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viernes, 28 de octubre de 2011

El alzamiento de Victor Bordón el 26 de Noviembre de 1956

VILLACLARA

EL REBELDE DEL PUEBLO

El alzamiento de Victor Bordón el 26 de Noviembre de 1956
En la espera del Granma.

La noticia entró a los oídos de Víctor Bordón con toda la fragancia del universo. Volteó el rostro hacia su compañero Evelio Daniel Villavicencio y le expresó con emoción incontenida; Oíste, Patilla, Fidel desembarcó por la zona de Niquero, en Oriente. El hombre cumplió lo que prometió. Esto no hay quien lo pare. Coño, Patilla, ponte contento, compadre, que ahora sí la cosa va pa´lante.

Bordón era el primer guerrillero alzado en el llano en el país contra la tiranía de Fulgencio Batista.

Desde el 26 de noviembre de 1956, amenazado de muerte por la tiranía, decidió levantarse en armas, junto a sus coterráneos Villavicencio y Miguel Martínez, en unos matorrales prácticamente a escasos tres kilómetros del pueblo.

No podía seguir en la clandestinidad, pues me habían cogido varias veces preso y golpeado. En 1a Habana también me detuvieron por participar en sabotajes y asaltos. Entonces decidí irme para el monte e hicimos el campamento en la finca Santa María, de Juancito Martínez, cerca de Sevilla, donde nací..

Juan José Martínez, desde una silla de ruedas y una gorra verde olivo que irradia fidelidad continuada, susurra por encima de sus 70 años y de una caprichosa enfermedad que intentaba sacarlo de la vida y lo sepultó varios meses después:

"Yo le di abrigo a Víctor más por amigo que por revolucionario. En el campo a un hombre tan completo no se le puede cerrar la puerta por muy acosado que esté. Le dije; 'Aquí está tu casa y le abrí la puerta de par en par.' Después me endulzó con sus ideas y me incorporé de lleno a la lucha.

Repetía: No paro hasta derrocar al régimen. Yo me decía: Este se está volviendo loco, pero después me fui dando cuenta de la seguridad de sus palabras y me incorporé a su guerrilla como un combatiente más.

"Cuando llegaron, ya caída la noche, le habilité un cuarto y le dije: Entra, que aquí hay un amigo para lo que sea. Los guardias nunca sospecharon que podía estar en mi casa, tal vez por lo sencillo del lugar, más bien llano y de escasa vegetación. Fue el primer campamento rebelde de esta zona. Mi mujer, Zenaida, no titubeó en ayudarlo ni en compartir con él nuestro hogar y nuestra comida."

Y apunta Bordón:

Llegaban noticias falsas de que habían matado a Fidel y después, que lo habían cogido preso. Yo sabía que eran cuentos. Conocía la historia de Fidel como asaltante del Moneada, de su prisión en Isla de Pinos y de su exilio en México, por lo que imaginé que sería muy difícil volverlo a agarrar. Después supe que ya estaba posesionado en la Sierra Maestra y le comuniqué a mi pequeña tropa: El hombre está vivo y peleando en la Sierra, y dije aquello que he repetido por toda mi vida: ¡Con Fidel, hasta la muerte!

Lo que él predicó en el juicio del Moneada era lo mismo que yo quería: que no hubiera niños sin hogar, que todo el mundo tuviera derecho a la medicina. Yo había visto a mucha gente pidiéndole cinco pesos a mi padre para comprar una medicina y no se le muriera un familiar, que casi siempre al final fallecía por desamparo hospitalario. Conocí, además, a muchas familias muñéndose de hambre.

Resultaba imposible permanecer alzado con un nutrido grupo de hombres, dadas las condiciones logísticas y topográficas de la zona. Bordón ideó una táctica inexplorada hasta entonces, consistente en movilizar a los hombres para realiza1" las acciones nocturnas, y ellos luego retornaban a sus quehaceres cotidianos.

Era una guerrilla suburbana destinada a destruir tendidos eléctricos, vías de comunicaciones y a otros sabotajes sin enfrentarse directamente a las fuerzas enemigas, enmascarada por el valor de sus integrantes y la fidelidad de los moradores, trente digna y honesta, negada a darle un soplón a la guardia rural dei pueblo.

Nosotros aplicábamos la táctica de Fidel, de que lo más importante era la lucha guerrillera y que las ciudades se convirtieran en su retaguardia. Lo hacíamos desde el llano y le imprimíamos a ella un carácter popular, porque sencillamente en el mantenimiento del grupo armado participaba toda la población.

Miguel Martínez, de los primeros tres fundadores, abor¬dado en su carpintería quemadense, recuerda:
"Realizábamos sabotajes diariamente para hacernos sentir en la zona. Dejábamos el pueblo a oscuras, quemábamos una guagua, hacíamos esto y lo otro, y luego regresábamos al campamento. En cada una de esas primeras escaramuzas nos apoyaban varios miembros del Movimiento 26 de Julio que permanecían en la clandestinidad.

"En el caso mío fui arrastrando a toda la familia a la lucha. Primero comprometí a mi hermano Manolo y poste¬riormente a los otros. Después entraron el viejo (José) y la vieja (Nena), y demás de la familia. Nosotros éramos muy pobres y anhelábamos un porvenir mejor. A Víctor lo consideramos como el jefe desde el primer momento, pues se veía con más condiciones en todos los aspectos en cuanto a la integridad de una persona."

El prestigio insurrecto de Bordón crecía con los días y l(* gente más dispuesta se le iba sumando en una matemáticaque multiplicaba los números de afiliados por salidas y puestas del Sol. Cente lo atestigua:

"Yo estaba en una esquina de la cárcel y escuché los primeros tiros de la revolución la noche del 24 de diciembre de 1956, cuando el pequeño grupo de Bordón atacó el local de la sanidad. Eran disparos salidos de revólveres viejos, pero emitían un sonido de coraje y admiración. Fue así como me enrolé en el Movimiento 26 de Julio.

"Hacía sabotajes por la noche y al otro día me incorporaba en la tabaquería. Pero empecé a achicharrarme y tuve que irme para Cienfuegos.

Bordón fue distribuyendo a los compañeros en núcleos pequeños para poder subsistir hasta ver qué camino íbamos a tomar."

La jefatura del Movimiento 26 de Julio en Las Villas, encabezada por el médico Allan Rosell, constituía, por lo tapiñado, un rival más difícil y complejo que la propia guardia rural. Bordón comenzó también a tener roces con la dirección del Movimiento en la región de Sagua la Grande, a la que pertenecía el municipio de Quemado de Güines.

Me colaba en los pueblecitos chiquitos y leía los periódicos u oía la radio, y así me enteraba de las principales noticias. De esa forma supe que había caído preso Quintín Pino Machado, que era uno de los puntales más diáfanos de la organización.

A los pocos días se aparecieron los jefes de Sagua con la misión de persuadirme de que no continuara alzado. Vinieron Ernesto Mora y Matienzo con el apoyo de Angelito González, coordinador del Movimiento en Quemado, y quien al igual que ellos consideraba que la lucha había que librarla desde acciones en la ciudad y el que se opusiera como yo a esa teoría, era considerado un indisciplinado.

Discutimos por varias horas, mas yo mantuve mi disposición de seguir en la manigua. Se marcharon vencidos, pero no convencidos.

Diego González Suárez, chofer que en aquel momento tenia supuestamente como misión trasladar armas y darle atención a Bordón: "Al principio la dirección apoyaba a Víctor, aunque después comenzaron a existir dificultades por un problema que había con los jefes del Movimiento en Sagua la Grande, quienes expresaban que Bordón era un indisciplinado y no respetaba sus decisiones.

En su libro Gente del Llano, Enrique Oltuski describe un diálogo que sostuvo, a su entrada a Las Villas como Jefe del Movimiento 26 de Julio, con el llamado Guajiro. Oltuski pregunta: Ven acá, ¿viste lo de Bordón?

Si, estuve hablando con la gente de Sagua. Ellos se quejan de que Bordón es un indisciplinado, que no hace caso y que lo que quiere es andar por la libre.
"Yo creo —dice Oltuski—, que lo que debemos hacer es mover a Bordón hacia el centro de la provincia y ponerlo directamente bajo el mando de la dirección provincial "

Eso, sería la mejor solución, pero hay que convencer a la gente de Sagua, porque ellos lo que piden es la expulsión.

"Bueno, convéncelos, y después tú y Diego entrevístense con Bordón"

Humberto González, jefe de acción y sabotaje del Movimiento 26 de Julio en el regional de Sagua la Grande:
"No puedo decir que Bordón era un indisciplinado. Con quien él tuvo ciertas diferencias fue con Ernesto Mora. Conmigo siempre lo que tuvo y ha tenido es amabilidad y amistad"...."Admiré su valor personal y sus condiciones revolucionarias. Sus contactos más estrechos eran a través del coordinador Ernesto Mora. Yo no sé cuál fue el problema, pero sí sé que entre ellos existieron dificultades."

"El coordinador local era Angelito González (traidor), pero la máxima figura era Bordón, que estaba alzado."



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Tomado de "Victor Bordón. El nombre de mis ideas" de José Antonio Fulgueiras, pag.33-37
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GRUPO DE HISTORIA DE LA LUCHA REVOLUCIONARIA EN SANTA CLARA (ACRC)

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