), que acaba de llegar al escenario de los hechos en un yipi, rodeado de su gavilla de asesinos, con la que envía el cuerpo de Josué al hospital de Emergencias tras rápidas «instrucciones» para que allí sea atendido...
En el tramo comprendido entre Estrada Palma (hoy Félix Pena) y Moncada, en subida por el mismo paseo, los vecinos y transeúntes pudieron escuchar un disparo al paso del mencionado yipi. Era el instante en que, con ese disparo a sedal en la sien, uno de esos criminales ponía fin a la vida de este bravo combatiente revolucionario. La médico de guardia de Emergencias, doctora Nastia Elia Noa Cardosa, así como la enfermera Ibia Miranda Saborit, así lo pudieron precisar y luego testimoniar.
La única herida que pudo ocasionarle la muerte fue el disparo en la cabeza. En el orificio de entrada del proyectil había signos de pólvora...
Cuando la espartana madre, Doña Rosario, conoció de la caída de su pequeño Josué, se encaminó serenamente hasta el hospital. Una vez frente al cuerpo de su entrañable hijo, abatido por los sicarios de Batista, se produjo una fuerte escena de dolor reprimido. Con una mirada triste y profunda amargura, pero sin lágrimas, dijo ella entonces: «¡Qué lástima...! Han tronchado una vida que empezaba, llena de ilusiones...»
Avanzaba la noche hacia la madrugada cuando Frank —quien se hallaba en vigilia, destrozado por la irreparable pérdida, oculto e impotente— escribía su doliente poema dedicado «A mi hermano Josué, a mi niño querido». Exactamente un mes después, el 30 de julio en horas de la tarde, Frank caía víctima de las mismas balas asesinas en el Callejón del Muro. El valor humano y revolucionario de Josué, Floro y Salvador es imponderable. Por eso vivirán eternamente en el recuerdo y el corazón de su pueblo.
Tomado de Sierra Maestra de Leonardo Padura Fuentes, Historiador y biógrafo de Josué País
GRUPO DE HISTORIA DE LA LUCHA REVOLUCIONARIA EN VILLA CLARA (ACRC)
Las efemérides pueden ser vistas en el sitio web denominado SANTA CLARA en http://www.cerrocalvo.blogspot.com/
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