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domingo, 24 de julio de 2011

RODOLFO DE LAS CASAS PÉREZ "Casitas"

Rodolfo de las Casas Pérez (Casitas)
Santa Clara el 31 Agosto 1936 – Camaguey, el 21 Abril 1969

Extraordinario revolucionario de Santa Clara. Dirigente estudiantil del Instituto de Segunda Enseñanza, donde inició sus actividades revolucionarias con 16 años, enfrentándose a la tiranía batistiana desde el golpe de Estado del 10 de marzo de 1952.

Procedente de una familia de la clase media, su padre Pedro de las Casas Martí comerciante y propietario, su madre María Luisa R. Pérez, ama de casa, el menor de dos hermanos,siempre disfrutó del cariño, la comprensión, colaboración y ayuda de ambos padres.

Cursó los primeros grados de la primaria en el Colegio Riera, y luego pasó al Colegio Hermanos Maristas del que salió decepcionado, ya que su carácter y temperamento no se avenía con el sistema y método de adulonería que tenían implantado los curas, por eso siempre estaba en pugna con ellos.

Para ingresar al Instituto pasa un curso en la Academía García Domínguez . Ingresa en el Instituto de Santa Clara en 1951, y sus ideales, combatividad y participación activa en la lucha estudiantil del plantel lo llevan a ser electo Delegado e integrar como Tesorero de la Asociación de Estudiantes del Instituto en ese año.

Cuando se efectúa el golpe de estado del 10 de marzo de 1952, Casitas junto con Osvaldo Herrera González que era el Secretario General de la Asociación de estudiantes del Instituto comienzan las primeras protestas estudiantiles al respaldar la Asociación de Estudiantes del Instituto el Recurso de Inconstitucionalidad en contra de los Estatutos del golpe artero y traidor del 10 de marzo, y organizan la Jura de la Constitución en lugares centricos para que todo el pueblo de villaclara participara y mantuvo la Asociación de Estudiantes, al Instituto cerrado por huelga durante dos meses y fue el último Instituto de la isla que se incorporó a clases.

En diciembre de 1952, Casitas con 16 años de edad, junto a Osvaldo Herrera y Ramón Pando Ferrer fundan en Santa Clara el Movimiento de Acción Cívica Constitucional (ACC) que fue la primera organización insurreccional que se extendió por la provincia.

Después del Moncada se da a la tarea de hacer llegar al pueblo el manifiesto de la “Historia me Absolverá” mimeografiando grandes cantidades y llenándo las paredes de consignas revolucionarias contra la convocatoria a las elecciones de ese año 1954.

En ese período organizó protestas estudiantiles enfrentándose valerosamente a los esbirros siendo detenido y golpeado por estos en varias oportunidades . Por su participación en las luchas estudiantiles fue sometido a varios Consejos Disciplinarios, hasta que pretextando un incidente con un profesor fue expulsado del Instituto y tiene que matricularse en el Instituto de Sagua la Grande.

Al fundarse el Movimiento 26 de Julio en Santa Clara, fue designado segundo jefe de las Brigadas Juveniles de Acción y Sabotaje en la provincia de Las Villas trabajando junto a Quintín Pino en la organización, control y adiestramiento de los miembros de estas.

En Octubre de 1956 acompaña a Margot Machado Padrón a una reunión en Santiago de Cuba con Frank Pais y Pepito Tey en gestión relacionada con las armas para su provincia.

Participa de forma destacada en los hechos del 30 de Noviembre de 1956 tratando de crear una situación insurreccional en la ciudad de Santa Clara que impidiera la rápida movilización del ejército fuera de la ciudad.

Alrededor de las once de la noche se acuartela la Brigada de Rodolfo de las Casas (Casitas), en la trastienda de la “Casa Toda Onda” en la calle Marta Abreu, la trastienda se comunica eon el garaje de su casa que da para el Callejón de “Los Angeles”, allì en medio de la oscuridad del garaje nos ponemos a hacer cocteles molotov los doce jóvenes allí acuartelados. Esa madrugada Casitas desarrolló una intensa actividad recorriendo los centros de acuartelamientos y precisando las acciones a desplegar. Al amanecer nos reúne a los integrantes de su brigada y exclama: “Ha llegado el momento de ser libres o mártires, tenemos que alertar al pueblo, la lucha ha comenzado.” Todo en él es dignidad y corazón. Imparte órdenes de realizar acciones que impidan la movilización del ejército y sale con dos compañeros armados con un cuchillo, 50 cocteles molotov y paquetes de propaganda en su carro. Va al timón, a su lado un compañero con las proclamas listas para lanzarlas a la orden de Casitas, detrás el compañero Rodolfo Maribona Hernández con el saco de los 50 molotov listos para lanzarlos a su orden.

Salen temprano en la mañana y se dirigen a cumplir con el compromiso de honor contraído y ante cada objetivo que encuentra en su camino y que pueda contribuir a crear la situación insurreccional en la ciudad da ordenes de lanzar cocteles molotov, y así lo hacen contra la Zona Fiscal de la calle Independencia, el servícentro de Luis Estévez y Martí, también incendian dos camiones que encuentran en la calle Maceo y por último lanzan cocteles molotov contra el Servícentro de Maceo y Central, incendiándolo.

Durante el trayecto, Casitas se dirigía a los transeúntes que encontraba, arengándolos a unirse a la lucha contra la tiranía exclamando: “Llegó el momento, a luchar. Abajo la dictadura”

Precisamente, cuando actuaba contra el Servicentro de Maceo y Central, es detectado por un carro patrullero del SIM, que comienza una singular persecución a lo largo de la Carretera Central en el tramo conocido por “El Malecón”. El patrullero, disparando con su ametralladora, acosando al carro de Casitas, y éste sin armas, esquivando los disparos gracias a su destreza como chofer, hasta que al llegar a la calle Tristá toma por ésta en dirección hacia el Parque y para eludir la persecución de la patrulla ordena lanzar del carro el saco incendiado con los diez o doce cocteles molotov que le quedaban y que al hacer explosión en Tristá y Lubián incendia toda la calle impidiendo el paso del perseguidor y escapando así de tan peligrosa situación.

Por esos hechos es buscado por la policía y y tiene que pasar a la vida clandestina en la Habana, donde participa en los planes para un alzamiento en el Escambray previsto para Febrero de 1957, pero que fue frustrado al caer presos sus organizadores en la fábrica de bombas de 5ta y A en el Vedado.

Posteriormente el 27 de Mayo de 1957 se traslada a la ciudad de Cienfuegos en unión de Antonio Larralde y Rubén Rodríguez para participar en un levantamiento previsto con la marina y se acuartela en una casa del Reparto Buenavista la cual fue sorprendida por la policía y el ejército entablándose un nutrido tiroteo.Esta foto es de esa ocasión. Posteriormente son brutalmente apaleados y atropellados por la policía, y no hubo delación, supieron aguantar todo el rigor de las torturas y castigos a que fueron sometidos sin hablar ni delatar, el 19 de Junio de 1957 son liberados mediante fianza y pasa nuevamente a trabajar con el Movimiento en la Habana.

El 8 noviembre de 1957, participa en las acciones de la noche de las 100 bombas, colocando 6 bombas junto con José Quián Cullén (Cheo).

Posteriormente regresa a la Habana y pasa a trabajar con Julio Camacho Aguilera atendiendo Habana- Campo, y debido a la delación de un traidor son sorprendidos por el siniestro Ventura y sus agentes al asistir a una reunión junto a varios compañeros, entre ellos Julio Camacho , el 12 de Noviembre de 1957 en una casa que estaba ya ocupada previamente por los asesinos del esbirro Ventura.

En esta oportunidad, Casitas para salvar al resto de los compañeros que estaban citados a una reunión en la casa en que fueron capturados, concibe un plan a riesgo de su vida, pero para impedir que el resto de los compañeros citados cayeran en la trampa preparada, y para eso pide ir al baño y allí se corta las venas de las muñecas y de los antebrazos, en estas condiciones es sacado de la casa por la policía, pues se desangraba y cuando se encuentra en el portal de la casa, Casitas aprovecha el momento y forma un escándalo para llamar la atención con la finalidad de que los compañeros que estaban fuera de la casa esperando para entrar se percataran de lo que ocurría y no trataran de llegar.

Los apresados son conducidos a la quinta estación de policía donde son torturados golpeados durante 8 días, al noveno día son conducidos al Castillo del Príncipe el 20 de Noviembre de ese año.

En esta participa en la Huelga de Hambre de los presos políticos que fue un hecho de gran repercusión nacional porque se fueron sumando los presos políticos de las cárceles provinciales, hasta que el jueves 20 de Febrero de 1958 es liberado junto con otros 18 presos ya que el Tribunal de Urgencia decretó su libertad por la falta de acusaciones del Buró de Investigaciones, pasando Casitas a trabajar en el Movimiento en la provincia de Matanzas con Enrique Hart que había sido designado Jefe de Acción y donde vuelve a encontrarse con los compañeros de Santa Clara que se mantenían clandestinos en esa provincia participando en la reorganización de las milicias urbanas y en las actividades de la Huelga del 9 de Abril.

Ese día, Casitas junto a Enrique Hart, tomó la emisora Radio Tiempo e hizo salir al aire el mensaje que convocaba a la Huelga General. Ese mismo día dirigió y participó en varias acciones.

Posteriormente regresa a la Habana a trabajar con Oscar Lucero y Faustino Pérez hasta que La dirección del Movimiento en la Habana decide que Casitas y otros compañeros más pasen a incorporarse al Ejército Rebelde en la Sierra Maestra. En Santiago de Cuba Casitas se encuentra con Roberto Hernández Zayas, José Quián Cullén y Faustino Pérez, y juntos emprenden el camino hacia la Sierra Mestra. El 19 de Junio el 1958 se incorporan a la Columna del Comandante Daniel (René Ramos Latour) y después del 30 de Julio pasa a la Columna No. 1 José Martí bajo las órdenes del Comandante Fidel Castro.

En la Sierra participa en varios combates y en las misiones a él encomendadas.

Juan Nuiry ha relatado su encuentro con Casitas en Octubre de 1958: "En el histórico campamento de La Plata se encontraba la jefatura de la Columna Uno, al mando del líder de la Revolución, Fidel Castro. Ese sitio estratégico está en uno de los picos más altos del macizo montañoso de la Sierra Maestra. Al escalar, empapados por un torrencial aguacero, tras un fatigoso ascenso del tramo que comienza en el caserío de las Vegas de Jibacoa y deja atrás la Tiendecita de la Maestra, llegamos ¡al fin! a la Comandancia General del Ejército Rebelde. Entramos por el campamento de Casitas, llamado así por estar al frente el capitán Rodolfo de las Casas, destacado dirigente estudiantil de Santa Clara. Ahí hicimos la primera escala y pasamos la noche. Por la mañana temprano el Comandante Paco Cabrera, jefe de los ayudantes del Comandante Fidel Castro, nos llevó a su encuentro, en la pequeña cabaña rústica donde él radicaba, hecha de tablones de pino, yagua y cobija de guano, llamada la Comandancia."

En Diciembre de 1958 cuando van bajando al llano y se van tomando pueblos, se presenta Maffo, donde había una casa frente al cuartel de la tiranía en la que él y ocho compañeros más se parapetan para desde allí poder atacar al cuartel, pero son descubiertos por los soldados de Batista, los que dan aviso a un avión que volaba por los alrededores el que les arroja una bomba de 500 libras, destruyendo la casa y sepultándolos a todos bajos sus escombros, pero Casitas con su fusil, pudo hacer un hueco y salir de los escombros en que se encontraba cruzando la línea de fuego para llegar hasta el Comandante en Jefe, el cual ordena rápidamente un ataque al cuartel para poder de esta manera salvar al resto de los compañeros lo que se logra con feliz éxito. A las 5.30 p.m. del 30 de Diciembre se rindió el cuartel de Maffo.

Se dispone a participar en el ataque a Santiago de Cuba, pero no es necesario.

Después del triunfo acompaña a Quintín Pino y Armando Hart en vuelo de Santiago de Cuba a la Habana el día 2 de Enero de 1959, aterrizando de madrugada en el Campamento de Columbia pasando a trabajar con Quintín en el aeropuerto de Rancho Boyeros para evitar la evasión de los esbirros y asesinos de Batista, luego regresa a Santa Clara el 6 de Enero para la entrada de Fidel a la ciudad y a Cienfuegos.

En Santa Clara ocupa la responsabilidad de Coordinador Municipal del M-26-7, y posteriormente de Delegado Provincial del Instituto Nacional de Ahorro y Vivienda (INAV), posteriormente ingresa en la Universidad Central y organiza los cursos de nivelación los cuales fueron necesarios en aquel momento histórico que permitieron organizar el estudio de las distintas carreras y especialidades. En ese centro atiende el Plan de Becados ocupando posteriormente el cargo de Vice-presidente de la Federación Estudiantil Universitaria y el de Jefe del Batallón Universitario.

En representación de la FEU asiste por designación al IV CLAE a realizarse en Río de Janeiro, y posteriormente en 1962 asiste como delegado de la provincia de Las Villas al VIII Festival Mundial de la Juventud y los Estudiantes en Helsinki, Filanda.

Al salir del trabajo en la Universidad para incorporarse e las Fuerzas Armadas Revolucionarias es designado para cursar estudios por dos años en la Escuela Superior del Partido y al concluir sus estudios pasa al Ejército Central como simple soldado, ya que por su modestia, sencillez de carácter, nobleza de corazón y su gran cariño a su Revolución, nunca le importaron ni los grados ni la ostentación, ni las posiciones, como tampoco le importaron los sacrificios, esfuerzos, y privaciones que había que soportar por hacer grande esta Revolución.

Casitas a pesar de las tareas y responsabilidades que cumplió para la Revolución, nunca cobró un salario, siempre reintegraba el salario que le pagaban y decía que “él en Santa Clara, con su casa y su familia, no necesitaba dinero alguno para nada absolutamente”, cuando cursó la Escuela Superior del Partido la dirección de la Escuela se percató de que Casitas no tenía documentación oficial donde constara el salario que cobraba por lo que le asignó una ayuda de cien pesos mensuales durante el curso en esa Escuela, al concluir ésta se vió obligado a cobrar el primer sueldo cuando ingresó como Teniente al Ejército Central trabajando en la Sección Política de las Fuerzas Armadas en Las Villas.

Al morir era ayudante del Comandante Rogelio Acevedo en la provincia de Camaguey. Que el ejemplo y recuerdo de Casitas como faro y guía, como revolucionario consecuente que siempre supo ser fiel a los principios de la Revolución, que no escatimó días ni esfuerzos en aras de la construcción de una sociedad más justa por la cual supo luchar con tesón, ardor y patriotismo sin igual, se mantenga presente en la nueva generación con igual actitud, valor, cariño y amor a nuestra Revolución y a nuestra Patria.

Sus restos descansan en el Panteón de los Héroes y Mártires de la lucha revolucionaria del Cementerio de Santa Clara.


GRUPO DE HISTORIA DE LA LUCHA REVOLUCIONARIA EN SANTA CLARA (ACRC)

El Grupo de Joaquín en la guerrilla del Che.

Sobre las actividades del grupo de Joaquín en la Guerrilla Boliviana


Reproducimos algunos párrafos de la reconstrucción de las principales incidencias de este período, que aparecen en el artículo publicado por Granma el 29 de agosto de 1969.



El 17 de abril de 1967, en un lugar del sudeste boliviano conocido por Bella Vista, junto al río Ikira, se separaron en dos grupos los combatientes de la guerrilla.

La vanguardia y el centro, encabezados por el comandante ERNESTO GUEVARA, iniciaron la marcha rumbo a Muyupampa: la retaguardia, con 13 guerrilleros, entre ellos cinco combatientes del centro —cuatro enfermos y un médico—, a más de 4 expulsados, debía permanecer en la zona, bajo el mando del Cdte. JOAQUÍN.

Acontecimientos posteriores impidieron que se restableciera el contacto entre ambos grupos. De esta forma, la retaguardia vivió una existencia independiente durante más de 4 meses, hasta que la delación de un traidor la arrojó bajo el fuego enemigo en la emboscada del Vado del Yeso.

A las 22.00 horas del día 17, parte el CHE. Comenzó una nueva etapa en la vida de la retaguardia.

Se ha podido precisar que el grupo de JOAQUÍN permanece, casi sin moverse del lugar en que se separara del CHE, por espacio de varios días, estableciendo campamentos en las inmediaciones y obteniendo algunos víveres en casas de campesinos cercanos. Las fuerzas del régimen aparecen pronto en la zona, iniciando una intensa actividad en el caserío y forzando a la guerrilla a emprender la marcha, alejándose de este sitio.

Durante más de 10 días, helicópteros del ejército efectúan movimientos en la zona. Comienza el rastreo. Campesinos o soldados vestidos de campesinos revisan en busca de huellas a lo largo del cauce. Detrás de ellos llegan 4 aviones, los que durante 4 días consecutivos bombardean la región donde se supone estén los guerrilleros. Luego del bombardeo vuelven los rastreadores. El acoso constante motiva un nuevo cambio de campamento.

La guerrilla continúa sus recorridos de exploración en busca del CHE y de vigilancia frente a los movimientos del enemigo. PEPE, uno de los expulsados de la "resaca", deserta entregándose al ejército.

Aproximadamente a mediados del mes de mayo un grupo de guerrilleros cae en una emboscada del ejército cuando se dirigía en busca de comida. En ella mueren los compañeros MARCOS y VÍCTOR.

La siguiente baja se produce unos dos meses más tarde, más o menos a mediados de julio. Se produce un encuentro en que pierde la vida heroicamente el guerrillero SERAPIO, de nacionalidad boliviana.

La retaguardia, mandada por JOAQUÍN, logra pasar el cerco tendido por las tropas, fracasando así la llamada Operación "Cynthia".

Es por estos días de su cruce por Taperillas y el Iñau que sostienen un choque con el ejército. No hay bajas. Sin embargo, al reagruparse los combatientes, comprueban que dos de la "resaca", EUSEBIO y CHINGÓLO, han aprovechado la confusión para desertar.

Días después, el 12 de agosto, el diario oficialista "Presencia" informa que "gracias a dos guerrilleros que fueron capturados" han sido ocupados dos depósitos de armas, municiones y equipos en la región de Ñancahuazú. Los traidores han conducido de la mano al ejército hasta los campamentos "del oso" y del "arroyo de las piedras". Esta delación fue un golpe muy serio para el núcleo inicial del Ejército de Liberación Nacional de Bolivia.

Según "Presencia", el día 9 de agosto se produce un encuentro. Un balazo alcanza al guerrillero PEDRO, quien subía muy pesadamente con su carga y una ametralladora Browning calibre 30. Cae muerto. Días más tarde la prensa boliviana lo identifica como ANTONIO FERNÁNDEZ, natural de Tarata, Bolivia, de 26 años.

El guerrillero ANTONIO FERNÁNDEZ, un querido dirigente de la Juventud Comunista de Bolivia, supo mantenerse firmemente al lado de la causa revolucionaria, enfrentando las maniobras conciliadoras y entreguistas de Monje. Su gloriosa muerte será siempre bandera de lucha para los que en su patria estén dispuestos, como él, a combatir y a realizar la obra de la Liberación.

Los partes del ejército ubican el grupo a unos 15 kilómetros del camino que une a Monteagudo y Muyupampa.

De su largo recorrido de varios días rumbo a la zona del río Grande se sabe muy poco. Es presumible que siguieran por el Ñancahuazú, aguas abajo, hasta llegar al río Grande. No tienen absolutamente nada que comer. La mayoría andan casi descalzos o con los zapatos sujetos por cordeles y trapos. Es posible que este grado de agotamiento y privaciones extremos hayan agudizado, en esta marcha hacia el río Grande, los síntomas de relajamiento en las precauciones de seguridad, que ya se habían manifestado anteriormente.

Pero hay, por encima de todo, que hacer un gran esfuerzo para alcanzar a concebir el increíble cúmulo de dificultades que debieron enfrentar y vencer estos hombres. Cualquier juicio o análisis que se pretenda hacer en el orden táctico, tiene que partir de esta medida realmente sobrehumana.

Por fin, en los últimos días de agosto, la retaguardia sale al río Grande. Orillándolo, al cabo de una jornada, llegan cerca de la casa de un campesino. Se llama Honorato Rojas y se dice que es amigo.

Ahora es preciso hacer un paréntesis y remitirse al primer recorrido del Cdte. ERNESTO GUEVARA, en los meses de febrero y marzo, en que pasara por ese mismo lugar. "El campesino —apunta entonces el CHE— está dentro del tipo; incapaz de ayudarnos, pero incapaz de prever los peligros que acarrea y por ello potencialmente peligroso.

Y al final señala: "El campesino se llama Rojas". ¡No hay dudas que el CHE logra calar al individuo de una sola ojeada!

En esta ocasión, al llegar la retaguardia, mandada por JOAQUÍN, a las inmediaciones del lugar, son enviados dos hombres para que se dirijan a casa del campesino. Éstos no pueden llegar porque se producen unos disparos en los alrededores.

Aún así, es enviada una segunda comisión. Ésta logra entrevistarse y recibe de Rojas el ofrecimiento de colaborar en todo lo que pueda. A la noche, JOAQUÍN" y otros combatientes visitan la casa, dejan dinero para la compra de víveres y obtienen nuevas propuestas de ayuda por parte del campesino. Ya en estos momentos el delator Honorato Rojas ha puesto en manos del ejército la información sobre la presencia, en los alrededores de su casa, del grupo de combatientes revolucionarios.

Así, en la oscuridad de esa misma noche, una compañía del Regimiento Manchego 12 de infantería se pone en camino rumbo al Masicuri Bajo. Al amanecer, su jefe, Mario Vargas, llega a un acuerdo con Honorato Rojas. Éste se compromete a conducir al grupo guerrillero hasta el Vado del Yeso, donde el río Grande se encajona turbulento y peligroso. Del otro lado esperarían agazapados los matadores. El miserable delator, Honorato Rojas, que arrojara los nueve guerrilleros a una carnicería segura, fue ejemplarmente ajusticiado, por combatientes del ELN de Bolivia. Guiados por Rojas caminaron hasta las márgenes del río siguiendo luego hacia arriba. Se despidió dando la mano a los que estaban cerca de él y también a JOAQUÍN. Luego se alejó a paso rápido.

En la otra margen del vado, estaba tendida la emboscada del ejército.

El grupo se dispuso a efectuar el cruce del río sin tomar ninguna medida de precaución en cuanto al orden de la marcha ni a la exploración de los puntos que dominaban el vado. BRAULIO, que marchaba a la cabeza, machete en mano, entró el primero al agua. Al mismo tiempo se corrió la voz de que había que pasar en fila india y lo más rápido posible. BRAULIO llegó a alcanzar la otra orilla. Hacía señas de avanzar a los demás con el machete en alto, cuando se desató el fuego.

En ese momento todos los combatientes habían entrado al agua. Los que no cayeron a las primeras descargas se dejaron llevar por la corriente o zambulleron.

JOAQUÍN logró regresar a la orilla pero ahí pereció acribillado. BRAULIO alcanzó a fulminar con su Browning a un soldado enemigo que se puso de pie en un flanco. Fue la única baja del ejército. A lo largo de 600 metros los soldados corrieron por la orilla del río gritando mientras disparaban contra cualquier bulto que se movía en la corriente.

El cadáver de TANIA siguió río abajo y sólo pudo ser recuperado días después.

El único sobreviviente de este grupo lo fue PACO, uno de los de la "resaca".

Vado del Yeso fue un duro revés para la guerrilla boliviana. La causa de la revolución en ese país perdió allí luchadores esforzados y capaces, como ALEJANDRO, como BRAULIO, hombres de invariable decisión de combate, como MOISÉS GUEVARA, dirigente minero boliviano; figuras como TANIA, combatiente internacionalista cuyos ideales de liberación no conocían fronteras; guerrilleros como ERNESTO, WALTER, POLO y EL NEGRO, fieles hasta la muerte a su convicción revolucionaria.

LA CARTA DE MÉXICO

La Carta de México






La firma de la Carta de México el 29 de agosto de 1956, por los hombres del Directorio Revolucionario con el doctor Fidel Castro, comprometieron a ambas organizaciones, en una misma estrategia para derrocar la tiranía: La lucha armada.
El trascendental compromiso firmado en México fijaba la unidad ideológica por la cual habría de luchar la juventud cubana hasta el triunfo de la Revolución.



El 13 de Julio de 1956 José Antonio Echeverría fue re-electo como Presidente de la FEU por una amplia mayoría de 9 votos de los 13 Presidentes de Facultades, fue esta la elección en que mayor número de votos obtenía un candidato para Presidente de la FEU, en toda su historia.

Nuevas tareas ocuparon por algún tiempo la atención del Presidente de la FEU en los meses siguientes. El 27 de julio embarcó José Antonio hacia Chile para participar en las actividades preparatorias del II Congreso Latinoamericano de Estudiantes que se efectuaría en el año 1957, donde José Antonio fue elegido Presidente de la Comisión Preparatoria del II Congreso. De Chile viajó a la Argentina y después a Costa Rica desde donde finalmente se dirigió a México para reunirse con el doctor Fidel Castro, como eran sus propósitos desde la salida de La Habana. En esa ciudad se unió al líder estudiantil Rene Anillo, que era portador de los acuerdos que le transmitían al Secretario General, los demás miembros en funciones del Ejecutivo del Directorio Revolucionario que permanecían en La Habana.


El 28 de agosto de 1956, en el apartamento que ocupaban Jesús Montané y Melba Hernández, sostuvieron la primera reunión el doctor Fidel Castro y José Antonio Echeverría, para discutir los términos de los acuerdos que habrían de adoptar para coordinar la continuidad de las acciones en la encarnizada lucha que ambos jóvenes lideraban contra la tiranía de Fulgencio Batista. El día 29 continuaron las conversaciones y firmaron La Carta de México, el doctor Fidel Castro a nombre del Movimiento 26 de Julio y José Antonio Echeverría a nombre de la Federación Estudiantil Universitaria --FEU—. Adoptaron el nombre de Carta y no el de Pacto, para dar flexibilidad al Movimiento 26 de Julio y al Directorio Revolucionario en la táctica que desarrollaría cada organización dentro de la estrategia que acordaron, la lucha armada, hasta alcanzar el triunfo de la Revolución.

De ciudad México partió José Antonio Echeverría con destino a Londres de paso hacia Ceilán, su destino final, donde iría a participar en la VI Conferencia Internacional de Estudiantes que se efectuaría en ese país en la segunda mitad del mes de septiembre de 1956, donde llegó finalmente el día 8 de ese mes. La Conferencia se realizó del 19 al 23 de septiembre. A principios de octubre José Antonio regresó nuevamente a México para un segundo encuentro con el doctor Fidel Castro. En esta ocasión se unieron al Secretario General del Directorio: Fructuoso Rodríguez, Faure Chomón, Joe Westbrook, Juan Pedro Carbó y José Machado, Machadito. El tema de las conversaciones sería discutir con el máximo dirigente del Movimiento 26 de Julio el plan militar con vistas a las acciones armadas que desencadenaría cada organización contra la tiranía de Batista, en un futuro inmediato.

La firma de la Carta de México el 29 de agosto de 1956, así como las conversaciones posteriores sostenidas en octubre de ese año por los hombres del Directorio con el doctor Fidel Castro, comprometieron a ambas organizaciones, al Directorio y al 26 de Julio, en una misma estrategia para derrocar la tiranía: La lucha armada, y si bien cada organización desarrollaría sus propios planes militares, el trascendental compromiso firmado en México fijaba la unidad ideológica por la cual habría de luchar la juventud cubana hasta el triunfo de la Revolución, el primero de enero de 1959.




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De Palacio hasta Las Villas
Por: Ramón Pérez Cabrera.(Arístides)
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DIARIO DE CAMPAÑA DEL CHE DURANTE LA INVASIÓN DE LA COLUMNA 8

DIARIO DE CAMPAÑA DEL CHE
LA INVASIÓN DE LA COLUMNA 8 A LAS VILLAS





Iniciamos el relato con:

ORDEN MILITAR

Se asigna al Comandante Ernesto Guevara la misión de conducir desde la Slerra Maestra hasta la provincia de Las Villas una columna rebelde y operar en dicho territorio de acuerdo con el plan estratégico del Ejército Rebelde.

La columna No. 8 que se destina a ese objetivo llevará el nombre de "Ciro Redondo" en homenaje al heroico capitán rebelde muerto en acción y ascendido postumamente a Comandante.

La columna No. 8 "Ciro Redando" partirá de Las Mercedes entre el 24 y 30 de agosto. Se nombra al Comandante Ernesto Guevara, jefe de todas la unidades rebeldes del Movimiento Revolucionario 26 de Julio que operen en las provincia de Las Villas, tanto en las zonas rurales, como urbanas y se le otorgan facultados para recaudar y disponer en gastos de guerra las contribuciones que establecen nuestras disposiciones militares, aplicar el Código penal y Las Leyes Agrarias del Ejercito Rebelde en el territorio donde operen sus fuerzas, coordinar operaciones, planes, disposiciones administrativas y de organización militar con otras fuerzas revolucionarías que operen en la provincia, las que deberán ser invitadas a integrar un solo Cuerpo de Ejército, para vertebrar y unificar al esfuerzo militar de la Revolución; organizar unidades locales de combate y designar oficiales del Ejército Rebelde basta el grado de Comandante de Columna.

La oolunna No. 8 tendrá como objetivo estratégico batir incesantemente al enemigo en el territorio central de Coba, e interceptar hasta su total paralización los movimientos de tropas enemigas por tierra desde Occidente a Oriente, y otros que oportunamente se ordenen:

Fidel Castro Ruz
Comandante en Jefe,
Sierra Maestra,Agosto 21/58. 9.0O p.m.



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DIARIO DE CAMPAÑA DEL 27 DE AGOSTO AL 14 OCTUBRE 1958.(Solo se pondrán los días correspondientes a cada mes)
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Ago.-27. Estamos acampados en las cercanías del Jíbaro, próximo a Purial de Jibacoa, Manzanillo, Oriente, esperando un avíón que habrá de arribar con pertrechos.

Ago.-28. En las últimas horas de la tarde aterriza, nos trae 20,O00 cápsulas, casi todas, calibre 30.06; en el llega el Dr. Raúl Chivás que se quedará. Cuando los jeeps están cargados la aviación enemiga nos ametralla hasta la Madrugada, como nuestro avión, está imposibilitado de elevarse procédemos a quemarlo.

Ago.-29. Estamos en Cayo Espino;el Ejército que tiene bloqueado todos los caminos nos ha tomado dos camionetas con los víveres y la gasolina. Decidimos continuar a píe.

Ago.-30. Bajamos por el caminó de Jibacoa con dos horas de retraso con nuestro plan llegando al amanecer a la finca La Orilla.-

Ago.-31. Marchamos por los terraplenes hasta "Roque y Alvarez" donde nos proveemos con tres camiones de mercancía.



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Orden Militar al Comandante Camilo Cienfuegos

Orden Militar del Comandante en Jefe Fidel Castro Ruz








Se asigna al Comandante Camilo Cienfuegos la misión de conducir una columna rebelde desde la Sierra Maestra hasta la Provincia de Pinar del Río, en cumplimiento del plan estratégico del Ejército Rebelde.

La Columna No. 2 Antonio Maceo, que así se denominará la fuerza invasora en homenaje al glorioso guerrero de la Independencia, partirá de El Salto el próximo miércoles 20 de agosto de 1958.

Al Comandante de la Columna Invasora se le otorgan facultades para organizar unidades de combate rebeldes a lo largo del territorio nacional, hasta tanto los Comandantes de cada provincia arriben con sus Columnas a sus respectivas jurisdicciones; aplicar el Código Penal y las leyes Agrarias del Ejército Rebelde en el territorio invadido; percibir las contribuciones establecidas por las disposiciones militares; combinar operaciones con cualquier otra fuerza revolucionaria que se encuentre ya operando en algún sector determinado; establecer un frente permanentemente en la Provincia de Pinar del Río, que será base de operaciones definitivas de la Columna Invasora y designar para esos fines a oficiales del Ejército Rebelde hasta el grado de Comandante de Columna.

La Columna Invasora, aunque tiene como objetivo primordial llevar la guerra libertadora hasta el occidente de la Isla y a él deberá supeditarse toda otra cuestión táctica, batirá al enemigo cuantas ocasiones se presenten durante el trayecto.

Las armas que se ocupen al enemigo serán preferentemente destinadas a las organizaciones de Unidades Locales.


Para premiar, destacar y estimular los actos de heroísmo en los soldados y oficiales de la Columna No. 2 Invasora, Antonio Maceo, se crea la medalla del valor Osvaldo Herrera, Capitán de dicha Columna, que se arrancó la vida en las prisiones de Bayamo, después de gallarda y heroica actitud de resistencia frente a las torturas de los esbirros de la tiranía.

FIDEL CASTRO RUZ

COMANDANTE EN JEFE

Sierra Maestra, agosto 18, 1958






GRUPO DE HISTORIA DE LA LUCHA REVOLUCIONARIA EN SANTA CLARA (ACRC)


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Palabras de Fidel ante la tumba de Chibás el 16 de Enero de 1959.

EDUARDO CHIBÁS RIVAS
HÉROE DE LA REPÚBLICA MEDIATIZADA



PALABRAS DE FIDEL AL VISITAR LA TUMBA DE CHIBÁS EL 16 DE ENERO DE 1959.
(EXTRACTO) FACIL es comprender nuestra emoción junto a esta tumba tan llena de recuerdos. Los sentimientos son encontrados. Muchas veces habíamos venido aquí después del 16 de agosto de 1951, antes y después del 10 de marzo. ¡Y por cuan diversas etapas hemos pasado!

Aquel 16 de agosto, la apoteosis del martirio; aquella muchedumbre inmensa que acompalió su féretro hasta este lugar donde descansa desde entonces; aquellos meses que fueron de esperanza, porque aunque nos faltaba el líder, nos quedaba su fuerza, su prestigio, su pueblo.

Y aquel 16 de marzo de 1952, seis días después del golpe traidor, cuando por segunda vez se reunió también frente a esta tumba mucho pueblo. Me parece estar presenciando aquella tarde. Era la angustia mezclada con la indignación, la impotencia mezclada con el ansia de luchar. Veo aquí muchas caras conocidas, las mismas caras que fueron siempre leales a esta tumba. Los mismos y las mismas que siempre mantuvieron flores frescas en este santuario de la dignidad nacional. ¡Cómo no recordar aquellos días en que veíamos a los hombres y sobre todo a las mujeres, que siempre fueron las más leales en el recuerdo a Eduardo Chibás, porque eran siempre las mismas, las mismas de la CMQ, las -mismas del cementerio, las mismas de Prado 109, golpeadas, perseguidas, insultadas y vejadas por los esbirr9s de la tiranía!

La historia de la Revolución, la historia del 26 de julio, está intimamente ligada a la historia de esta tumba. Porque debo decir aquí que sin la prédica de Eduardo Chibás, sin lo que hizo Eduardo Chibás, sin el civismo y la rebeldía que despertó en la juventud cubana, el 26 de julio no hubiera sido posible.

El 26 de julio fue, pues, la continuación de la obra de Chibás, el cultivo de la semilla que él sembró en nuestro pueblo. Eduardo Chibás, no nos había abandonado, Eduardo Chibás estaba con el pueblo. Su obra estaba latente en el corazón del pueblo y sobre esa base se edificó la revolución triunfante.

¡Eduardo Chibás, seguimos fieles a tus ideales! ¡Eduardo Chibás, juramos cumplir tu obra y nunca te traicionaremos! ¡Eduardo Chibás, tú combatías el peculado y ya no hay peculado; combatías la politiquería, y ya no hay politiquería; combatías la corrupción administrativa y ya no hay corrupción administrativa; combatías el vicio, la botella, el privilegio, el despotismo, y ya no hay vicio, ni botella, ni privilegio ni despotismo! ¡Eduardo Chibás, tú combatías la fuerza y, ya no hay fuerza; tú combatías a Batista y ya no hay Batista!

¡Eduardo Chibás, por primera vez desde tu muerte, tu pueblo vuelve a estar alegre!

¡Eduardo Chibás, por primera vez desde tu muerte, tu pueblo vuelve a ser feliz!

¡Es la obra que tú sembraste, que tú iniciaste, y que siguieron en tu camino, tu compañero Pelayo Cuervo, tu compañero Juan Manuel Márquez, tu compañero Raúl de Aguiar, tus compañeros que en número interminable, compañeros del partido -que tú fundaste, cayeron junto con hombres de otros partidos, porque tu causa, tu idea, dejó de ser la causa y la idea de un partido para convertirse en la causa, en la idea y la ilusión de todo el pueblo!

¡Eduardo Chibás, tu último aldabonazo ha resonado por fin !!!




GRUPO DE HISTORIA DE LA LUCHA REVOLUCIONARIA EN SANTA CLARA (ACRC)

Antonio Díaz Santana

Antonio Díaz Santana
Manacas, 25 Mayo 1926 - Guanabacoa, 12 Agosto 1958

Nació en el poblado de Manacas, municipio de Santo Domingo, el 25 de mayo de 1926. Sus primeros estudios los realizó en la escuela pública de Manacas, hasta alcanzar el 6to. grado. Después pasó a la ciudad de Cienfuegos y cursó estudios en la Escuela San Lorenzo.

Marchó después a La Habana donde trabajó como chofer de los ómnibus locales de esa ciudad.

En su interés por superarse continuó estudiando y llegó a obtener el 2do año de ingeniería.

En la capital se vinculó al movimiento revolucionario, fue miembro del M-26-7 en la Sección deAcción y Sabotaje en la Haban Vieja. donde realizó diversas tareas como distribución de propaganda y acciones de sabotaje. Trabajaba en la Ruta 13 donde fue además un animador de la lucha de los obreros de ómnibus contra los patronos y los elementos que se movían a su alrededor.

Participó en la huelga del 9 de abril, todo esto provocó que comenzaran a perseguirlo los sicarios de la tiranía. Su casa fue registrada y su situación resultaba más difícil por momentos.

Confeccionó unos mapas que posteriormente entregó a un compañero enviado desde la Sierra Maestra el 5 de agosto de 1958. En la madrugada del 12 de agosto de 1958, cuando regresaba de su trabajo fué asesinado y su cadaver apareció en el cruce de las calles Máximo Gómez y División en Guanabacoa y sus asesinos le habían colocado dos petardos en las manos.

Fue ascendido póstumamente al grado de Teniente muerto en campaña.


GRUPO DE HISTORIA DE LA LUCHA REVOLUCIONARIA EN SANTA CLARA (ACRC)

Derrocamiento de Gerardo Machado

78 Aniversario del derrocamiento de la dictadura de Gerardo Machado




El ascenso de Gerardo Machado a la presidencia en 1925 representa la alternativa de la oligarquía frente a la crisis latente. El nuevo régimen intenta conciliar en su programa económico los intereses de los distintos sectores de la burguesía y el capital norteamericano, ofrece garantías de estabilidad a las capas medias y nuevos empleos a las clases populares, todo ello combinado con una selectiva pero feroz represión contra adversarios políticos y movimientos opositores.

Muy pronto se integra a la lucha revolucionaria y se dedica a vender bonos, esconde armas y adquiere medicinas y ropas para los combatientes.

Bajo una aureola de eficiencia administrativa, el gobierno intentó poner coto a las pugnas de los partidos tradicionales, asegurándoles el disfrute del presupuesto estatal mediante la fórmula del cooperativismo.

Con el consenso que logró, Machado decidió reformar la constitución para perpetuarse en el poder.

No obstante los éxitos parciales alcanzados durante los primeros años de mandato, la dictadura machadista no consiguió acallar la disidencia de los políticos excluidos, y mucho menos aplastar el movimiento popular. Acosadas por los excesos cometidos por el régimen y el rápido deterioro de la situación económica bajo los efectos de la crisis mundial de 1929, estas fuerzas mostraron creciente beligerancia. Con los estudiantes y el proletariado como soportes fundamentales, la oposición a Machado desencadenó una interminable sucesión de huelgas, intentos insurreccionales, atentados y sabotajes.

La dictadura respondió con un aumento de la represión, que llegó a niveles intolerables.

En 1933, el tambaleante régimen de Machado estaba a punto de dar paso a una revolución.

Alarmada por la situación cubana, la recién estrenada administración de Franklin D. Roosevelt designó embajador en La Habana a B. Summer Welles, con la misión de encontrar una salida a la crisis dentro de los mecanismos tradicionales de dominación neocolonial.

Pero la mediación de Welles se vio sobrepasada por los acontecimientos:

el 12 de agosto Machado huía del país, derrocado por una huelga general, dirigida por Rúben Martínez Villena (1899-1934), Intelectual revolucionario que se entrego a la causa de la clase obrera, convirtiendose en artifice de la organización unitaria del ploletariado, inspirador del potente movimiento huelguistico hasta la caida de Machado, y su máximo lider. Ideologo y figura central del PCC desde 1927, fallecio víctima de la tuberculosis el 16 de enero de1934.




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General de Brigada Francisco Higinio Peraza Delgado

General de Brigada Francisco Higinio Peraza Delgado
Quemado de Güines el 11 de enero de 1856. - Majagual, Pinar del Río, 11 de agosto de 1931

Nació en Quemado de Güines el 11 de enero de 1856. Desde enero de 1875 se incorporó a las tropas de Máximo Gómez, que habían invadido Las Villas a inicios de ese propio mes.

Combatió en este territorio y en Camagüey, así como en la parte este de Matanzas, Rechazó el Pacto del Zanjón, se unió a las fuerzas de Ramón Leocadio Bonachea y tomó parte en Las acciones desarrolladas por este contingente en Ciego de Ávila, Morón, Sancti Spíritus y Trinidad.

Al deponer Bonachea las armas Peraza se retiró a Sagua la Grande, pero poco después se alzó en La Guerra Chiquita. AL concluir este intento marchó hacia Estados Unidos, pero regresó después a su región de origen.


Al iniciarse La Guerra de 1895 volvió al campo insurrecto, primero en su jurisdicción y después se unió a Gómez en territorio avileño para formar parte de la columna invasora, y llegar hasta Mantua con las huestes de Antonio Maceo. Estuvo en Los más importantes combates desarrollados en Pinar deL Río, y en agosto de 1896 fue designado jefe del Regimiento Invasor Villareño. Combatió en la zona occidental hasta el final de la guerra, cuando tenía Los grados de General de Brigada.

Fue alcalde de Batabanó, y después representante a La Cámara por la provincia habanera hasta 1904 en que se retiró de La política para dedicarse a actividades agrícolas.

En 1929 comenzó a combatir La dictadura de Gerardo Machado y se alzó contra el régimen en Pinar deL Río, en el levantamiento del partido Unión Nacionalista. Rodeado por fuerzas del gobierno machadista, murió en CIASI - el asalto finaí a su campamento en Hoyo de Majagual, en la provincia pínareña, el 11 de agosto de 1931.


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Fuente: FERMÍN PERAZA SARAUSA: Un hombre del 95: El General Peraza, 125 pp., Imp. El Siglo XX. La Habana, 1950.
Tomado de: Villa Clara y sus luchas por la Independencia (1878-1898) de Migdalia Cabrera Cuello
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Isidro González Morales

Isidro González Morales
Camajuaní,15 de mayo de 1936 - Cabaiguán, 9 Agosto 1957

En la finca "Charco Hondo", del Municipio de Camajuaní, nació el 15 de mayo de 1936 Isidro González Morales, en un modesto hogar campesino.

Más tarde la familia se traslada para el barrio "Aguada de Moya", y comienza a asistir a la Escuela "San José", del propio barrio, donde sólo pudo cursar hasta el 5to. grado, por tener que trabajar para ayudar al sostén de la familia.

Isidro era de carácter firme y aspiraba a cambios radicales y que se hacen más patentes cuando tiene lugar el golpe del 10 de marzo de 1952.

Muy pronto se integra a la lucha revolucionaria y se dedica a vender bonos, esconde armas y adquiere medicinas y ropas para los combatientes.

Estaba dedicado a estas labores revolucionarias cuando es delatado y decide entonces, ante el acoso que le hacían las fuerzas represivas de la tiranía, marchar hacia el Escambray y unirse a un grupo guerrillero que se organizaba en la zona de Santa Lucía, Cabaiguán, al que él había ayudado.

Participó en algunas escaramuzas pero el grupo guerrillero fue cercado por tropas al mando del asesino teniente Mirabal y en medio de una balacera infernal en una emboscada cae herido Isidro, junto a Enoel Salas Santos y otros compañeros, en desigual combate, en un lugar conocido por "La Llorona", Cabaiguán. Era el 9 de agosto de 1957.


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Alzamiento en la Llorona

Alzamiento en La Llorona


La muerte de Frank País había sido el detonante que encendiera la mecha de la rebeldía de Félix y sus compañeros
En una de las estribaciones del macizo montañoso de El Escambray, cerca de Caballete de Casa, en el valle que lleva por nombre La Llorona, término municipal de Cabaiguán.Estos fueron los primeros alzados en morir en las montañas de El Escambray


Un grupo de catorce rebeldes se encontraban acampados allí,. El grupo de alzados, al mando del cual estaba el combatiente revolucionarioFélix Hurtado Manso, jefe de acción y sabotaje del M-26-7 en el municipio de Cabaiguán,había iniciado cuatro días antes un recorrido por las zonas campesinas de Cabaiguán, en busca de armas y municiones para efectuar acciones armadas contra la tiranía en los alrededores del pueblo sin descartar la realización de algunas de gran envergadura, según era el propósito de Félix y otros miembros del movimiento 26 de Julio, como las del ataque al cuartel de la Guardia Rural y a la estación de la Policía Nacional de la localidad.

En Santiago de Cuba se había producido el 30 de julio, unos días antes, el asesinato de Frank País, que había conmovido no sólo a los combatientes de aquella ciudad, sino a toda la nación cubana. El primero de agosto recibió Félix la orden de iniciar una huelga en apoyo a lo que acontecía en Santiago, cuidad que se encontraba prácticamente paralizada a raíz de los acontecimientos del 30 de julio, y él decidió pasar a la clandestinidad, para evitar ser detenido por los esbirros como había ocurrido en varias ocasiones anteriores, cada vez que la situación política se ponía tensa en el país y sobre todo en Cabaiguán, ciudad ésta de gran tradición combativa.

La muerte de Frank País había sido el detonante que encendiera la mecha de la rebeldía de Félix y sus compañeros. Estaban indignados por el crimen. En Cabaiguán se activaron los comités de huelga, cerraron los comercios y se acuartelaron las células del Movimiento. El escenario quedó listo para iniciar las acciones. El día 2 de agosto Cabaiguán amaneció bien revuelto. La huelga tendía a consolidarse. Los comités cumplían su función y en esas circunstancias se produjo la salida de Félix hacia la zona de Neiva, un barrio rural próximo a la ciudad de Cabaiguán.

La búsqueda de armas y municiones se inició el día 3 de agosto de 1957 por varios grupos simultáneamente en las zonas campesinas del municipio de Cabaiguán. De esos grupos, el que estaba directamente bajo las órdenes de Félix, que realizaría la pesquisa en las zonas de Neiva, La Yaya, Echenique, Jarahueca y otras cercanas a esos lugares, se dividió en dos comandos: Uno salió hacia el Fondo de Neiva al mando de Fausto Sosa y el otro cubriría el resto de la zona al mando de Félix, con el propósito de reunirse al anochecer de ese día en una arboleda en la finca de un conocido campesino de apellido Gaicano, en la zona de Neiva. Desde la finca de Gaicano, una vez reagrupados los hombres al mando de Félix, marcharían a reunirse oon otros grupos que realizaban la búsqueda de las armas en las demás zonas campesinas, el propio día 3 a las ocho de la noche, en un lugar conocido como El Monte de Fermín, situado a menos de un kilómetro de la ciudad de Cabaiguán en las inmediaciones de la carretera Central viniendo desde Placetas. Ese lugar había sido el escogido como punto de concentración de los grupos para desde allí partir a cumplir las acciones combativas que habrían de realizar.

Adversamente el comando mandado por Félix se había demorado mucho más de lo previsto y un hecho ocurrido al tratar de desarmar unos batistianos de la zona, haría cambiar drásticamente el rumbo de los acontecimientos. Cuando los hombres bajo el mando de Félix llegaron a casa de los Ñapóles, conocidos batistianos del lugar, ya eran más de las ocho de la noche. Los contratiempos lógicos de esa tarea, los habían retrasado. Uno de sus hombres, Vitalio, se ofreció para pedir el arma, pensaba convencerlos por su lejano parentesco y así evitar males mayores. El Bolo Brito lo acompañó, quien era así como el padre de aquellos muchachos. Los recibió Zoilo Ñapóles, que en ese momento salía de casa de su hermano; sin muchos rodeos Vitalio le pidió el arma, pero al negarse, comenzó la discusión, y las discusiones en muchos casos tienen un final impredecible.

Todos fueron testigos de la escena, el viejo Ñapóles fue con su farol hacia la casa de tabaco y tras él, Vitalio, que le pareció percibir en la oscuridad que el hombre cargaba su escopeta. Con agilidad lo desarmó y lo lanzó al suelo. Todo ocurrió en segundos; el Bolo acababa de tomar el arma de su amigo cuando Ñapóles se incorporaba machete en manos con gritos de que “en mi casa nadie me hace esto”. Félix que hasta entonces se había mantenido apartado, comprendió la situación y ordenó: ¡tírale, tírale! Vitalio recordó las palabras de su jefe:”Si hay muertos que no sean nuestros, que sean de los otros”. Al instante Zoilo Nápoles volvió a caer al suelo, esta vez sacudido su cuerpo por dos proyectiles calibre 22.

Obviamente aquel inesperado pero posible acontecimiento modificaría la conducta a seguir de los jóvenes participantes en la acción. Ahora sobre sus espaldas descansaba un muerto, que aunque batistiano, no dejaba de ser un delito muy grave ante las leyes vigentes en la República de Cuba y un acto de subversión a los ojos de los esbirros quienes irremediablemente procurarían cobrar su cuota de sangre. Mientras esto ocurría en el comando mandado por Félix, el otro, mandado por Fausto, también se había retrasado más de lo previsto y llegaban ya avanzada la noche a la finca de Gaicano, lugar previsto para el reencuentro de los dos comandos. Esperaron un largo rato y Félix no llegaba. Pensaron que el otro comando había pasado antes que ellos y no los habían esperado, pues la hora del reencuentro era al anochecer, y tomaron la drástica decisión de dispersarse.

Al grupo mandado por Félix se les fue el tiempo en aquellas imprevistas circunstancias y cuando llegaron a la finca de Galeano no vieron ni a Fausto ni a ninguno de los suyos; entonces hicieron un razonamiento lógico: , y en parte fue así, pero que sus compañeros habían tomado la decisión de dispersarse. De la finca de Galeano el grupo continuó hacia el lugar convenido en donde pensaban que los estaría esperando el comando bajo el mando de Fausto y los demás grupos que habían salido hacia otras zonas a requisar armas, pero no había nadie, absolutamente nadie. Sería la una de la madrugada.

Esa fue la inesperada y comprometedora situación con que Félix y su reducido grupo de seguidores se encontraban en la madrugada del 4 de agosto de 1957 cuando llegaron al punto de concentración acordado para encontrarse con los demás beligerantes. Al Monte de Fermín habían llegado Félix y 11 hombres más, 12 en total, armados con escopetas de caza, revólveres y fusiles calibre 22, todos montados a caballo. La incertidumbre los agobiaba, a ciencia cierta ellos no sabían nada de las razones por las cuales no se encontraban en el lugar, ninguno de los compañeros comprometidos en las acciones, que supuestamente habrían de realizarse, y que allí debían estar esperándolos.

En aquel bello, húmedo y frondoso monte, compuesto en gran parte por árboles frutales, permanecieron los conspiradores hasta casi el amanecer, preocupados, desorientados, sin ninguna idea clara de lo que pudo haber sucedido. Se aferraban en atacar al pueblo, como era el plan preconcebido. La confianza que ellos depositaban en los demás jefes de grupo, les hacía pensar que el ejército habría descubierto Ja conspiración y que sus demás compañeros estarían huyendo, detenidos o muertos. Lo peor era el muerto. Félix sabía que para él y sus seguidores no había retroceso a la vida normal, seguro estaba de la cruel persecución que los esperaba.

Cerca de las cinco y media de la mañana, decidieron no esperar más y comenzaron el andar rumbo al sudoeste, hacia las zonas cercanas al macizo montañoso. Salieron del Monte de Fermín picando la cerca que lo separaba de la carretera Central, la atravesaron y continuaron hasta cruzar la línea del ferrocarril, muy cercana a la carretera Central en aquel tramo, y prosiguieron la marcha por las afueras del pueblo, bordeando el cementerio rumbo a la colonia de Echevarría, donde llegaron con el sol ya alumbrando sus pálidos rostros. Muy cerca de allí se encontraba la finca del padre de Máximo Pérez hacia donde se trasladaron. Máximo, quien posteriormente les preparó comida, les había servido de guía.

A media mañana Félix envió a Vitalio como mensajero al pueblo, para que contactara a cualquier precio a Reinaldo Pérez en la Farmacia de Prieto. Reinaldo era uno de los principales dirigentes del Movimiento 26 de Julio en Cabaiguán, compañero de trabajo de Félix y para él como un hermano mayor. Sabía que a través de aquel honesto, decidido y valiente compañero de combate, iba a conocer la verdad de todo lo sucedido el día anterior, así como las causas por las cuales se habían abortado las acciones acordadas.

Félix y el reducido grupo que lo acompañaba estuvieron desesperados toda la mañana esperando por el mensajero hasta que pasado el mediodía regresó Vitalio. Apenas llegó llamó a Félix a un lado, lo cual preocupó al jefe del grupo de alzados porque a él la experiencia le había enseñado que las cosas desagradables se decían a solas y bien bajito. Le habló de una contraorden, que debían esconderse y tratar de escapar, que trataron de avisarles.... Aquello fue duro para mí— cuenta Félix de aquel amargo episodio —, años y años de espera; pero ya nada más importaba, tenía un dolor muy grande, me sentía decepcionado. Reuní a los hombres y le pedí a Vitalio que repitiera el mensaje del pueblo, después hablé así: "Muchachos, yo estoy seguro que podría escapar, conozco la vida del perseguido pues llevo años en esto, pero me siento responsable de ustedes, casi todos sin experiencia, estoy seguro que los cazarían como moscas porque lo del muerto ya lo deben conocer. Durante mucho tiempo he acariciado la idea de abrir un Frente guerrillero en El Escambray, y si uno de ustedes me sigue lo intentaré, y si nadie me acompaña también trataré de lograrlo, el que no desee acompañarme puede retirarse>. De todos aquellos hombres sólo uno, Alejandro Cordero, decidió retirarse y así lo hizo. Era el día 4 de agosto de 1957 alrededor de las tres de la tarde. A Félix lo acompañaron 10 combatientes más.

Máximo Pérez los llevó rumbo al lomerío existente entre el poblado de Santa Lucía y una zona campesina conocida como "Zapatero", lugar desde donde comenzaron un azaroso e incierto caminar en busca de ayuda logística y comida y dos días más tarde lograron llegar al Monte de Colunga, donde se les unió un guía que les había proporcionado el jefe de la célula del Movimiento en el poblado de Santa Lucía. Con Dionisio, el nuevo guía, partieron el día 6 de agosto en horas de la noche hacia las lomas de El Escambray y acamparon en el valle de La Llorona, en las estribaciones de Caballete de Casa.

Félix Hurtado era miembro del Movimiento 26 de Julio en Cabaiguán, su jefe de acción y sabotaje, fundado en el año 1955 por él, Carlos Pérez, hermano del inolvidable hijo de Cabaiguán, el comandante Faustino Pérez, y otro grupo de destacados combatientes revolucionarios de aquella ciudad. En poco tiempo Félix se convertiría en uno de los más aguerridos y conocidos miembros de esa Organización en la provincia de Las Villas. Su vinculación a la lucha contra la tiranía puede enmarcarse a partir del 12 de marzo de 1952, fecha en que junto a un grupo de jóvenes fue detenido por las fuerzas represivas en Cabaiguán por manifestarse contra el oprobioso golpe de Estado, ocurrido dos días antes. Asimismo integró, a principios de 1953, junto a otros revolucionarios de Cabaiguán, el Movimiento Nacional Revolucionario del doctor García Barcenas.

A Félix lo conocí a fines de 1955. Él tenía entonces veintitrés años y yo dieciséis. Pasaba todos los días, temprano en la mañana, frente al local donde recién llegado del campo habíamos instalado, mi padre y yo, un sillón de barbería ubicada en la calle Valle esquina Masó. Allí llegaba para peinarse "la mota", contemplarse detenidamente en el espejo y hacer una breve pero amena tertulia. Era un hombre delgado, más bien alto, conversador, de grandes entradas en sus sienes, enérgico en su forma de actuar, pero pausado al hablar, de voz ronca y fuerte. Siempre impecablemente vestido con camisa ó bata blancas pues era boticario y trabajaba en la Farmacia de Prieto situada en el centro de la ciudad al lado del bar El Gallito. Usaba habitualmente gafas oscuras. Nunca se cuidó de profesar su desprecio por todo lo que significaba la tiranía batistiana, estaba siempre en la mirilla de los esbirros. La personalidad de Félix tuvo un significado profundamente radical en la generación de combatientes que lo rodearon. Fue un gran inspirador de los jóvenes revolucionarios, entre los que yo me encontraba, con su ejemplo bien definido en la doctrina insurreccional como vía necesaria para derrocar a Batista.

El 28 de mayo de 1957 Félix y otros cinco jóvenes de Cabaiguán fueron detenidos por el Servicio de Inteligencia Militar (SIM) en la ciudad de Cienfuegos, adonde la Dirección Provincial del 26 de Julio los convocó para participar en una operación muy importante en esa ciudad, pero fueron delatados y detenidos un total de 35 combatientes clandestinos de esa Organización.Esta foto es de esa detención en Cienfuegos el 28 de mayo anterior.En la foto aparecen de izquierda a derecha de pie: Roberto Paz Sánchez, Félix Hurtado Manso, Julio Aguilera Quintana, Manuel Matienzo Abuela y Pablo Guillermo Pérez Ruiz.
Agachados: Diego Viera Ruiz, Eladio Pérez León, Rodolfo de las Casas Pérez (Casitas) y José Quián Cullén (Cheo)

Emboscada Traidora

El 7 de agosto fue un día sin contratiempos para el grupo de alzados. El sueño hecho realidad — pensaba Félix — , tanto tiempo esperando y al fin ya estábamos a los pies de El Escambray. Por la noche dedicaron algunas horas a planificar los pasos futuros con Dionisio, el nuevo guía. Él les había asegurado que estaban en un buen lugar y que a poca distancia de donde ellos estaban acampados había un campesino del Partido Auténtico que los ayudaría, y les facilitaría comida, pues era de confianza, se llamaba Santos Piñeiro. Félix le dio instrucciones a Dionisio para que fuera a Cabaiguán y estableciera contactos porque él tenía facilidad y era poco conocido, incluso había sido billetero que lo ayudaba a no levantar sospechas. El objetivo inmediato de Félix era establecer una línea de suministros, recibir el parque que tenían guardado, los medicamentos, ropas, botas y todo lo demás, y que le avisara a Marcelo, quien estaba bien preparado para ser el guía futuro del destacamento y podría llevarlos a la zona donde iban a operar, pero antes de realizar el viaje a Cabaiguán, le dijo a Dionisio, que debía por la mañana mandar a hacer la comida, que hablara con Santos Piñeiro y le explicara la situación, porque quizás fuera necesario permanecer varios días allí para esperar los suministros y los hombres. Le insistió que una vez que hablara con el campesino regresara al campamento y le informara el resultado de la entrevista. Así lo hizo Dionisio, regresó al campamento y le dijo a Félix: Bueno, ya se está preparando la comida, no hay problemas. Félix, Dionisio y los demás alzados decidieron esperar en el mismo lugar confiados en la ayuda que les prestaría el campesino Santos Piñeiro, pero como demoraba la comida, pasada la una de la tarde, Félix envió de nuevo a Dionisio a casa de Santos Piñeiro. Fue la última vez que lo vio.

Poco tiempo después de salir Dionisio los alzados bajaban desde donde estaban escondidos hacia una mata de caoba cercana a la casa de Santos Piñeiro que fue el lugar donde el campesino les indicó que llevaría el almuerzo. Cuando los alzados llegaban a las proximidades de la mata de caoba, desde diferentes lugares, de un platanal, del cuartón de ganado, de la propia casa de vivienda, decenas de guardias disparaban sus armas contra los sorprendidos jóvenes. < ¡Nos han sorprendido, todos al suelo !>. Gritó Félix en medio de la balacera y la confusión.

Milagrosamente el fuego cruzado que desde todas partes caía sobre los rebeldes no les ocasionó ningún muerto, sólo dos heridos. Comenzaría a partir de ese mismo instante una espantosa, cruel y sanguinaria cacería por parte de los esbirros para capturar a los jóvenes alzados en armas contra la tiranía batistiana. El grupo estaba integrado en aquellos momentos por 14 rebeldes, incluyendo 3 nuevos bisónos que se habían unido a la ya inexperta tropa. El guía que completaba la quincena de alzados no se encontraba en el grupo porque como se ha dicho bajó para indagar en que situación se encontraba la comida.

Después de la inesperada sorpresa recibida vino el desconcierto, pero Félix se lanzó al suelo y se arrastró hasta una cañada y atravesándola logró subir a una pequeña pendiente y desde ese lugar abrió fuego contra los soldados. Uno a uno los rebeldes se lanzaron tras su jefe a la cañada y a rastras por el cauce de la misma pudieron evadir el mortífero fuego que les hacían desde todos los lados del cerco tendido por el ejército. Se salvaron, pero fueron dispersados. Con Félix quedaban sólo cuatro combatientes, y el resto, unos heridos, otros desconcertados y sin orientaciones de que hacer, quedaban a merced del azar.

El ejército no había perdido tiempo. Desde el mismo 4 de agosto, un día después de la muerte del batistiano a manos del comando mandado por Félix, habían asaltado la casa de Don Lucio Paz, un campesino residente en la finca Loma del Potro en Neiva y padre de dos de los hombres que acompañaban a Félix: Roberto y Beremundo. Roberto había ido junto a Félix a Cienfuegos para el alzamiento que allí se pensaba realizar a fines de mayo, en cuya ciudad fueron detenidos junto con los 35 que compartieron los tormentos y atropellos de los cuerpos represivos de la tiranía. Había sido por mucho tiempo su inseparable compañero y uno de sus colaboradores más allegados. Beremundo, el otro hijo de Don Lucio, era el segundo al mando del grupo de alzados que marchaban con Félix, un joven alto y de constitución física fuerte, enérgico, decidido y valiente, tenía veintitrés años de edad. En 1955 había viajado a los Estados Unidos a estudiar la carrera de Ingeniero Mecánico, pero la abandonó en 1956, y a su regreso a Cabaiguán, se incorporó de lleno a la lucha contra el régimen batistiano.

Junto a los miembros del ejército que asaltaban aquella vivienda, se encontraba, en zafarrancho de combate, vestido con uniforme militar, el gobernador de Las Villas Segundo Borges Enrique, quien entraba abruptamente a la vivienda, detrás de los soldados, reclamando la presencia de los dos hijos de Don Lucio.

El registro ordenado por el teniente Fernández Martell, jefe del puesto de la guardia rural de Cabaiguán hasta aquel momento, fue infructuoso, pero ellos dejaron bien claro que los buscaban como actores materiales del asesinato del campesino Zoilo Ñapóles, y que los buscarían debajo de la tierra, si fuera necesario. El teniente Fernández no era un asesino y manifestó que a los muchachos alzados que fueran menores de edad los entregaría a sus padres, y a los mayores los enviaría a los tribunales. Entonces lo sustituyeron por el teniente Ramón Mirabal.

Comenzaba de ese modo una horrenda y vertiginosa carrera de un militar, la del teniente Mirabal, en busca de ascensos, glorias y privilegios, basada en la tortura, el crimen y el vejamen, marcado todo ello con un desprecio inimaginable, brutal y cruel, por la vida de alguien que él considerara revolucionario, o simplemente desafecto al régimen, o "comunista", como llamaban a los revolucionarios los cuerpos represivos de la tiranía batistiana.

Cuando Dionisio fue a indagar por la comida lo sorprendió la tropa del teniente Ramón Mirabal y fue hecho prisionero. Los esbirros obligaron a un humilde campesino nombrado Alejandro, El Moro, a amarrar con una fuerte soga el cuerpo de Dionisio y continuaron la marcha rumbo al lugar donde a través de confidencias sabían que estaban los alzados. Un campesino llamado Manuel Yorka, amigo del asesino Mirabal, logró que éste aliviara la situación del que iba horriblemente torturado por la soga. El joven fue desatado pero continuaron las vejaciones y torturas durante el camino. Al llegar los soldados al lugar donde colocaron la emboscada en espera de los alzados, Dionisio fue asesinado salvajemente a culatazos de fusil.

Durante el repliegue por la cañada en medio de la infernal balacera, fueron heridos Enoel Salas Santos e Isidro González Morales. Enoel en aquel momento hubiera creído cualquier cosa menos lo que estaba pasando. En medio de la confusión escuchó las órdenes de Félix, pero sin darse cuenta corrió en sentido contrario a la cañada; cuando se percató era tarde y no podía regresar. Enoel tomó una rápida determinación, comenzó a subir por el filo de una loma, si lograba atravesarla estaría a salvo, percibió las balas a su alrededor, pero no pensó siquiera en agacharse; cuando casi llegaba a un limpio sintió un punzonaso en la parte superior del brazo, inicialmente pensó en una avispa, pero la sangre le indicó algo peor, había sido alcanzado por una bala.

No se desesperó, el dolor era muy intenso, pero estaba vivo, se escondió lo mejor que pudo para esperar el momento oportuno y escapar. Allí pasó la noche y en la tarde del siguiente día observó un gran movimiento de guardias en casa de Piñeiro, donde habían establecido un cuartel. No podía seguir allí, aprovechó una oportunidad y subió a Caballete de Casa por la parte de abajo; durante tres días estuvo solo, hasta que encontró otros dos hombres que habían subido también a El Escambray con ideas insurreccionales. Bombino y Cadenas fueron su salvación, lo ayudaron como pudieron hasta que hizo contacto con el llano y se trasladó al poblado de Banao. Isidro no corrió igual suerte. Fue herido al momento de iniciarse el combate y aunque logró cruzar la cañada, se quedó solo y desorientado, mas pudo esconderse en unos pedruscos, donde pasó toda la noche.

El registro de los guardias al otro día en la mañana en busca de muertos o heridos era minucioso, rincón a rincón buscaban, hasta que encontraron al alzado escondido debajo de una piedra, en la que había logrado agazaparse Isidro González Morales, y lo remataron sin el menor escrúpulo.

Era el amanecer del 8 de agosto de 1957. A duras penas Reinaldo Pérez el compañero de trabajo de Félix en la Farmacia de Prieto, pudo recuperar los cadáveres de Dionisio e Isidro de las garras de los esbirros que los tenían en un lugar llamado Las Cuabas cerca del poblado de Santa Lucía. Los cadáveres ya descompuestos estaban dentro de sacos de yute amarrados con alambres de púas y sujetos a un mulo por una riata, soga usada por los arrieros para amarar los sacos de café u otros objetos a los aparejos que en el lomo se les colocan a esos animales de carga.

Con un cuchillo trataron de desamarrar los sacos del mulo: <¡Ustedes contemplan mucho a los muertos!>, les gritó envalentonado uno de los esbirros que custodiaba los cadáveres y seguidamente a machetazos corto la soga, hasta que cayeron al suelo los sacos conteniendo los cuerpos sin vida de aquellos dos heroicos combatientes de la ciudad de Cabaiguán; los primeros hijos de aquella localidad que ofrendaban sus vidas con las armas en la mano en El Escambray. Desde Las Cuabas fueron trasladados los cadáveres de los dos alzados por Reinaldo y dos compañeros más de Cabaiguán: Juan Díaz y Osvaldo Labrador, hasta el cementerio de Santa Lucía donde fueron sepultados en una oscura, calurosa y húmeda noche de aquel sangriento y heroico verano de 1957.

El día 8 de agosto tres rebeldes que juntos habían logrado escapar de la emboscada del día anterior, bajaban a media mañana por la loma de Pico Alto, en las inmediaciones de La Llorona. Sus nombres: Nilson Martínez Martínez, Manolo González Crespo y Sergio Espinosa. Caminaban desconfiados mirando para cuanto lugar se pudieran encontrar los soldados apostados, sin percatarse que desde una pequeña elevación situada a unos cuatrocientos metros de donde ellos caminaban, permanecían bien escondidos cuatro uniformados que los tenían ya a tiro de fusil. Una nueva balacera los sorprendió. Según cuenta Nilson, le pareció que el nutrido fuego era peor que el del día anterior. Uno cayó herido, otro trató de ayudarlo; mientras Nilson, que marchaba un poco más separado de los otros dos, pudo emprender una veloz carrera contra la muerte a través del caguazo de un viejo cañaveral cuyas hojas le destrozaban la ropa y le rasgaban la piel. Así logró ganar la cima de una loma, donde atinó a esconderse, con suerte tal, que la búsqueda la realizaron los soldados en sentido contrario al lugar donde él estaba agazapado debajo de una tupida bejuquera y desde donde lograría posteriormente, ponerse a salvo de sus crueles perseguidores.

Macabra fue la muerte de los dos alzados que marchaban junto a Nilson; Manolo González, Manolito como todos lo conocíamos y Sergio Espinosa a quienes finalmente los soldados lograron capturar aquella mañana. Cuentan los testigos en el juicio que por esa causa se les hiciera a los asesinos de los dos jóvenes en el mes de marzo de 1959 en la ciudad de Cabaiguán que ni pudor tuvieron aquellas hienas para ocultar su crimen, pues ambos alzados fueron montados en el jeep del ejército que conducían los cuatro soldados y llevados para casa de un campesino en el batey de la finca de Rafael Coiunga y le solicitaron los soldados que les hiciera almuerzo. Al terminar de almorzar en las primeras horas de la tarde los soldados llevaron a los dos jóvenes prisioneros a la vista de todos hacia la finca Manacas Delicias, los subieron a la falda de una loma y los ametrallaron despiadadamente aun conociendo que toda la vecindad era testigo de cuanto acontecía.

El mismo día 8 de agosto en horas de la mañana había sido asesinado el combatiente Manuel Brito Morales. Él iba bajando por un declive, en la zona del Arriero, como a doscientos metros del callejón, y había unas postas en las lomas como a medio kilómetro de donde él estaba, un guardia lo vio y lo cazó, apoyó el Springfíeld en una cerca y lo mató. Ese guardia tenía fama de certero tirador. El día anterior, cuando se dispersaron, El Bolo le dijo a Nilson que intentaría salir solo de la zona pues así tendría más posibilidades. Al morir El Bolo Brito tenía 54 años y había sido durante toda su vida un gran luchador por los derechos de los trabajadores. Ese día fueron asesinados cuatro alzados.

El 3 de agosto Chury y yo estuvimos hasta media noche esperando la orden para incorporarnos a las acciones que se realizarían ese día. Finalmente la orden no llegó porque fue suspendida la realización de toda acción armada por la dirección del Movimiento 26 de Julio en la ciudad. El 8 de agosto cuando al oscurecer llegué al cementerio de Cabaiguán y vi sobre una mesa de mármol, acabado de llegar, el cadáver de Manolito, sin ropas, tendido sobre aquella fría y silenciosa capilla, con cuatro perforaciones de bala perfectamente visibles en su lívido cuerpo varonil recibí, en aquel inolvidable instante, un fuerte golpe en mi pecho y percibí que todo el cuerpo se me estremeció al enfrentar la dura realidad de la muerte.

No sólo fui yo el que lloró y tembló de rabia e impotencia ante aquel cadáver, fue la ciudad entera. A casa de Monolito acudía todo el pueblo indignado y acongojado. Las coronas de flores llegaban una tras otra, nunca antes la ciudad de Cabaiguán había sentido tanto dolor. El pueblo no sólo lloraba a uno de sus más queridos hijos sino que estaba consciente de que muchos otros ya habían corrido la misma suerte, o la habrían de correr en pocas horas.

El entierro de Manolito fue una patriótica peregrinación de duelo revolucionario y grandiosa manifestación popular en contra de la tiranía a pesar del operativo que había montado el ejército tratando de impedirlo. El camino desde su casa hasta el cementerio se hizo cantando el Himno Nacional, haciendo caso omiso del ejército que nos asediaba y amenazaba. La despedida de duelo realizada por Miguel Reyes uno de los dirigentes del 26 de Julio en la ciudad, secretario general del sindicato de los tabaqueros y miembro del Comité de Huelga en aquellos días, fue un sentido pésame a los caídos y un llamado a la lucha. Nunca en el pueblo de Cabaiguán se había vibrado de emoción y de euforia revolucionaria como se hizo aquel doloroso día.

El 9 de agosto llegó a un lugar conocido por El Troncón el alzado Horacio González Méndez, justamente a mitad de la carretera que enlaza la ciudad de Cabaiguán con el poblado de Santa Lucía, después de llevar dos días caminado. Él había salido solo de La Llorona después de la sorpresa del día 7. En una tienda del lugar compró una cajetilla de cigarros y tomó una máquina de alquiler rumbo a la ciudad de Cabaiguán. Se creía seguro y buscaba la forma de alejarse lo más rápidamente posible del lugar de los hechos, pero de alguna forma fue delatado y en el trayecto interceptado por el Cabo Reyes, uno de los más crueles esbirros de aquella ciudad, quien ante la vista de todos lo derribó a culatazos y prácticamente muerto fue arrojado en el piso del jeep. Trataron de conducirlo hacia un lugar cercano al sitio del alzamiento para asesinarlo a mansalva y reportarlo como muerto en combale, pero él logró escapar y sin más contemplación durante la huida lo cazaron a tiros como si hubiese sido un perro jíbaro. Fue el sexto alzado muerto.

El 8 de agosto fue muy lluvioso y hasta cierto punto obstaculizó las operaciones del ejército. Félix y los otros cuatro alzados que lo acompañaban ya habían perdido toda esperanza de encontrar a alguno de los otros companeros del grupo dispersados el día anterior, hasta que la noche los sorprendió; mojados, hambrientos y desesperados al pensar el trágico final que podrían haber corrido los demás. A Félix le obsesionaba la idea de haber perdido 10 compañeros de la noche a la mañana sin haber tenido la posibilidad de combatir con armas de mayor calibre, idea fija en su mente desde hacía mucho tiempo cuando algunos politiqueros del Partido Auténtico le habían asegurado que pronto las recibirían o cuando antes de caer presos en Cienfuegos era una posibilidad real contando con el apoyo de los marineros.

No pararon de caminar toda la noche del día 8 alejándose de aquella zona infestada de emboscadas del ejército, hasta que los sorprendió el amanecer del día 9. Marchaban cautelosamente de uno a otro lugar donde la vegetación y las ondulaciones del terreno los ocultaban lo más posible. En ese peregrinar llegaron a casa de un campesino que les ofreció comida y en los alrededores de esa vivienda pasaron la noche. El 10 en la mañana un poco más animados continuaron la marcha hasta casa de un veterano del Ejército Libertador a quien pidieron ayuda, recibiendo por única respuesta del campesino una frase que los llenó de estupor e indignación. “¡Muchachos locos como creen ustedes que se puede tumbar al General Batista con esas escopeticas! Vamos a ver, yo voy a hablar con el ejército para entregarlos”.

Aquel inesperado incidente con el veterano a punto estuvo de desembocar en una tragedia, pues Félix reaccionó violentamente y sólo la serena y fundamentada mediación de Beremundo le hizo volver a la calma. Momentos después, mientras abandonaban aquella casa precipitadamente, al avisarles un muchacho que allí se encontraba que los soldados se aproximaban a la finca del veterano, se produjo una fuerte discusión entre Félix y su hermano Berto que les hizo comprender la dura y triste realidad en que se encontraban. Todo estaba perdido sólo la suerte los podría salvar de una muerte segura. Cerca de la casa del veterano en un lugar donde temporalmente habían encontrado refugio decidieron separarse. Félix, su hermano Berto y Orlando Llaugucrt Rodríguez salieron por un lado del terreno y Beremundo Paz Sánchez, el hijo de Don Lucio, y Vitalio Calero Barrios salieron por otro lugar. En aquel triste y angustioso momento a la mente de Beremundo vino el recuerdo de su querido hermano Roberto, ¿Qué habrá sido de él?

Cuando los alzados fueron sorprendidos en la mata de caoba a Roberto aquello le pareció el mismísimo infierno, no tuvo tiempo ni siquiera para probar la comida, pero eso ya no le importaba, lo único lógico en aquel momento era ponerse a salvo, pasar la cañada y alcanzar el herbazal, las espinas pinchaban su carne y las hojas cortaban su piel. Hasta los bejucos conspiraban en su contra y trataban de detenerlo, pensó en Beremundo, ¡qué falta le hacía a su lado!, ¡ Quizás esos quejidos a su izquierda eran de su hermano; Alguien herido en la espalda, avanzaba junto a él, de repente dejó de verlo y de sentirlo, estaba solo! Corrió todo lo que restaba de la tarde y la noche completa; a la mañana siguiente pudo contemplarse, era un despojo, su ropa estaba desgarrada y su piel cortada en decenas de lugares. Subió a varios árboles para orientarse, aún conservaba la esperanza de encontrar a Beremundo.

Por la tarde llovió copiosamente; sin darse cuenta casi dio de narices con un guardia que dormitaba en el portal de una casa. Al llegar a la finca de Lulo Gómez sintió por primera vez, en esos días, una mano amiga. Tuvo informaciones sobre el ejército y descansó. Salió a la carretera y detuvo una máquina de alquiler, valía la pena correr el riesgo, tenía que desaparecer de la zona. Al llegar a Cabaiguán un pasajero lo denunció, pero ya él estaba seguro gracias al ingenio de sus compañeros, en la clínica del doctor Marqués. Fue trasladado a Sancti Spíritus y más tarde, a la embajada de Brasil.

Beremundo Paz Sánchez y Vitalio Calero Barrios buscaban la forma de salirse del cerco y caminaban rumbo al Corujo, zona campesina situada a cierta distancia de las montañas, con acceso a distintos lugares por donde podrían alejarse definitivamente del lugar, hasta encontrar ayuda para salir de la ratonera. Téngase en cuenta que en aquellos momentos en los alrededores de Santa Lucía, lugar por donde deambulaban los exhaustos alzados, se encontraban en operaciones tropas del ejército pertenecientes a los escuadrones de Trinidad, Fomento, Cienfiíegos, Placetas, Cabaiguán y Santa Clara. Era una verdadera cacería humana lo que allí tenía lugar, organizada por aquellos esbirros sedientos de sangre. Escapar de aquel cerco constituía un verdadero milagro.

En el trayecto los dos alzados avanzaban por una típica campiña cubana en las inmediaciones de las montañas, terrenos ondulados, cuartones de ganado, platanales, campos de caña, cañadas, algún que otro peñasco y adornando el pintoresco lugar, las frondosas arboledas como símbolo de que a su lado se encontraba una vivienda habitada. En una de aquellas arboledas se encontraban los dos alzados descansado cuando aparecen los soldados en zafarrancho de combate. Fueron delatados por un batistiano de aquella zona llamado Sención Hernández. La dueña de la casa, Onilda Hernández, les había dicho a los dos jóvenes que fueran hacia la arboleda que ella les ayudaría; pero en vez de hacer lo que había prometido, avisó al chivato sobre la presencia de los rebeldes.

Sin tener para donde huir, pues los alrededores eran campos descubiertos y menos aun saber de la traición que los había vendido al ejército, decidieron esconderse en lo más copioso de una frondosa mata de aguacate, pensando que allí no podrían ser vistos por los esbirros. “¿Dónde están?”. Le preguntó a la campesina el sanguinario esbirro Rodríguez Carro. “Sobre una de las matas”, contestó Onilda y apuntó con el dedo índice hacia la arboleda.

Los soldados ametralladora en mano se dirigieron al lugar y al divisarlos, no medió ninguna orden de arresto ni de entrega, sólo el tabletear de las ametralladoras fue el sonido que se escuchó dentro de aquel nutrido grupo de árboles frutales y que retumbaban estrepitosamente en toda la campiña cercana al lugar. Los cuerpos de los dos jóvenes, destrozados por las balas asesinas, cayeron al suelo desde lo más alto de la mata de aguacate que les había servido de abrigo. Era el 10 de agosto de 1957 y sumaban 8 los alzados asesinados por los servidores del Tirano.

Los Mártires de La Llorona fueron los primeros alzados en morir en las montañas de El Escambray. Su sangre generosa no se derramó en vano, por aquel sendero bañado con ella se alzarían cientos de nuevos combatientes de la provincia de Las Villas, y toda la nación cubana, en busca del camino de la libertad y marcharían victoriosos en la senda del triunfo.

El milagro de la salvación

Félix, Berto su hermano y Orlando permanecieron escondidos durante horas debajo de unos matorrales que estaban cubiertos de bejucos, después de separarse de Beremundo y Vitalio, a causa del despliegue de soldados que había en el lugar en aquellos momentos. Los tuvieron al alcance de sus manos, mas las huellas de tres campesinos fueron seguidas de forma equivocada por los esbirros. Acurrucados en aquel pequeño pero seguro escondite, pasaron la noche del día 10 y el 11 temprano en la mañana los alzados llegaron a casa de unos campesinos conocidos de Félix, la familia Ríos. Pedro Ríos y María Hernández, la esposa. Allí conocían a Félix, él era quien inyectaba a los muchachos de la casa. Cuando María lo vio exclamó: < ¡Hijo, todo el mundo dice que tú estás muerto!>, Félix le pidió ayuda y ella se la ofreció. Pedro Ríos estabaí enfermo muy grave y con ese pretexto, en uno de los viajes del médico a la casa salieron Félix y su hermano Berto en el auto simulando que se trataba de un viaje familiar, para ir a ver al esposo enfermo. Antes de llegar a Cabaiguán, en un lugar llamado Cuatro Esquinas, doblaron a la izquierda y se internaron por caminos vecinales hasta entroncar la carretera Central al norte de la ciudad y desde allí los llevaron a Placetas, de donde se dirigieron a La Habana en ómnibus y se exiliaron en la Embajada de México.

Orlando salió con uno de los hijos de la familia Ríos, vestido con una ropa que le habían proporcionado en esa casa, llegó en un camión hasta el poblado de Santa Lucía, donde se unió a un entierro que iba hasta Cabaiguán, logrando burlar el cerco. Luego se trasladó hasta Placetas y desde ese lugar hasta La Habana. De los quince alzados siete habían salvado sus vidas al burlar la feroz persecución de cientos de soldados con órdenes de cazarlos del mismo modo que los rancheadores hacían en la época de la colonia cuando perseguían a los negros cimarrones.

El milagro de su salvación comenzó el mismo día 7 cuando fueron sorprendidos, pues toda la lógica indica sin lugar a dudas que la intención de la emboscada tendida por el ejército ese día en los alrededores de la casa de Santos Piñeiro era fusilarlos mientras comían, sin que tuviesen posibilidad de sobrevivir del mortal cerco que les habían preparado. Dos hechos fortuitos dieron al traste con las macabras intenciones de los esbirros. La caída del sombrero de Vidal y la tormenta que azotó la zona momentos después de iniciada la mortal persecución.

La tarde de la emboscada, el 7 de agosto, cuando aun no habían bajado a comer a Horacio se le escapó un disparo y en la confusión que originó la sorpresa del mismo a Vidal Pérez Rodríguez uno de los alzados, se le cayó el sombrero mientras iba a refugiarse en los matorrales cercanos al lugar, donde permaneció junto a otros compañeros hasta que Félix ordenó bajar hacia el lugar que el campesino, Santos Piñeiro, había indicado para serviles la comida, una caoba situada a unos cien metros de su casa; pero Vidal decidió ir primero en busca de su sombrero y después iría a comer, su comida pensó le sería guardada. Tomó un trillo rumbo a la cañada iba meditando cuando casi choca con ellos, eran como treinta. ¡Tírenle! Gritó un oficial y los soldados comenzaron a disparar, él corrió con todas sus fuerzas, al tercer disparo resbaló y cayo entre las hierbas, entonces escuchó varias detonaciones un poco más arriba y seguidamente hacia donde sus compañeros, un tiroteo cerrado. Para su suerte le creyeron muerto, y siguieron tras los otros; se arrastró le dolía el pecho del susto, comprendió que no debía subir la loma, apartó las altas hierbas y se enterró como una codorniz.

No supo cuanto tiempo estuvo así, sintió una pareja de guardias en la punta de la loma, se creyó perdido y por unos momentos pensó que soñaba. Reaccionó con la voz del soldado que registraba unos metros más abajo, donde precisamente había resbalado, preparó su revólver, lo sintió protestar, afirmaba en alta voz que un muerto no merecía tanto sacrificio, no tuvo paciencia y se marchó. Cuando el militar se fue pudo mirar al cielo y se dio cuenta de que estaba oscureciendo antes de tiempo, una tempestad en las lomas es algo horrible, pero él la creyó lo más hermoso de la vida. Los rayos y la lluvia espantaron a los guardias que se refugiaron en casa del campesino. No lo pensó dos veces, encorvado corrió cuanto pudo, el agua le mojaba los huesos pero era feliz, atravesó cañadas crecidas y rodó por las pendientes hasta llegar a una loma; desde allí los vio por última vez, estaban a caballo, buscándole, pues lo habían sentido, pero ya no se preocupaba, la corriente de agua borraba las huellas y él estaba dispuesto a caminar tanto que no se detuvo hasta dejar a un lado a Sancti Spíritus. No fue hasta el 12 de agosto que pudo descansar en casa de un tío en Guasimal.

El luto ennegreció los hogares de aquella ciudad y de sus zonas campesinas, el silencio reinaba en los lugares antes bulliciosos, sólo los batistianos más recalcitrantes y los esbirros se regocijaban con el dolor del pueblo.

En el bar El Gallito situado en el centro de la ciudad el teniente Mirabal celebró su triunfo y ascenso a primer teniente brindando con sidra. Menos de dos años después, frente al pelotón de fusilamiento, debe haber recordado todo aquello.

El trauma causado a los revolucionarios de Cabaiguán por el fallido alzamiento de La Llorona se reflejaba de forma visible en todos ellos y muy especialmente en los miembros del Movimiento 26 de Julio más comprometidos con las acciones que se desarrollarían el 3 de agosto. Ellos de una u otra forma sentían culpabilidad por el desenlace fatal e imprevisto que habían tomado los inesperados acontecimientos ese día. Contradictorias, polémicas y a veces evasivas fueron las versiones dadas de los hechos, pero a la luz de los acontecimientos no habría razones para sentirse culpables de ningún modo, pues el curso de la historia tiene lugar con independencia de la voluntad de los hombres, y en este caso, ningún miembro del Movimiento 26 de Julio en Cabaiguán podía predecir los hechos que iban a ocurrir, una vez dada la orden de salir a requisar armas en las zonas campesinas.

Aquel brutal golpe al movimiento revolucionario en Cabaiguán había exacerbado el sentimiento de odio y rencor hacia todo lo que significaba la tiranía batistiana como nunca antes. Los jóvenes revolucionarios del campo y la ciudad juraron "lavar con su sangre el crimen", como lo había hecho Martí cuando siendo un niño conoció de los horrores de la trata de negros. Entre esos jóvenes estaba yo y el grupo de revolucionarios con el que me relacionaba.





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De Palacio hasta Las Villas
Por: Ramón Pérez Cabrera.(Arístides)
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Henry Reeve-General del Ejército Libertador de Cuba

Henry Reeve-General del Ejército Libertador de Cuba
Brooklyn, Estados Unidos, en 1850 ----- Yaguaramas, Las Villas 4 de Agosto 1876

Henry Reeve-General del Ejército Libertador de Cuba Nació en Brooklyn, Estados Unidos, en 1850 y murió en 1876 en la acción de guerra librada en Yaguaramas, provincia de Las Villas. Se afirma que participó con los ejércitos del Norte en la Guerra de Secesión norteamericana.

Se alistó en la expedición del vapor Perrit, que el 11 de mayo de 1869 trajo a Cuba más de doscientos hombres de diversas nacionalidades, bajo el mando del general norteamericano Thomas Jordan. Tras varias acciones donde demostró su valor, fue hecho prisionero en la región de Holguín y pasado por las armas en unión de un grupo de compañeros, pero sobrevivió a os cuatro balazos recibidos y logró alejarse a rastras del lugar de la ejecución.

Fue encontrado por una partida de las fuerzas mambisas del brigadier Luis Figueredo, y en octubre de ese año se hallaba incorporado a las tropas de Jordan. Participó en numerosas acciones en Camagüey y Las Villas occidentales, Colón y Matanzas, donde su valor le ganó sucesivos ascensos, y pronto fue conocido entre los mambises como “El Inglesito” y también como “Enrique el Americano”.

En 1871 pasó a combatir bajo las órdenes de Ignacio Agramonte, y fue uno de los integrantes de la vanguardia en el rescate del brigadier Julio Sanguily realizado por Agramonte el 8 de octubre de ese año.

Sanguily, casi inválido como consecuencia de diversas heridas recibidas, se hacía atar a su caballo para poder entrar en combate.

Fue ascendido a brigadier, y en 1875 desempeñó la jefatura interina de la División de Camagüey, al marchar Máximo Gómez a invadir el territorio de Las Villas, región a donde Reeve pasó también con posterioridad.

Allí rivitalizó las tácticas de la guerra de guerrillas, tomando como centro de operaciones la Ciénaga de Zapata, desde donde llevó la tea incendiaria a Matanzas, la zona de Jagüey, el litoral suroeste de Las Villas y a Colón.

Aisladas sus fuerzas, al no poder acudir en su auxilio Máximo Gómez, se concentró en su contra una gran cantidad de tropas españolas. Al tratar de romper el cerco el 4 de agosto de 1876, Reeve quedó a merced del enemigo, y antes de rendirse prefirió disparar contra sí mismo.

Ostentaba al morir el grado de general de brigada y había participado en numerosas acciones de guerra.



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Tomado de: ©1998 Hilda Luisa Díaz-Perera
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GRUPO DE HISTORIA DE LA LUCHA REVOLUCIONARIA EN SANTA CLARA (ACRC)

Dr. Agustín Gómez-Lubián, Coordinador Provincial de Resistencia Cívica en Las villas

Agustín Gómez-Lubián (Totó)
Santa Clara 25 Diciembre 1905 - Habana, 3 Agosto 1982

Nace la ciudad de Santa Clara el 25 de Diciembre de 1905, es el hijo mayor de una familia villaclareña revolucionaria, hijo de Francisco Gómez Espinosa, Comandante del Ejército Libertador y de Esther Lubián Morel(miembro del Club Hermanas de Juan Bruno Zayas)

Se graduó de Doctor en Medicina en la Universidad de La Habana en 1930. Contrajo matrimonio con María Josefa Urioste García (Josefina) en 1934. Del matrimonio tuvo dos hijos Agustín y Leila.


En 1957 a la muerte de su hijo Agustín Gomez-Lubián Urioste "Chiqui" (mártir de la Revolución), abandonó el ejercicio privado de su profesión médica para dedicarse por entero a la causa revolucionaría, se incorpora a la lucha insurreccional con el Movimiento 26 de Julio. Asume la responsabilidad de Secretario Provincial de Resistencia Cívica en Las Villas, participando en las actividades del Movimiento, manteniendo una buena atención a los familiares de los combatientes, a los presos políticos y familiares, de los combatientes clandestinos de paso por la ciudad a los que era necesario buscarles alojamiento.

Participó en la organización y coordinación de los auxilios médicos a nivel de hospitales y clínicas en la ciudad de Santa Clara, durante las acciones del 5 de septiembre y del 9 de abril.

En diciembre de 1958 asistió por la provincia de Las Villas a una reunión extraordinaria con el Comandante en Jefe Fidel Castro la Sierra Maestra

EN SU MEMORIA PUBLICAMOS EL DIARIO DE SU VIAJE A LA SIERRA MAESTRA.

Fui por la provincia de Las Villas, por Pinar del río el compañero José María Cuesta y por Oriente Vidal Yebra.


Partimos desde Santa Clara el día 28 de noviembre (Viernes) en ómnibus, hora: 9:00 a.m. hacia Camagüey.

Día 29 de noviembre (sábado): salí de Camagüey en avión a las 8.00 a.m. Llegada a Santiago de Cuba a las 12 m.

Dia 30 de noviembre (domingo): reunión en Santiago de Cuba con el Secretariado nacional. Carlos Chain del Mov-26-7 quería que desistiéramos del viaje por peligroso, al fin se determino que fuéramos»

Día lero. de diciembre (lunes): salimos Vidal Yebra y yo-hacia Manzanillo con escala en Bayamo en avión. Llevamos por si nos teníamos que identificar un carnet de Gerente de los Laboratorios Lilly (yo) y uno de Viajante de ese Laboratorio Vidalito (cargo que desempeñaba en realidad), haciéndolo conocedor de la zona y de las personas revolucionarias. Cuesta salió a parte y se nos incorporó el día 2.

Día 2 de diciembre (martes): salida de Manzanillo en un Carro de leche, llegamos a un lugar nos identificamos con dos rebeldes, Pedro Miret y Pedro García Peláez que nos esperaban. Seguimos el viaje en Jeep hacia "Puercas Gordas” llegamos a las 7:00 p.m.
-Ya de noche me reconoció el compañero de Santa Clara, Rodolfo de las Casas, con gran alegría de vernos, Me brindó su hamaca para que durmiera. Tuve que asistir a una mujer de parto que vivía en la zona. Con Ofi estaba el Teacher (Ricardo González Tejo).

Día 3 de diciembre (miércoles): en "Puercas Gordas" Ofi - me dio su caballo para salir al día siguiente y junto con dos caballos mas para mis dos compañeros.

Día 4 de diciembre (jueves): salida de "Puercas Gordas a las 6:00 p.m. Llegada a río Yara a las 12:00 de la noche dormimos en casa de un campesino a orillas del río.

Día 5 de diciembre (viernes); salida de río Yara a las — 5:30 a.m. Llegamos a "La Cumbre" en la noche, allí hicimos escala, dormimos en casa de un campesino. (Comimos arepitas).

Día 6 de diciembre (sábado): salimos de “La Cumbre” a caballo a las 6:00 a.m. Llegamos a La Estrella, nos bañamos en el río Yara. Noche en La Estrella.

Día 7 de diciembre (domingo): salida de "La Estrella" a -la 1:00 p.m. hacia "Minas de Bueycito" antes de llegar en el camino visitamos al Dr. Arsenio Minsal Marroquí, que tenia un pequeño hospitalito en una finca, este lugar fue zona de Merob Sosa y de Sanchez Mosquera. Llegamos a "Minas de Bueycito" a las 3:00 p.m. Salimos de Bueycito a las 5:00 p.m. Llegada a San Pablo de Llao a las 7:00 p.m. dormimos allí.

Día 8 de diciembre (lunes): salida de San Pablo de Llao- a las 6:00 a.m. hacia Guisa. Encuentro con el compañero radista Ciro del Río de Radio Rebelde, que marchaba a pie a incorporarse a la Columna "Antonio Maceo” Siguió a las ancas de mi caballo hasta Guisa. Fuimos a la Farmacia (la hija del farmacéutico estaba presa), allí conseguimos un Jeep para irnos a las Minas de Charco Redondo.

Día 9 de diciembre (martes): salida de Guisa a las 11:30- p.m. hacia "Minas de Charco Redondo" en Jeep. Llegamos a las 3:00 a.m. Nos recibieron el Dr. Martínez-Páez, Dr. Trillo, Dr. Ordaz, Juan Nuiry, Sorí Marín (Auditor). Salimos de Charco Redondo hacia la Rinconada a las 12:00m. Con los compañeros Ordaz y Dr. Martínez Páez en un carro, teniendo que tirarnos de él y protegernos, pegándonos a los troncos de los -árboles cuando pasaban las avionetas. Llegamos a -la Comandancia en "La Rinconada”.

Día 10 de diciembre (miércoles): lo pasamos en La Rinconada

Día 11 de diciembre (jueves): entrevista oficial con Fidel Castro a las 7:00 a.m. Por la tarde a las 6:00 p.m salimos con Fidel al acto de Baire (que se había entregado sin combatir). Concentraron las fuerzas de Batista en Jiguaní y Maffo. Llegamos a las 7:30 pía Nos despedimos de Fidel en Baire Libre, saliendo de allí a les 8:30 pm a través de la Comandancia de Almeida, cruzando la Sierra hasta la costa sur a orillas del mar "Playa Mar Verde" donde se nos rompe el Jeep y continuamos a pie, hasta llegar a la ensenada de "Caletón" allí nos recibió Rene de los Santos. Nos pasamos toda la noche en el viaje. Llegamos a ese lugar a las 8:30 am.

Día 12 de diciembre (viernes): salimos de Caletón a las 9:00am. En una lancha de pasajeros que hacía viajes del Uvero a Santiago después de saber quienes la tripulaban, para no correr el riesgo de que al llegar nos delataran, nos mandaron a hacer el viaje en el techo de la lancha, para no reunimos con los pasajeros y que se pegarían a Cayo Smith para que allí nos tiráramos.

Así lo hicimos y en una bodega del Cayo nos informaron unos amigos de Vidalito, — que un poco antes se habían ido unos soldados del -Ejército de Batista y nos facilitaron salir en una lanchita por otro extremo del Cayo, hacia la costa. Fuimos hacia una playa de Santiago y nos bajamos. -En una casa de la playa con amigos revolucionarios-de Vidalito, quienes nos facilitaron ropas, nos bañamos, afeitamos, nos dieron alimentos y salimos en la máquina con la familia para Santiago. Llegamos a las 11:00 am- Me hospedé de nuevo en la casa de Catasús, donde dejé mis cosas al salir.

Día 13 de diciembre (sábado): reunión en casa del Dr. Ruíz Velazco 8:00 pm.

Día 14 de diciembre (domingo): salí de Santiago en avión a las 4; pm para Camaguey. Cuesta se fue por otro lado y Vidalito se quedó en Santiago, donde vivía.

Día 15 de diciembre (lunes): reunión con los compañeros -de Camaguey.

Día 16 de diciembre (martes): salí de Camaguey en Ómnibus Santiago-Habana a las 5:30 am, llegué a Santa Clara a las 10:30 am. Ya mi ausencia de tantos días se estaba haciendo sospechosa, a la familia le preguntaban: ¿si yo me había alzado?

Cuando nos encontrábamos en la Sierra junto a nuestro Comandante en Jefe, presenciamos la entrega de las armas traídas de Venezuela por los compañeros Luis Orlando Rodríguez y Luis Buch. Asimismo la llegada del presidente Urrutia y su familia. También vimos probar el Fusil FAL a Fidel, que le envió de regalo un oficial de la Marina Venezolana. Durante ese viaje prestamos asistencia médica a algunos campesinos.

Después de nuestra llegada a Santa Clara visitamos al Comandante Ernesto Guevara a raíz de la toma de Fomento. Esa noche por sugerencia suya nos quedamos atendiendo al-compañero Joel Iglesias, herido en combate, operado y recluído en la Clínica de Cabaiguán, dada la gravedad de sus heridas, se temía por su vida.

En la batalla de Santa Clara, organizamos con otros médicos la asistencia médico-quirúrgica en le Policlínica Provincial. En esa zona se combatió violentamente y durante varios días por el ataque de las fuerzas del Directorio Revolucionario al cuartel 31 situado en lugar próximo.

Al triunfo de la Revolución continuamos nuestras actividades como miembro de la Coordinación Provincial del M-26-7-cuyo Coordinador era el compañero Quintín Pino Machado.



GRUPO DE HISTORIA DE LA LUCHA REVOLUCIONARIA EN SANTA CLARA (ACRC)