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viernes, 28 de octubre de 2011

La Batalla de Guisa. Del 20 al 30 Noviembre 1958

VILLACLARA
PRIMER FRENTE DE LA SIERRA MAESTRA



La Batalla de Guisa
Del 20 al 30 Noviembre 1958
Tomado el pueblo por fuerzas rebeldes


Diciembre de 1958 LUNES 01

El primer día del mes de diciembre redacté el parte militar sobre la Batalla de Guisa, publicado en esa misma fecha por la emisora Radio Rebelde. La información pormenorizaba las bajas enemigas y los pertrechos ocupados; destacaba además, la bravura del capitán Braulio Curuneaux, caído en combate casi al final de los enfrentamientos. Radio Rebelde

Última hora: La Batalla de Guisa. Tomado el pueblo por fuerzas rebeldes. Mas de doscientas bajas ocasionadas al enemigo. Un tanque, dos morteros, una bazooca, siete ametralladoras trípode, 94 armas largas y cincuenta y cinco mil balas ocupadas. Repetimos...Hemos recibido de la Comandancia General el siguiente parte: Ayer, a las 9 de la noche, después de diez días de combate nuestras fuerzas penetraron en Guisa.

La batalla tuvo lugar a la vista de Bayamo, donde esta situado el puesto de mando y el grueso de las fuerzas de la dictadura. Se combatió contra nueve refuerzos enemigos que vinieron sucesivamente, apoyados en tanques pesados, artillería y aviación.

La acción de Guisa se inicio exactamente el 20 de noviembre a las 8 y 30 de la mañana, al interceptar nuestras fuerzas una patrulla enemiga que diariamente hacia el recorrido de Guisa a Bayamo, poniéndole fuera de combate a los pocos minutos. Ese mismo día a las 10 y 30 de la mañana llegó al lugar de la acción el primer refuerzo enemigo contra el que se combatió hasta las seis de la tarde en que fue rechazado. A las 4 P. M. un tanque T-17 de 30 toneladas quedó destruido por una poderosa mina. Fue tal el impacto de la explosión que el tanque se elevó varios metros y cayó mas adelante con las ruedas hacia arriba y la torre clavada en el pavimento de la carretera.

Horas antes un camión repleto de soldados había sido también destruido por efecto de otra potente mina. A las seis de la tarde el refuerzo se retiro.

Al día siguiente el enemigo avanzó apoyado con tanques Sherman y logro penetrar en Guisa, dejando un refuerzo en la guarnición. El 22 nuestras tropas, repuestas del cansancio de dos días de continuas luchas tomaron de nuevo posiciones en la carretera de Bayamo-Guisa. El 23 una tropa enemiga intento avanzar por el camino del Corojo siendo rechazada. El 25 [realmente fue el día 26] un un batallón de infantería precedido por dos tanques T-17 avanzaba de nuevo por la carretera de Bayamo a Guisa en un convoy de 14 camiones. A dos kilómetros de este punto las tropas rebeldes hicieron fuego contra el convoy a ambos lados de la carretera cortándole además la retirada, mientras una mina paralizaba el tanque de vanguardia.

Se inicio entonces uno de los más violentos combates que se han librado en la Sierra Maestra. Había quedado sitiada no solo la guarnición de Guisa sino el batallón completo que vino de refuerzo. Estos contaban en el interior del cerco con dos tanques T-17. A las 6 de ^a tarde el enemigo había tenido que abandonar todos los camiones, agrupándose estrechamente alredededor de los dos tanques. A las 10 de la noche, mientras una batería rebelde de morteros [del] 81 atacaba a la fuerza enemiga, reclutas revolucionarios armados de pico y pala abrieron una zanja en la carretera junto al tanque destruido el día 20, de modo que entre los restos de este y la zanja quedaba obstaculizada la salida de los dos tanques T-17 que estaban en el interior del cerco. A las dos de la mañana una compañía rebelde avanzo desplegada contra el enemigo batiéndolo fuertemente contra los tanques, donde quedaron sin agua y sin comida.

Al amanecer del 27 dos batallones de refuerzo de Bayamo, precedidos por 2 tanques Sherman llegaron al lugar de la acción. Se combatió contra ellos durante todo el día 27. A las seis de la tarde los blindados y la Infantería enemigas iniciaron retirada general.

Los Sherman pudieron salir gracias a sus ruedas de estera. Tras ellos arrastraron uno de los tanques T-17, pero el otro, no pudo ser retirado. Sobre el campo lleno de cadáveres enemigos quedaron numerosas armas; treinta y cinco mil balas, catorce camiones, 200 mochilas y un tanque T-17 en perfectas condiciones, con abundante parque de cañón calibre 37 milímetros. Pero la acción no había concluido; una columna rebelde avanzando rápidamente de flanco intercepto al enemigo en retirada en las proximidades del entronque en la carretera Central, atacándole y haciéndole numerosas bajas y ocupándole mas armas y mas parque.

Rápidamente el tanque fue ocupado y puesto en condiciones de entrar en acción. El 28 por la noche dos pelotones rebeldes precedidos por el tanque avanzaron resueltamente hacia Guisa. A las dos y veinte de la madrugada del día 29, el T-17 tripulado por rebeldes se sitúo exactamente a las puertas del cuartel de Guisa y en medio de los numerosos edificios donde estaba atrincherado el enemigo comenzó a disparar sus armas.

Cuando había disparado ya cincuenta cañonazos, dos impactos directos de bazooka disparados por el enemigo paralizaron los motores del mismo. Los tripulantes del tanque averiado continuaron disparando contra el cuartel el resto de las balas del cañón hasta agotar la ultima. Entonces bajándose del tanque iniciaron la retirada. Se produjo un acto de inigualable heroísmo. El teniente Hipólito Prieto [en verdad fue Leopoldo Cintra Frías] que manejaba la ametralladora del tanque la sustrajo del mismo y bajo un fuego cruzado, y a pesar de estar herido, se arrastró bajo las balas llevando consigo la pesada arma sin abandonarla un instante.

Ese mismo día, al amanecer cuatro batallones enemigos avanzaron por tres puntos diferentes: El camino de Bayamo al Corojo, la carretera de Bayamo a Guisa y el camino de Santa Rita a Guisa. Todas las fuerzas enemigas de Bayamo, Manzanillo, Yara, Estrada Palma, Baire y otros puntos fueron movilizadas. La columna que avanzaba por el camino de El Corojo fue rechazada después de dos horas de fuego.

Los batallones que avanzaban por la carretera de Bayamo a Guisa fueron contenidos durante todo el día, acampando durante la noche a dos kilometres de Guisa. Los que venían por el camino de Corralillo fueron igualmente rechazados, dando entonces un rodeo por el noreste del pueblo. El treinta se libraron las ultimas acciones; los batallones que habían tornado posiciones a dos kilometres del pueblo, intentaron reiteradamente avanzar durante todo el día sin conseguir forzar el paso.

A las cuatro de la tarde, mientras nuestras unidades combatían contra los refuerzos, la guarnición de Guisa abandono el pueblo en precipitada retirada dejando atrás todo el parque y numerosas armas.

A las nueve de la noche nuestra vanguardia penetró en el pueblo. Ese mismo día sesenta y un anos atrás, fuerzas del ejército libertador al mando del General Calixto García Iñiguez habían tornado el pueblo de Guisa. En el momento en que se redacta este parte de guerra se ha contado ya el siguiente equipo ocupado al enemigo:

Un tanque de Guerra T-17, tomado, perdido y vuelto a recapturar, 94 armas entre fusiles ametralladoras, Garand, Springfield, y ametralladoras San Cristobal; dos morteros 60, un mortero 81, una bazooca, siete ametralladoras trípode calibre 30, cincuenta y cinco mil balas, ciento treinta granadas de Garand, setenta obuses de mortero 60 y veinticinco de 81, veinte cohetes de bazooca, 200 mochilas completas, ciento sesenta uniformes, catorce camiones de transporte, víveres, medicinas, etc... Se sigue registrando el campo de batalla con la seguridad de encontrar mas armas.

Se le ocasiono al enemigo más de 200 bajas entre muertos y heridos en los diez días de combate. Hoy la Cruz Roja ha procedido a enterrar numerosos cadáveres de soldados de la dictadura que fueron abandonados en el campo de batalla y que no habían podido ser sepultados mientras duró la misma. Ocho compañeros cayeron heroicamente en el curso de la acción y siete mas fueron heridos. La batalla se libro principalmente contra las tropas acantonadas en Bayamo.

Fue una lucha de hombres contra aviones, tanques y artillería. El mas destacado oficial rebelde fue el capitán Braulio Coronú [Curuneaux] veterano de numerosas acciones que cayo gloriosamente defendiendo su posición en la carretera de Guisa, por donde no pudieron pasar los tanques enemigos.

Las unidades rebeldes al mando de sus capitanes y demás oficiales combatieron con una moral extraordinaria. Se destacaron especialmente los capitanes Reynaldo [Reinaldo] Mora, Rafael Verdecía, Ignacio Pérez y Calixto García; los Tenientes Orlando Rodríguez Puerta [Puertas], Alcibiades Bermúdez, Gonzalo Camejo que dirigió la tripulación del Tanque y que dirigió la batería de morteros 81, Dionisio Montero que manejo la batería del 60, el teniente Raimundo Montes de Oca, instructor de la Compañía de ametralladoras, el ingeniero Miguel Ángel Calvo, jefe de la Sección de Minas y Explosivos, y los tenientes Armelio Mojena y Nini Serrano [Rene Serrano]. Una escuadra del pelotón de mujeres Mariana Grajales combatió valerosamente también durante los diez días que duro la acción soportando el bombardeo de los aviones y el ataque de la artillería enemiga.

Guisa, a 12 kilometres del Puesto de Mando de Bayamo es ya Territorio Libre.

Fidel Castro

Comandante Jefe


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Tomado de "La Contraofensiva Estratégica de Fidel Castro Ruz"pags. 297 - 303
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GRUPO DE HISTORIA DE LA LUCHA REVOLUCIONARIA EN SANTA CLARA (ACRC)


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LA OFENSIVA DEL PEDRERO. 30 Noviembre 1958

VILLACLARA
LA OFENSIVA DEL PEDRERO



30 Noviembre 1958
El 29 de noviembre, el general Alberto del Río Chaviano, jefe del Tercer Distrito Militar y del Regimiento No. 3 "Leoncio Vidal", ordenó concentrar mil hombres, ocho tanques de esteras, carros M-8, bazookas, morteros y otros materiales bélicos en Cabaiguán y Fomento, desde donde saldrían hacia las zonas de El Pedrero y Gavilanes, lugares en que se suponía se encontraban los rebeldes.

Esas tropas estaban integradas por los Batallones 11 y 22 y las compañías de reserva 33-A y 36. El mando contrario decidió efectuar misiones de bombardeo y ametrallamiento aéreo para ablandar las posiciones. En el plan de la tiranía se disponía que sus hombres avanzaran en tres direccio¬nes, pero no precisaban cuál sería la principal. En él se contemplaba que el Batallón 11 se desplazaría siguiendo el itinerario Cabaiguán-Santa Lucía y estaría reforzado con dos tanques T-17; el Batallón 22 se movería en la dirección Fomento-Sipiabo-EI Pedrero, con dos tanques T-17; la otra estaría constituida por un batallón del Tercer Distrito Militar, igualmente reforzado con medios blindados, que se desplazaría por la ruta Sancti Spíritus-Manaquitas-EI Pedrero.

Las tres agrupaciones avanzarían hasta un objetivo común: El Pedrero, el que, a juicio del enemigo, era el principal punto de concentración de los rebeldes, y man¬tendrían en reserva a las compañías 33-A y 36, ubicadas en Fomento y Santa Lucía respectivamente. El plan estipulaba que la ofensiva solo duraría cuatro días.

Mediante informes suministrados por el movimiento clandestino, el Che supo que la tiranía se preparaba para lanzar una ofensiva, pero resultó imposible precisar el destino de la misma. Dedujo que el enemigo incursionaría en la zona donde operaba la columna y tomó medidas que aseguraran una sólida defensa. Ordenó la construcción de fortificaciones y refugios antiaéreos, dispuso la colocación de minas y la creación de fuerzas de reserva. Las tropas rebeldes establecieron emboscadas distantes de las posiciones principales, con el objetivo de contener o dificultar el posible avance del adversario. En caso de que lograra desalojarlos de las embosca¬das, retrocederían hasta llegar a la línea de defensa principal.

El puesto de mando del comandante Guevara quedó instalado en la finca Manacas Ranzola, en las proximidades de El Pedrero. Para enfrentar el ataque, Che disponía de unos 150 hombres con armamento diverso y poco parque. Como arma pesada solo poseía una bazooka. La reserva fue creada, en lo fundamental, con los combatientes que se encontraban en la Escuela de Reclutas "Ñico López" y seria empleada en la medida en que se dispusiera de armas y las necesidades del combate lo requiriesen.

En esa fecha, los guerrilleros se encontraban dislocados de la siguiente for¬ma: en Manacas se encontraba el Che con parte de su Estado Mayor; en el caserío de Santa Lucía estaba el capitán Manuel Hernández; en Las Tunitas, el capitán Joel Iglesias; en Sipiabo, el capitán Víctor Bordón y en El Pedrero, el teniente Rogelio Acevedo con parte del pelotón de retaguardia apoyado por el comandante Camilo Cienfuegos, quien se encontraba en la zona desde el 27 de noviembre con un grupo de hombres; por último, en las cercanías de Banao se hallaba el capitán Silva.

La ejecución del plan sufrió variaciones después de que los soldados de la tiranía se concentraron en Fomento y Cabaiguán, pues el Batallón 22 y el del Tercer Distrito Militar no hicieron los recorridos planificados inicialmente, sino que unieron sus efectivos para partir de Fomento en dirección a El Pedrero. La fusión de estos dos batallones conllevó a la formación de una tropa reforzada con cuatro tanques.

El Ejército inició sus movimientos el 30 de noviembre, luego de los bombardeos y ametrallamientos aéreos efectuados los días 28 y 29.

El contingente que salió de Cabaiguán llegó a Santa Lucía, cuya posición estaba defendida por el capitán Manuel Hernández con unos doce hombres, quien decidió retirarse ante la superioridad numérica del enemigo. En esa dirección el adversario combatió contra los hombres del teniente Alfonso Zayas, que lo hizo retroceder hasta Santa Lucía. El Ejército intentó nuevamente avanzar hacia Las Tunitas pero los hombres de Joel Iglesias, que habían sido reforzados con otros quince bajo el man¬do de Elíseo Reyes, los obligaron a retirarse.

El propio día 30, los efectivos de la tiranía que avanzaban por Fomento-Sipiabo--El Pedrero, chocaron cerca de Sipiabo con las tropas de Víctor Bordón y las del capitán Manuel Hernández. El comandante Camilo Cienfuegos participó en el combate y brindó toda su experiencia guerrillera.

A pesar de que los rebeldes inutilizaron un tanque, no pudieron impedir que el adversario penetrara hasta Sipiabo, donde fue detenido. Las fuerzas revolucionarias arremetieron nuevamente y lo obligaron a retirarse hacia Fomento luego de destruirle otro tanque y ocuparle gran cantidad de armas y municiones.




GRUPO DE HISTORIA DE LA LUCHA REVOLUCIONARIA EN SANTA CLARA (ACRC)


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Joaquín Reyes Hernández y Rodolfo León Perlacia

VILLACLARA
HÉROES ETERNOS DE LA PATRIA
ASESINADOS EL 30 DE NOVIEMBRE DE 1958



Joaquín Reyes Hernández
Placetas, 15 de Septiembre de 1934 - Callejón Santa Lucía, 30 Noviembre 1958


Joaquín Reyes Hernández nace el 15 de Septiembre de 1934 en el antiguo Central “Zaza”, hoy "Benito Juárez". Sus primeros estudios de primaria los realiza en la escuela pública No. 9 en el batey del propio ingenio, la que tuvo que abandonar muy pronto para dedicarse a las más rudas faenas del campo.

Casi un niño guataqueaba, cortaba caña y más adelante cuidaba los bueyes de una carreta que acarreaba caña para el central.

Ansioso de superación pudo, robándole horas al descanso, estudiar de noche por correspondencia y graduarse de radio-técnico, al propio tiempo que aprendía el oficio de barbero, que desempeñaba los domingos y en ratos libres.

AunqUe de carácter afable y simpático con todos, ello no le impedía ver la situación imperante en Cuba después del 10 de marzo, y cuando se integran los primeros núcleos del Movimiento 26 de Julio en Placetas, donde ya residía, participa en distintas tareas revolucionarias clandestinas. Pronto ocupó la responsabilidad de Jefe de Acción y Sabotaje del Movimiento en ese pueblo.

En muchas oportunidades subió a las montañas del Escambray a entrevistarse con jefes de los grupos guerrilleros, pero se mantenía en el llano debido a sus múltiples responsabilidades.

El 28 de noviembre de 1958, cuando el ejército de la tiranía lanzaba una ofensiva contra los rebeldes de las montañas, Joaquín recibió la orden de abandonar su lucha en la población y marchar a incorporarse a los combatientes del Escambray. Unido a un grupo de valientes revolucionarios de Placetas marcha para cumplir esta nueva misión, pero fueron sorprendidos por las tropas del ejército y el pequeño contingente se dispersa. Joaquín y su compañero Rodolfo León resultan apresados. Torturados brutalmente, ambos jóvenes, fueron finalmente asesinados el 30 de noviembre de 1958.



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Rodolfo León Perlacia
Placetas,el 14 de junio de 1937 - Callejón de Santa Lucía, 30 Noviembre 1958

Rodolfo León Perlacia nace en San Andrés, municipio de Placetas,el 14 de junio de 1937. Su padre laboraba en tareas agrícolas y la madre era empleada de correos. Sus primeros estudios los realizó en la escuela pública del lugar donde nació.

A los 15 años se traslada para La Habana y continuó sus estudios en la Academia "Nobel", en horas de la noche, ya que durante el día trabajaba como empleado de una farmacia.

En La Habana le sorprende el golpe de estado del 10 de marzo de 1952, al que se opuso. Pronto se integra al proceso revolucionario, conjuntamente con otros compañeros estudiantes, y al ser perseguido, se traslada nuevamente para Placetas.

En esta ciudad se encontraban varios jóvenes revolucionarios creando las condiciones para dirigirse al Escambray y unirse a las tropas del Comandante Ernesto Che Guevara y Rodolfo se integra al grupo, los que salieron para sumarse a los combatientes el día 28 de noviembre de 1958.

Localizados por una avioneta, las tropas del ejército dispersan al pequeño contingente y es apresado Rodolfo junto a otro compañero. Ambos fueron torturados horriblemente y luego asesinados en el Callejón de Santa Lucía en la noche del 30 Noviembre 1958

Cuando los cadáveres fueron desenterrados, después del triunfo de la Revolución para ser trasladados a Placetas, Se pudo apreciar que habían sido asesinados con las manos atadas a la espalda.

El pueblo placeteño rindió en esa oportunidad el homenaje al joven que, con sólo 21 años, entregó su vida por la libertad de la Patria.




GRUPO DE HISTORIA DE LA LUCHA REVOLUCIONARIA EN SANTA CLARA (ACRC)
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SANTA CLARA 30 DE NOVIEMBRE DE 1956.-“SIN ARMAS Y COMBATIENDO”

VILLACLARA
SANTA CLARA 30 DE NOVIEMBRE DE 1956





“SIN ARMAS Y COMBATIENDO”
El 30 de Noviembre de 1956 quedó abierta la batalla definitiva contra la dictadura batistiana. El plan general fue concebido por Fidel. Se planeó que para que se consolidara el desembarco se llevaran a efectos acciones en toda la isla que impidieran al ejército trasladar sus efectivos con suficiente rapidez hacia la zona de desembarco.

Ese día los combatientes de Santiago de Cuba, dirigidos por Frank País, escribieron aquella página heroica del 30 de Noviembre, que situó a los combatientes santiagueros a la cabeza de la nación en la lucha contra la tiranía.

En todas las provincias del país se sucedieron acciones en ese día, pero muy poco se ha escrito de la participación del pueblo villaclareño en esa fecha.

Este trabajo pretende destacar algunos aspectos importantes de la acción realizada en nuestra ciudad en ese día, como modesto tributo a los jóvenes villaclareños que desarmados atrajeron hacia sí la brutal represión de la tiranía batistiana y escribieron una singular página de nuestra historia revolucionaria.


LAS BRIGADAS JUVENILES DE ACCIÓN Y SABOTAJE.
Desde el verano de 1955 se habían constituidos las Brigadas Juveniles de Acción y Sabotaje del Movimiento 26 de Julio en nuestra ciudad. Las labores organizativas previas y la selección y adiestramiento de sus militantes recayeron en Quintín Pino Machado y Rodolfo de las Casas Pérez (Casitas) quienes ocupaban la responsabilidad provincial de dichas Brigadas.

Durante cerca de año y medio las brigadas se habían ido fogueando en la lucha de masas contra la tiranía con su firme y decidida participación en actos de protesta, mítines relámpagos, apoyo a la huelga azucarera y manifestaciones masivas que eran reprimidas por la policía y en las cuales se cumplía con la consigna de contra-atacar con los puños, palos y piedras, que aunque dejaban un saldo de compañeros heridos y presos iban entrenando a los futuros combatientes a pelear en situaciones desventajosas.

El año 1956 se inició con la consigna de “Seremos libres o seremos mártires”. A partir de ese momento se intensifica el trabajo de organización de las Brigadas juveniles fundamentalmente en los sectores estudiantil y obrero.

El 28 de Enero de 1956 las brigadas organizaron la primera manifestación en que los integrantes de éstas contraatacaron a la policía en la esquina de Luis Estévez y San Vicente con saldo de varios heridos y detenidos. A partir de ese momento las brigadas aprovecharon cuánto disturbio se suscitase en la ciudad para ir creando un estado insurreccional en la población.

El 16 de Agosto de 1956 se imprimió en Santa Clara el primer “Manual del Revolucionario de las Brigadas Juveniles del M-26-7”, éste contenía los requisitos indispensables que debían observar todos los combatientes, las reglas de disciplina, las medidas de seguridad y el uso de los explosivos: Grandas de dinamita, cocteles molotov y fósforo vivo, así como las consideraciones tácticas y especiales para el combate en la ciudad.

De inmediato se comenzó su estudio por todas las Brigadas, alternándolo con sesiones nocturnas de entrenamiento que se hacían en casas particulares con algunas pocas prácticas de tiro que se hacían en las zonas rurales aledañas a la ciudad.

El Manual terminaba con una clara advertencia: “En caso de ser copado y no teniendo posibilidad de salir, prepare una barricada en cualquier cuarto disponible y fájese. Recuerde el Moncada.”

Durante los meses de Septiembre, Octubre y Noviembre las brigadas intensificaron el entrenamiento de sus miembros y dieron varias órdenes de acuartelamiento. Al mismo tiempo que se desarrollaba esta actividad clandestina las brigadas utilizaban cualquier pretexto para movilizar a las masas en vigorosas manifestaciones que terminaban con un enfrentamiento con la policía. Entre éstas se destacaron las manifestaciones nocturnas que se organizaron en el antiguo Cine de la Vigía, la de San Miguel y Central y la de Carretera de Sagua y Maleza con consignas antiimperialistas y en contra de la tiranía.

A partir de la manifestación del 27 de Noviembre de 1956 que fue reprimida por la policía en Parque y Luis Estévez, y en la cual las brigadas contraatacaron lanzando cocteles molotov en pleno Parque, éstas mantuvieron una constante agitación en los distintos barrios de la ciudad.

La extraordinaria actividad organizativa de Frank País no se desarrolló tan sólo en Oriente, sino que se hacía sentir también en nuestra provincia, tanto a través de las visitas que Frank hiciera a nuestra ciudad como de los contactos que los dirigentes provinciales del M-26-7 mantenían con Frank en sus visitas a Santiago de Cuba.

Días antes la Dra. Margot Machado y Rodolfo de las Casas se habían trasladado a Santiago de Cuba y habían sostenido una entrevista con Frank y con Pepito Tey.


EL CABLE DE MÉJICO ENVIADO A SANTA CLARA.
El 28 de Noviembre de 1956, se recibe en casa de la compañera Haydee Leal Díaz, un cable de Méjico similar al enviado a Santiago de Cuba con la “contraseña” para el levantamiento.

Haydeé nos ha relatado ese hecho de la siguiente manera:
“El cable lo recibí en mi casa pues venía a nombre mío, el de Santiago de Cuba iba a nombre de Arturo Duque de Estrada, yo tengo entendido que Aldo Santamaría recibió otro en la Habana, y que Raúl García Peláez lo recibió en Camaguey, y que José Antonio Echeverría también lo recibió.”

“El día 28 que recibo el cable estaba lloviendo torrencialmente, entonces mi mamá va a casa de Margot para avisarle, pues ese día en ese momento no están en Santa Clara ni Santiago Riera que era el Coordinador , ni Cheché Alfonso, ni Quintín Pino, ni Gallo Ronco (Guillermo Rodríguez del Pozo), ni Carlitos Martínez que estaba por Vega Alta, sino que estábamos solo prácticamente las mujeres..”

“Yo tenía la misión de guardar una cartulina grande, que no sé lo que decía, y la tenía metida dentro de un forro de la cómoda de la coqueta de mi casa. Cuando llegó Carlitos Martínez me dió la orden de que le entregara esa cartulina, y salió inmediatamente para la Habana esa noche y deja las instrucciones; entonces llegó Quintín que estaba con Cheché en gestiones de búsqueda de armas, y al llegar ellos, les informo del cable y comienza el corre corre,”

“Al mismo tiempo un grupo dirigido por Antonio Larralde ponía a funcionar la imprenta de la Universidad Central para imprimir las proclamas exhortando al pueblo a respaldar las acciones y dando a conocer el cumplimiento de la promesa hecha por Fidel.

“Al siguiente día 29 de Noviembre, regresó Carlitos de la Habana con Cheíto, (José L. Quián Cullén) un compañero de la Habana muy valioso que venía a reforzar el trabajo”.

“Esa noche regresa Santiago Riera de Santiago de Cuba, que había ido en gestión de buscar las armas, pero al no resolverlas es cuando comienza a cambiarse el plan original que consistía en apoderarse de los edificios altos de la ciudad y evitar la salida del ejército mediante la acción armada, ahora había que cumplir ese objetivo pero mediante el sabotaje con cocteles molotov.”


EL 30 DE NOVIEMBRE
En la noche del 29 de noviembre, Quintín Pino dio la orden de acuartelamiento a los miembros de las brigadas juveniles, cada una compuesta entre diez y quince compañeros. Cerca de doscientos jóvenes de Santa Clara acudieron esa noche a la cita con la Historia.

Durante la madrugada los combatientes acuartelados preparaban cocteles molotov mientras esperaban las indicaciones.

Osvaldo Rodríguez Ayala, jefe de acción y sabotaje del M-26-7 en la provincia de Las Villas, da órdenes de iniciar acciones de sabotaje que impidieran la movilización del ejército fuera de la ciudad y de requisar las armas donde estas estuvieran.

Múltiples fueron las acciones desplegadas por los integrantes de las Brigadas Juveniles en la ciudad de Santa Clara, que armados de cuchillos, cocteles molotov, piedras y clavos, obligaron al acuartelamiento del ejército en el Regimiento “Leoncio Vidal” cumpliendo así con el objetivo estratégico de la acción.

Las Brigadas de la Vigía al mando de Raúl Nieves Mestre ocuparon ese reparto durante todo el día interrumpiendo el tránsito en la Carretera Central. En esta acción participó activamente José R. León Acosta (Dinamo) quien fuera asesinado alevosamente por la policía en pleno día una semana después.

La Brigada del Condado integrada fundamentalmente por obreros realizó sabotajes en distintos establecimientos y mantuvo paralizado el tránsito en esa amplia barriada. La brigada de la Pastora dirigida por Hugo García, la de Armando Choy y la de Felipe Campos regaron puntillas y efectuaron mítines relámpagos atrayendo hacia sí la actividad represiva del ejército.

Al amanecer ante la ausencia de las armas prometidas, pero con el compromiso de respaldar el desembarco en la mente y en el corazón de aquellos jóvenes, se cambia el plan a la nueva situación sin armas, se inicia el acuartelamiento y se lanzan algunos a buscar armas.

José Julio Rivas y Francisco Ramos se dirigen a casa de un profesor que era cazador para pedirle sus escopetas. Éste se reviró y en el forcejeo se va un tiro que hiere al profesor en la mandíbula. Con las escopetas de caza en su poder se internan en el monte atrayendo hacia sí la actividad represiva del ejército.


TESTIMONIO DE JOSE JULIO RIVAS
“Yo estaba en la dulcería –El Carmen- que empezaba a trabajar a la una de la mañana, pero me mandan un aviso de que fuera a la casa (Maceo 153 Norte. Ya nosotros teníamos noticias desde el día antes de la cuestión del posible acuartelamiento a través de la Escuela de Comercio, y cuando llego me topo que están allí Quintín, Cheché y Santiago Riera, los tres estaban en mi casa, y entonces Quintín me explica que yo le voy a servir de enlace con las distintas zonas, me dice vete a ver al jefe de la zona del Carmen que estaban acuartelados en la bodeguita de Padre Tudurí y Zayas.”

“Me presento en la bodeguita y le digo al Jefe de la Brigada: - hay la tarea de requisar armas-, y me dice- con que arma voy a hacer esa tarea, dame tu revólver-, le digo- yo no suelto mi revólver-, entonces me dice: -ve tú entonces-, le pregunto- quien más iba a ir- , me dice- Sakiri (Francisco Ramos-), y le pregunto- en qué vamos-, me dice- busca algo.”

“ Había un chofer llamado García, que en ocasiones lo utilizábamos los estudiantes de la Escuela de Comercio, lo llamamos y nos recogió allí mismo.

El lugar era en la carretera de Sagua al llegar dejamos el carro parqueado hacia allá, y no en dirección hacia Santa Clara lo que fue un error, pues cuando fuimos a hablar con el profesor Vicente Hernández y le planteamos la cuestión, éste se negó a darnos el armamento, (él dijo posteriormente que él se negó porque nos había visto muy muchachos muy jóvenes) pero ya nosotros habíamos tomado el armamento.

Entonces él comienza a gritar, recuerdo que era un día fresco, pues había lloviznado la noche anterior y yo andaba con un jacket grueso reversible y cuando empieza a gritar le meto la mano en la boca y me muerde, y yo que llevaba el revólver en el bolsillo del jacket le disparo desde el bolsillo, pero como el jacket era doble el gatillo cae sobre la tela y no dispara.

Saco y entonces le tiro, le entra la bala por aquí, por el maxilar superior y le corre por todo el hueso y le sale por detrás, eso lo supe posteriormente, el hecho es que cuando le tiro él cae.

Entonces cogemos las armas y las metemos en el carro pero cuando vamos saliendo, en la casa de al lado vivía un soldado que al oír el tiro sale con el arma en la mano, y nosotros al tomar el carro salimos por la carretera de Sagua y Sakiri me dice vamos a ir a buscar Conyedo donde vivía un familiar de él, para ir de Conyedo a Santo Domingo y de ahí a la Esperanza para regresar a Santa Clara.

Pero se produjeron todas una serie de acciones en Santa Clara, aunque no se produce todo el levantamiento que se debía producir por la falta del armamento, y nos salieron a buscar y los guardias nos pasan por al lado y no nos ven, pero cuando llegan a casa del pariente de Sakiri éste nos denuncia y entonces nos rodearon el cañaveral en que estábamos y nos cogen.”

“A nosotros, realmente nos lo dijo el hijo del Coronel Hernández aquel, que no nos mataban porque Garcerán estaba con el piquete de búsqueda, porque pensaban que era Casitas el que estaba en este problema, y el padre de Casitas era muy amigo de Garcerán, a nosotros no nos coge la policía, sino el ejército, En Conyedo eso era como las dos de la tarde, nosotros fuimos por la mañana temprano a casa del profesor sobre las 8 de la mañana, y el chofer cuando nos deja se presenta en la estación de Policía para demostrar que él no era cómplice, lo que era cierto.”


LA BRIGADA DE CASITAS
Alrededor de las once de la noche se acuartela la Brigada de Rodolfo de las Casas (Casitas), en la trastienda de la “Casa Toda Onda” en la calle Marta Abreu, la trastienda se comunica eon el garaje de su casa que da para el Callejón de “Los Angeles”, allì en medio de la oscuridad del garaje nos ponemos a hacer cocteles molotov los doce jóvenes allí acuartelados. Esa madrugada Casitas desarrolló una intensa actividad recorriendo los centros de acuartelamientos y precisando las acciones a desplegar. Al amanecer nos reúne a los integrantes de su brigada y exclama: “Ha llegado el momento de ser libres o mártires, tenemos que alertar al pueblo, la lucha ha comenzado.” Todo en él es dignidad y corazón. Imparte órdenes de realizar acciones que impidan la movilización del ejército y sale con dos compañeros armados con un cuchillo, 50 cocteles molotov y paquetes de propaganda en su carro. Va al timón, a su lado un compañero con las proclamas listas para lanzarlas a la orden de Casitas, detrás el compañero Rodolfo Maribona Hernández con el saco de los 50 molotov listos para lanzarlos a su orden.

Salen temprano en la mañana y se dirigen a cumplir con el compromiso de honor contraído y ante cada objetivo que encuentra en su camino y que pueda contribuir a crear la situación insurreccional en la ciudad da ordenes de lanzar cocteles molotov, y así lo hacen contra la Zona Fiscal de la calle Independencia, el servícentro de Luis Estévez y Martí, también incendian dos camiones que encuentran en la calle Maceo y por último lanzan cocteles molotov contra el Servícentro de Maceo y Central, incendiándolo.

Durante el trayecto, Casitas se dirigía a los transeúntes que encontraba, arengándolos a unirse a la lucha contra la tiranía exclamando: “Llegó el momento, a luchar. Abajo la dictadura”

Precisamente, cuando actuaba contra el Servicentro de Maceo y Central, es detectado por un carro patrullero del SIM, que comienza una singular persecución a lo largo de la Carretera Central en el tramo conocido por “El Malecón”. El patrullero, disparando con su ametralladora, acosando al carro de Casitas, y éste sin armas, esquivando los disparos gracias a su destreza como chofer, hasta que al llegar a la calle Tristá toma por ésta en dirección hacia el Parque y para eludir la persecución de la patrulla ordena lanzar del carro el saco incendiado con los diez o doce cocteles molotov que le quedaban y que al hacer explosión en Tristá y Lubián incendia toda la calle impidiendo el paso del perseguidor y escapando así de tan peligrosa situación.


LA NOCHE DEL 30 DE NOVIEMBRE
Por la noche es cortada la luz de la ciudad y un grupo integrado por José R. León Acosta (Dinamo), Domingo Valladares (Chacachaca) y Arturo Losada, Armados de pistola y revólver asaltan un carro particular en Maceo y Nazareno con el objetivo de utilizarlo en varias acciones y así incendian el garaje de Carretera de Sagua y Maleza, posteriormente tirotean la posta del Hospital Provincial y por último son interceptados por un perseguidor en la esquina de la Escuela de Comercio donde intercambian disparos con la policía, dejan abandonado el carro y escapan por los terrenos de la antigua Boulanger, (hoy el Parque el Sandino)

Audaces fueron las acciones desarrolladas en la ciudad por aquellos jóvenes que por primera vez actuaban de manera coordinada con el objetivo de atraer hacia ellos la atención de las fuerzas represivas, sin más armas que la voluntad de cumplir con el objetivo de facilitar el desembarco de Fidel y los expedicionarios.

Numerosos compañeros se destacaron en aquel día lleno de gloria: Casitas, Dinamo, Valladares, “El Búho Anido”, Muchos cayeron presos: Quintín Pino, José Julio Rivas, Francisco Ramos, Arturo Losada, Domingo Valladares, Hugo García, Arturo Machado quién fue obligado a tomarse el contenido de un coctel Molotov. Todos fueron golpeados y torturados.

La importancia histórica de aquellas acciones radica en que la juventud villaclareña sin armas, había respondido a la cita con Fidel con la fe en el triunfo de la causa revolucionaria y que ésta sirvió para despertar conciencias e incorporar a miles de combatientes a la justa luchas de liberación como fue demostrado dos años y un mes más tarde en la histórica Batalla de Santa Clara en la cual la juventud villaclareña, fogueada por la experiencia en la lucha y armada escribió la más bella página de su historia.



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Por Raúl Sarmiento Carreras (Diosdado). Publicado en "Vanguardia", 30 Noviembre 1981
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Manuel Fajardo (Piti).

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HÉROES ETERNOS DE LA PATRIA



Manuel Fajardo (Piti)
Manzanillo, 8 noviembre 1930 - Entronque de Topes de Collantes, 29 de noviembre 1960

Piti nació en Manzanillo, el 8 de noviembre del año 1930; cursó sus estudios primeros en la escuela José María Heredia, de su pueblo natal, hizo el bachillerato y finalmente concluyó la carrera de medicina en la Universidad de La Habana, donde se graduó con brillantes notas.

Por su expediente fue seleccionado interno del hospital Emergencias de la Habana (hoy "Freire Andrade"). Una vez graduado, vuelve a Manzanillo y presta sus servicios en el Hospital Civil de dicha ciudad y en la Clínica La Caridad, conjuntamente con el desaparecido comandante René Vallejo.

"Piti" tuvo la responsabilidad profesional y patriótica de asistir a los heridos del Ejército Rebelde que eran enviados desde la Sierra Maestra.
Cuando Vallejo es detenido por el esbirro Salas Cañizares, célebre por sus fechorías y asesinatos, son descubiertas las actividades clandestinas que se realizaban en la clínica La Caridad. Este hecho hace que el joven médico tome el camino de la Sierra, en el mes de marzo de 1958. Bajo las órdenes de Fidel actúa como médico y asume la responsabilidad del arsenal de guerra y la contabilidad de los equipos.

La práctica de deportes desde pequeño, así como su alta y delgada estatura lo dotan de una gran resistencia física para la pelea. Durante la ofensiva batistiana, se desempeña en las guerrillas como médico de primera línea, atiende a los heridos dentro del combate; se destaca como médico y combatiente. Participa en la batalla de "Santo Domingo", "Providencia", "Cuatro Caminos", "Las Mercedes", "Cerro Pelado", "Veguita", "El Salto", y otras.

Concluye su campaña en la Sierra Maestra con el grado de Capitán del Ejército Rebelde.

Cuando Fidel ordena al comandante Lalito Sardiñas, que la Columna No. 12 Simón Bolívar impidiera el cerco de las fuerza de la tiranía, en el límite de Camagüey y Oriente y a las columnas invasoras de Camilo y el Che el avance hacia Las Villas, "Piti" planea con Sardiñas todas las operaciones y da cumplimiento a las órdenes del Comandante en Jefe. Luego, las tropas de Sardiñas son divididas en dos grupos, con fines operacionales; A Fajardo se le sitúa al frente de uno, para operar en la zona de Tunas, Holguín, Puerto Padre y Jobabo.

La Columna 12 forma el Cuarto Frente y aquí "Piti" organiza las comunicaciones, el hospital y combina con Lalo Sardiñas las operaciones militares.

Al triunfar la lucha armada, "Piti" ocupa el cargo de director del hospital civil de Manzanillo, más tarde desempeña la misma función en el hospital de Santiago de Cuba y poco tiempo después es nombrado Jefe de Operaciones de la Sierra Maestra, al frente de las obras de la Ciudad Escolar Camilo Cienfuegos, donde inaugura la primera Unidad con 500 Camilitos, el 26 de julio de 1960. En ese mismo año dirige las operaciones de captura de la banda del traidor Beatón.

Por un tiempo es médico de cabecera de Fidel, cuando el Jefe de la Revolución sufre una afección neumónica en 1960. Posteriormente la Revolución lo sitúa al frente de las acciones contra los bandidos en el Escambray, donde cae víctima de una emboscada el 29 de noviembre del propio año. Al morir había acabado de cumplir 30 años de edad.

De "Piti" Fajardo dijo el Comandante de la Revolución, Juan Almeida Bosque: ... "era un combatiente con el bisturí en una mano y el fusil en la otra..."

Fidel, ante su tumba, pronunció un sentido discurso del que se recuerdan estas inolvidables palabras: "El compañero Fajardo cumplió su deber, lo cumplió en la guerra como médico y soldado, lo cumplió en la paz y está en el corazón de los primeros 500 niños de la Ciudad Escolar Camilo Cienfuegos.
El nombre de Manuel "Piti" Fajardo Rivero será siempre recordado como lo que fue: médico, maestro y soldado, un revolucionario consecuente con su profesión y sus ideas políticas.




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Andrés Chongo Contreras

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HÉROES ETERNOS DE LA PATRIA

Andrés Chongo Contreras
Mataguá, Manicaragua, 5 julio 1936- Segundo Combate de La Maya, 28 noviembre 1958


Andrés Chongo Contreras, Hijo de padres campesinos, conoció desde muy niño los rigores de una vida sometida a la explotación. El 5 de julio de 1936 nació en la finca "Cornide", Mataguá y a este pequeño poblado se trasladó después la familia y allí cursó hasta el 2do. grado. Tuvo necesidad de abandonar la escuela con este nivel para comenzar a trabajar en el campo.
Opuesto a la tiranía desde el golpe de estado del 10 de marzo, vio en los hombres que luchaban en la Sierra Maestra el camino de justicia social y que en el sistema en que vivía le había negado, partió hacia las montañas, incorporándose a la Columna comandada por Fidel Castro el 10 de julio de 1957.

Allí participó en varios combates y pasó después a integrar la Columna No. 6, que al mando de Raúl Castro, marchó a formar el II Frente Oriental "Frank País".

Por sus acciones en la lucha armada, Chongo era conocido por su arrojo y valor personal a los que unía su amor a la causa que defendía, el trato afable y fraternal con sus compañeros, su sinceridad y honradez.

Formó parte de la Unidad Móvil de Choque de la Columna No. 17 "Abel Santamaría" y tuvo destacada participación en importantes acciones militares, como Minas de Ocujal, Nicaro, Soledad, Baltony, la Zanja y Socorro donde marchó a las posiciones enemigas erguido y firme en su disposición de lucha.

Tuvo Andrés Chongo activa participación en los combates de Songo, La Maya y San Luís. El segundo combate de La Maya comenzó e1 28 de Noviembre y allí cayó el valiente villaclareño que fue ascendido, póstumamente, al grado de capitán del Ejército Rebelde.

Al proponer a Chongo para que le fuera otorgado el distintivo de la Legión de Honor "Frank País", el Comandante Lussón, destacaba su valentía, honradez, moralidad y probados principios revolucionarios.




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Fusilamiento de los 8 estudiantes de medicina. 27 Noviembre 1871

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Fusilamiento de los 8 estudiantes del primer año de medicina



27 Noviembre 1871

En la tarde del lunes 27 de noviembre de 1871, la población de La Habana presencio horrorizada el fusilamiento de ocho estudiantes del primer año de medicina, cuyas edades estaban comprendidas entre dieciséis y veintiún años. La clase entera, cuarenta y cinco alumnos en total en esos momentos, había sido reducida a prisión dos días antes por el gobernador político, acusándoseles de haber profanado tumbas en el cementerio general de la ciudad, y muy particularmente la de un periodista español nombrado Gonzalo Castañón, ídolo del sector de la población que defendía con fanatismo la inte¬gridad nacional.

Los estudiantes presos habían sido juzgados por un consejo de guerra compuesto de capitanes del ejército presididos por un coronel, estando la defensa a cargo del pundonoroso capitán español Federico Capdevila. Una turba armada, que con. el nombre de voluntarios sojuzgaba a la autoridad, inconformes con el fallo del tribunal, exigió del capitán general interino que se nombrase un nuevo consejo de guerra.

Se constituyó un nuevo consejo, integrado esta vez con seis vocales veteranos del ejército y nueve vocales escogidos entre los capitanes de voluntarios. De este modo se garantizaban sentencias de muerte exigidas por la turba fanatizada sedienta de sangre.

El segundo tribunal juzgó a los 45 acusados en consejo de guerra verbal y arbitrariamente fijó en ocho el número de los que debían ser fusilados. De los treinta y siete restantes, treinta y uno de ellos aquellos con veinte años o más de edad fueron condenados a seis años de presidio, y a cuatro años los menores de veinte años, cuatro fueron condenados a seis meses de reclusión carcelaria y dos fueron libremente absueltos.

Para escoger a los ocho que debían morir se echó mano de los que estimaron más culpables. Los cinco primeros fueron fáciles de señalar. Cuatro habían jugado en la plazoleta próxima a la necrópolis con el carro que se utilizaba para transportar los cadáveres destinados a la clase de disección. Otro había cogido una flor del jardín que estaba frente a las oficinas del cementerio. Pero faltaban tres, porque la turba de voluntarios enardecida exigía con sus gritos y amenazas el número de ocho que había fijado el consejo.

Esos tres fueron escogidos simplemente al azar, sacándolos a la suerte de entre los treinta y uno condenados a presidio. Uno de los que salió en ese espantoso sorteo fue un estudiante de diecisiete anos, natural de la ciudad de Matanzas y que no se hallaba en la capital el día de las supuestas profanaciones en el cementerio.

El fusilamiento de los ocho condenados a muerte se llevó a cabo a media tarde en terrenos de la Punta, y los cadáveres, fuertemente custodiados por un piquete de voluntarios, fueron conducidos a un cementerio rústico donde se les enterró todos juntos en una fosa común, no permitiéndose colocar una cruz ni señal alguna que indicase la sepultura.

De los 31 sancionados a presidio, once fueron condenados a seis anos, y veinte, a cuatro, siendo llevados todos los días a picar piedra como los demás presos comunes en las llamadas canteras de San Lázaro. Los cuatro restantes, condenados a seis meses de reclusión, quedaron como simples presos en la cárcel de La Habana.

El repudio general que provocó en el extranjero y en la propia metrópoli el bárbaro fusilamiento de los estudiantes, halló al fin eco en la corte respecto al resto de sus compañeros condenados a presidio,

Por Real Decreto de Amadeo I, Rey de España, se les indultó el 9 de mayo de 1872. Cuando el comandante de la cárcel recibió la orden de poner en libertad a los estudiantes presos, tuvo que hacerlo de madrugada entremezclados y confundidos entre los demás presos como si fueran a trabajar, y refugiarlos en la fragata española Zaragoza surta en el puerto de La Habana, para protegerlos de la ferocidad homicida de una horda de voluntarios fanatizados. Resultó con esto que el indulto se trocó en deportación gubernativa a que se vieron obligadas las autoridades de La Habana, único medio de salvaguardar a los estudiantes de la furia de aquella turba.

En cuanto a los cuatro condenados a seis meses de prisión, aunque indultados como los demás el 9 de mayo permanecieron en la cárcel hasta el día 27 de ese mes, en que se cumplían los seis meses a que habían sido sancionados.

Fermín Valdés Domínguez, hermano del alma de José Martí, y uno de los condenados a seis años de presidio, publicó en Madrid, en 1873, al que puso por título: Los Voluntarios de La Habana en el acontecimiento de los estudiantes de medicina,

Desde la constitución de la FEU en 1923. cada año los estudiantes universitarios conmemora el aniversario del 27 de Noviembre, que se ha convertido en una fecha de lucha para el estudiantado cubano en general, y en las reuniones del Comité Ejecutivo de la FEU el pase de lista de los presentes se inicia con los nombres de los 8 estudiantes fusilados :

Alonso Alvarez de la Campa y Gamba, Anacleto Bermúdez y González de Pinera, Eladio González y Toledo, Ángel Laborde y Perera, José de Marcos y Medina, Juan Pascual Rodríguez Pérez, Carlos Verdugo y Martínez, y Carlos de la Torre y Madrigal.
Al respecto en su poema A mis hermanos muertos José Martí escribió:


¡Y un mundo tienen ya por sepultura!
¡Y más que un mundo, más!
Cuando se muere, en brazos de la patria agradecida,
La muerte acaba,
la prisión se rompe;
¿Empieza, al fín, con el morir, la vida!




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Manuel Azcunce Domenech

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HEROES ETERNOS DE LA PATRIA

Manuel Azcunce Domenech

(Sagua la Grande, 25 de enero de 1945–-Escambray, 26 de noviembre 1961)




Manuel Azcunce Domenech (Sagua la Grande, 25 de enero de 1945) se preparaba para impartir su clase nocturna a uno de los hijos de Pedro Lantigua, el campesino que lo albergaba. Los bandidos se presentaron disfrazados de milicianos y confundieron a la familia revolucionaria.

A empujones sacaron del bohío a Lantigua y a Manolito. “Así que tú eres el brigadista comunista”, le dijeron al adolescente. “Sí, yo soy el maestro”, él replicó. Los milicianos hallaron sus restos a unos 500 metros de la casa. Uno de ellos confesaría más tarde: “Los mataron en el suelo o quizás quedaron moribundos por los golpes, bayonetazos; los molieron, en el cuerpo no les cabía un golpe”.

Todos estos crímenes no pudieron impedir el desarrollo de la Campaña. El 22 de diciembre de 1961 Cuba se declaró Territorio Libre de analfabetismo.

El 22 de diciembre de aquel mismo año histórico —que lo fue también porque triunfamos contra el imperialismo en Girón—, proclamaba en la Plaza de la Revolución que habíamos ganado la batalla contra el analfabetismo. El proceso educacional y cultural cubano adquirían una significación nacional e internacional ejemplarizante. Por eso, pudo decir: “Ningún momento más solemne y emocionante; ningún instante de júbilo mayor, ningún minuto de legítimo orgullo y gloria como este, en que cuatro siglos y medio de ignorancia han sido derrumbados”.

Las decenas de miles de alfabetizadores congregados en la Plaza exclamaron a coro: “Fidel, Fidel, dinos qué otra cosa tenemos que hacer. Su respuesta fue: Ahora deben hacerse maestros, artistas, profesores, técnicos, ingenieros, especialistas en las más diversas disciplinas de la ciencia y la cultura”.

A la Campaña de Alfabetización siguieron los programas de Seguimiento y Superación Obrera que completaron el ciclo básico de seis grado, por eso aunque con métodos y materiales docentes adaptados para jóvenes subescolarizados y adultos se desarrolló la "Batalla del Sexto Grado" desde 1962 hasta el quinquenio 1975-1980, de igual forma se desarrollo la "Batalla por el Noveno Grado "que culmino en el quinquenio 1980-1985.

Simultáneamente se ha desarrollado el programa de las Facultades Obrera y Campesinas donde los adultos pueden adquirir un nivel equivalente a doce grados para continuar estudios universitarios u optar por cursos de nivel medio superior de calificación técnica.

La ampliación de los servicios educacionales fue objetivo priorizado desde los primeros momentos. La creación de diez mil nuevas aulas de una vez, la conversión de los cuarteles en escuelas y la nacionalización de la escuela privada ejemplifican, de manera elocuente, esa voluntad de la Revolución triunfante.


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El alzamiento de Victor Bordón el 26 de Noviembre de 1956

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EL REBELDE DEL PUEBLO

El alzamiento de Victor Bordón el 26 de Noviembre de 1956
En la espera del Granma.

La noticia entró a los oídos de Víctor Bordón con toda la fragancia del universo. Volteó el rostro hacia su compañero Evelio Daniel Villavicencio y le expresó con emoción incontenida; Oíste, Patilla, Fidel desembarcó por la zona de Niquero, en Oriente. El hombre cumplió lo que prometió. Esto no hay quien lo pare. Coño, Patilla, ponte contento, compadre, que ahora sí la cosa va pa´lante.

Bordón era el primer guerrillero alzado en el llano en el país contra la tiranía de Fulgencio Batista.

Desde el 26 de noviembre de 1956, amenazado de muerte por la tiranía, decidió levantarse en armas, junto a sus coterráneos Villavicencio y Miguel Martínez, en unos matorrales prácticamente a escasos tres kilómetros del pueblo.

No podía seguir en la clandestinidad, pues me habían cogido varias veces preso y golpeado. En 1a Habana también me detuvieron por participar en sabotajes y asaltos. Entonces decidí irme para el monte e hicimos el campamento en la finca Santa María, de Juancito Martínez, cerca de Sevilla, donde nací..

Juan José Martínez, desde una silla de ruedas y una gorra verde olivo que irradia fidelidad continuada, susurra por encima de sus 70 años y de una caprichosa enfermedad que intentaba sacarlo de la vida y lo sepultó varios meses después:

"Yo le di abrigo a Víctor más por amigo que por revolucionario. En el campo a un hombre tan completo no se le puede cerrar la puerta por muy acosado que esté. Le dije; 'Aquí está tu casa y le abrí la puerta de par en par.' Después me endulzó con sus ideas y me incorporé de lleno a la lucha.

Repetía: No paro hasta derrocar al régimen. Yo me decía: Este se está volviendo loco, pero después me fui dando cuenta de la seguridad de sus palabras y me incorporé a su guerrilla como un combatiente más.

"Cuando llegaron, ya caída la noche, le habilité un cuarto y le dije: Entra, que aquí hay un amigo para lo que sea. Los guardias nunca sospecharon que podía estar en mi casa, tal vez por lo sencillo del lugar, más bien llano y de escasa vegetación. Fue el primer campamento rebelde de esta zona. Mi mujer, Zenaida, no titubeó en ayudarlo ni en compartir con él nuestro hogar y nuestra comida."

Y apunta Bordón:

Llegaban noticias falsas de que habían matado a Fidel y después, que lo habían cogido preso. Yo sabía que eran cuentos. Conocía la historia de Fidel como asaltante del Moneada, de su prisión en Isla de Pinos y de su exilio en México, por lo que imaginé que sería muy difícil volverlo a agarrar. Después supe que ya estaba posesionado en la Sierra Maestra y le comuniqué a mi pequeña tropa: El hombre está vivo y peleando en la Sierra, y dije aquello que he repetido por toda mi vida: ¡Con Fidel, hasta la muerte!

Lo que él predicó en el juicio del Moneada era lo mismo que yo quería: que no hubiera niños sin hogar, que todo el mundo tuviera derecho a la medicina. Yo había visto a mucha gente pidiéndole cinco pesos a mi padre para comprar una medicina y no se le muriera un familiar, que casi siempre al final fallecía por desamparo hospitalario. Conocí, además, a muchas familias muñéndose de hambre.

Resultaba imposible permanecer alzado con un nutrido grupo de hombres, dadas las condiciones logísticas y topográficas de la zona. Bordón ideó una táctica inexplorada hasta entonces, consistente en movilizar a los hombres para realiza1" las acciones nocturnas, y ellos luego retornaban a sus quehaceres cotidianos.

Era una guerrilla suburbana destinada a destruir tendidos eléctricos, vías de comunicaciones y a otros sabotajes sin enfrentarse directamente a las fuerzas enemigas, enmascarada por el valor de sus integrantes y la fidelidad de los moradores, trente digna y honesta, negada a darle un soplón a la guardia rural dei pueblo.

Nosotros aplicábamos la táctica de Fidel, de que lo más importante era la lucha guerrillera y que las ciudades se convirtieran en su retaguardia. Lo hacíamos desde el llano y le imprimíamos a ella un carácter popular, porque sencillamente en el mantenimiento del grupo armado participaba toda la población.

Miguel Martínez, de los primeros tres fundadores, abor¬dado en su carpintería quemadense, recuerda:
"Realizábamos sabotajes diariamente para hacernos sentir en la zona. Dejábamos el pueblo a oscuras, quemábamos una guagua, hacíamos esto y lo otro, y luego regresábamos al campamento. En cada una de esas primeras escaramuzas nos apoyaban varios miembros del Movimiento 26 de Julio que permanecían en la clandestinidad.

"En el caso mío fui arrastrando a toda la familia a la lucha. Primero comprometí a mi hermano Manolo y poste¬riormente a los otros. Después entraron el viejo (José) y la vieja (Nena), y demás de la familia. Nosotros éramos muy pobres y anhelábamos un porvenir mejor. A Víctor lo consideramos como el jefe desde el primer momento, pues se veía con más condiciones en todos los aspectos en cuanto a la integridad de una persona."

El prestigio insurrecto de Bordón crecía con los días y l(* gente más dispuesta se le iba sumando en una matemáticaque multiplicaba los números de afiliados por salidas y puestas del Sol. Cente lo atestigua:

"Yo estaba en una esquina de la cárcel y escuché los primeros tiros de la revolución la noche del 24 de diciembre de 1956, cuando el pequeño grupo de Bordón atacó el local de la sanidad. Eran disparos salidos de revólveres viejos, pero emitían un sonido de coraje y admiración. Fue así como me enrolé en el Movimiento 26 de Julio.

"Hacía sabotajes por la noche y al otro día me incorporaba en la tabaquería. Pero empecé a achicharrarme y tuve que irme para Cienfuegos.

Bordón fue distribuyendo a los compañeros en núcleos pequeños para poder subsistir hasta ver qué camino íbamos a tomar."

La jefatura del Movimiento 26 de Julio en Las Villas, encabezada por el médico Allan Rosell, constituía, por lo tapiñado, un rival más difícil y complejo que la propia guardia rural. Bordón comenzó también a tener roces con la dirección del Movimiento en la región de Sagua la Grande, a la que pertenecía el municipio de Quemado de Güines.

Me colaba en los pueblecitos chiquitos y leía los periódicos u oía la radio, y así me enteraba de las principales noticias. De esa forma supe que había caído preso Quintín Pino Machado, que era uno de los puntales más diáfanos de la organización.

A los pocos días se aparecieron los jefes de Sagua con la misión de persuadirme de que no continuara alzado. Vinieron Ernesto Mora y Matienzo con el apoyo de Angelito González, coordinador del Movimiento en Quemado, y quien al igual que ellos consideraba que la lucha había que librarla desde acciones en la ciudad y el que se opusiera como yo a esa teoría, era considerado un indisciplinado.

Discutimos por varias horas, mas yo mantuve mi disposición de seguir en la manigua. Se marcharon vencidos, pero no convencidos.

Diego González Suárez, chofer que en aquel momento tenia supuestamente como misión trasladar armas y darle atención a Bordón: "Al principio la dirección apoyaba a Víctor, aunque después comenzaron a existir dificultades por un problema que había con los jefes del Movimiento en Sagua la Grande, quienes expresaban que Bordón era un indisciplinado y no respetaba sus decisiones.

En su libro Gente del Llano, Enrique Oltuski describe un diálogo que sostuvo, a su entrada a Las Villas como Jefe del Movimiento 26 de Julio, con el llamado Guajiro. Oltuski pregunta: Ven acá, ¿viste lo de Bordón?

Si, estuve hablando con la gente de Sagua. Ellos se quejan de que Bordón es un indisciplinado, que no hace caso y que lo que quiere es andar por la libre.
"Yo creo —dice Oltuski—, que lo que debemos hacer es mover a Bordón hacia el centro de la provincia y ponerlo directamente bajo el mando de la dirección provincial "

Eso, sería la mejor solución, pero hay que convencer a la gente de Sagua, porque ellos lo que piden es la expulsión.

"Bueno, convéncelos, y después tú y Diego entrevístense con Bordón"

Humberto González, jefe de acción y sabotaje del Movimiento 26 de Julio en el regional de Sagua la Grande:
"No puedo decir que Bordón era un indisciplinado. Con quien él tuvo ciertas diferencias fue con Ernesto Mora. Conmigo siempre lo que tuvo y ha tenido es amabilidad y amistad"...."Admiré su valor personal y sus condiciones revolucionarias. Sus contactos más estrechos eran a través del coordinador Ernesto Mora. Yo no sé cuál fue el problema, pero sí sé que entre ellos existieron dificultades."

"El coordinador local era Angelito González (traidor), pero la máxima figura era Bordón, que estaba alzado."



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Tomado de "Victor Bordón. El nombre de mis ideas" de José Antonio Fulgueiras, pag.33-37
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Los preparatives del Gramma. En 1956 seremos libres o mártires

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Los preparatives del Gramma

En 1956 seremos libres o mártires


Ser capaces de llevar a Cuba la lucha armada en el mas corto tiempo posible se convirtio en un objetivo de credibilidad ante el pueblo cubano para Fidel Castro y el Movimiento 26 de Jullo. Empresa dificil la de fletar una expedición, en secreto y sin suficientes recursos.

En Mexico, el Movimiento 26 de Julio fue concentrando un nutrido grupo de jovenes seleccionados en Cuba, en Estados Unidos y paises de Centroamerica; otros llegaban por su cuenta.

La preparacidn siguid el modefo de discretion, discipline y ceferidad de los preparatives anteriores del grupo de Moncadistas.

Se alojaron en varias casas en la capital y posteriormente tambien en Veracruz y Jalapa. Las practicas mas fuertes se efectuaron en los Ranches La Rosa y Maria de los Angeles.

El primero, en la localidad de Chalco, a 40 kilometros de la capital, disponia de terrenos de nueve kilometros de ancho por 16 de largo en zona montafiosa, pero cayo en manos de las autoridades en junio de 1956. El segundo, conocido como el Campamento de Abasolo, estaba cerca de ese pueblo en el estado de Tamaulipas y funcionó los meses de octubre y noviembre de ese ano, previo a la salida del Yate Granma para Cuba.

Pero el entrenamiento militar y politico tuvo diversas fases, de acuerdo con los escasos recursos de que disponian.

Al principio los futuros expedicionarios realizaron largas caminatas en la capital y escalamiento en los cerros cercanos, que poco a poco se complicaban con cargas pesadas en las espaldas y la privation del agua y los alimentos.

Los futuros guerrilleros remaron muchas horas en el Lago del bosque de Chapultepec, cumplieron un regimen de gimnasia y defensa personal, tanto en las casas como en un gimnasio. Practicaron el tiro en el Campo los Gamitos.

En la preparación teorica contaron con las conferencias del exgeneral Alberto Bayo, veterano de la Guerra Civil Espanola; del joven medico argentine Ernesto Guevara , que desde entonces unió su destino a los cubanos, y del moncadista Antonio Ñico López.

Parte de las armas fueron compradas en la armeria del mexicano Antonio del Conde Pontones (el Cuate), otras en las ciudades de Toluca y Puebla y el resto en otros lugares, principalmente en Estados Unidos. A veces se adquirfan por piezas y se armaban en el taller de El Cuate.

Los uniformes fueron hechos tambien en un taller de Conde y las botas compradas en Guanajuato.

Entretanto, Fidel Castro y Juan Manuel Marquez Rodrfguez no descansaron un solo dia para hacer cumplir la promesa de que "en 1956 seremos libres o seremos martires", hecha por el jefe moncadista.

La detencion en junio de 1956 de Fidel Castro y de 27 de sus companeros puso en peligro los planes de regresar ese mismo ano. Los agentes de Fulgencio Batista casi logran su deportation e incluso ia vida del lider cubano estuvo en juego.

El expresidente Lazaro Cardenas, en persona, gestiono la libertad de Fidel Castro ante el entonces presidente de Mexico, Adolfo Ruiz Cortines.

El campamento de Abasolo quedo desactivado el 21 de noviembre luego que dos de los hombres desertaron, pero el proximo lugar de reunion sería en Tuxpan, de donde partió el Yate "Granma" a la 01:30 de la madrugada del 25 de noviembre, bajo la lluvia y navegacion prohibida debido a las malas condiciones del tiempo.


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Carolina Rodríguez Suárez

VILLACLARA
HÉROES ETERNOS DE LA PATRIA



Carolina Rodríguez Suárez
Santa Clara, 25 Noviembre 1826 - Santa Clara, 1899

Carolina Rodríguez Suárez Nació en Santa Clara, el día 25 de noviembre de 1826, en un hogar humilde. Se vinculó a la lucha por la independencia desde La Guerra de 1868, en una fecunda Labor clandestina, entregándose por entero a La causa de La libertad de U patria desde aquellos momentos.

Luego de la firma del pacto del Zanjón continuó conspirando y estuvo de inmediato involucrada en los preparativos de la Guerra Chiquita.

Fue infatigable colaboradora de Carlos Roloff; tenía en sus manos el control de la red de agentes que en Santa Clara Luchaban a favor de la nueva guerra. AL ser descubierta, logró escapar de su ciudad natal y se vio obligada a trasladarse a los Estados Unidos Dará evitar la deportación a España. En Cayo Hueso se vinculó a los clubes revolucionarios allí existentes. Fue eficaz luchadora a favor de Las ideas de José Martí. Aunque ya anciana y con dificultades visuales, su voluntad patriótica no ñaqueó. Aportó la mayor parte de su salario como despalillados para la causa cubana, también envió dinero a cubanos enfermos, prisioneros y deportados. Colaboró activamente durante toda la guerra y regresó a Cuba en 1899, enferma y con La pérdida casi total de la visión. Ese año murió en su ciudad natal en La mayor pobreza.

José Martí supo valorar la labor de esta mujer y su entrega a La Lucha por la independencia cubana y de ella dijo: «Con ojos de centinela y entrañas de madre vigila la cubana de setenta años por la libertad; adivina a sus enemigos, sabe donde están todos los cubanos que sufren, sale a trabajar para ellos, en la mañanita fría arrebujada en su manto de lana ¡Esa es el alma cubana!»


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Fuente: SANTA CLARA. EQUIPO PROVINCIAL DE HISTORIA. «Proceres villaclareños». Santa Clara, 1991. (Manuscrito)


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GRUPO DE HISTORIA DE LA LUCHA REVOLUCIONARIA EN SANTA CLARA (ACRC)


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Lino Pérez Hernández y Taurino Valeriano López Broche (El Conguito)

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HÉROES ETERNOS DE LA PATRIA
ASESINADOS EL 23 DE NOVIEMBRE 1958

Lino Pérez Hernández
Camajuaní,23 Septiembre 1936 - Camajuaní,23 Noviembre 1958

Nació el 23 de septiembre de 1936 en la finca "Vigía", Municipio de Camajuaní.

Logró cursar la enseñanza primaria hasta el 4to. grado y después se dedicó a trabajar en las labores agrícolas en la pequeña finca de sus padres.

Desde 1957 comenzó a colaborar en la lucha contra la tiranía en el seno del Movimiento 26 de Julio.

Realizó sabotajes, vendió bonos y utilizaba su casa para guardar armas, ropas y otros útiles que después eran enviados al Escambray.

Acusado por un delator, el ejército practicó un registro en su hogar, al encontrar ropa verde olivo, un revólver y una escopeta le detuvieron junto a su compañero Valeriano López Broche "El Conguito".

Trasladados hacia el cuartel de Remedios fueron golpeados y vejados. En este lugar los asesinaron el 23 de noviembre de 1958 y sus cadáveres los sepultaron en un platanal que existía en el patio del cuartel.



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Taurino Valeriano López Broche (El Conguito)
Camajuaní, 11 de Agosto 1939 - Remedios,23 Noviembre 1958

Taurino Valeriano López Broche (El Conguito) En el seno de una humilde familia campesina nació el 11 de Agosto, 1939 Valeriano López Broche, conocido por "El Conguito", en el Municipio de Camajuaní.

Cursó sus estudios hasta el 4to. grado de la escuela primaria.

Al integrarse el Movimiento 26 de Julio en el Municipio de Camajuaní sus ideas lo llevan a hacer causa común con otros amigos y compañeros en las actividades revoluciona¬rias.

En estas luchas primero se dedicó a la confección de brazaletes y banderas del M-26-7, y después realizó diversos actos de sabotaje y quema de vehículos.

En su interés de apoyar la lucha marcha hacia el Escambray para incorporarse a la guerrilla, pero se le encomienda que baje al llano a fin de realizar acopio de armas para los combatientes.

Su valor y audacia lo llevaron a despojar de su arma a un guardia Rural y hacer acopio de distintas armas de personas afectas al régimen, que vivían por la zona donde él residía.

El 19 de noviembre de 1958 estaba en la casa de un compañero de lucha llamado Lino Pérez, cuando es delatado y un grupo de casquitos lo detienen a él y a su compañero.

Conducidos a la Capitanía de Remedios, al anochecer del día 23 fue torturado cruelmente y asesinado junto con otros compañeros revolucionarios.

Los sepultaron en un platanal que existía en el patio del Cuartel, lugar donde encontraron sus restos después del triunfo de la Revolución.

Valeriano contaba solamente 19 años de edad cuando dió su vida por la causa de la Revolución.




GRUPO DE HISTORIA DE LA LUCHA REVOLUCIONARIA EN SANTA CLARA (ACRC)

EL EXITOSO ASALTO A LA CARCEL DE MUJERES DE GUANAJAY, El rescate de Caridad Díaz Suárez. (Chilica ó Nenita),

VILLACLARA
EL EXITOSO ASALTO A LA CARCEL DE MUJERES DE GUANAJAY

El rescate de Caridad Díaz Suárez. (Chilica ó Nenita),
Guanajay, 22 de Noviembre 1958

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Caridad Díaz Suárez (Chilica) estaba circulada por la Policía de Matanzas desde el 26 de mayo de 1957 en ocasión del incendio de los almacenes del central “Tinguaro” y de la explosión accidental en su casa de una bomba a Armando González Capote mientras la preparaba, también estaba reclamada por la causa 477 de Santa Clara y otas causas en Matanzas.

Desde entonces se había mantenido clandestina en Matanzas, pero había sido detenida en Julio de 1958 siendo presentada a la prensa y a los tribunales el 18 de agosto de ese año por lo que se encontraba en prisión en la cárcel de Guanajay en espera de juicio por varias causas .


En la foto cuando fue presentada a la prensa, de izquierda a derecha: 1.-Capitán José L. Castillo Fornaris, J' Escuadrón 41, Matanzas; 2.-María Luisa Suárez Bemúdez, madre de Caridad; 3.-Caridad Díaz Suárez; 4.-Padre Lorenzo, Iglesia de Pueblo Nuevo, Matanzas.(colaborador secreto de la tiranía)


Desde la prisión concibió un plan para ser rescatada que le trasladó a Leonor Arestuche Amieba “La Sobrina o Dalia” (combatiente clandestina de Matanzas y Las Villas).

El plan se puso en ejecución y es relatado por las dos protagonistas de esta historia.


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Testimonio de Leonor Arestuche Amieba “La Sobrina o Dalia" combatiente clandestina
del M-26-7 en las provincias de Matanzas y Las Villas tomado de su libro de “Memorias”:
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Raúl me pides que te hable como entré las armas en el reclusorio de mujeres de Guanajay, te diré que los 10 minutos que me dio la directora del penal para hablar con Chilica me resultó un siglo, pues el día anterior yo había estado allí para puntualizar como iba a ser toda la operación del comando que asaltaría el lugar para rescatar a Chilica.
Como anécdota te diré que yo tenia aquello como un relajo pues en una semana fui como tres veces y eso no estaba permitido, me ayudo las latas de dulce y las cajitas de dulce guayaba que le llevaba a la directora y los tabacos al sargento que estaba a la entrada (muy buena persona aquel negro de 40 o 50 años).

Te contare que cuando voy con la pistola y el revólver recortado para entregárselos a Chilica pensé que no me dejarían entrar, pero como llevaba los regalos todo se resolvió, fue un viernes 21 de Noviembre de 1958.

Aquí va la anécdota, este policía de la entrada me dijo ¡oiga si mañana me saco en la lotería le voy a hacer un regalo! y yo le conteste y ¿Por qué?, Porque el número de la chapa de su carro es el número que yo jugué en la lotería y compré dos pedacitos de billete ¡te imaginas! ¡Yo me quede pasmada!, pero tuve que seguir haciéndome la graciosa, porque llevaba arriba de mi cuerpo las dos armas (en la sayuela interior) y temía que me dijera que no podía verla, pues como antes te dije, había estado de visita el día anterior.

Conclusión me dejaron pasar por 10 min. y me pusieron a la esposa del jefe como acompañante durante la visita, por suerte era una mujer embarazada y estaba tejiendo unos pañales o culeros de su canastilla y se encontraba muy metida en su tejido.

Además estaba la situación de que Chilica ya había dejado de comer y se encontraba débil y tenia que caminar desde la celda hasta el saloncito de la visita, que es como un kilómetro, y aunque ella venia preparada con otra sayuela interior me preocupaba el regreso a la celda y la distancia que tenia que recorrer de vuelta y con las dos armas pesadas como era la pistola 38 y el Colt 45 recortado.

Cuando vi. el lugar donde se iba a realizar la entrevista y aquella señora vigilándonos situada a dos metros de nosotros, pensé que se agotaban los 10 mín. y no podría pasarle las armas a Chilica, ésta se dio cuenta, me agitó de tal manera que saqué aquella pistola de debajo de mi saya en menos de un segundo y se la entregué y ella hizo lo mismo, yo no podía ni hablar, solamente le decía que venia su primo con el médico de la familia para reconocerla, que eso se lo mandaba a decir su mamá para que se lo trasmitiera a la directora del penal.

Inmediatamente que ella tuvo las armas en su poder me viré a la vigilante y le dije que necesitaba hablar con la directora, eso me daba tiempo para ver como Chilica se movía con esos hierros arriba, pues ella estaba débil y debía caminar un tramo largo; llamaron a la Guanche, que así se llamaba la directora del penal, le transmití el recado de la mamá de Chilica sobre la visita del médico de la familia que se haría al otro día, y la directora me contesto que sí autorizaba esa visita.

Te diré que para mi fue el minuto más difícil, aunque creo que ese traspaso de arma ocurrió en un segundo, yo estaba muy preocupada (acobardada), porque aquella operación era muy arriesgada y más aún delante de un vigilante.

En cuanto al choque te diré lo siguiente, participó en el asalto a Guanajay el compañero Arsenio del Movimiento 26-7 de Las villas, que poseía un carro tirando viajes como botero de Santa Clara hasta el pueblo de Miller, este muchacho lo apodaban " cara de bache "y participaba en la lucha contra Batista con su carro, o sea que dejaba de ganar dinero para trabajar, por su patriotismo, en el movimiento no tenía hora para estar junto a nosotros para lo que se necesitara.

Con el carro de Arsenio, Quino y yo nos movíamos para cualquier lugar tanto en la provincia de Las Villas como fuera de ésta, por eso yo contaba con él y su carro para la toma del reclusorio de Guanajay.

En esa acción participaron tres carros, en el primero iba manejando Manolito Suzarte como primo de Chilica, junto a Bernardo Corrales Camejo como el médico de la familia que iba a reconocer a ésta.

El carro de Manolito llegaría primero a la prisión con tiempo prudencial, para que el médico pudiera reconocerla, (Chilica tenía que recorrer cerca de un kilómetro para llegar al salón donde lo esperaba el primo y el supuesto médico); después entraría el carro donde iría el jefe del comando Martínez Bello y sus muchachos cuya misión era apoderarse de Chilica y tomar prisionero a todos los que allí se encontraban, además romper el teléfono para evitar comunicación con el exterior.

Después de este hecho, en el tercer carro íbamos Arsenio "Cara de Bache" y yo.

Nuestra misión consistía en esperar a Luis Martínez Bello con Chilica, en un restauran campestre que había a la orilla de la carretera a unos 300 metros del presidio, yo estaría ahí esperando para que Chilica pasara a mi carro que era más seguro y rápido pues en el que ellos venían, era un carro muy viejo, todo esto tenía su límite de tiempo.

Todo estaba sincronizado así como el tiempo en llegar a La Habana por la vía rápida (todo esto lo ejercitábamos diariamente durante varios días) pues bien, de acuerdo a como se había planificado la retirada; ésta no se realizó como lo acordado; Martínez Bello después de asaltar el presidio y llevarse a Chilica siguió de largo por la carretera normal y no paró donde yo lo esperaba (la carretera por donde ellos siguieron habían varios cuarteles de la guardia rural) mientras tanto Manolito y Corrales, asaltaron un carro en el tramo de la carretera entre el restaurante campestre donde yo estaba esperando y el reclusorio; dejando allí el auto de ellos a un lado de la carretera y llevándose al chófer con carro y todo, Manolo iba manejando.

Al ver que el tiempo pasaba y ellos no se presentaron, era una imprudencia estar allí en ese restaurante, donde no había casi clientes, sólo "Cara de Bache" y yo y sin dinero para consumir, (me tuve que tomar dos malta Hatuey , para no llamar la atención, pues éramos una pareja desconocida de esos alrededores, decidí decirle a "Cara de Bache" de acercarnos al presidio a ver que había pasado, no vimos nada, pero unos metros antes, notamos que estaba el carro de Manolo abandonado a la orilla de la carretera y decidimos virar en U, y alejarnos del lugar, preocupada al ver ese carro allí tirado pensé que lo habían cogido a todos.

Decidí tomar el camino acordado y cuando estábamos pasando por el parquecito de la iglesia de Bauta, un carro que venían bajando de la calle aledaña nos embistió y de un golpazo metió a nuestro carro en el parquecito de la iglesia, el carro que nos da el golpe toma la vía rápida por donde nosotros íbamos; entonces "Cara de Bache" sale del parque y comienza a seguir el carro que nos chocó, nosotros nos incorporamos de nuevo por la vía donde íbamos para llegar rápido a la Habana y es cuando nos percatamos por la señas que nos hacía el chófer con el brazo izquierdo que eran Suzarte y Corrales y un tercer hombre que venía en el asiento trasero del carro; nos dimos cuenta que eran ellos y que venía en otro carro, nos mantuvimos siguiéndolos hasta los elevados de la entrada de la Habana, allí recogimos a Corrales y éste nos explicó lo que había sucedido y nos pidió que lo dejáramos en una parada de ómnibus cercano, regresamos por Manolito que había dejado el carro con el chófer asaltado en los bajos de los elevados, Manolo vino a nuestro encuentro y así llegamos a casa de Isa (compañera muy valiosa ella y su familia, madre del piloto Orestes del Río fundador del aeropuerto del segundo frente en Sierra Cristal), en el Vedado.

Ahí salimos a buscar a Chilica a una casa en el Cerro donde debíamos llegar después del asalto.

Te contaré como anécdota que cuando el carro de Manolito Suzarte chocó con el nuestro, el auto tenía un ruido que parecía una sirena y yo pensé que era la policía que venía detrás de nosotros y le decía a “Cara de baches”, dale rápido que la patrulla nos viene persiguiendo y "Cara de Bache" me contestaba, oye Dalia ese es el carro nuestro que tiene un ruido por el golpe dado, nos tuvimos que reír.

Como una anécdota, Manolo Suzarte salió del presidio en el Príncipe ese mismo día para realizar esta acción.




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Testimonio de Caridad Díaz Suárez, (Chilica o Nenita) combatiente clandestina del M-26-7 en las provincias de Las Villas y Matanzas, tomado de su libro "Los días claros"
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El día del asalto me desperté tempranito después de haberme pasado la noche durmiendo a ratos, pensando en lo que sucedería y cómo ocurrirían los acontecimientos.
Apenas desayuné estuve arreglada y armada desde mucho antes de la hora en que vendrían a buscarme. Me puse una saya anchísima, circular, que facilitaría mis movimientos, y debajo, mi sayuela con las armas en los bolsillos.

A la izquierda, la pistola, a la derecha, el revólver, que utilizaría yo. Siempre fui inútil con las pistolas. nunca tuve fuerza o maña para poder rastrillar una, así que siempre preferí los revólveres.

Como no era día de visitas, para no despertar sospechas me quedé dentro de mi celda esperando la llamada. Era el viernes 22 de noviembre de 1958. Para no coger ansiedad me quedé recordando acontecimientos agradables, cuando de pronto.....

- Caridad Díaz, ¡Visitaaaa...!

Era el capitán, quien llamaba…Me saca de mis pensamientos…Unos cuantos tabacos le había regalado mi mamá, y unas cuantas latas de dulce en conserva, por lo que era particularmente atento conmigo, además de que, según decía, la había conocido cuando era reclusa en aquel Penal y que ella era una gran persona.

Lo saludé y caminamos hacia la oficina de la Directora, donde me dijo que me esperaba la visita.

Yo trataba de apresurar el paso, y él, sin darse cuenta de nada me seguía.

En esta oportunidad no me siento nerviosa, estoy tensa pero serena.

Ahora no me siento las armas golpeando mis muslos al caminar. Ya voy a entrar en acción por lo tanto tengo que tener dominio de mi misma, actuar de manera segura.

Yo voy a iniciar el asalto dentro del Penal cuando llegue con mis armas. Debo apurarme y parecer tranquila.

Entro a la oficina de la Guanche, la Directora, y me encuentro a Manolito Suzarte y a Bernardo Corrales Camejo vestido de médico. Ella se había extrañado al verlo y le dijo a Manolito:

- Pero médico…¿Tan joven?

Cuando entré percibí un ambiente muy apacible. La Guanche conversaba con “mi primo” y “mi médico”.

Yo sé que Manolito no le tiene miedo a un policía, pero encañonar a una mujer mayor, amable, ya era otra cosa.

Todo estaba cronometrado. Yo me dirijo rápidamente a Manolito cuando entro y le digo una idiotez: - ¿Ya tú le dijiste?...

El se puso completamente rojo.

- No…

Yo, sin pronunciar palabra, y ante el asombro de la Directora, me levanto la saya, saco la pistola y se la entrego a Manolito, y encañono con mi revólver a la Guanche y le digo otra idiotez:

- Es que nos vamos…

La mujer se puso de pie con los ojos que parecía se le iban a salir. Se puso lívida, pero se controló.

De pie, con los brazos estirados hacia delante y los dedos sobre la mesa, sin otro gesto, dijo sin que le temblara la voz:

- No se preocupen, aquí no habrá derramamientos de sangre. La guarnición tiene la orden de entregarse cuando lleguen los rebeldes.

El médico salió disparado para afuera, debía buscar un arma y participar en la otra parte de la acción.

En ese momento entra por la puerta como un ciclón la Subdirectora, aquella mujer abusiva. Tan excitada estaba que ni nos vio, o por lo menos no se dio cuenta de que estábamos armados.

Se dirigió a la Directora, con el flaco brazo señalando hacia la ventana:

- Te lo dije, ahí están los rebeldes, te lo dije, ahí los tienes.

De nuevo la respuesta serena:

- Tranquilízate, que la guarnición tiene orden de rendirse.

Fue Manolito quien se encargó de llevárselas, después de ordenarme que desconectara el teléfono. Yo le tenía pánico a la electricidad y no sabía que la de teléfonos era diferente a la alterna, por lo que fui temerosa e insegura a cumplir aquella inesperada misión.

Miré aquella caja llena de alambritos y no me atreví a tirar de ellos, porque pensé que me podía quedar electrocutada.

Me siento a la mesa al lado del teléfono, miro la caja y decido que allí yo no meto la mano, entonces tomo el manófono y le doy contra la mesa un golpe tan fuerte que se partió en pedazos.

En ese mismo momento en que sonó aquello, se abre la puerta y uno de mis compañeros me apunta con su pistola.

Al verme se asombró y sólo atinó a decirme.

- Por poco te mato. Creía que era un disparo.

Cumplida mi tarea salgo al pasillo a participar en el resto de la operación.

Mientras nosotros apresábamos a la Directora y la subdirectora habían llegado, según se planeó, Luis Martínez Bello y Víctor Sorí, Cara pálida, que se habían visto en el kioskito a la entrada de la carretera que conduce al penal.

Ellos debían tomar la parte exterior del Reclusorio.

El primer policía que se encuentra Luisito es el encargado de la cría de carneros del Penal y de la cual no se benefician las penadas.

El hombre llevaba uno cargado. Luisito le pregunta si él es vigilante del Reclusorio y éste le contesta que sí. Entonces le dice tajante:

- Bueno, a nombre del Movimiento 26 de julio usted está preso.

El policía tira espantado el carnero contra la tierra y Luisito lo desarma y se lo lleva. Le ruega a Luisito:

- Oiga, yo soy amigo de Pardo Llada, pregúntele a Pardo Llada todo lo que yo he ayudado al Movimiento…

- A mí qué me importa Pardo Llada. ¡Venga por aquí!

Entonces unas presas comunes salen da la enfermería al oír el movimiento de extraños y empiezan a gritarle a Luisito, al darse cuenta de que era un asalto:

- El Capitán está en la oficina. Allí, allí está el capitán, es un negro.

La operación se estaba realizando con tanta perfección que el policía no se había dado cuenta de nada.

La oficina señalada tenía puerta de cristal y Luisito vio en seguida al Capitán adentro.

En ese momento no sé qué hacía allí Daisy la política, y empieza a rogarle a Luisito que se la llevara, y me lo pide a mí también. Yo tengo que ser tajante con ella, no hay tiempo para muchas explicaciones y le digo que ella sale en libertad dentro de un mes sin correr riesgos y por eso se queda. Fui tajante porque no quedaba otra alternativa. Ella no me lo perdonó.

En eso Luisito entra a la oficina del Capitán.

Iba impresionado porque pensaba que podía haber resistencia y al lado de nosotros había un cuartel, no se podía hacer un disparo. Pero cuando el Capitán lo ve se para y se pone a saltar por la oficina y a dar gritos:

- Los rebeldes tomaron esto, ¡Ay, los rebeldes!, oiga, yo tengo seis hijos, por su madre, no me mate, yo nunca le he dado un golpe a nadie, pregúntele a las presas, pregúntele a las presas, yo nunca me he metido con nadie.

Y se dejó desarmar mansito, alzando los brazos lo más que pudo.

Quien sí ofreció resistencia seria fue el Teniente jefe de la guarnición, y nos colocó en situación de peligro. Se puso a forcejear cuando fueron a detenerlo y por poco tienen que matarlo. Se salvó porque no se podía disparar.

Manolito y yo también andábamos cazando policías. Los llevábamos a una celda donde ya teníamos a la Guanche y a los demás. Era una celda provisional que estaba a la entrada de la cárcel.

Pero de pronto sucede algo increíble. Llega con una reclusa común para ingresarla en el penal el mismo policía que había tratado de aplicarme la ley de fuga.

Yo no lo había visto. No puede contenerse al verme y me grita.

- ¡Nenita!

Es una sorpresa demasiado grande para él. Un asalto, los policías presos y yo revólver en mano.

Le voy para arriba y le quito el arma, lo tomo del brazo y lo incorporo a la fila de policías que iban tranquilitos y desarmados para la celda, custodiados por nosotros.

Pero Luisito, que había oído su exclamación le apunta:

- Hasta aquí llegaste, porque tú eres el que nos va a identificar.

Yo me le acerco y le recuerdo que no lo puede matar, por el cuartel que teníamos al lado. Se lo digo bajito y ahí fue que le perdonamos la vida.

Pero parece que con lo de Luisito se le acelera el nerviosismo a aquel cobarde y empieza a rogarme llorando:

- Ay, Nenita, acuérdate que yo quería ayudarte, Nenita, ¿Tú me vas a devolver el revólver, verdad? Anda, Nenita, mijita, que me costó sesenta pesos, ¿Eh, Nenita? ¿Tú me lo vas a devolver? Nenita, acuérdate que yo quería que tú te fueras…

Lloriqueó así todo el tramo hasta la celda. Me dieron ganas de golpear al canalla, que por poco me asesina delante de mis padres. Yo sólo le decía:

- Ande, camine, cállese ya, camine rápido.

Porque él me hablaba y miraba para atrás, y se volvía a virar, y a mí me daba la impresión de que si me descuidaba se me tiraba encima.

Por eso lo llevaba bien encañonado, y cada vez que volvía la cabeza le apretaba el revólver en el costado.

Yo lo amenacé y le digo que cualquier dato que diera sobre el asalto lo iba a pagar, porque el Movimiento lo ajusticiaría, que eso era seguro.

- No, Nenita. ¡Yo te juro que yo no digo nada, Nenita! Pero tú me vas a dar el revólver, que yo quise ayudarte, acuérdate.

Había que estar loco para decirme aquellas cosas. ¡Que le entregara el revólver! La única explicación a esa actitud histérica era que estaba en medio de un ataque de nervios incontrolable. Estaba completamente desequilibrado.

En ese momento, Luisito empieza a darle órdenes a gritos a los montes que rodean la entrada de la prisión.

- Oye, Gómez, pon la cincuenta en la puerta. Rafael, apóstame seis hombres ahí a la izquierda. Julián, seis hombres de este lado. Al primero que asome la cabeza que lo maten. ¡Al primero! ¡Nadie puede asomarse! ¡Manténganse en sus posiciones!

Éramos en total cinco asaltantes, contra una guarnición que según recuerdo constaba de unos doce hombres. Pero ellos, por los gritos de Luisito habrán pensado que era un gran comando con calibre cincuenta y todo. Y como a ambos lados había un monte tupido no podían ver que allí no estaba ningún hombre situado ni ninguna cincuenta ni nada.

La operación duró unos veinte minutos y comenzó a las once de la mañana. Tanto fue así que cuando la Sobrina llegó a recogerme a la entrada ya nos habíamos ido, y el riesgo mayor lo corrió ella, que paró el carro como una hora esperándonos, hasta que se dio cuenta de que algo anormal había pasado y se fue.

El asalto es un éxito. Yo me he sentido muy bien todo el tiempo, muy segura, porque el asalto es realizado por compañeros de mucha experiencia, gente muy valiente, aguerrida y una se da cuenta de eso.

Son compañeros osados que saben hacer bien las cosas y con serenidad. Le digo a Manolito que nos vamos. Ya podíamos salir en los carros para La Habana.

Teníamos en el maletero tres Springfields que eran todos los fusiles que había en el penal, y en la parte delantera del carro, en el asiento unas diez o doce armas cortas. Pero Manolito, tan precavido, insiste en desconectar el teléfono del piso de arriba y me ordena que me vaya para el carro con Luisito para él inutilizar el aparato.

Mientras, Luisito me llama, me pide que me suba al carro con él y partimos.

Las reclusas, desde lo alto, han visto como en una película el asalto de un comando y creen que es el momento de su liberación, que es el momento de salir con sus bultitos: ¡Cuántas no los habrán hecho en aquellos momentos para irse con nosotros!

Desde abajo se oían los gritos de las reclusas al unísono:

- ¡Llegaron los rebeldes! ¡Llegaron los rebeldes! ¡Llegaron los rebeldes!

Los carros partieron veloces dejando atrás aquellos gritos que nos impedirían olvidarnos de aquellas infelices.

Aquellos bravos asaltantes que tanto admiro y que tanto valor demostraron en aquella y en otras acciones pudieron alzarse en Pinar del Río con aquellas armas. Yo iba dispuesta a asumir nuevas tareas.

Generalísimo Máximo Gómez Báez

VILLACLARAGeneralísimo Máximo Gómez Báez

PATRIOTA DE LAS GUERRAS DE INDEPENDENCIA


Baní,República Dominicana, el 18 de Noviembre de 1836 - La Habana el 17 de junio de 1905.


El viejo general mambí que en la guerra independentísta de 1895 burló y derrotó a las mejores fuerzas españolas, había entrado en la historia de Cuba en 1868 cuando adiestró y encabezó a los cubanos el 4 de Noviembre en la primera carga al machete, en Pino de Baire. Este tipo de lucha se convirtió en temible, capaz de destrozar a las columnas hispanas como ocurrió en Mal Tiempo, en sólo 15 minutos, cuando ya el aguerrido dominicano contaba con 59 años.

Gómez nació en Baní, pequeño pueblo de República Dominicana, el 18 de Noviembre de 1836. Falleció el 17 de junio de 1905 en su domicilio en La Habana (calle 5ta. No. 45, Vedado).

En su país de origen prestó servicio militar a partir de 1854 y participó en acciones militares contra la invasión haitiana. En 1858 alcanzó el grado de capitán.

Al pasar Santo Domingo nuevamente a España, Gómez llegó a Comandante en 1864 y al ser evacuadas las fuerzas españolas al siguiente año se trasladó a Cuba, donde en 1867 presentó su baja absolc^j aunque, por paradoja, estuvo en los registros de la Corona hasta el 22 de Marzo de 1869 cuando el Ministro de la Guerra Juan Primo confirmó su licénciamiento.

Existen testimonios de su participación con los conspiradores cubanos desde Enero de 1868 cuando era trabajador del ingenio Guanarrubí y residía con su familia en el caserío el Dátil, jurisdicción de Bayamo.

En este lugar se alzó el 16 de Octubre de 1868, seis días después del inicio de la guerra, con el grado de sargento. Fueron presas las autoridades de allí y ayudó a organizar una partida de más de 400 hombres.

El día 18 Carlos Manuel de Céspedes lo nombra general cuyo merecimiento demostraría a fuerza de inteligencia y coraje.

Gómez resiste la ofensiva del ejército español y a partir de 1870 comienza a destacarse como jefe militar al frente del distrito Cuba (hoy Santiago de Cuba) --en sustitución del fallecido Mayor General Donato Mármol-, donde formaría a sus grandes discípulos Antonio y José Maceo, Guillermo Moneada y muchos otros.

En lo sucesivo se revelará como gran estratega en la invasión a Guantánamo, la campaña en Camagüey y la invasión a Las Villas. Los combates de La Sagra, Palo Seco y Las Guásimas en suelo camagüeyano se consideran entre los más importantes de la guerra del 68.

General en Jefe de la guerra de 1895, el Generalísimo como le llamaban, supo corresponder con creces a la confianza que José Martí depositó en él. Fue, junto a Antonio Maceo su brillante discípulo y lugarteniente, el gran estratega de la invasión a occidente y de la guerra de desgaste contra las tropas élites españolas.



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Fuente: Multimedia Todo de Cuba.
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GRUPO DE HISTORIA DE LA LUCHA REVOLUCIONARIA EN SANTA CLARA (ACRC)


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Detenido en la Habana Julio Camacho Aguilera

VILLACLARA
Detenido en la Habana Julio Camacho Aguilera
Jefe de Acción y Sabotaje en Habana Campo.
REMITIDO A LA 5TA. ESTACIÓN DE POLICÍA Y LUEGO TRASLADADO
AL ESCUADRON 31 EN SANTA CLARA



En los encuentros para organizar el trabajo Camacho fue conociendo a los cuadros que tenían responsabilidad en el territorio Habana Campo y los de Pinar del Río.
Pero para trazar las estrategias de las acciones, según las orientaciones recibidas, era necesario efectuar reuniones conjuntas con los dirigentes de las provincias, empezando por Orlando Nodarse, Coordinador del 26 de Julio en Pinar del Río.

Estas tenían lugar en la vivienda del matrimonio de Ramón Álvarez y su esposa Concha Acosta, ubicada en la calle 52 número 2502, reparto Buena Vista, en Marianao. Ellos eran los padres de César Álvarez, conocido como Cesar, Jefe de Propaganda de Pinar del Río, la vivienda era utilizada por los dirigentes del 26 de Julio de las provincias de Pinar del Río y la Habana.

Este trabajo se realizaba en medio de un marco represivo que tenía lugar en las ciudades, los acontecimientos del levantamiento ocurrido en Cienfuegos, aún se dejaban sentir en el frente de Acción y Sabotaje del 26 de Julio. Muchos jóvenes eran asesinados por los cuerpos represivos en todo el país, pero en la capital, alcanzaba cifras alarmantes.

Es en este clima de represión, que el movimiento clandestino demostraría su organización, su capacidad para movilizar a los revolucionarios y realizar una acción sin que las fuerzas represivas tuvieran tiempo de reaccionar y que la prensa tuviera que hacerla pública. Sergio González, El Curita, Jefe de Acción y Sabotaje en la capital, propuso la detonación de un numeroso grupo de bombas que explotarían simultáneamente en toda la ciudad, en lugares donde no causarían daños a las personas.

El día señalado fue el 8 de noviembre y la capital se estremeció a las nueve de la noche con las explosiones, quedando para la historia como "La Noche de las Cien Bombas".

Decenas de combatientes participaron en aquella coordinada acción. La reacción de la tiranía fue redoblar los allanamientos, las torturas a los detenidos, los delatores jugaban su papel y las autoridades rastreaban en busca de revolucionarios.

En este contexto los dirigentes del 26 de Julio en La Habana u otras ciudades, eran muy vulnerables. Diez días después de "La Noche de las Cien Bombas", tiene lugar una importante reunión interprovincial, en la que Camacho haría las coordinaciones finales con los hombres del 26 de Julio de Habana Campo y Pinar del Río.

La reunión fue convocada para el 18 de noviembre, en la casa de Ramón y Concha en Buena Vista. El día de la citada reunión, la policía llegó a la casa llevada por un prisionero que no resistió las brutales torturas que sufrió y las violaciones de que hicieron objetos a la esposa y a su hija, para obligarlo a hablar.

Al llegar a la casa, la policía, sin efectuar ningún registro ni dejar vigilancia se llevó detenido para la 5ta Estación de Policía a César Álvarez, Raúl Arencibia y Luis Tellería, todos de Pinar del Río, los que se habían quedado a pasar aquella noche en la casa del matrimonio, para asegurar estar a tiempo en la reunión.

Aunque Concha estaba muy nerviosa por la detención de su hijo y sus compañeros, supuso que la policía volvería, se sobrepuso al estado de preocupación por la suerte de los detenidos y recogió los paquetes de propaganda y explosivos que su hijo César tenía escondidos entre los estantes de la cocina y los llevó a lugares más seguros.

Seguidamente fue a la bodega de la esquina para hablar con el bodeguero, que era de confianza, y le comunicó que la policía había detenido a su hijo y a dos más que dormían en la casa, por lo que le pedía que se encargara de avisar a cualquiera que viniera con intención de entrar a la casa. Ella sabía que había una reunión del Movimiento, pero no se lo dijo.

Tal como Concha había presentido, la policía volvió y después de efectuar un registro se quedó ocupando el domicilio, era evidente que esperaban que llegaran otros revolucionarios. Un ruido en la calle distrajo la atención de los agentes que esperaban que alguien entrara. Desgraciadamente estaban llegando los que debían asistir a la reunión.

Camacho se trasladó al lugar en un auto conducido por Rodolfo de las Casas Pérez, Casita, que procedía de Santa Clara donde había sufrido torturas al caer prisionero en el grupo de los 35, en el mes de mayo en Cienfuegos y después de salir de prisión, el Movimiento lo mandó para La Habana.

Casita aparcó el auto a cierta distancia de la casa y se acercaron caminando, la puerta estaba entreabierta, la empujaron y al entrar fueron encañonados por varios esbirros que estaban dentro. Seguidamente llegaron Santiago Riera, tesorero del 26 de Julio, acompañado por su primo Gregorio Hernández.

El bodeguero no los conocía y quizás fueron confundidos con los mismos agentes de Ventura, el caso fue que no tuvieron la suerte de ser avisados. Dentro de la casa se encontraban los esbirros: Calviño; Miguelito, El Niño; Carratalá, El Flaco y otros agentes que esperaban la entrada de cada revolucionario para inmovilizarlos contra la pared, solo unos pocos se percataron de la presencia de la policía antes de entrar a la casa y les dio tiempo a retirarse, como fue el caso de Orlando Casas de Pinar del Río.

Casita al caer preso con los 35 de Cienfuegos, se había hecho el propósito de suicidarse antes que dejarse torturar de nuevo, pidió ir al baño y Calviño lo llevó, en este encontró una cuchilla de afeitar y aprovechando el descuido de este rápidamente se cortó las venas de los brazos, cuando iba a cortarse el cuello Calviño se dio cuenta y lo sacó a empujones del baño.

El momento fue de mucha tensión, la sangre brotaba empapando su ropa. Concha comenzó a pedir con angustia que no lo dejaran morir, los policías indignados proferían todo tipo de insultos, tratándolo con los peores calificativos.

La sangre seguía manchando la ropa del herido y llegaba al piso, y ante el reclamo de Concha, el agente ordenó iracundo:

— Llévenlo a Emergencias para que esta mujer se calle la boca.

En el cacheo le ocuparon a Camacho el documento que Faustino le había entregado, que estaba manuscrito, sin destinatario ni firma.

A continuación, en la misma hoja de papel tenía una nota escrita, evidentemente por otra persona, como dando continuidad a la anterior nota y con la misma falta de destinatario, fecha y firma.

Los agentes condujeron a Camacho esposado en el asiento de atrás con un soldado a cada lado y otros dos delante.

La perseguidora que lo condujo paró en una casa donde un policía se bajó y tocó a la puerta, esperó un rato hasta que salió un hombre de mediana estatura, al que llamaron Comandante que no era otro que Esteban Ventura, quien después de escuchar la información del agente, dio instrucciones de que lo esperaran en la 5ta. Estación de Policía.(.....)

Un giro a la izquierda y paran frente a la entrada de la 5ta. Estación de Policía, no la conoce no la había visto antes, pero conoce su historia de represión. Un empujón lo introduce en un local amplio, lo que ha sido para tantos revolucionarios el lugar donde perdieron la vida los compañeros que le antecedieron.

Todo es barullo, gritos, hombres vestidos de azul que se mueven de un lugar a otro y miran, con mezcla de curiosidad y desprecio a todo el que entra conducido por los uniformados.(.....)

Le quitan el cinto, los cordones de los zapatos, peines, billeteras, dinero, reloj y documentos, todo se requisa. El documento con las orientaciones del trabajo le fue ocupado en el momento de la detención y les produjo la sensación de triunfo por tener una información que los prisioneros ni con las torturas daban. Por eso lo separaron de los demás y lo trasladaron a él solo en una perseguidora.

Tenía que prepararse, si llegaba el caso, a morir con honor. Se imaginaba el suplicio a que sería sometido antes de matarlo, mentalmente fue elaborando el plan de lo que podía decir y de lo que no diría nunca, de lo que era conocido porque había sido publicado en los periódicos, acudiría a su buena memoria, al conocimiento que tenía de todas las provincias, de los muertos, de los que estaban presos en Isla de Pinos, fuera de este peligro, y de los que se encontraban en la Sierra Maestra conocidos por el enemigo.

Cuando le preguntaron sus generales, aunque supuso que no le valdría de mucho, dijo Israel Ruiz un nombre falso que vino a su mente. Cubiertos los trámites, lo condujeron por un amplio pasillo, al final doblaron a la derecha y bajaron algunos escalones que terminaban en una puerta de hierro, la reja se abrió al tiempo que una mano abierta descargaba su brutalidad sobre su espalda que lo empujó al interior de una celda, el empujón lo hace dar algunos traspiés sin caer al suelo, al tiempo que la puerta de hierro golpea al cerrarse, produciendo el efecto de una lápida que no dejará que nadie sepa quiénes están allí ni la suerte que les espera.

Presidio político.(.....)

El documento que le ocuparon a Camacho constituirá la prueba de su vinculación al Movimiento y sobre él le preguntarían constantemente, inventó a un personaje llamado Andrés y sobre él basó su vinculación con el documento.

Dijo que este le entregó el documento y que lo había tratado muy poco, que precisamente Andrés debía ir a la reunión donde le iba a explicar cómo era que él (Camacho) debía tener los contactos con él y con los que aparecían en 175 Camacho, Jefe de Acción en Ifabana Campo el documento, al no llegar Andrés, él desconocía cómo interpretar la información. Como es de suponer no le creyeron. Las voces ira¬cundas de los esbirros seguían interrogando:

— Tiene que decirnos quién es Andrés y por qué no asistió a la reunión.

— No puedo saberlo, seguramente notó que la casa estaba tomada por la policía y no entró -respondió.

Los golpes acompañaban a las palabras, las manos no eran sufi¬cientes, unas mangueras calientes que trituran sin romper el hueso caían sobre su espalda una y otra vez.

Después del primer interrogatorio lo llevaron al calabozo, pero al poco rato lo volvieron a llevar a un local, donde al entrar le die¬ron un fuerte golpe en el estómago que lo dejó sin poder respirar, cuando pudo incorporarse le golpearon en la cabeza con un objeto duro envuelto en papel. Se oyó la voz de Ventura que gritó:

— ¡No, en la cabeza no, que lo pueden matar y necesitamos que este hable!

Preguntaban y golpeaban más de diez hombres que tenían prepa¬rados para torturar: perdía el conocimiento y lo recobraba, le tira¬ban agua al rostro, pero seguían las preguntas sobre la verdadera identidad de los que aparecían en el documento: "No sé... No sé". Era la respuesta del prisionero, y a cada negativa un golpe. Tenía un pensamiento fijo, resistir. A cada pregunta, la misma respuesta, no podía equivocarse, no sabía nada. Al final de cada jornada de tortu¬ras, los policías lo conducían al calabozo casi a rastras.

Ya habían traído a Casita, tenía vendadas las heridas, estaba pálido, pero estaba vivo. Al ver a Camacho sangrando y maltrecho por las golpizas, trató de animarlo y fue a buscarle agua, pero solo pudo encontrar una lata y extrajo agua del tanque del inodoro, la única agua que tendrían en aquel calabozo.

Ambos aprovecharon la opor¬tunidad para ponerse de acuerdo, hablaron muy bajito previendo que pudieran sorprenderlos; emplearon el tiempo justo para acordar algunas respuestas.

Cuando los policías volvieron y los llevaron de nuevo al cuarto de torturas, desde la puerta les dieron un empujón. Casita iba delante y recibió un golpe que no esperaba, un segundo esbirro le tiró con el puño cerrado a Camacho que con rapidez se agachó para esquivarlo y el golpe lo recibió en pleno rostro el poli¬cía que iba detrás. Se enrarecieron aún más, colocaron una soga en el cuello de Camacho apretándola, mientras Casita trataba de librar¬se de los golpes.

En desigual forcejeo, en lo que parecía una pelea, un golpe en el rostro de Camacho hizo que perdiera el conocimiento. Cuando lo recobró, se encontraba en el piso del calabozo, mientras otros presos trataban de reanimarlo rociándole agua.

Las celdas estaban llenas de presos políticos que habían caído en San Francisco de Paula, acusados de tener armas y explosivos, su¬puestamente sustraídas del polvorín del Mariel.

Los sacaban de la celda y los regresaban varias veces al día y en todas les hacían las mismas preguntas, se mantenían en lo mismo, no sabían y lo que sabían eran noticias carentes de importancia. Por la noche de aquel día del encuentro con Casita, ordenaron:

— Separen a estos dos, no los vayan a tener juntos.

Se dieron cuenta tarde porque ya se habían puesto de acuerdo y no les pudieron coger contradicciones en los interrogatorios.

Uno de aquellos días, Ventura se apareció con una mujer para que identificara a Camacho, era la hermana de Armando Cubría, que había caído prisionero de Ventura y se comentaba que no resis¬tió las torturas. Al referirse a él, Ventura decía:

— Si Cubría habló, tú hablarás también.

Ella dijo que lo conocía de Santiago de Cuba, él no la recordaba. Seguramente no la conoció nunca antes. Decían que era querida de Ventura y hacia el triste papel de chivata contra los miembros del 26 de Julio que venían a trabajar a La Habana.

Cuando ella entró detrás de Ventura, este se dirigió a Camacho diciéndole:

— Esta muchacha lo conoce, vamos a ver si quiere seguir mintiendo.

La miró sin recordar haberla visto antes. Ella tomó la iniciativa diciendo:

— ¿Así que Israel Ruiz?, usted es Julio Camacho.

Y comenzó a argumentar su participación en Santiago de Cuba, en reuniones en que según decía ella habían estado.

Cuando Ventura consideró que había cumplido el objetivo, se la llevó, mientras otros policías, en forma burlona, continuaban su macabra tarea. Ventura volvió seguido de Calviño, Carratalá, El Niño y toda aquella escoria vestida de hombre, traían unos papeles: "Usted se alzó en Ermita y allí mató a varios guardias". Lo golpearon con ambas manos en los oídos, a la vez que decían: "Tiene que pagarlos, a menos que colabore con nosotros, si no pagará muy caro esos muertos" .

Ventura hablaba por las mentiras que habían inventado los guardias del Cuartel Ermita. .

— No he matado a ningún Guardia Rural -respondía el detenido. .

Pero el policía continuó preguntando sobre el alzamiento de Ermita: .

— ¿Quien fue su Jefe? -preguntaron, aunque tenían papeles y fo¬tos que habían sido circuladas por los cuerpos represivos después de los sucesos del 30 de noviembre. .

— Mi jefe fue Frank País. .

Hacía cuatro meses que Frank había sido asesinado en Santiago de Cuba. .

— ¿Quién le dio la orden de alzamiento? -preguntó Ventura. .

— Frank -respondió el prisionero. .

— ¿Quiénes eran sus compañeros? .

Relacionó los nombres de compañeros muertos y los que estaban cumpliendo condena en Isla de Pinos. .

— ¿Usted estuvo en Santiago de Cuba, dónde paraba? .

— En Heredia 456. .

Aquella casa ya no era utilizada por el Movimiento porque a su dueño, Armando García, lo habían asesinado. Sin embargo, ellos interpretaron que le estaba proporcionando un dato muy importante. Ordenaron verificar la información. .

Por las voces de los policías durante los interrogatorios y las torturas, el prisionero se enteraba de la respuesta que dieron las autoridades de Santiago de Cuba, ya habían ocupado esa casa y un revoltoso fidelista muy peligroso que encontraron en ella estaba muerto. Aquellos que¬rían demostrar que eran muy eficientes, y cuando de La Habana le mandaban una información se vanagloriaban al poder demostrar que ya ellos habían tomado el lugar. .

...Me preguntaron quiénes eran mis compañeros en Santiago de Cuba, me referí a los que ya no existían o que estaban en la Sierra Maestra. .

Ventura visitaba frecuentemente la ciudad de Santa Clara, donde era visto en compañía del jefe de la policía Cornelio Rojas, me preguntó si había estado en Las Villas, le respondí que solo de tránsito. .

Siguió preguntando: .

— ¿Por qué salió de Oriente? .

- Porque era muy intensa la persecución y decidí venir para La Habana, donde Andrés hizo contacto conmigo enviándome esa nota, nos debíamos encontrar en la reunión, pero antes de que me pudiera explicar el plan de trabajo ustedes me cogie¬ron preso. .

En mi respuesta trataba de lograr cierta coherencia, para darle credibilidad, pero los golpes eran constantes como para man¬tener una tensión de terror hasta que era devuelto al sótano..

En el calabozo se encontraba un piloto de apellido Medina, cola¬borador del 26 de Julio que había traído un grupo de armas desde Costa Rica para La Habana. Las armas habían sido recibidas por Santiago Riera, villaclareño a quien el Movimiento había traslada¬do para La Habana porque en Las Villas estaba muy "quemado". Medina y Santiago no se conocían y la cárcel les dio la oportunidad de identificarse. .

Hubo un momento en que algunos presos estuvieron separados en diferentes celdas y luego los volvían a unir. Cuando tiraban a un prisionero golpeado y ensangrentado al piso del calabozo, Casita, con su solidaridad acostumbrada, trataba de animarlo y en algunos casos cogía agua del tanque del inodoro, y se la ofrecía. Se podían escuchar los rezos de Santiago Riera que era católico y a Medina que practicaba el espiritismo, santiguando al compañero que tras las golpizas pensaban que iba a morir. Y tenían razón, parecía imposible llegar al día siguiente. Las torturas físicas en que el tiempo parecía detenerse: gritos, ofensas, golpes en los brazos, la espalda, los oídos, la nuca, hasta perder el conocimiento. A punto del des¬mayo les encarnaban un clavo que sobresalía del tacón del zapato de un esbirro, en las manos o en la rodilla, para comprobar si real¬mente estaba inconsciente. .

Aquellos hombres no parecían seres humanos, no podían ser nor¬males, a qué extremo de salvajismo puede llegar un hombre para ensañarse con otro indefenso y golpearlo hasta romperle los huesos, arrancarle las uñas, los ojos o los testículos. .

¿De qué escuela habían aprendido las artes de la crueldad? ¿Qué vientre pudo engendrar a tantos asesinos?

Oficiales de alta graduación y jefes de provincias, participaban en los interrogatorios, el propio Esteban Ventura, Orlando Piedra, Cornelio Rojas de Santa Clara, Menocal de Pinar del Río, Carratalá, que además tenía un hermano policía apodado El Flaco que se hizo famoso junto a Calviño; torturadores, violadores y sádicos asesinos.

Aquellos interrogatorios que buscaban obtener información de los miembros del 26 de Julio de las provincias o de las acciones ocurridas en ellas no lograron muchos resultados, los revolucionarios preferían morir a traicionar la causa por la que luchaban. No obstante, al conocerse que un compañero era apresado, se tomaban medidas en los lugares que eran de su conocimiento o que frecuentaba. Fren¬te a las prisiones se levantaba un muro de silencio, cuántos compa¬ñeros desaparecieron sin que sus verdugos dejaran huellas de sus últimos momentos, para que ni los arqueólogos puedan encontrar sus restos porque los lanzaron al mar.

En la 5ta. Estación de Policía iban sacando a los prisioneros de la celda y los llevaban para el lugar de torturas que estaba sobre los calabozos, donde quedaba el resto de los prisioneros, y podían escuchar los gritos de dolor durante los interrogatorios y torturas día y noche, de esa forma sufrían los dolores propios y el suplicio de los demás, porque cuando tiraban los cuerpos maltrechos al calabozo, seguían escuchando los gritos y quejidos de los otros compañeros que eran interrogados, torturados o simplemente golpeados a todas horas.

En las paredes del calabozo estaban las señales de la violencia, de los que habían sido asesinados allí mismo, restos del cuero cabelludo y la sangre que había corrido por la pared en varios hilos. ¡Cuánto sacrificio! ¡Cuántos habían sufrido torturas hasta llegar a la muerte, por su decisión de luchar para librar al país del oprobio de la dictadura!

(.....) Las torturas de que eran objeto los prisioneros en los sótanos de la 5ta. Estación de Policía, siguieron siendo un festín que compartían los altos jefes militares de Columbia, La Cabana, el SIM (Servicio de Inteligencia Militar) y el BRAC (Buró de Represiones Anticomunistas).

Con toda la experiencia que tenían los esbirros que aplica¬ban los métodos de tortura para obtener información, les parecía imposible que algunos hombres pudieran resistir días y noches aquellas torturas, que en forma constante, sus hombres aplicaban, sin poder doblegar el espíritu y la moral de los militantes del 26 de Julio; al parecer, los golpes no les causaban dolor, eran capaces de morir sin denunciar a sus compañeros, lo que llenaba de rabia y odio a los verdugos.

Calviño, traidor al 26 de Julio, quién se había pasado al bando de los torturadores, con cinismo se dirigía al prisionero en estos términos:

- No seas bobo, haz como yo, di lo que sabes, ¿qué te puede dar el 26 de Julio? Yo pertenecí al 26 hasta que un día me pasé y mírame, decido tu vida.

Camacho, Jefe de Acción en Habana Campo La respuesta no se hizo esperar.

- Te pagan por lo que eres, un traidor —respondió Camacho cob rabia.

Un golpe a la cabeza del prisionero lo zarandeó. Ventura,que contemplaba el careo esperando el resultado, increpó a Calviño:

- ¡En la cabeza no, lo quiero vivo! No ha dicho nada nuevo y este sabe mucho. ¡Nos tiene que decir quién es Andrés o lo mato yo mismo!

En el suelo donde fue a parar, recibió un punta pie por el costadc, que no le permitía respirar y un sudor frío recorrió su cuerpo, perdió la noción de la realidad. La sangre se mezclaba con el agua cqu» le tiraban a la cara, al volver en sí se sentía en un estado de inercia, sin fuerzas. Los esbirros le arrastraban hasta el calabozo testigo • d» tanto sufrimiento. Sabía que estaba vivo porque constantemente pensaba que no podía fallar, aquella idea le daba fuerzas.

Pudo ser aquella noche cuando lo sacaron en el maletero de un carro y lo tiraron en una cuneta a orillas de una carretera, no sabia dónde, pero en aquellos momentos una fuerza tremenda por sobrevivir lo animaba como único objetivo. Cuántos revolucionarios pasaron por la misma situación, era el método utilizado por la tirainu para imponer el terror. Percibía la presencia de los militares, escuchaba la manipulación de las armas sin posibilidades para defenderse. Sabía que un disparo dejaría rota su cabeza sobre la hierba, pero no sentiría el disparo. La voz alterada de quien va a ser sorprendidc cometiendo un crimen exclamó:

- Capitán Evelio Mata, se acerca un carro haciendo cambio d« luces.

El auto se detuvo bruscamente, las puertas se abrieron y Ventura se precipitó dando señales de gran disgusto y gritó imponente:

- ¿Quién autorizó a sacar al prisionero?

- Este hombre se va a morir en los sótanos —respondió Mata.

- Carajo, que no se muera —dijo Ventura con voz histérica.

- Yo tengo un compromiso con el coronel Fernández Rey. Este prisionero es mío, llévenlo para la Estación -ordenó Ventura en tono imperativo.

El capitán Mata, trataba de justificarse ante la furia de Ventuira, pero obedeciendo la orden, lo retornaron al calabozo.(.....)

Mientras en la capital realizábamos cuantas gestiones estaban en nuestras manos para sacar a Camacho de la 5ta. Estación de Policía, en Santa Clara, Aurelio Hernández de la Barca que era miembro de la Logia Caballeros de la Luz, me informaba que en la Logia se le había pedido al coronel Fernández Rey, que era miembro también, que ejerciera sus buenos oficios para conseguir el traslado para la cárcel provincial, de un "hermano" (Camacho) que se encontraba detenido en la 5ta. Estación de Policía con riesgo para su vida.

Trátese del efecto que causó el Habeos Corpus o de la gestión de los miembros de la Logia con el coronel Fernández Rey, Jefe del Regimiento Leoncio Vidal de Santa Clara o las dos gestiones juntas, Camacho fue conducido a un buró donde Ventura personalmente le entregó sus pertenencias y fue tirando una cantidad de dinero supe¬rior a la que le habían ocupado. Por supuesto, el prisionero no sabía en aquel momento que aquel dinero le había sido ocupado a Santiago Riera, tesorero del 26 de Julio, en el momento de su detención.

Ventura le preguntó a Camacho mientras le tiraba los billetes sobre la mesa:

— ¿Ese es su dinero?

— No, ese dinero no es mío —respondió Camacho.

— Entonces, ¿qué dinero usted tenía?

— Ochenta pesos -el oficial recogió los billetes sobrantes.

— Quisiera dejarle algún dinero a mi esposa para que se lo entreguen cuando ella venga —dijo Camacho, sin muchas esperanzas de que lo hiciera.

Pero Ventura dictó al oficial de la carpeta lo que debía escribir en el sobre y le entregó el dinero, a la vez que decía a Camacho que lo enviaría a Santa Clara donde el coronel Fernández Rey lo había recla¬mado por los sucesos del 5 de septiembre y que ese sí lo haría hablar.

— Porque allí —dijo— si no habla lo matan.

Pero no salió para Santa Clara, lo llevaron para el SIM, en Columbia, entregándolo al comandante Perdomo. Lo encerraron en un ca¬labozo oscuro con una puerta de metal y una reja de hierro. No supo cuánto tiempo estuvo encerrado. Cuando al fin abrieron la puerta de metal lo llevaron a la presencia de Perdomo, quien con su mirada escrutadora le hizo unas cuantas preguntas.

— Quiero que me diga de qué se le acusa. Cuénteme con calma todas sus actividades en Oriente, en Las Villas y en La Habana

—su tono era persuasivo y auto suficiente.

— Lo de Oriente, Las Villas y La Habana que yo sé, es lo mismo que sabe Ventura y me imagino que lo sabe usted —le respondió Camacho.

El interrogatorio terminó dando idea de cumplir un trámite formal, pero de todos modos, con ellos era difícil saber lo que harían, quizás volvería a interrogarlo como en la 5ta. Estación de Policía, pero a la mañana siguiente lo trasladaron amarrado en avión militar para Santa Clara, donde lo esperaban varias perseguidoras, haciendo girar sus gomas, el oficial del primer carro donde introdujeron al prisionero, ordenó al ponerse en marcha:

— ¡Al Campamento 31!

El Escuadrón 31 que tenía fama por los asesinatos que allí se cometían contra los revolucionarios, podía presagiar nuevas torturas y nuevos interrogatorios. Pasadas algunas horas de estar en el calabozo, Camacho fue conducido a un despacho y lo sentaron con los brazos amarrados, donde un Teniente Coronel de la Guardia Rural de apellido Gómez le hizo el interrogatorio, anotando las respuestas. El oficial ordenó a los guardias que le quitaran las amarras y lo acercaran a la mesa donde él estaba escribiendo. Al conocer que no podía caminar, dijo asombrado:

— ¿Cómo qué no puede caminar? ¿Entonces por qué lo amarraron o se está haciendo? —ordenó a los guardias que lo acercaran, comprobando que les decían la verdad.

— ¿Qué usted le dijo a Ventura? —volvió a preguntar.

Un breve resumen de los días que permaneció en los sótanos de la 5ta. Estación de Policía, le bastaron al oficial, se quedó mirándolo y dijo:

— ¿Quién es Jacobo? —preguntó el oficial.

— Yo no sé quién es Jacobo —le respondió Camacho.

— Yo creo que usted es Jacobo.

— No, yo soy Julio Camacho.

Se puso de pie dando instrucciones de que lo llevaran al calabozo de nuevo, a la vez que decía:

— Yo creo que cuando un hombre llega al estado en que usted está no le puede quedar nada por decir, no creo que haya quién resista los interrogatorios de Ventura sin decir lo que sabe —y continuó diciendo:

— Nos volveremos a ver... Nos volveremos a ver. Le llevaron un vaso de leche que rechazó, el cocinero que lo trajo le dijo:

— Tómelo que no está envenenada. Para matarlo lo llevamos a la caballeriza y le damos un tiro en la cabeza.

Era cínico, pero tenía razón, aquel gesto tenía un significado, no pensaban matarlo. Desfilaron curiosos algunos guardias mirándolo, un soldado afirmó:

— Ese es Jacobo.

— ¿Para qué usted se mete en ese rollo? —le preguntó otro.

— ¿En qué rollo? —respondió el prisionero.

— En esos en que ustedes se meten y dan lugar a que los pongan así como está.

— Mire, yo no estoy en ningún rollo y no he dado lugar a que me pongan como estoy —le contestó molesto.

Todo el rencor acumulado por las torturas que aquellos mismos militares le habían causado, comenzaba a manifestarse en la respuesta, olvidándose que todavía era un prisionero. El soldado se quedó mirándolo y le dijo:

— Usted no debe hablar mucho, no le conviene.

Cuando llegué a Santa Clara, fui al bufete del hermano del también abogado Humberto Jorge miembros del 26 de Julio, le conté el motivo de mi visita y le pedí que me acompañara al Campamento 31 de la Guardia Rural para entrevistarnos con Camacho. El sobre del dinero que Camacho me dejó, estaba escrito en forma que me serviría de salvoconducto para entrar al campamento militar.

El Oficial de Guardia no solo nos dejó pasar, sino que inmediatamente trajeron esposado al prisionero. Su aspecto era expresión de los días en prisión; la barba crecida, el pelo echado para atrás tratando de ocultar los mechones que le habían arrancado y su ropa parecía ajena. Al verlo amarrado exclamé:

— ¡Así, como si fuera un asesino ¡

Uno de los soldado que estaba a su lado me respondió con pena:

— Señora de Camacho, no se ponga triste, hoy él está más seguro que antes.

Camacho me pidió que volviera al día siguiente y le llevara un cinto porque en la 5ta. Estación de Policía le habían perdido el suyo. Llegué al Campamento 31 con el cinto, justo en el momento que lo llevaban esposado con otro compañero para el Vivac, donde los fichaban y por la tarde lo llevaron para la cárcel a la galera 6. Los presos políticos compartían con los comunes en el patio cuando salían a coger sol, los que demostraban respeto y solidaridad por los presos políticos.

El sábado y el domingo eran días de visitas y se llenaba el corredor de la cárcel con el grupo de personas amigas que los visitaban.

Había caído preso Raúl Peroso, El Capitancito, Alfredo Mesa Cardentey del poblado de Manacas y Albertico Rodríguez de la ciudad de Santa Clara, acusados del atentado a Cornelio Rojas.

También había sido trasladado de la 5ta. Estación de Policía para la cárcel de Santa Clara, Luis Pérez Martínez que había caído preso en La Habana, era chofer de Santiago-Habana y fue brutalmente torturado por los esbirros de Ventura, que le habían arrancado hasta los dientes.

Entre los presos políticos se encontraban: Puri Curbelo Morales, de Cienfuegos; Horacio Camacho, de Quemado de Güines; Luis Jesús Seijas, de Placetas; Rigoberto García Antunas, Félix Reyes, Ernesto Rodríguez, Osbier Basnueva, José de la Paz, Carlos Pérez Hernández, Juan Morales Fernández y Rogelio Montenegro Guerra y otros compañeros que por diferentes causas guardaban prisión.

Puri Curbelo, al ver en la cárcel a Camacho, reunió a todos los presos políticos para que no lo identificaran como Jacobo ni lo relacio¬naran con el 5 de septiembre. Aquella iniciativa de Curbelo evitó que las autoridades del penal lo vincularan con el hombre de Cienfuegos que las autoridades de Santa Clara nunca pudieron identificar.

Los presos políticos recibían un gran apoyo del Movimiento 26 de Julio en la provincia, entre ellos el doctor Gómez Lubián y su familia: Magali, Clara Nena, Leyla, Josefina y Yiya. El doctor Guillermo Rodríguez del Pozo y su esposa Cristina, Aleida March, las hermanas Pino Machado, Ada Salabarría, Clara María Lubián y Roberto Gómez Cortés, Moropito, el doctor Aurelio Hernández de La Barca, las hermanas Obaya, Martha Lugioyo y las Leal, entre otras, que atendían no solo a los presos, sino a los familiares cuando llegaban de otros lugares a verlos en días de visita.

Fue necesario que el doctor Gómez Lubián atendiera a Camacho, después de examinarlo, pidió al alcaide del penal que lo llevaran al hospital para hacerle una radiografía, tenía costillas fracturadas y fisuras, el médico le ajustó una venda alrededor del tórax que le sirvió de mucho alivio. Los golpes en el cuerpo parecían ser la causa de la sangre en la orina, lo que iría eliminando poco a poco.

Los golpes en los brazos y la espalda, le habían endurecido los músculos en forma de pelotas, con dolores al simple contacto.

Un abogado de apellido Espinosa, que lo defendería en el juicio, comenzó a pedirme la información procedente de Oriente que sería necesaria. Tuve que buscar testigos de Santiago de Cuba, hago constar del Sindicato de los Ferrocarriles de Guantánamo y cuantos documentos se le iba ocurriendo que eran necesarios, teniendo en cuenta los cargos que pesaban sobre el acusado

. El juicio se efectuaría en el Tribunal de Urgencia de Santa Clara, el 11 de febrero, los acusados Julio Camacho y Luis Martínez, formularon acusaciones contra Esteban Ventura por las torturas cometidas contra ambos, mostrando las huellas que aún estaban en sus cuerpos.

De estas acusaciones la revista Bohemia se hizo eco, divulgando la noticia como: "Una vez más los acusados se convierten en acusadores".

Salió absuelto, pero lo volvieron a llevar a la cárcel por orden del Tribunal de Urgencia, porque estaba reclamado por la causa 67/56 de Santiago de Cuba, por los sucesos del 30 de noviembre y del desembarco del Granma.



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Tomado de "Historia de una gesta libertadora 1952-1959
Georgina Leyva Pagán, páginas: 160-193
Editorial Ciencias Sociales, La Habana, 2009.
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GRUPO DE HISTORIA DE LA LUCHA REVOLUCIONARIA EN SANTA CLARA (ACRC)


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