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lunes, 23 de abril de 2012

General de División José González Planas

General de División José González Planas


Santa Clara el 19 de marzo de 1850 - Remedios, 30 Mayo 1901



Nació en Santa Clara el 19 de marzo de 1850. Hijo de madre cubana y padre africano desde muy joven se dispuso a luchar por la independencia de su patria, por lo cual se incorporó a las tropas villarenas que se alzaron en armas en febrero de 1869. Pasó después a ía región camagüeyana y combatió junto a Agrámente y Gómez en los principales combates que se desarrollaron en ese territorio, sufrió heridas graves y concluyó la guerra como Comandante del Ejército Libertador,



En la etapa entre las guerras Chiquita y de 1895, se dedicó a las labores agrícolas en diversos lugares de Las Villas como Santa Clara, San Juan, Cienfuegos y Lajas. Fundó en esta última localidad ía sociedad de color «La Fraternidad».





En julio de 1895 se incorporó en el territorio cienfueguero y después con el General Serafín Sánchez, a la nueva gesta independentista donde desempeñó diversas responsabilidades al mando de tropas, alcanzó el grado de General de Brigada y comandó desde abril de 1896 la Brigada de Remedios, de ía Primera División, del Cuarto Cuerpo, con la cual terminó la guerra.





Participó en innumerables combates como Manajanabo, Las Delicias, Platero, El Jíbaro, Arroyo Blanco, Sagua la Chica y otras. En junio de 1898 fue ascendido a General de División.



Concluida la guerra fue jefe del distrito de ía Guardia Rural de Remedios y después fue segundo jefe de la misma en Las Villas, pero poco después se retiró a una finca cercana al central «Adela» (Heriberto Duquesne), dedicada al cultivo de la caña de azúcar.



González Planas, quien había concluido la guerra muy enfermo del corazón, murió en Remedios el 30 de mayo de 1901.





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Fuente: HORTENSIA PICHARDO VIÑALS: Máximo Gómez, cartas a Francisco Carrillo, Editorial de Ciencias Sociales, La Habana, 1986.

Tomado de: Villa Clara y sus luchas por la Independencia (1878-1898) de Migdalia Cabrera Cuello

-UNA LANCHA PIRATA MENOS-

-UNA LANCHA PIRATA MENOS-



Aquel 29 de Mayo de 1966 estábamos en alarma de combate desde unos días atrás por motivo del asesinato del soldado del Batallón Fronterizo, compañero Luis Ramírez López, cometido por marines de la Base Naval de Guantánamo al anochecer del sábado 21 de mayo.


Habíamos tenido que interrumpir un curso que un grupo de oficiales de la Maria de Guerra Revolucionaría estábamos pasando, y por orden del jefe de este tipo de F. A. Cmdte. Aldo Santamaría Cuadrado casi todos los oficiales alumnos habían sido distribuidos por las unidades para reforzarlas y otros permanecíamos formando un Grupo Operativo como reserva en el Estado Mayor de la M. G. R., Elaboramos un plan de reforzamiento de la Capital con las lanchas torpederas KOMSOMOL (LTK) basificándolas en Barlovento, al Oeste de la Habana.



A las 23: 00 horas del 29 salimos del puerto de la Habana en la LTK 141, íbamos a inspeccionar las unidades navales de Caza-Submarinos y LTK que cumplían misiones de exploración y vigilancia frente al litoral habanero.


De pronto, más o menos al estar de través con la boya roja de la boca del puerto, el alférez de fragata Valdés Rosado informa que ha visto como una bengala en la costa, por la zona de Miramar. Todos prestamos atención hacia esa área y segundos después se vio otra bengala.




Le ordeno al jefe de la Escuadrilla, entonces alférez de fragata Leonardo Díaz Rodríguez, poner rumbo oeste y aumentar velocidad. Presentimos todos que ocurría algo anormal.





Cuando íbamos a la altura el Hotel Habana Riviera, el EM de la MGR nos comunica por radio que había sido vista una lancha pirata por Monte Barreto, con rumbo norte, que tomáramos rumbo 350 grados, nos informan que se había dado órdenes a las demás LTK basificadas en Barlovento de salir también en la persecución del enemigo. Inmediatamente tomamos el rumbo indicado y aumentamos la velocidad. Informamos a la tripulación la misión recibida y nos aprestamos a no dejar escapar al enemigo, Íbamos prácticamente volando en las torpederas.





Había transcurrido unos 10 o 15 minutos de navegación cuando a lo lejos, por nuestra proa, vemos unas luces especiales: Las trazadoras de las piezas de artillería de las lanchas rápidas. Guiados por esos disparos nos aproximamos al combate que se libraba mar afuera, a gran velocidad. Detrás vienen las demás LTK. Previendo una confusión, el entonces alférez de navío Perera Ruiz les trasmite la orden de no meterse en el combate, dejarnos a nosotros solos combatir contra la lancha pirata.





Seguimos aproximándonos, pudiendo apreciar a dos lanchas rápidas que hacen fuego contra algo que aún no logramos preciar.





-¡Que se identifiquen con la señal del día – se ordena por el Jefe de la Escuadrilla. Y la lancha rápida de estribor lanza una bengala verde: “! Correcto!”. Sin embargo, la de babor no contesta, pero por sus luces de navegación y su silueta la reconocemos también como una de las nuestras LKT. No obstante, le cortamos la popa para colocarnos a babor de ella y así tener a ambas lanchas a nuestro estribor. Todos vamos con los dedos en el gatillo, deseosos de hacer fuego sobre el agresor. …¡Son las LTK 128 y 125 que estaban de guardia!





Como vamos a más velocidad que ellas, las pasamos, pero al hacerlo vemos que a babor de la LTK 128 navega a oscuras, y haciendo fuego con armas automáticas, una lancha rápida del tipo V-20. Al pasar nosotros, ella maniobra y cae a babor cortando nuestra estela. Nosotros caemos también a babor en su busca y una vez a distancia de tiro comenzamos la parte nuestra del combate.





El artillero Carlos Mayoral hace fuego con la pieza de artillería de la LTK 141, con un BZ combate el miembro del MININT José Benavides. Corrigiendo constantemente el rumbo, el comandante de la LTK, alférez Antonio Milián trata de impedir que los piratas escapen a nuestro fuego, les trata de cerrar el paso “hacia el norte”





Nos volvemos a cruzar con la lancha pirata, pero esta vez ella nos corta la proa, momento aprovechado por Perera, Martínez Prieto y yo para hacerle fuego con nuestras ametralladoras UZI. Otra vez la LTK 128, al mando del alférez Noel Marrero, le hace fuego. La tenemos entre la LTK 141 y la 128.





Vuelve la pirata a maniobrar para no estar entre dos fuegos, y apoyándose en su mayor maniobrabilidad nos vuelve a cortar la popa: esta otra vez a nuestra banda de babor. Temo que se nos pueda escapar y ordeno al jefe de la Escuadrilla que “pase por ojo” a la lancha pirata, la golpee con nuestra proa, le pase por arriba con nuestra LTK, pero que de ninguna forma la nave enemiga logre escapar.





El Alférez Milián, comandante de la LTK 141, comprende la situación y maniobra de forma que pueda cumplir la orden que he impartido.





La distancia entre ambas lancha se reduce poco a poco, el combate es cada vez más cerca. ¡No se nos puede volver a alejar…! El fuego es cerrado de ambas partes. Ellos, a pesar de sus buenas armas automáticas, se ven cada vez más y más perdidos.





¡Que lejos están sus amos! ¡Que solos están ante la justicia en forma de nuestras lanchas torpederas, que les reclaman rendir cuentas de sus fechorías para con nuestro pueblo trabajador! ¡Como desearían estar ellos lejos de este anillo de fuego que cada vez lo encierra más y más!





¡La lancha torpedera 141 debe haberles parecido enorme al ver nuestra proa rozar su V-20…! Todo el fuego de nuestras armas cae de lleno sobre ellos… ¡Se incendian! ¡Han sido detenidos en su carrera hacia el norte! Caen bajo el fuego de la LTK 128 que no les ha dado cuartel y cuyo artillero, Dionisio González, les hace fuego una vez más.





Uno de los piratas intenta tirarle una granada a la 128 pero el comandante de esta nave maniobra y el artefacto cae al agua delante de la roda. Ya hemos girado y, dándoles una vuelta de 360 gados, les seguimos tirado respondiendo a su fuego.





Vemos dos hombres en medio de la lancha incendiada caminando por su interior, los que se tiran al agua, convertida en un verdadero infierno por la gasolina derramada, y se agarran de la banda de babor de la pirata. Nos acercamos y nos metemos en la candela para capturar a los mercenarios que han pretendido ultrajar a nuestra patria, y traerlos a tierra para que respondan por sus fechorías.





Todavía se escuchan cientos de detonaciones por la explosión de los proyectiles que les quedaba aún por tirarnos cuando los “tocamos”. No obstante, los abordamos para izar a bordo a los piratas heridos.





Perera por nuestra misma roda, iza por ambos brazos al que está más a proa. Brinco a la popa de la lancha pirata incendiada y tomo el brazo derecho del otro sobreviviente… Es un hombre pesado. Le agarro el brazo izquierdo… y sólo agarro una masa sanguinolenta. ¡Le falta el antebrazo…! Alguien me ayuda… Miro hacia adentro de la pirata y veo entre los asientos delanteros al lado del timón a un hombre como de unos 20 ó 30 años, con un chaleco salvavidas color naranja chillón, con los ojos eternamente abiertos, quién no volverá a izar la bandera negra con las tibias cruzadas.





Salto de nuevo a la LTK y rápidamente damos máquina atrás para alejamos de este infierno de fuego y plomo. Apenas unos metros… y la lancha pirata hace una sorda explosión y se hunde, volviendo a hacerse oscura la noche. Pasamos lista a nuestras filas y vemos que la sido herido a sedal en la cara y cuello el jefe de la Escuadrilla Alférez de Fragata Leonardo Díaz Rodríguez. En la LTK 128, su jefe de Máquinas, el Sargento Leonardo Garcés es el otro herido. A pesar de tener heridos a bordo, la alegría de todos es inmensa.





No sabemos cuanto nos hemos alejado de la costa, pero sentimos sobre nosotros la presencia combativa de nuestros miembros de la Fuerza Aérea, que con sus bombas nos iluminan la noche y parece que saludan la victoria de nuestra FAR, de nuestro “pueblo uniformado”, como bien dijera el Cmdte Camilo Cienfuegos.





La LTK 128 y la 141 regresan a tierra con los prisioneros. Allí supimos que toda la operación había sido un éxito. No hubo que lamentar perdidas por nuestra parte y fueron aniquilados el 100% de los enemigos.





En la Lancha pirata habíamos capturado gravemente herido al cabecilla contrarrevolucionario Antonio Cuesta Valle “Tony Cuesta” Jefe de los Comandos L y a Eugenio Zaldivar Xiqués y habían perdido sus vidas Roberto Cintas Anta y Guillermo Álvarez.





En tierra, gracias a la acción oportuna de los jóvenes milicianos de la Escuela de Pesca “Adolfo López Mateo” radicada en el Hotel Comodoro y a la actuación de oficiales de las FAR como fueron los Capitanes Toledo, Pepe Rebellón y Manolito Carbonell, los Cmdtes Tomasevich y Dermidio Escalona, asi como el Ministro de Educación José Llanuza, que al escuchar el tiroteo en Monte Barreto espontáneamente acudieron a combatir en apoyo a los alumnos de la Pesca, a la Batería de las “cuatro bocas” y a los combatientes de Guarda fronteras, Remberto Chamizo y José Pérez, que oportunamente habían detectado la presencia enemiga y tenían inmovilizados a dos contrarrevolucionarios desembarcados por la lancha pirata.





El pistolero de la pseudo Republica Herminio Díaz García y Armando Romero Martínez, eran dos elementos, que a solicitud de la CIA el dirigente contrarrevolucionario Jorge Mas Canosa, le pidió a Antonio Cuesta infiltrar en Cuba por la zona de La Habana para realizar atentados al Cmdte en Jefe Fidel Castro. Ambos pagaron con sus vidas la agresión a nuestro pueblo en revolución.





Una vez más nuestro pueblo cumplió aquel pensamiento inmortal del Titán de Bronce, del Mayor General Antonio Maceo y Grajales: “Quién intente apoderarse de Cuba, recogerá el polvo de su suelo anegado en sangre si no perece en la contienda”





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Contralmirante ® José Luis Cuza Téllez de Girón.



Capitán del ER Jefe de la Compañía B “Pedro Sotto Alba”, Columna 19 “José Tey”,



Segundo Frente Oriental “Frank País”





Nicanor González Delgado

Nicanor González Delgado


Santo Domingo, 10 Enero 1920 - Santa Clara, 28 de mayo 1958



Nicanor González Delgado nació en Santo Domingo el 10 de enero de 1920.



Vivía en el lugar conocido por Bermejal cuando en la zona operaban las guerrillas bajo el mando de Víctor Bordón.



Allí Nicanor colaboró con los combatientes revolucionarios y en su camión trasladó estas tropas hacia el crucero Vilella, lugar donde se producen acciones armadas el 9 de abril de 1958.



Pocos días después fue detenido por las fuerzas represivas de la dictadura.



Su cadáver, horriblemente torturado, apareció el 28 de mayo 1958 en la carretera que conduce de Santa Clara a Manicaragüa

LOS 35 DE CIENFUEGOS. EL SEGUNDO INTENTO DE ALZAMIENTO DE CAYO LOCO

LOS 35 DE CIENFUEGOS. EL SEGUNDO INTENTO DE ALZAMIENTO DE CAYO LOCO


Varias semanas después del primer intento de entrar a "Cayo Loco"del 20 de abril, los marineros de Cayo Loco vuelven a hacer contactos con el M-26-7 comenzando nuevamente los preparativos para un segundo intento de sublevación de Cienfuegos, este fue señalado inicialmente para las seis de la tarde del lunes 27 de mayo de 1957. El nuevo plan era mas depurado y seguro; solo contemplaba la realización de acciones en Cienfuegos.


Se planificó después para el 28 de mayo de 1957, y estuvo muy próximo a ocurrir el levantamiento.

En la clausura de los actos efectuados en la conmmemoración del vigésimo aniversario de la sublevación de! 5 de Septiembre en Cienfuegos, el primer secretario del Comité central del Partido Comunista de Cuba, comandante en jefe Fidel Castro, al referirse a aquel intento expresó:

"Nadie es capaz de imaginarse la extraordinaria ayuda que habría significado para los combatientes de la Sierra Maestra el alzamiento programado para el 28 de Mayo y la apertura de un segundo frente guerrillero en las montañas del Escambray.



EL INTENTO DEL 28 DE MAYO DE 1957



En esa ocasión alrededor de cien hombres fueron acuartelados en Cienfuegos, además de un grupo de 25 que en Santa Clara se encontraban al mando de Vìctor Bordòn.



La estrategia a seguir sería tomar Cayo Loco y la Policía Marítima, asaltar ferreterías y almacenes de ropa, calzado y víveres con vistas al avituallamiento ocupar varios camiones, entregar las armas a los hombres acuartelados y partir hacia las montañas del Escambray, penetrando por diversos puntos entre Cienfuegos y Manicaragua.



El 26 de mayo se reunió en casa do Emilio Aragonés el Estado Mayor de aquel movimiento, que encabezaba Haydeè Santamarìa por la dirección naciónal del M-26-7, e integrado además por Osvaldo Rodríguez Ayala, Aldo Margollés y Raúl Curbelo, de la dirección del 26 de Julio en la provincia y un grupo de marinos



. El día 27 de mayo fueron dadas las órdenes de enviar hacía Cienfuegos los grupos de combatientes seleccionados en los distintos municipios de la antigua provincia de Las Villas,los cuales se alojarían en diferentes sitios.





Estas órdenes comenzarían, a ejecutarse cuando los cuerpos sin vida de Chíqüí y Julio se encontraban tendidos en la funeraria Doménech de Santa Clara, punto de réunión de la mayoría de !os, combatientes de la zona Norte y Este de la provincia, que en aquel lugar y ante los cuerpos inertes de sus compañéros recibirían la orden de concentración en la ciudad de Cienfuegos



El grueso de esos hombres, integrado por 35 compañeros, fueron acuartelados en una casa alquilada para esos efectos en la barriada de Buenavista. Esa noche serían denunciados, cercados por la policía y arrestados.



A continuación ofrecemos los testimomos de algunos de los participantes en aquel fallido intento, quienes a la sazón militaban en el M-26-7.



Julio Chaviano Fundora, en aquel entonces jefe de acción y sabotaje en los municipios de Santo Domingo, San Diego del Valle y Esperanza: "Este segundo intento tuvo una.mayor organización, estaba la experiencia del primero. Se hizo una selección rigurosa del personal, incluso recordamos que debimos explicar a Osvaldo Rodríguez, jefe de acción en la provincia, por qué se escogió a los compañeros que participarìan en la operaciòn, en que se habían destacados, etc."



"Al llegar a Cienfuegos distribuimos nuestro personal por el Prado y otros lugares y comprobamos una organización superior, pues cuando hubo que posponer la acción se nos indicaron los sitios adonde debíamos acudir a pasar la noche. Se veía que todo estaba amarrado a nivel de detalle."



"Esa noche distribuimos el personal de acuerdo con las instrucciones recibidas, e incluso fuimos con Osvaldo Rodríguez a una de las visitas que hizo a la casa de Buenavista donde estaban los 35 compañeros acuartelados. Llevábamos un revólver 38. Osvaldo decidió que se le entregara a ellos, que estaban desarmados. Y nos fuimos a dormir."



Ixo Gallo Cortés: "A las 5 de la mañana del día 27 llegamos a la terminal de óm- nibus de La Habana, donde un compañero del Movimiento nos informó de la muerte de Chiqui Gómez y Julio Pino. Allí tomamos un ómnibus y cuando arribamos a Cienfuegos había un compañero esperandonos con la señal convenida: la mitad del cuello de la camisa vuelto hacia adentro. Nos fuimos con él en una guagua hacia la casa de Buenavista. Esta carecía de luz eléctrica, agua y muebles. Estaba allí la gente de Sagua. Antonio Larralde, Rodolfo da las Ca- sas (Casitas) y Rubén Rodríguez fueron los primeros en llegar. Más tarde, en pleno día, arribaron los demás compañeros. Los muchachos de la casa vecina, queriendo mirar por la ventana trataban de abrirla."



"No se podìa fumar por temor a que el humo se viera desde afuera. Al poco rato. unos compañeros trajeron colchonetas que la extendieron en el suelo, un botellón de agua y algunos alimentos. No fue hasta que se entregó un revólver a Casitas que se estableció la jefatura y se tomaron algunas medidas, como evitar salir de allí. En fin, se logró úna notable disciplina a pesar de las condiciones tan inseguras que ofrecía la vivienda."



Antonio Larralde Pineda: "Nosotros nos movilizamos días antes. Salimos Casita, Rubén y yo en la máquina de Rubén, —la cual» quedó a disposición del Movimiento en Cíenfuegos y, fuimos los primeros que entramos en Buenavista. Después llegaron los compañeros de Sagua la Grande, Cabaiguán, Vega Alta. La situación era difícil, había mucho calor. Casi todos los que nos encontrábamos allí habíamos estado presos o perseguidos, y teníamos experiencia de lo que estábamos haciendo, sin embargo, en determinado momento hubo gente que se puso nerviosa. Es normal, no, porque también estábamos desarmados. Eramos gente más o menos conocidas de la policía y sabíamos sus métodos y lo que nos ocurriría si caía- mos en sus manos."



"Por todas las condiciones de inseguridad que presentaba esa vivienda, los compañeros se vieron atrapados antes de que los detuvieran, pero el espíritu de disciplina y la conciencia de que pudiera peligrar la acción debido a una retirada masiva de ese lugar se impuso."



"Yo me opuse sinceramente a que nadie saliera de allí. porque tampoco podía permitirse que unos se fueran y otros se quedaran, ni era justo que éstos peligraran a causa de los qué se marcharan, y todo el mundo lo comprendió así. Este grupo de hombres demostró posteriormente su disci- plina, su abnegación por la Revolución."



"La tarde del 27 Osvaldo salió con Cuco Piña y Efren Margolles. Como a las diez de la noche entró Juan José Alvarez y el grupo de Sancti Spíritus. Sobre las diez y media tocaron a la puerta ds manera distinta a la convenida y entonces lodos nos dimos cuenta de que estábamos cogidos."



Osvaldo Rodríguez Ayala, Jefe de Acción de la Dirección Provincial del M-26-7 en Las Villas: "Alrededor de las diez de la noche, con el compañero Cuco Piña nos dirigimos a la casa del reparto Buena Vista a llevar algunos alimentos para los 35 hombres que allí estaban. A unos cien metros de la casa pudimos observar que ésta se encontraba rodeada de policías y soldados. Pudimos retirarnos del lugar y du- rante el resto de la noche y la mañana siguíente avisamos a los compañeros de los distintos municipios acuartelados en otros sitios para que salieran de Clenfuegos."



José Quian Cullen: "Sobre las diez y media de la noehe tocaron a nuestra püerta de forma distinta a la contraseña establecida.



Todos murmuraron muy baío acerca de quién podía ser. La duda se disipó rápidamente ¡Abran a la policía!, exclamaron desde el exterior. Inmediatamente todo fue mo- vimiento, pero alguien abrió la puerta. Por ella asomaron prontamente las figuras de dos policías armados de ametralladora, Al ver la cantidad de gente que había en el interior retrocedieron más rápido de lo que habían entrado, gritando a los demás: ¡Traigan refuerzos! ¡Tengan cuidado! ¡Hay muchos!.



Cuando esto acontecía por el frente, en el fondo se abría otra puerta, esta era para escapar. !Ríndanse gritaban los esbirros! salgan todos con los brazos en aito, están rodeados.! Eso ío comprobaríamos casi al instante, porque al tratar de salir por la puerta trasera nos volvieron a gritar desde el fondo.



Entonces, Casitas que tenía el único revólver con que contábamos, lo descargó sobre los esbirros. Aquello pareció ser la señal. De inmediato se desató un verdadero vendabal de disparos.Las balas trazadoras penetraban por las ventanas para ir a es- trellarse contra las paredes interiores de la vivienda, fraccionándose! en pequeños pedazos que hirieron a algunos compañeros.



Tiraban como 11evados de una locura, histéricos, poseídos por el miedo, como buscando en el estampido de sus armas el valor que les faltaba. Gritaban ¡Busquen refuerzos, son muchos, avisen al ejército!

Al fin la calma, fuimos saliendo puco a poco de la casa, con los brazos entrelazados detrás de la cabeza. ¡No se acerquen!, nos ordenaban. ¡Échense al 'suelo y no quiten los brazos de la nuca'.



Al llegar la rural y un carro-jaula. entonces se envalentonaron y se desató otro vendabal, éste era de golpes, injurias, ofensas y malas palabras. A Rubén Rodríguez le propinaron un culatazo en la frente que lo lanzó sangrando copiosamente y casi sin sentido. Yo recibí otros dos cuando acudí a socorrerlo.



En el cuartel los soldados formaron una doble hilera hasta la puerta de la celda. Al pasar entre la misma nos golpeaban con las culatas y con cuanto objeto tenían a mano.



Antonio Larralde : "Después que estabamos en la celda comenzaron a sacar a la gente para pegarle. Entre esos compañeros estaba Juan José Alvarez, obrero del entonces' central Tuínicú, quien regresó ya con la columna vertebraÍ lesionada por los culatazos. "



"Hay que señalar que estos golpes que se dieron al principio no obedecían a ningún intento de obtener información, sino a un salvaje desahogo de su ira. El hecho de que aquellos en quienes se cebaron no hablaran fue de vital importancia para la moral el resto de los prisioneros, pues una vez llegado el interrogatorio mediante la aplicación metódica, sistemática de tortüras para obtener información, todos lo soportaron con extraordinaria abnegación."



José Quian: "Nos llevaron uno a uno ante los distintos grupos de torturas que organizaron. Todos regresaban déstrozados por los golpes, la piel rasgada, sangrante, marcada para siempre. Recordamos a Matienzo con la espalda parecida a la piel de una cebra, a Tomás Morales con su guayabera blanquirroja hecha jirones a golpes de pizajo, a Larralde, golpeado y maltrecho, con su vesícula lesionada; a Juan José Alvarez, inmóvil a consecuencia de un culatazo en la columna vertebral. Todos en un mayor o menor grado tenían marcada la huella de lo que representaba la dictadura."



Antonio Larralde: "Esa noche, aquellos 35 hombres realmente soportaron con. estoicismo, con unos principios revolucionarios muy firmes todo género de torturas. Los guardias partieron costillas, halaron testículos, dieron golpes. Fue una noche terrible; es difícil hablar serenamente de esa noche."

"Ellos trataban de descubrir quién era el jefe, trataron de encontrar una cabeza, porque no concebían que aquellos 35 combatientes estuvieran acéfalos allí. Incluso cuando uno regresaba luego de la golpiza trataban de ver con quien hablaba."



"Así logramos organizamos internamente de forma que conociéramos qué hablaba cada compañero, qué decía, y hay que expressar que todos se comportaron con una firmeza total, una solidaridad absoluta. Me parece que cualquiera que salía de la cárcel se dejaba matar antes que delatar. Eso fue expresión de un gran valor colectivo, una cosa que se impregnó en todos nosotros y que nos ayudó mucho,



De ese colectivo, que era bastante sélecto, e1 grupo de Sagua la Grande participó posteriormente en la huelga del 9 de Abril, en la que cayó Sampedro. También tomaron parte en la acción. Matiénzo y Vila, y otros que estuvieon presos con nosotros. De los de Cabaiguán, Félix y Lorenzo estuvieron luego en el alzamiento de La Llorona y salvaron la vida milagrosamente. Los de Vega Alta: Polo Galban, su hermano Jesús y otros integraron después la Columna de Camilo Cientuégos. Los compañeros de Cruces; Rodríguez Bueno y José Ramón Sánchez, también se mcorporaron al Ejército Rebelde. Los de Sancti Spíritus igualmente combatieron en el Ejército Rebelde, con excepción de Juan José, que estaba prácticamente inválido debido a los golpes sufridos. Los compañeros que vinieron de Santa Clara y La Habana, Rodolfo dé las Casas (Casitas) y José Quián, se trasladaron posteriormente a la Sierra Maestra e integraron la Columna No. 1 "José Martí".



Pedro Antonio Aragonés: "La forma en que se comportaron los 35 compañeros infundió en los marinos más confianza en el Movimiento, pues cuando ellos conocieron que a pesar de las torturas estos hombres no hablaron, eso les dio mucha confianza, fíjense si fue así, que al día siguientn de yo haber estado preso me enviaron un mensaje con el fin de reanudar los contactos."



Antonio Larralde: "Creo que este hecho repercutió favorablemente en la conciencia de la población para el triunfo definitivo. Después de nuestro fracaso se pudo dar un 5 de Septiembre, y creo que todos estos pequeños aportes fueron creando las condiciones objetivas del proceso que vivimos, y al final todo el pueblo de Las Villas se unió a la Revolución como lo demostró en Santa Clara con lu incorporación masiva de combatientes que nos condujo al triunfo".



En la foto aparecen de izquierda a derecha de pie: Roberto Paz Sánchez, Félix Hurtado Manso, Julio Aguilera Quintana, Manuel Matienzo Abuela y Pablo Guillermo Pérez Ruiz.

Agachados: Diego Viera Ruiz, Eladio Pérez León, Rodolfo de las Casas Pérez (Casitas) y José Quián Cullén (Cheo)



Sobre este episodio, nuestro Comandante en Jefe expresó en ocasión del vigésimo aniversario del 5 de Septiembre:



"Hay que decir en honor de esos hombres, algunos de los cuales murieron después y muchos de los cuales viven, que a pesar de que fueron torturados y maltratados por las fuerzas represivas, ninguno de ellos dijo una sola palabra. Y así pudo, preservarse el secreto del grupo de marinos revolucionarios que conspiraban junto al Movimiento 26 de Julio".







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RELACIÓN DE LOS 35 DETENIDOS EN CIENFUEGOS EN EL 2DO. INTENTO DE TOMAR CAYO LOCO.

No--- Nombre--- 1er. Apellido--- 2do. Apellido-- Edad--- Municipio



1--- Ruben Rodríguez Pèrez--- 25 Florencia,Camaguey



2--- Ixo Gallo Cortès---21 Santa Clara



3--- Antonio Alfredo Larralde Pineda --- 25 Santa Clara



4--- Israel Abreu Villareal--- 25 Santa Clara



5--- Rodolfo de las Casas Pèrez--- 20 Santa Clara



6--- Julio Aguilera Quintana ---34 San Gil, Encrucijada



7--- Angel Pérez Pérez--- Encrucijada



8--- Ladislao Delgado Rodríguez--- 27 Santa Clara



9--- Leopoldo Galbán Izquierdo--- 23 Santa Clara



10--- Jesús Galbán Izquierdo--- 34 Santa Clara



11--- Ramón Pérez Pérez--- Santa Clara



12--- Juan Francisco Haro Fernández--- 25 Vueltas, Caibarién--Falleció el 4 marzo 1960 en el sabotaje del vapor La Coubre



13--- Vicente Pérez Hernández--- 19 Vueltas, Caibarién



14--- José Fernández Sarduy--- 18 Central Carmita



15--- José Suárez Machado--- 41 Cruces,



16--- José Antonio Rodríguez Sánchez--- 24 Cruces



17--- Ovidio Martín Cruz--- 21 Cruces



18--- Rafael Alba Fernández--- 34 Sagua la Grande



19--- Emilio Quiroga Suárez--- 26 Sagua la Grande



20--- Jesús Ramón Vila Fernández--- 29 Sagua la Grande



21--- Leonardo San Pedro Fernández--- 32 Sagua la Grande



22--- Manuel Matíenzo Abuela--- 27 Sagua la Grande



23--- Tomás Morales Sosa--- 24 Sagua la Grande



24--- Eduardo González González--- 27 Sagua la Grande



25--- Pablo Guillermo Pérez Ruiz--- 28 Sancti Spíritus



26--- Orestes Quesada Julián--- 19 Sancti Spíritus



27--- Juan Fabián Alvarez Bernal--- Guayos



28--- Félix Hurtado Manso--- 25 Cabaiguán



29--- Eladio Pérez León --- 21 Cabaiguán



30--- Oscar Alfonso Carrillo--- Cabaiguán



31--- Diego Viera Díaz--- 18 Cabaiguán



32--- Adalberto Ravelo Rodríguez--- 18 Sancti Spíritus



33--- Guillermo E. Verdecia Alvarez--- 22 Cabaiguán



34--- Roberto Paz Sánchez ---20 Calabazar de Sagua



35--- José A. Quián Cullén--- 27 Vedado, Habana









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Fuente: "El empeño persistente del 20 de abril". Publicado en Vanaguardia de Santa Clara el 26 de Mayo 1982

"Antecedentes de la sublevación de Cienfuegos". Publicado en Vanguardia de Santa Clara el 5 de Septiembre 1981

Por Raúl Sarmiento Carreras (Diosdado)







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EL COMBATE DEL UVERO- La mayoría de edad del Ejército Rebelde

EL UVERO


La mayoría de edad del Ejército Rebelde

Por Comandante Ernesto Guevara


Decidido el punto de ataque, nos quedaba precisar exactamente la forma en que se haría; teníamos que solucionar problemas importantes como averiguar el número de soldados existentes, el número de postas, el tipo de comunicaciones que usaban, los caminos de acceso, la población civil y su distribución, etc. Para todo esto nos sirvió magníficamente el compañero Cardero, hoy comandante del Ejército Rebelde, quien era yerno del administrador del aserrío, según creo recordar.





Suponíamos que el ejército tenía datos más o menos exactos de nuestra presencia en la zona, pues fueron capturados un par de chivatos portando documentos de identificación, que confesaron ser enviados por Casillas para averiguar sobre el paradero del Ejército Rebelde y sus puntos habituales de reunión. El espectáculo de los dos hombres implorando clemencia era realmente repugnante y a la vez lastimero, pero las leyes de la guerra, en esos momentos difíciles, no se podían desconocer, y ambos espías fueron ejecutados al día siguiente.



Ese mismo día, 27 de mayo se reunió el Estado Mayor con todos los oficiales, anunciando Fidel que dentro de las cuarenta y ocho horas próximas tendríamos combate y que debíamos permanecer con tropas y enseres, listos para marchar. No se nos dio indicaciones en esos momentos.



Cardero sería el guía pues conocía perfectamente el puesto del Uvero, todas sus entradas y salidas y sus caminos de acceso. Por la noche nos pusimos en marcha; era una caminata larga, de unos 16 kilómetros, pero totalmente en bajada por los caminos que había construido especialmente para sus aserraderos la Compañía Babún. Empleamos, sin embargo, unas ocho horas de marcha pues se vio interrumpida por una serie de precauciones extras que había que tomar, sobre todo al ir acercándonos al lugar de peligro. Al final se dieron las órdenes de ataque que eran muy simples; había que tomar las postas y acribillar a balazos el cuartel de madera.



Se sabía que el cuartel no tenía mayores defensas salvo algunos bolos diseminados en las inmediaciones, los puntos fuertes eran las postas de 3 a 4 soldados cada una, emplazadas estratégicamente en las afueras del cuartel. Este estaba dominado por una loma colocada justo enfrente y que sería el emplazamiento del Estado Mayor para dirigir el combate. Era factible acercarse hasta pocos metros de la construcción a través de la maraña de los montes cercanos. Una instrucción precisa era el cuidado especial de no tirar contra el batey, pues había mujeres y niños, incluso la mujer del administrador que conocía del ataque pero no quiso salir de allí para evitar después cualquier suspicacia. La población civil era nuestra preocupación mayor mientras partíamos a ocupar los puestos de ataque.



El cuartel del Uvero estaba colocado a la orilla del mar, de tal manera que para rodearlo solamente necesitábamos atacarlo por tres puntos.



Sobre la posta que dominaba el camino que, desde Peladero, viene bordeando el mar, el que también nosotros utilizamos en parte, se mandaron los pelotones dirigidos por Jorge Sotús y Guillermo García; Almeida debía encargarse de liquidar una posta colocada frente a la montaña, más o menos al Norte; Fidel estaría en la loma que domina el cuartel y Raúl avanzando con su pelotón por el frente; a mí se me asignó un puesto intermedio con mi fusil ametralladora y los ayudantes; Camilo y Ameijeiras debían avanzar de frente, en realidad entre mi posición y la de Raúl, pero equivocaron el rumbo por la noche e iniciaron la pelea luchando a mi izquierda en lugar de hacerla a mi derecha; el pelotón de Crescencio Pérez debía avanzar por el camino que, saliendo del Uvero, va a Chivirico, e impedir la llegada de cualquier clase de refuerzos que vinieran por esa zona.



Se pensó que la acción iba a acabar en poco tiempo dada la sorpresa que teníamos preparada; sin embargo, fueron avanzando los minutos y no podíamos posesionar a la gente en la forma ideal prevista; llegaban las noticias a través de los guías, Cardero y un práctico de la zona llamado Eligio Mendoza, y veíamos que avanzaba ya el día y empezaba la penumbra precursora de la mañana sin que estuviéramos en posición para sorprender las guardias como habíamos pensado en el primer momento. Jorge Sotús avisó que no dominaba el punto asignado desde su posición pero era tarde para iniciar nuevos movimientos. Cuando Fidel abrió fuego con su mirilla telescópica, reconocimos el cuartel por el fuego de los disparos con que contestaron a los pocos segundos. Yo estaba colocado en una pequeña elevación de terreno y dominaba el cuartel perfectamente pero quedaba muy lejos, por lo que avanzamos para buscar mejores posiciones.



Todo el mundo avanzaba; Almeida lo hacía hacia la posta que defendía la entrada del cuartelito por su sector, y a mi izquierda, se veía la gorra de Camilo con un paño en la nuca, como casquete de la Legión Extranjera, pero con las insignias del Movimiento. Fuimos avanzando en medio del tiroteo generalizado y con todas las precauciones que este tipo de combate demanda.



A la pequeña escuadra se le fueron uniendo combatientes que quedaban desperdigados de sus unidades; un compañero de Pilón al que llamaban Bomba, y el compañero Mario Leal y Acuña se unieron a lo que ya constituía una pequeña unidad de combate. La resistencia se había hecho dura y habíamos llegado a la parte llana y despejada donde había que avanzar con infinitas precauciones, pues los disparos del enemigo eran continuos y precisos. Desde mi posición, apenas a unos 50 ó 60 metros de la avanzada enemiga, vi cómo de la trinchera que estaba delante salían dos soldados a toda carrera y a ambos les tiré, pero se refugiaron en las casas del batey que eran sagradas para nosotros. Seguimos avanzando aunque ya no quedaba nada más que un pequeño terreno, sin la más mínima yerba para ocultarse y las balas silbaban peligrosamente cerca de nosotros. En ese momento escuché cerca de mí un gemido y unos gritos en medio del combate, pensé que sería algún soldado enemigo herido y avancé arrastrándome, mientras le intimaba rendición; en realidad, era el compañero Leal, herido en la cabeza. Hice una corta inspección de la herida, con entrada y salida en la región parietal; Leal estaba desmayándose, mientras empezaba la parálisis de los miembros de un costado del cuerpo, no recuerdo exactamente cuál. El único vendaje que tenía a mano era un pedazo de papel que coloqué sobre las heridas. Joel Iglesias fue a acompañarlo, poco después, mientras continuábamos nuestro ataque. Acto seguido, Acuña caía también herido; nosotros ya sin avanzar disparábamos teniendo enfrente una bien acondicionada trinchera de donde se nos respondía el fuego. Estábamos recuperando valor y haciendo acopio de decisión, para tomar por asalto el refugio, pues era la única forma de acabar con la resistencia, cuando el cuartel se rindió.



Todo esto se ha contado en pocos minutos, pero duró aproximadamente dos horas y 45 minutos desde el primer disparo hasta que logramos tomar el cuartel. A mi izquierda, algunos compañeros de la vanguardia, me parece precisar que Víctor Mora y otros más, tomaban prisioneros a varios soldados que hacían la última resistencia y, de la trinchera de palos, enfrente nuestro, emergió un soldado haciendo ademán de entregar su arma; por todos lados empezaron a surgir gritos de rendición; avanzamos rápidamente sobre el cuartel y se escuchó una última ráfaga de ametralladora que, después, supe había segado la vida del teniente Nano Díaz.



Llegamos hasta el batey donde tomamos prisioneros a los dos soldados que habían escapado a mi ametralladora y también al médico y su asistente. Con el médico, un hombre canoso y reposado cuyo destino posterior no conozco —no sé si actualmente estará integrado a la Revolución— sucedió un caso curioso: mis conocimientos de medicina nunca fueron demasiado grandes; la cantidad de heridos que estaban llegando era enorme y mi vocación en ese momento no era la de dedicarme a la sanidad; sin embargo, cuando fui a entregarle los heridos al médico militar, me preguntó cuántos años tenía y acto seguido, cuándo me había recibido. Le expliqué que hacía algunos años y entonces me dijo francamente: "Mira, chico, hazte cargo de todo esto, porque yo me acabo de recibir y tengo muy poca experiencia". El hombre, entre su inexperiencia y el temor lógico de la situación, al verse prisionero se había olvidado hasta la última palabra de medicina. Desde aquel momento tuve que cambiar una vez más el fusil por mi uniforme de médico que, en realidad, era un lavado de manos.



Después de este combate, uno de los más sangrientos que hayamos sostenido, fuimos atando cabos y se puede dar una imagen más general y no desde el enfoque que hice hasta aquí relatando mi participación personal. El combate se desarrolló más o menos así: Al dar Fidel orden de abrir fuego, con su disparo, todo el mundo comenzó a avanzar sobre los objetivos fijados y el ejército a responder con fuego nutrido, dirigido en muchos casos hacia la loma de donde nuestro jefe dirigía el combate. A los pocos minutos de iniciadas las acciones Julito Díaz murió al lado de Fidel al ser alcanzado por un balazo directamente en la cabeza. Fueron pasando los minutos y la resistencia seguía enconada sin que se pudiera amagar sobre los objetivos. La tarea más importante en el centro, era la de Almeida, encargado de liquidar de todas maneras la posta para permitir el paso de sus tropas y las de Raúl que venían marchando de frente contra el cuartel.



Los compañeros contaron después cómo Eligio Mendoza, el práctico, tomó su fusil y se lanzó al combate; hombre supersticioso, tenía un "santo" que lo protegía, y cuando le dijeron que se cuidara, él contestó despectivo que su "santo" lo defendía de todo; pocos minutos después caía atravesado por un balazo que literalmente le destrozó el tronco. Las tropas enemigas, bien atrincheradas, nos rechazaban con varias bajas y era muy difícil avanzar por la zona central; por el sector del camino de Peladero, Jorge Sotús trató de flanquear la posición con un ayudante llamado El Policía, pero este último fue muerto inmediatamente por el enemigo y Sotús debió tirarse al mar para evitar una muerte segura, quedando desde ese momento prácticamente anulada su participación en el combate. Otros miembros de su pelotón trataron de avanzar, pero igualmente fueron rechazados; un compañero campesino, de apellido Vega, me parece, fue muerto; Manals, herido en un pulmón; Quike Escalona resultó con tres heridas en un brazo, la nalga y la mano al tratar de avanzar. La posta, atrincherada tras una fuerte protección de bolos de madera, hacía fuego de fusil ametralladora y fusiles semiautomáticos, devastando nuestra pequeña tropa. Almeida ordenó un ataque final para tratar de reducir de todas maneras los enemigos que tenía enfrente; fueron heridos CilIeros, Maceo, Hermes Leyva, Pena y el propio Almeida en el hombro y la pierna izquierdos, y el compañero Moll fue muerto. Sin embargo, este empujón dominó la posta y se abrió el camino del cuartel. Por el otro lado, el certero tiro de ametralladora de Guillermo García había liquidado a tres de los defensores, el cuarto salió corriendo, siendo muerto al huir. Raúl, con su pelotón dividido en dos partes, fue avanzando rápidamente sobre el cuartel. Fue la acción de los dos capitanes, Guillermo García y Almeida, la que decidió el combate; cada uno liquidó a la posta asignada y permitió el asalto final. Junto al primero debe destacarse la actuación de Luis Crespo, que bajó del Estado Mayor para participar en el asalto.



En el momento en que se desmoronaba la resistencia enemiga, al llegar a tomar el cuartel, donde se había sacado un pañuelo blanco, alguien, de nuestra tropa probablemente, disparó nuevamente y del cuartel respondieron con una ráfaga que dio en la cabeza de Nano Díaz, cuya ametralladora había hecho estragos hasta ese momento, entre el enemigo. El pelotón de Crescencio casi no intervino en el combate debido a que su ametralladora se atascó y su participación fue de custodio del camino de Chivirico. Allí se detuvieron algunos soldados al huir. La pelea había durado dos horas y cuarenta y cinco minutos y ningún civil había sido herido a pesar del número de disparos que se realizaron.



Cuando hicimos el recuento de la batalla, nos encontramos el siguiente cuadro: Por nuestra parte, habían muerto seis compañeros en ese momento: Moll, Nano Díaz, Vega, El Policía, Julito Díaz y Eligio Mendoza. Muy mal heridos estaban Leal y Cilleros. Heridos de mayor o menor consideración: Maceo, en un hombro; Hermes Leyva, un tiro a sedal en el tórax; Almeida, brazo y pierna izquierdos; Quike Escalona, brazo y mano derechos; Manals, un tiro en el pulmón, sin mayores síntomas; Pena, en una rodilla, y Manuel Acuña en el brazo derecho. En total, quince compañeros fuera de combate. Ellos habían tenido 19 heridos, 14 muertos, otros 14 prisioneros y habían escapado 6, lo que hacía un total de 53 hombres, al mando de un segundo teniente que sacó la bandera blanca después de estar herido.(1)



Si se considera que nuestros combatientes eran unos 80 hombres y los de ellos 53, se tiene un total de 133 hombres aproximadamente, de los cuales 38, es decir, más de la cuarta parte, quedaron fuera de combate en poco más de dos horas y media de combate. Fue un ataque por asalto de hombres que avanzaban a pecho descubierto contra otros que se defendían con pocas posibilidades de protección. Debe reconocerse que por ambos lados se hizo derroche de coraje. Para nosotros fue, además, la victoria que marcó la mayoría de edad de nuestra guerrilla. A partir de este combate, nuestra moral se acrecentó enormemente, nuestra decisión y nuestras esperanzas de triunfo aumentaron también, simultáneamente con la victoria y, aunque los meses siguientes fueron de dura prueba, ya estábamos en posesión del secreto de la victoria sobre el enemigo. Esta acción selló la suerte de los pequeños cuarteles situados lejos de las agrupaciones mayores del enemigo y fueron desmantelados al poco tiempo.



Una de las primeras balas del combate rompió el aparato de teIefonía cortando la comunicación con Santiago y apenas si un avión evolucionó una o dos veces sobre el campo de batalla, sin que se hiciera presente la aviación enemiga; solamente llegaron los aviones de reconocimiento horas después, cuando ya estábamos encaramados en la montaña. De la concentración de fuego por parte nuestra habla, además de los 14 muertos, el que 3 de 5 pericos que tenían los guardias en el cuartel, fueron muertos. Hay que pensar en el tamaño diminuto de este animalito para hacerse una idea de lo que le cayó al edificio de tablas.



El reencuentro con la profesión médica tuvo para mí algunos momentos muy emocionantes. El primer herido que atendí, dada su gravedad, fue el compañero Cilleros. Una bala había partido su brazo derecho y, tras de atravesar el pulmón, aparentemente se había incrustado en la columna, privándolo del movimiento en las dos piernas. Su estado era gravísimo y apenas si me fue posible darle algún calmante y ceñirle apretadamente el tórax para que respirara mejor. Tratamos de salvarlo en la única forma posible en esos momentos; llevándonos los catorce soldados prisioneros con nosotros y dejando a dos heridos: Leal y Cilleros, en poder del enemigo y con la garantía del honor del médico del puesto. Cuando se lo comuniqué a Cilleros, diciéndole las palabras reconfortantes de rigor, me saludó con una sonrisa triste que podía decir más que todas las palabras en ese momento y que expresaba su convicción de que todo había acabado. Lo sabíamos también y estuve tentado en aquel momento de depositar en su frente un beso de despedida pero, en mí más que en nadie, significaba la sentencia de muerte para el compañero y el deber me indicaba que no debía amargar más sus últimos momentos con la confirmación de algo de lo que él ya tenía casi absoluta certeza. Me despedí, lo más cariñosamente que pude y con enorme dolor, de los dos combatientes que quedaban en manos del enemigo. Ellos clamaban que preferían morir en nuestras tropas, pero teníamos nosotros también el deber de luchar hasta el último momento por sus vidas. Allí quedaron, hermanados con los 19 heridos deI ejército batistiano a quienes también se había atendido con todo el rigor científico de que éramos capaces. Nuestros dos compañeros fueron atendidos decentemente por el ejército enemigo, pero uno de ellos, Cilleros, no llegó siquiera a Santiago. El otro sobrevivió a la herida, pasó prisionero en Isla de Pinos todo el resto de la guerra, y hoy todavía lleva huellas indelebles de aquel episodio importante de nuestra guerra revolucionaria.



Cargando en uno de los camiones de Babún la mayor cantidad posible de artículos de todo tipo, sobre todo medicinas, salimos los últimos, rumbo a nuestras guaridas de la montaña donde llegamos todavía a tiempo para atender a los heridos y despedir a los caídos, que fueron enterrados junto a un recodo del camino. Se preveía que la persecución iba a ser muy grande y se resolvió que la tropa capaz de caminar debía poner distancia entre este lugar y los guardias, mientras que los heridos quedarían a mi cargo y Enrique López se encargaría de suministrarme el transporte, el escondrijo y algunos ayudantes para trasladar los heridos y todos los contactos para poder recibir medicinas y curarlos en la forma debida.



Todavía de madrugada continuaban narrándose las incidencias del combate; casi nadie dormía o dormía a ratos y cada cual se incorporaba a las tertulias contando sus hazañas y las que vio hacer. Por curiosidad estadística tomé nota de todos los enemigos muertos por los narradores durante el curso del combate y resultaban más que el grupo completo que se nos había opuesto; la fantasía de cada uno había adornado sus hazañas. Con ésta y otras experiencias similares, aprendimos claramente que los datos deben ser avalados por varias personas; incluso, en nuestra exageración, exigíamos prendas de cada soldado caído para considerarlo realmente como una baja del enemigo, ya que la preocupación por la verdad fue siempre tema central de las informaciones del Ejército Rebelde y se trataba de infundir en los compañeros el respeto profundo por ella y el sentido de lo necesario que era anteponerla a cualquier ventaja transitoria.



En la mañana, vimos partir la tropa vencedora que nos despedía con tristeza. Conmigo quedaron mis ayudantes Joel Iglesias y Oñate, un práctico llamado Sinecio Torres y Vilo Acuña, hoy comandante del Ejército Rebelde, que se quedó para acompañar a su tío herido.







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Hasta aquí el relato del Che, a continuación un epílogo brevísimo tomado del Diario de la Guerra 2 de Heberto Norman Acosta y Pedro Alvarez Tabbío.

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(1)UN EPÍLOGO BREVÍSIMO



El segundo teniente Pedro Manuel Carreras Pérez, jefe de la guarnición de Uvero en el momento del combate, fue marginado por sus superiores después de la acción, a pesar de su conducta valiente y capaz. Hombre de pueblo, negro, llegado excepcionalmente a ese grado militar por su condición de músico, pasó el resto de la guerra en oscuras posiciones. Licenciado al triunfo de la Revolución, decidió poner sus manos y su esfuerzo al humilde y anónimo servicio de todo su pueblo por construir una nueva sociedad.



Así, la zafra gigante de 1970 lo tuvo como machetero voluntario. Un día llegó Fidel al corte de caña y quiso saludar a los cortadores. Al pasar frente a él, Carreras se cuadró y saludó militarmente.



A Fidel le llamó la atención el gesto y se le quedó mirando fijamente:

—Yo te conozco a ti. Espera, no me digas, déjame ver si me acuerdo.



Pasaron unos instantes en los que Fidel, con el entrecejo fruncido y la vista fija en el rostro de Carreras, hacía un esfuerzo mental por recordar. Pero Carreras no pudo contenerse:



—Comandante, yo soy aquel teniente del Uvero... Fidel no lo dejó seguir hablando:



—¡Teniente Carreras, cara! —exclamó sorprendido y jubiloso— ¡Déjeme darle un abrazo!



Al sentirse apretado por los brazos de Fidel, atónito y enmudecido por la sorpresa que le produjo el hecho increíble del gesto y de que hasta su nombre fuese recordado después de tantos años y de tantas cosas ocurridas, Pedro Carreras entendió por fin que él también había sido y seguiría siendo hasta su muerte, ocurrida en La Habana hace ya varios años, parte de la Revolución.

LA MASACRE DEL CORYNTHIA

LA MASACRE DEL CORYNTHIA


28 de Mayo 1957


El yate Corynthia, de unos cien pies de eslora y 12 de manga, fue adquirido por nueve mil dólares, a pesar de las advertencias hechas a Carlos Prío de que presentaba serios fallos técnicos, incluyendo un motor en mal estado.



Pertenecía a un grupo que bajo las banderas del Partido Auténtico recibieron entrenamiento durante 6 meses en Santo Domingo, pues Prío había aprovechado las diferencias existentes entonces entre Batista y Trujillo para entrenar a sus hombres en Santo Domingo. Ellos pensaban que habían sido reclutados para venir a Cuba a contribuir a derrocar al tirano. Conocidos los verdaderos intereses de Prío la mayoría de los hombres llevaba en sus mentes romper con Prío y su organización, y buscar la forma de incorporarse al movimiento liderado por Fidel Castro quien luchaba en la Sierra Maestra desde hacía cuatro meses.



Cronología de los hechos

A las 6:00 pm. reunidos en un pequeño apartamento enMiami, supieron que ese mismo día, a las 9:00 pm zarparían rumbo a Cuba.



La expedición no era un secreto para los servicios de inteligencia de Batista, quien estaba al tanto de los preparativos, organización y armamento, así como del lugar de desembarco.





A media tarde del 24 de mayo la radio cubana interrumpía sus señales para dar la noticia de que en la madrugada de ese día, al bordo del yate Corynthia habían desembarcado en la , veintisiete expedicionarios procedentes de Miami.



Por desperfectos técnicos del yate, este no desembarcó cerca de Baracoa, tal como había previsto Prío y esperaba Fulgencio Batista- gracias a la delación-, sino en Cayo Saetía, frente a la Bahía de Cabonico, a unos diez kilómetros de la planta niquelífera de Lengua de Pájaro, en la costa norte de la actual provincia de Holguín. En botes de pescadores arribaron a tierra firme y cuando emprendieron la marcha, Calixto Sánchez encomendó a los lugareños dar parte a las autoridades para que no corrieran peligro. Según el combatiente e historiador William Gálvez:



Ese fue su error, la tropa necesitaba la ventaja de la sorpresa para ganar los accesos de la zona montañosa, aún distante.

Dos de los expedicionarios se negaron a seguir la marcha, alegando sentirse extenuados, y la jefatura de la expedición decidió dejarlos bajo la custodia de Fernando Virelles. En un descuido suyo, los supuestos extenuados se fugaron. Capturados por el ejército batistiano, para salvar la vida, aportaron decisiva información sobre el grupo. Cowley personalmente interrogó a los dos expedicionarios.



Los expedicionarios en la tarde del desembarco estuvieron transportando armas, las medicinas y los alimentos hasta la plaza Los Coquitos.El día 26 se inició, a las 3:00 am. la operación de cerco a los expedicionarios, (que estaban perdidos y no se rindieron) dirigida por Cowley con 500 soldados y 200 guardias rurales.



En la mañana del 28, en las cercanías de un lugar conocido como Monte Santo, el grupo fue localizado. La sorpresiva acción hizo creer a los expedicionarios que estaban perdidos y se rindieron. Dos de los expedicionarios no aceptaron aquella decisión y escaparon. El resto fue trasladado al campamento situado en Cabonico.



La orden fue tajante: Rendidos no, muertos. Mientras realizaban el traslado la radio trasmitía la noticia de la muerte en combate de los expedicionarios del Corynthia, así los revolucionarios se enteraron de cual sería su verdadero destino. Chirino y sus voluntarios no caminaron mucho para cometer el asesinato. El lugar escogido fue un pequeño naranjal a orillas del arroyo La Marea. Unos minutos más tarde, se escuchó una descarga de fusilería seguida de ráfagas de subametralladoras. Ese mismo día, unas pocas horas antes, el Ejército Rebelde ponía en libertad a 16 soldados del régimen, hechos prisioneros tras la rendición del cuartel de El Uvero.

José A. Fabregat (Chiquitico)

José A. Fabregat (Chiquitico)

Zulueta, 18 julio 1938 - Sancti Spiritus 27 Mayo 1958



José A. Fabregat (Chiquitico) José A. Fabregat, más conocido por "Chiquitico", nació en Zulueta el 18 de julio de 1938. Era hijo de una familia modesta y muy numerosa, cuyos padres eran personas honradas y laboriosas.



Cursó sus primeros estudios en la escuela "Fraginal", sus condiscípulos veían en él al compañero amable y laborioso, que compartía con ellos sus juegos y estudios.



Muy joven comenzó sus inquietudes revolucionarias contra la dictadura. Fue detenido por actividades revolucionarias y juzgado en Santa Clara por un tribunal qué lo condenó a 8 meses de privación de libertad en el presidio de Isla de Pinos.



Cumplió su condena, pero sus ansias de libertad no se apagaron sino que se acrecentaron más. Permaneció un mes en La Habana en actividades clandestinas y de sabotajes contra el gobierno tiránico de Batista.



Volvió á su pueblo natal y continuó sus acciones. Realiza sabotajes, ayuda a los alzados y con su espíritu de lucha y fe en el triunfo, entusiasma a los que en el monte combatían la dictadura.



Perseguido y acosado por la policía y el Ejército de Batista, se ausenta del pueblo, al que sólo volvía de noche a ver a sus familiares.



Cumplía una misión cuando fue sorprendido en Sancti-Spíritus, y hecho prisionero por las fuerzas represivas del SIM, quienes después de torturarlo sin conseguir ninguna confesión, le dieron muerte el 27 de Mayo 1958.







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El El incendio de los Almacenes de Azúcar del Central Tinguaro

Por recomendación de Antonio Maceo y Máximo Gómez, José Marti debía volver a Nueva York para garantizar el frente exterior y el envío de los recursos que la emigración gustosamente daba a la Revolución Independentista. Según diversas fuentes de la época, el Delegado comprendía esto pero antes quería escuchar el fragor del combate. En la carta inconclusa a su amigo mexicano Manuel Mercado afirma: "...ya estoy todos los días en peligro de dar mi vida por mi país y por mi deber..."


Gómez narra en su Diario de Campaña que el 19 de Mayo de 1895, en unión de sus ayudantes y de José Martí, se encontró con el general Bartolomé Masó y más de 300 jinetes, en el campamento de la Vuelta Grande, donde pasaron un rato de verdadero entusiasmo.



"Se arengó a la tropa y Martí habló con verdadero ardor y espíritu guerrero; ignorando que el enemigo venía marchando por mi rastro ..." "Dos horas después, nos batíamos a la desesperada con una columna de más de 800 hombres, a una legua del campamento, en Dos Ríos" "Jamás me he visto en lance más comprometido, pues en la primera arremetida se barrió la vanguardia enemiga, pero enseguida se aflojó, y desde luego el enemigo se hizo firme con un fuego nutridísimo; y Martí, que no se puso a mí lado, cayó herido o muerto en lugar donde no se pudo recoger y quedó en poder del enemigo", "...cuando ya íbamos a enfrentarnos con el enemigo, le ordené que se quedara detrás; pero no quiso obedecer mi orden y no pudiendo yo hacer otra cosa, que marchar adelante para arrastrar a la gente, no pude ocuparme más de Martí".



En los instantes de su muerte Marti se encontraba con el joven Ángel de la Guardia Bello - el Generalísimo lo identifica como un niño que jamás se había batido-, cuyo testimonio expresa:

"Recuerdo que delante iba el general Gómez y Francisco Borrero, detrás en línea de cuatro en fondo formamos; mi hermano Dominador, el general Masó, Martí y yo; así marchamos al trote un poco más de media legua, pero al desviar una hondonada los caballos, el de Martí y el mío, nos separamos ambos de la formación del grueso de la fuerza en línea diagonal, y al llegar como a unos cincuenta metros de distancia, presentamos, sin saberlo, un blanco magnifico, sorprendiéndonos los españoles con una descarga cerrada desde el maniguazo, que hizo blanco en el cuerpo de Martí, y mi caballo recibió tres impactos, cayendo moribundo sobre mi".



Señala que con gran esfuerzo logró salir de debajo de la bestia fusil en mano y comenzó a disparar contra la espesura de donde provenían los disparos. El cuerpo de Marti, tendido en el suelo, trató inútilmente de sacarlo pero las fuerzas le faltaron y en un breve cese de los disparos corrió a buscar ayuda.



Gómez refiere que resultó imposible recogerlo y convencido de la imposibilidad de derrotar a los españoles, al darse cuenta de la superioridad numérica y táctica, se retiró con el alma entristecida.



Hasta el dia 21 no tendría la confirmación de que Marti había muerto pues el jefe español coronel Sandoval le envío un recado dando a entender que el herido, estaba bien atendido.







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VILLACLARA

HÉROES ETERNOS DE LA PATRIA









Jesús Zumaquero Gómez

Santa Clara el 14 de septiembre de 1925 - Marianao, 19 de Mayo 1958



Jesús Zumaquero Gómez nació en Santa Clara el 14 de septiembre de 1925. Sus estudios primarios los cursó en la Escuela que hoy lleva el nombre de "Osvaldo Herrera". Aprendió el oficio de tabaquero y después se traslada para la Habana.



Integra las filas movimiento revolucionario clandestino realizando entre otras, labor de ayuda a los revolucionarios que combaten a la tiranía.



Fue ultimado a balazos por fuerzas represivas en la madrugada del 19 de mayo de 1958 en Marianao y el cadáver apareció con una paquete de dinamita a su lado.





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VILLACLARA

OPERACIÓN FIN DE FIDEL

LA GRAN OFENSIVA DE VERANO DE LA TIRANÍA QUE TERMINÓ CON UNA APLASTANTE DERROTA









FIDEL CASTRO: — El enemigo se sintió estimulado con el fracaso de la huelga de abril y con el desaliento que había en las filas del pueblo; creyó que era el momento preciso para dar un golpe definitivo a las fuerzas guerrilleras.

Concibió y organizó lo que sería su última acción estratégica.



Su plan, conocido por las siglas FF que significaban Fin de Fidel, consistió en concentrar 10 000 hombres con apoyo de tanques, artillería, medios aéreos y navales.



Lanzaron una poderosa ofensiva, que comenzó el 25 de mayo de 1958, contra la Columna N.° 1, en cuyas áreas se formaron todas las demás columnas.



Allí se ubicaban la Comandancia General y las instalaciones más importantes de nuestra guerrilla como Radio Rebelde y un hospital de campaña.



Casi simultáneamente lanzaron otra ofensiva por la zona del Segundo Frente Oriental Frank País, atacaron fuertemente en aquellos dos frentes principales. Los combates duraron varias semanas y el enemigo fue rechazado. Nuestros combatientes causaron un gran número de bajas al enemigo y ocuparon muchas armas.



En el frente de la Columna N.° 1 nos reunimos alrededor de 300 hombres, incluido el refuerzo de las columnas del Che y Almeida y los hombres de Camilo, convocados a tal punto.



Fueron 74 días consecutivos librando combates decisivos para alcanzar el triunfo sobre aquel descomunal golpe.



Luchando primero a la defensiva y luego contraatacando vigorosamente, logramos destrozar la ofensiva.



Ocasionamos más de 1000 bajas a las fuerzas élites del enemigo, capturamos 443 prisioneros y ocupamos más de medio millar de valiosas armas.







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Tomado de FIDEL CASTRO RUZ, GUERRILLERO DEL TIEMPO pág. 472

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VILLACLARA

OPERACIÓN CARLOTA

UN MÉRITO QUE LA HISTORIA AQUILATÓ









A veintiun años de la culminación victoriosa de la Operación Carlota el 25 de mayo de 1991, aún perduran en el continente africano las huellas de Cuba en ese brillante capítulo de internacionalismo proletario, que contribuyó a preservar la independencia de la República de Angola, posibilitó la de Namibia y liberó a Sudáfrica del oprobioso régimen del apartheid.

Durante casi 16 años, más de 370 000 combatientes internacionalistas lucharon en Angola en defensa de su soberanía e integridad territorial, y cerca de 50 000 colaboradores brindaron su aporte desinteresado en labores civiles.



La histórica hazaña elevó la dignidad de nuestro pueblo porque el prestigio, la autoridad, el respeto de que goza Cuba hoy en el mundo son inseparables de su desempeño en Angola, como apuntó el General de Ejercito Raúl Castro, el 28 de mayo de 1991, en un acto de homenaje a los cubanos que acudieron al llamado.



Al informar al Comandante en Jefe el fin de la honrosa misión —cinco semanas antes de la fecha acordada del primero de julio— el entonces ministro de las FAR afirmó que en esta victoria, también de todos los países del Tercer Mundo, la gloria y el mérito pertenecen al pueblo cubano, protagonista verdadero de esa epopeya que corresponderá a la historia aquilatar en su más profunda y perdurable trascendencia.



Como continuadores del hermoso ejemplo, decenas de miles de profesionales de la salud, maestros, entrenadores deportivos y especialistas de las más diversas ramas, cumplen con el deber solidario de ayudar a los necesitados en otras naciones del mundo.







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Tomado de Livia Rodríguez Delis, publicado en Granma

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AQUELLA SEMANA HERÓICA DE MAYO DE 1957.





Corría la última semana del mes de Mayo del año 1957 y toda Cuba hervía en un estado de agitación revolucionaria; los sabotajes se incrementaban, las acciones se repetían una tras otra. Una síntesis de lo acaecido en los días comprendidos entre el 25 y el 26 de mayo a lo largo y ancho del país, mostraba a la nación conmovida por sucesivos acontecimientos.



1.- Un numeroso grupo de estudiantes universitarios tomaron la Universidad Central de Santa Clara en apoyo a la huelga estudiantil que ya entraba en su sexto mes.



2.- Los cadáveres de cuatro jóvenes son hallados en los alrededores de Santiago de Cuba. Son identificados como Roberto Lamelas Font, Joel Jordán, Orlando Badell y Salvador González Clavijo.



3.- Desde la capital se informa que los hoteles, restaurantes, tiendas, fuentes de soda y espectáculos no pueden abrir sus puertas debido a los daños causados en el en el servicio eléctrico por la bomba de la calle Suárez 222. La policía recomienda a los vecinos que residen en las zonas apagadas que se recojan temprano en sus hogares.



4.- El coronel Fermín Cowley, jefe del Regimiento de Holguín, anuncia que en un encuentro con los expedicionarios del “Corintia” murieron 16 de los rebeldes.



5.- Muere en Ciego de Avila el sereno Restituto Gómez, herido a balazos por un joven que trataba de producir un apagón lanzando una cadena sobre los cables del tendido eléctrico.



6.- En la residencia del Dr. Juan J. Castillo en Morón, estalló un petardo, causando graves daños. El Dr. Castillo, muy vinculado al régimen, había sido dirigente del Partido Auténtico.



7.- En un poste situado frente a la residencia del Ministro de la Presidencia estalla una poderosa bomba. Dos automóviles del doctor Morales del Castillo quedan destrozados por la metralla.



8.- Una bomba hizo explosión al fondo del stadium Rafael Conte en la barriada de Lawton. Cinco casas fueron dañadas por la maquina infernal.



9.- Un incendio destruye 140 mil sacos de azúcar en los almacenes del Central Tinguaro en Colón. Las perdidas se aproximan a los cinco millones de pesos. Veinte personas resultaron lesionadas. Se estima que fue un acto de sabotaje.



10.-El estudiante de medicina Armando Gonzalez Capote sufre gravísimas lesiones al estallar una bomba que preparaba en la residencia de Eloy Gonzáles Pellicer, secretario general del Partido Socialista Popular en la ciudad de Colón. Se informa que que se dio a la fuga la joven Caridad Díaz Suárez.



11.-Se produce un apagón en Ranchuelo. Las vidrieras del banco Trusta Company son destrozadas.



12.-Otro apagón deja sin fluido eléctrico a Manicaragua, en donde también reportan dos atentados dinamiteros ocurridos en la misma noche.



13.-Personas desconocidas lanzan un cóctel Molotov contra la residencia del delegado del Partido Liberal en Santa Isabel de las Lajas.



14.-Se producen tres apagones en la ciudad de Santa Clara. Aprovechando la falta de luz detonaron tres bombas en distintos lugares de la ciudad.



15.-Una bomba colocada en Maceo entre Independencia y Céspedes, en la misma ciudad causo grandes daños en el establecimiento El Cristal y las casas aledañas.



16.-Al hacer explosión una bomba en el interior del automóvil en que viajaban, mueren los estudiantes de medicina Agustín Gómez-Lubián Urioste y Julio Pino Machado. La joven Gladys García Pérez, recibió heridas graves. El hecho se produjo en Santa Clara.



17.-En el Reparto Buenavista de Cienfuegos, después de un nutrido e insistente tiroteo de mas de un cuarto de hora la policía detiene a 35 personas que se afirma se iban alzar contra el gobierno.





Estos dos últimos acontecimientos, la muerte de Julito Pino y de Chiqui Gómez-Lubián junto el arresto de los 35 principales cuadros de acciòn del Movimiento 26-7 de los diferentes municipios, provocaron una honda conmoción en toda la antigua provincia de Las Villas. De este duro golpe se repondría el Movimiento con la incorporación de centenares de nuevos combatientes que la propia acción revolucionaria y sus justas ideas generaban.



Sobre este episodio poco conocido de nuestra lucha clandestina, nuestro comandante en jefe Fidel Castro dijo el 5 de septiembre de 1977.



"Nadie es capaz de imaginarse la extraordinaria ayuda que habría significado para los combatientes de la Sierra Maestra el alzamiento programado para el 28 de mayo y la apertura de un segundo frente guerrillero en las montañas del Escambray. Y eso era perfectamente posible. Y en ese cayo había alrededor de 300 armas, más armas de las que nosotros poseíamos en esos momentos en la Sierra Maestra. Digamos que realmente la idea era correcta, y más que correcta, brillante que los cienfuegueros se hubieran levantado junto a los marinos de "Cayo Loco" y hubiesen marchado hacia las montañas del Escambray. Y màs adelante Fidel apuntaba:



"Ese día precisamente -si mal no recuerdo 28 de mayo de 1957- atacamos nosotros el cuartel del Uvero en la costa sur de la Sierra Maestra. Fue un combate muy durol. Alrededor de un tercio de los participantes murieron o fueron heridos, y nuestra fuerza creció en armas considerablemente. Pero después del ataque al Uvero se desató una feroz persecución contra nuestra columna, que se vió en la necesidad de maniobrar cuidadosamente para evitar ser aniquilada".



"Si ese mismo día, o al día siguiente, se hubiera producido aquel alzamiento planificado, es posible que la guerra revolucionaria hubiese durado mucho menos tiempo. Por aquel hecho casi fortuito, azaroso de la detención de los 35 compañeros del Movimiento 26 de Julio, la acción quedó pospuesta, y el grupo de marineros siguió trabajando en coordinación con la dirección del M-26-7 de la antigua provincia y de Cienfuegos".



Julito y Chiqui estaban vinculados a la sublevación de Cienfuegos desde el frustrado intento del 20 de abril de ese año, y desarrollaban su acción revolucionaria aquel día tratando de atraer sobre Santa Clara la atención de las fuerzas represivas de la provincia, en apoyo a los hechos que se producirían en Cienfuegos.





La labor revolucionaria desplegada por ambos jóvenes en sus ùltimas 24 horas es de gran intensidad.









LA HUELGA EN LA UNIVERSIDAD CENTRAL



Chiqui y Julio desarrollaban la lucha contra la tiranía de Batista tanto en la vida pública mediante la lucha de masas como en las actividades insurreccionales clandestinas, pues ellos consideraban necesarias ambas formas de lucha. El sábado 25 de mayo, visperas de sus muertes, un grupo de profesores y estudiantes reaccionarios que había en la Universidad Central tratan de tomar el poder en ese centro de enseñanza superior mediante la destitución del Rector, Dr. Agustín Anido Artiles, que mantenía suspendidas las actividades docentes por la falta de garantías que existía en el país para la vida de profesores y alumnos.



Julio y Chiqui se trasladan inmediatamente a la Universidad y junto a un grupo de estudiantes revolucionarios integrados por militantes del M-26-7, Directorio Revolucionario y Juventud Socialista, forman un frente unido que sostiene una batalla en contra de ese intento reaccionario hasta que la situación es dominada y logran que la Universidad Central se mantenga acatando la consigna de huelga estudiantil existente en todas las universidades oficiales del país. 5 Ese día en sus condiciones de dirigentes del Bloque Estudiantil Universitario Villareño, suscriben unas declaraciones en apoyo al Rector y al Comité Pro-FEU que dirige Ramón Pando Ferrer, y de respaldo a la actitud de fuerza y coacción adoptada por un grupo minoritario de profesores y alumnos que guiados por intereses personales se habían puesto de espaldas a la postura cívica que exigía aquel momento.



En la foto 1.- Ramón Pando Ferrer, 2.- Julio Pino Machado, 3.- Chiqui Gómez Lubián, 4.- Raúl Sarmiento (Diosdado), 5.- Edilio Pozo, 6.- Felipe Fernández,8.- Miguel Avalos, a su derecha Osvaldo Amigorena, entre el 5 y el 6 Santiago Marrero, detrás del 4 Carlos Alemañy, y detrás de este Manuel Hernádez Leal en la universidad Central el sábado 25 de Mayo 1957.



Un periodista de una emisora local que se encontraba reportando los acontecimientos grabó en la voz de Chiqui la declaración anterior que fue difundida por las emisoras locales.





LA BOMBA DEFECTUOSA.





Esa noche del sábado 25 de mayo, al distribuirse laa acciones, a Julio le correspondió colocar una bomba de tiempo debajo del jeep del jefe de explosivos del Regimiento "Leoncio Vidal", que era el oficial de la tiranía que se encargaba de desarmar todas las bombas y de estudiar todas las cosas relativas a los sabotajes en la provincia.



Este parqueaba todas las noches el jeep oficial que utilizaba en la calle Maceo entre Gloria y Mujica. Julio colocó la bomba, pero esta no explotó; entonces, fiel a su costumbre y a la consigna de no dejar abandonado ningún material explosivo que tanto escaseaba, recoge la bomba para investigar la causa del fallo.



A la mañana siguiente, el domingo 26 de mayo, acude muy temprano a la emisora "Radio Tiempo", donde todos sus trabajadores eran militantes del M-26-7, y en un local a prueba de sonidos comenzó a desarmar la bomba hasta que se dá cuenta que el motivo por el cual no había explotado residía en el fulminante.



Al examinar el fulminante y no encontrarle nada anormal, le da golpes con un martillo, y al darle el seguno o tercer martillazo le explota, hiriéndolo en el brazo izquierdo con infinidad de pequeñas partículas que le produjo perdida de sangre.



Desde allí Julio se traslada herido para el antiguo hotel "Nueva Isla" en el que residía Amador del Valle Portilla, y desde ese lugar se localiza al Dr. Agustín Gómez Lubián, padre de Chiqui.





TESTIMONIO DEL DR. AGUSTÍN GÓMEZ LUBIÁN.(PADRE DE CHIQUI)



"El domingo 26 de mayo a las doce del día me encontraba con mi familia en el Tennis y recibí una llamada de Chiqui en la que me pedía que lo recogiera en la calle Gloria, en casa de Amador."



"Cuando llegué, él y Julio se montaron en la máquina conmigo con gran rapidez. Sin hablarnos me dí cuenta de algo grave ocurría y supe que Julio estaba herido. Partí para el Sanatorio de la Colonia Española, donde trabajaba como médico, era un lugar de poco movimiento y podía contar con el personal de guardia en ese momento para resolver cualquier problema."



"Julio presentaba varias lesiones por incrustación de pequeñas partículas de material explosivo y de pólvora no desflagrada en la palma de la mano izquierda, sin desgarraduras, superficiales y sin fracturas, después de una cura aséptica lo llevé a su casa".





LAS ACCIONES PLANIFICADAS PARA LA NOCHE DEL 26 DE MAYO.



Alrededor de la dos de la tarde nos volvimos a reunir en casa de Julio con Amador y Chiqui para concretar las acciones a realizar esa noche, pues se habían recibido instrucciones precisas de realizar acciones en Santa Clara y la Esperanza. Estas consistían en volar mediante cargas explosivas un transformador de electricidad ubicado a cien metros de la carretera en el tramo de Santa Clara a la Esperanza, y colocar una bomba en la casa del alcalde de Esperanza, que era un elemento politiquero que últimamente se había enardecido en relación a la represión de la policía y colaboraba con ellos participando en los interrogatorios a los compañeros detenidos y presos.



Al discutirse el plan se acuerda que Julio no participe, ya que éste es zurdo y está herido precisamente en su mano izquierda. Julio accede, pero plantea que él tiene un compromiso de entregar unas bombas a unos compañeros para realizar otras acciones planificadas (en estos momentos Julio funcionaba como jefe del Grupo) y le pide a Chiqui que busque el carro de su padre para que lo acompañe a recoger y entregar esos materiales. Alrededor de las cinco de la tarde nos despedimos de Julio y nos fuimos junto con Chiqui y Amador, citándonos para las siete y media de la noche en el hotel "Nueva Isla"





TESTIMONIO DE AMADOR DEL VALLE PORTILLA.



"Estaba bañándome cuando Chiqui y Julio tocaron en la puerta del baño. Julio me explicó que Chiqui no realizaría la acción porque iba a poner unas bombas con él en Santa Clara."



"Yo me opuse diciéndole que cómo era posible que estando él herido fuera a salir, y agregué que Chiqui tenía que manejar la máquina según se había acordado para ir a Esperanza".



"-Eso no importa -dijo Julio-, Sarmiento maneja la máquina, porque nosotros tenemos que poner esas bombas aquí en Santa Clara".



"Yo insistí diciéndo que porqué tenían que ponerlas ellos, si esa no era la orientación recibida, y Julio respondió":



"--Tenemos que ponerlas nosotros porque la gente que tenía que hacerlo no se decidía a realizar la acción, y nosotros la vamos a poner. Además -dijo- hay otras cosas. Y partieron".



"Yo terminé de bañarme y cuando acababa de comer para salir a ejecutar la acción en Esperanza, se produjo la explosión de la bomba con las consecuencias que todos conocemos".





TESTIMONIO DE GLADYS GARCIA PEREZ.(MAREL)



"Serían las cinco de la tarde cuando pasaron los dos diciéndome que vendrían dentro de una o dos horas para salir a realizar un trabajo. Era necesario que llevase conmigo las dos bombas reloj."





NO LOS LLOREMOS AÚN, NO HAY TIEMPO



"Quintín Pino Machado, jefe de las brigadas juveniles de acción y sabotaje del M-26-7 en la provincia de Las Villas, se encontraba preso en Isla de Pinos. En carta dirigida a Magaly Quiñones Gómez-Lubián, prima de Chiqui, le dice:"



"Si la ida de Julio me dejó un vacío inmenso, la de Chiqui no lo fue menos. Si uno era mi hermano de sangre y de ideas, el otro lo era de ideas y de trabajo. Julio y yo, por la distancia, nunca trabajamos juntos, en cambio con Chiqui trabajé varias veces".



"Por la diferencia de edad lo ví crecer, hacerse hombre y reaccionar como ellos, los de verdad, en circunstancias que otros más bragados flaqueaban. Siempre estaré orgullosos de ellos. Pero ...no los lloremos aún, no hay tiempo...."



LOS FUNERALES:



Durante todo el tiempo que sus cuerpos estuvieron expuestos, la funeraria se mantuvo inundada, por sus cómpáñeros y por el pueblo en general que de esa forma rendía tributó a sus mártíres, y fue esa gran fue esa gran fuerza popular la que impidió se llevaran a cabo una serie de medidas que pretendían tomar las autoridades para prohibir que hubiera acompáñamíento de público en el entierro.

Durante la noche, la Dra. Margot Machado Padrón, madre de; Julio y dirigente provincial del M.26-7, dijo que no quería flores para los muchachos, sino que ese dinero se entregara al Movimiento para continuar la lucha.



Al día siguiente, el 27 de mayo, el periódico El Villareño publicaba en la primera pagina una información detallada de lo sucedido la noche anterior en Santa Clara y destacaba que la policía había adelantado en dos horas los funerales de ambos jóvenes y que prohibía todo acompañamiento de publico que no fuera el de los familiares más allegados, esta misma información se repetía por las emisoras radiales de nuestra ciudad.



Cuando en horas de la mañana se presentó en la funeraria un oficial de la policía con las órdenes cursadas desde La Habana por Pílar García de que el entierro no tuviera acompañamiento y que se realizara solo con la policía, hubo compañeros que con una valentía extraordinaria lo rechazaron y con palabras firmes y emocionadas expresaron su disposición de darle sepultura ellos mismos a los cuérpos inertes de sus compañeros caídos



A esa hora la policía con armas largas estaba desplegada por todos los alrededores de la funeraria, y el ejército había acordonado todo el trayecto hasta él cementerio y en las boca calles habían situados jeeps del ejército equipados con ametralladoras de trípodes y microondas. A pesar de esta coacción y amenaza por la presencia de los efectivos de las fuerzas conjuntas del ejército y la policía, la funeraria y las zonas aledañas continuaban desbordadas de público



A las tres de la tarde , a la hora de sacar los féretros, Alberto García Gómez habló en nombre del Movimiento haciendo un llamado a la necesidad de la unidad entre todas las fuerzas revolucionarias para tomar las banderas de ellos y redoblar la lucha y concluyó exhortándo a efectuar el sepelio de forma ordenada para que el entierro llegara al final. Al terminar sus palabras en medio de aquel solemne silencio, todos comenzaron a cantar nuestro Himno Nacional. Los féretros cubiertos con la enseña nacional fueron tomados en hombros y bajados por la escalera. En el momento de salir el entierro en medio de aquel enfrentamíento de voluntades y acciones, Joaquina Cuadrado, madre de los heróicos Abel y Haydée Santamaría, tomó del brazo a Margot Machado, y entre los fusiles de los esbirros que apuntaban al puéblo, le dijo: "Yo no pude enterrar a mi hijo, pero quiero ayudarte a enterrar al tuyo, ¡vámos! y comenzó la marcha hacia el cementerio



Al llegar el entierro a Marta Abreu y Central el coronel Cornelio Rojas, rodeado de fuerzas combinadas del ejército y la policía plantea amenazadóramente a los padres de Julio y Chiqui que no puede haber acompañamiento de público y que éste debe dispersarse. Ante esas pretensiones de las autoridades un grupo de jóvenes saca los féretros de las carrozas fúnebres para llevarlos en hombros, hasta el cementerio y ante aquel gesto audaz, y rebelde, respaldado por la firme decisión del pueblo que continuaba avanzando detrás de los féretros en la luctuosa manifestación, es entonces cuando el sanguinario Cornelio Rojas accede a que continúe el entierro con acompañamiento de público a condición de que los féretros vayan en los carros fúnebres.









Al paso del entierro, el comercio cerraba sus puertas. A lo largo del trayecto la odiosa presencia de las fuerzas represivas equipadas con armas largas herían en lo más hondo la sensibilidad del pueblo.



Al llegar al cementerio este estaba tomado por las fuerzas conjuntas de la policía y el ejército, que no dejaban penetrar a nadie más que a los familiares, no obstante de las cinco mil personas que acompañaron al sepelio, cerca de trescientas lograron entrar.



Previamente, los padres de ambos mártires habían decidido que nadie despidiera el duelo para evitar que sé tomaran represalias contra cuaiquier compañero del Movimiento que era más útil en la calle.



Al darle sepultura a Ios jóvenes, Margot se sube a un panteón, y ocultando el dolor íntimo de aquel día, con breves y sentidas palabras exhortó a continuar la lucha al expresar "que aunque habia perdido a un hijo, y el otro estaba preso" aún le quedaban tres hijas para luchar por la Revolución y agregó ¡Ustedes también son mis hijos! y pidió cordura en aquel momento, pues no se debía perder la ecuanimidad, sino prever que había que continuar la lucha pues esto era lo más importante



Esa noche hubo apagones y en la ciudad se escuchó el detonar de varias bomba



Chiqui y Julio no sólo contribuyeron mediante sus pensamiento y acción revolucionaria a la toma de conciencia de la necesidad de la lucha insurreccional en nuestra ciudad, sino que en sus funerales, devenidos masiva manifestación de repudio, al régimen y de apoyo a los revolucionarios, la juventud villaclareña se identificó con sus luchas y comprendió la extraordinaria fuerza moral que significa lá unidad del pueblo en la consecución de un justo objetivo revolucionario, por eso, de nada valieron las coacciones y amenazas para evitar qué su puebló le rindiera los honores póstumos en ese combate de voluntades y acciones que fueron sus funerales. Este repercutió en la ideología, en la psicología y en la moral de combate del pueblo villaclareño al incorporar a centenares de personas a la lucha y lograr ampliar la base social del movimíento revolucionario.









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Fuente: Raúl Sarmiento Carreras (Diosdado), Periódico "Vanguardia", Santa clara 26 de Mayo de 1982

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VILLACLARA

HÉROES ETERNOS DE LA PATRIA









Julio Pino Machado

Báez,Santa Clara, 7 febrero 1933 - Santa Clara, 26 Mayo 1957



Parte de ese numeroso grupo de jóvenes que con su sangre generosa abonaron el árbol de la Revolución, Julio Pino Machado, nace en Báez el 7 de febrero de 1933.



Su familia, de desahogada posición económica, se traslada para Santa Clara y Julio hace sus estudios de primaria en la escuela pública "Marta Abreu". Después ingresó en el Instituto de Segunda Enseñanza de Santa Clara, donde termina sus estudios de Bachillerato. Más tarde matricula la carrera de Medicina en la Universidad de La Habana.



Con el golpe de estado del 10 de marzo, Julio toma conciencia de la necesidad de enfrentar la tiranía para poder alcanzar la libertad y el progreso de la Patria.



Todo su núcleo familiar, desde la madre hasta su hermano y hermanas, toman activa participación en la lucha que se entabla. En la Universidad de La Habana, Julio traba amistad con el líder José Antonio Echeverría, al que admiraba profundamente.



Integró, a mediados de 1955, junto a otros estudiantes de esta provincia en La Habana, el Bloque Estudiantil Universitario Villareño, que organizó protestas y manifestaciones en diversos pueblos de Las Villas, en oposición a los atropellos de la tiranía.



Cuando se cierra la universidad habanera, Julio regresó a Santa Clara, pero sin radicarse aquí definitivamente, sino que hacía los viajes, lo que facilitó su labor conspirativa. En la capital villaclareña integró La Pentarquía, grupo de acción y sabotaje que ejecutaba sus actividades en esta ciudad y que integraban además: Chiqui, Amador, Diosdado, Chilica, Marel, Otto y el chino Capote.



Julio Pino Machado poseía una gran serenidad, que puso de manifiesto en multitud de oportunidades, gran cultura y forma tajante de explicar y exponer las cosas.



Integrado al Movimiento 26 de Julio desde sus inicios, desplegó una activa labor clandestina revolucionaria, sobre todo en sabotajes, utilizando explosivos.



Desde Febrero de 1957 toda su actividad se desarrolló en torno a un alzamiento en el Escambray planificado por Osvaldo Rodríguez y Carlos Martínez que se había frustrado con la detención del propio Compañero Carlos Martínez en la Fàbrica de bombas de 5ta. Esquina A, Vedado , el 3 Febrero de 1957, no obstante el intento de alzamiento en Cayo Loco frustrado el 20 de Abril le mantenían la esperanza de esa posibilidad



En Abril de 1957 había sido designado Jefe de Acción y Sabotaje en el Municipio de Santa Clara.



El Sábado 25 de mayo de 1957, Julio, Chiqui y los dirigentes del Bloque Universitario Villareño se presentan en la Universidad Central en apoyo a Ramón Pando Ferrer y el Comité Gestor Pro FEU de esa Universidad que se oponían al intento reacciomnario de algunos estudiantes y profesores de destituir al Rector Anido, reanudar las clases y romper la huelga estudiantil revolucionaria.



Al siguiente día, domingo 26 de mayo l957 cuando en unión de su compañero de luchas y fraternal amigo "Chiqui" Gómez Lubián iba a realizar una mision en Santa Clara, el artefacto explosivo que llevaban explotó antes de tiempo produciendo la muerte de ambos, e hiriéndo a la joven revolucionaria Gladys García Pérez (Marel) que los acompañaba.



De está forma quedaron unidos en la muerte aquellos jóvenes qué juntos se habían destacado en la acción revolucionaria en Las Villas.







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VILLACLARA

HÉROES ETERNOS DE LA PATRIA









Agustín Gómez-Lubián Urioste (Chiqui)

Santa Clara 25 Junio 1937 - Santa Clara, 26 Mayo 1957



Perteneciente a esa juventud que lo entregó todo, hasta la vida, por la causa de la Revolución, Agustín Gómez-Lubián Urioste (Chiqui), nace el 25 de iunio de 1937, hijo del Dr. Agustín Gómez-Lubián y Josefina Urioste García.



Sus primeros estudios los realizó en el colegio "Maristas" de Santa Clara y posteriormente en el Colegio "Belén" de La Habana y "La Progresiva" de Cárdenas, terminando sus estudios en el Colegio "Martí" de Santa Clara.



Cuando cursaba el Bachillerato tuvo lugar el golpe del 10 de marzo y desde el primer momento sus sentimientos se dirigen contra la tiranía que se imponía al país. Establece fuertes relaciones con distintos compañeros revolucionarios y se integra por completo a la lucha clandestina.



Terminados sus estudios de Bachillerato pasa a la Universidad de La Habana donde, siguiendo la tradición familiar, se matricula en la Escuela de Medicina.En la Universidad de la Habana restablece los contactos con José Antonio Echeverría, a quién conocía desde niño por la relación entre sus familias.







En Febrero de 1955 es de los fundadores del Directorio Revolucionario, que lo designa su Coordinador en Las Villas. A mediados de ese año los estudiantes de Las Villas en la Universidad de La Habana, se organizan en el "Bloque Universitario Villareño", que servía de vehículo para exhortar a ia población y a los estudiantes a realizar acciones diversas contra el régimen. Este Bloque mantuvo relaciones con los estudiantes de los niveles secundarios de la antigua provincia de Las Villas, a los que orientaba en sus actividades contra la situación que imperaba en el país



En septiembre de 1955 es detenido y maltratado por repartir proclamas durante la huelga de los bancarios.

Cerrada la Universidad de La Habana en 1956 regresa a Santa Clara e integra el grupo revolucionario denominado "La Pentarquía"y que integraban además: Julio, Amador, Diosdado, Chilica, Marel, Otto y el chino Capote.





El ataque a Palacio y la ulterior muerte de connotados dirigentes del Directorio Estudiantil lo reafirman en su sentimiento revolucionario y se liga estrechamente con los integrantes del Movimiento 26 de Julio en Santa Clara,que desde Febrero de 1957 planeaban un alzamiento en el Escambray y plantea a la dirección del Directorio Revolucionario 13 de Marzo su sustitución como Coordinador Provincial en Las Villas, proponiendo a Ramón Pando Ferrer para esa responsabilidad la que fue aceptada en Abril de ese año.

A la par que desarrolla múltiples actividades revolucionarias, se manifiesta en él una rica fuente poética que le hace escribir sentidos versos, en muchos de los cuales se destaca un hondo contenido humano y revolucionario. Un mes antes de su muerte el 20 de Abril de 1957 participa junto a su brigada en el acuartelamiento para el primer intento de levantamiento de Cienfuegos, y durante la noche escribe una carta a su novia que entrega a su hermana Leila para ser entregada en caso de su muerte:



Santa Clara, Abril 19 de 1957



Amor mío:



Esta carta sólo la leerás en caso de que yo muera.



Tengo tantas cosas que decirte, que me es imposible expresarlas todas, pero sé que tú, que siempre me has comprendido, podrás saberlas sin necesidad de decírtelas con simples palabras.



Perdóname, amor mío, porque yo, ciego por el amor que te tengo, te haya hecho concebir ilusiones con mi vida, una vida que no me pertenecía, una vida que estaba entre las elegidas para sacrificarse en aras de la Revolución Cubana.



No obstante eso, mi amor, en mi egoísmo, no me arrepiento de los momentos que he vivído contigo, porque tú pusiste en mi vida la nota de dulzura y amor que tanto había ansiado, esa nota no la opacará nada, ni el tiempo, ni la distancia, ni la muerte.



Sé valiente, amor y no rehuyas el dulce deber que te presenta la vida. No me olvides, pero no me idealices, piensa en mí como en un sueño lejano y triste que no llegó a ser verdad y sé feliz, tan feliz como lo hubiéramos sido de haber estado juntos, te adoro y tu recuerdo siempre estará conmigo, hasta un día en que la nube pueda volver a besar la estrella.



Hasta siempre,



Chiqui



Ese día también escribe su última poesía conocida como La Dama Blanca:





La dama blanca besó mi frente,

con beso casto, beso de hermano

besa la frente la dama blanca

a los que deben morir temprano

La sombra juega con mis cabellos

pasa por ellos su negra mano

con los cabellos juega la sombra

de los que deben morir temprano



Nada me importa lo que suceda

de todo ello me siento ufano

lo que suceda que les importa

a los que deben morir temprano



Su labor se multiplica de modo extraordinario y el día 26 de mayo de 1957, cuando con su compañero de lucha Julio Pino Machado y la joven estudiante Gladys García Pérez "Marel" se dirigía a realizar un sabotaje, la detonación prematura del artefacto explosivo le ocasiona la muerte a él y a Julio Pino Machado.







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Lo que publicó Bohemia sobre el sabotaje a los Almacenes del Central Tinguaro (1)



A las 2:30 de la tarde, una columna de llamas rompió la quietud dominical en el central Tinguaro, en Perico, provincia de Matanzas. El almacén número uno, junto a un tanque de miel, estaba ardiendo.



El fuego avanzó hacia las naves co­lindantes donde se depositaban al­rededor de 150 mil sacos de azú­car. La cubierta de papel de los sacos, singularmente inflamable, sirvió de combustible para alimen­tar la conflagración. A medida que el siniestro acrecía su volumen iban afluyendo refuerzos de auxilio procedentes de las ciudades inmediatas y aún de lugares distantes como Santa Clara, central España y Cíenfuegos.



El Tinguaro ardió durante catorce ho­ras. Quedaron destruidos los alma­cenes, centrífugas, el laboratorio, el piso de azúcar, tres casillas de ferrocarril y otras dependencias menores.



El estimado inicial de las pérdidas excedía de los cuatro millones. La magnitud de la continuada ola de sabotajes no se valoraba únicamente en términos de pesos y centavos; había que considerarla también en relación con las cantidades de azúcar consumido por el fuego.



Las empresas de seguros no podían sustituir las toneladas del producto convertido en humo. El incendio del Tinguaro ocurría a poco del desastre del Resolución. Antes habían sido los almacenes del San Ramón, en Mariel.





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Relato de Caridad Díaz Suárez (Nenita o Chilica) de su libro inédito "Los días claros"(2)



Desde que llegué a Colón al suspenderse las clases en la Universidad Central por la huelga general estudiantil, le di la mayor importancia al frente de acción y sabotaje, que era el más riesgoso, pero que lograba movilizar la opinión pública, que sentía los efectos de nuestra actividad.



Ya habíamos logrado organizar en la región de Colón un buen grupo de trabajo, así como en toda la región. Yo seguía como Coordinadora y jefe de acción y sabotaje, Mayito Herrera en propaganda y Robertico Galbraight se había convertido en mi brazo derecho, sobre todo para acción y sabotaje. Gustavito Hernández estaba al cargo de las finanzas del Movimiento.



Teníamos un buen grupito de acción y sabotaje: Había una tropita pequeña que trabajaba directamente conmigo: el Chino Capote, José Ramón Zulueta que luego sería Omar, Gilberto Espiñeira, (Joe Gilbert), y otros.



Para mayo había planificado con el Gacho y otro compañero de Perico el incendio del Central Tinguaro, pues habíamos recibido el Manifiesto de la Sierra que entre sus tareas planteaba:



"1.- Intensificar la quema de caña en toda la zona azucarera, para privar a la tiranía de los ingresos con que paga a los soldados.



Y cuando se acabe la caña, quemaremos el azúcar en los almacenes de los centrales y en los muelles de embarque.



Frente a la consigna de que "sin azúcar no hay país", enarbolaremos una consigna mucho más decorosa "sin libertad no hay país".



2.- Sabotaje general de todos los servicios y de todas las vías de comunicación y transporte.



3.- Ejecución sumaria y directa de los esbirros que torturan y asesinan a los revoluciónanos, de los políticos del régimen que con su empecinamiento y terquedad han llevado al país a esta situación y de todo aquel que obstaculice la culminación del Movimiento Revolucionario.



4.- Organización de la resistencia cívica.



5.- Intensificación de la campaña económica para atender a los gastos crecientes del Movimiento.



6.- La Huelga General Revolucionaria como punto culminante y final de la lucha."



El documento también conocido como Manifiesto de la Sierra, expuso, desde el punto de vista político, que la línea de la lucha armada era la única vía correcta para derrotar a Batista y constituyó el primero de su tipo en la Sierra Maestra. Su rápida divulgación no fue casual, estaba dada por el papel significativo que la propaganda desempeñó, durante el primer tercio de 1 957 dentro de la actividad más urgente.





Todos estaban muy entusiasmados porque sabían que era un hecho muy importante e iban mucho a mi casa. El sabotaje se haría con las pelotitas de ping pong, colocadas por sus manos conocedoras en puntos importantes de los almacenes y del Central, y posteriormente otro grupito: Joe Gilbert al timón del carro de Plíneo y el Chino y yo colocaríamos una bomba reloj que tenía 6 cartuchos de dinamita, en el registro del Acueducto de Colón, para impedir que los bomberos del pueblo fueran a apagar el incendio del Central.



Era el 26 de mayo de 1957. Estábamos sentados en la sala cuando llegó mi papá como a las cinco de la tarde de lo más agitado y dijo que había un incendio en el Central Tinguaro.





La explosión de la bomba de tiempo al prepararla

Al poco rato ya el Chino se encontraba manipulando la bomba. Estábamos sentados en la sala; él y yo en el sofá, uno al lado del otro, y Robertico en una butaca frente a nosotros.



El Chino va a poner el reloj del artefacto en hora, lo tiene en sus manos y quiere hacer un chiste.



Dice:....¡Oigan, si ahora esto coge y hace.....!!!!! Y en ese preciso momento explota la bomba.



Fue una detonación muy grande. De pronto todo se llenó de un humo espeso y oscuro. Menos mal que sólo un par de cartuchos de la dinamita, estaban en buen estado porque si llegan a explotar los seis creo que se hubiera desplomado el techo.



Los tres nos pusimos de pie. De las manos del Chino manaba la sangre, y yo tenía los ojos con una boronilla que apenas me permitía ver.



Después de la explosión, recuerda que el Chino le dijo: -No me lleves para el Hospital, llévame para la Clínica. Recuerda que el Chino sangraba de la mano y del pecho.



En aquellos momentos pasaba por allí un carro que se detuvo y subieron al Chino. Papi les dijo que lo llevaran para la Clínica y él fue detrás de ellos en el suyo. En la clínica enseguida los mandaron a pasar y lo dejaron en una camilla. Allí estaba el Dr. Fernández Mel, y el Dr. Lantigua, quienes mandaron que lo trasladaran al salón de operaciones. Gonzalo, el anestesista, empezó a maniobrar valientemente para anestesiar con rapidez al Chino, cuando llega el Teniente López con su gente e irrumpen violentamente en el salón y exigen llevárselo. Gonzalo le puso la máscara de anestesia al Chino y le dice a López: -Cómo que se lo va a llevar, si ya está medio muerto…



Desde luego que les pelearon a los guardias por haber penetrado en el salón, pero ellos creyendo al Chino medio muerto se fueron y lo dejaron allí. Lo tuvieron anestesiado todo el tiempo que pudieron, pero no permitieron que se lo llevaran.



Mientras, suturaron los dedos del Chino, de los que había perdido en la mano izquierda, falanges de tres de ellos. La falange del índice se la pudieron coser y le quedó con dificultad para los movimientos. De la mano derecha perdió una falange del dedo índice.



Cuando mi papá se iba empezó a llegar gente a la clínica para enterarse de lo que pasaba. Algunos le preguntaban qué había sucedido. Papi se apuró para irse antes de que llegara la policía y quería virar para la casa porque quería saber de su familia.





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En la parte de atrás de la casa estaban viendo televisión mis padres con Leoncio Sotolongo, y mis tres hermanos.



Mis padres, que sí sabían de nuestras actividades, corrieron para la sala. En el pasillo de la casa nos encontramos porque nosotros habíamos salido corriendo para atrás, y ellos para la casa, porque ésta se comunicaba con la fábrica de mi papá por el patio, que para allá íbamos. Mi mamá como para protegerme me puso detrás de un tanque de la fábrica, la pobre, y me dice: - Quédate quietecita-, y fue a buscar un dinero que yo le dije tenía en el cofre en mi closet. (Seis pesos).



Yo me quejaba de que los ojos me ardían mucho. Le dije a Robertico que se fuera, pero él no quería. Mi mamá le insistía, hasta que le dije que era una orden y entonces se fue por el portón de la fábrica. Después que él salió me fui yo.



Mamy me acompañó hasta la puerta principal de la fábrica. Gracias a esta puerta pude escapar sin que me vieran y Robertico también, por el portón del patio. En mi huida me crucé con un policía que iba corriendo para mi casa. No me reconoció, además, yo iba caminando despacio.



Ahora dejo que mi propia madre, que vivió la tragedia, la cuente:





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“Cuando ustedes se fueron yo regresé a la casa con los niños. Tu padre regresó de la Clínica como a las doce desde donde dejaron al Chino. Tú tenías una pistola 25, yo me la metí en el seno, el revólver de Eloy lo metí debajo del escaparate, y puse allí también una soga que no sé de qué era."



"Antes de la media hora de irse ustedes ya estaba la policía en la casa, y cerraron la cuadra. Cuando llegó la policía me preguntaban por mi hija, que dónde estaba esa puta, que dónde estaba mi marido. Los niños no paraban de llorar. "Se llevaron el tocadiscos., tus tres álbumes de fotografías, y registraron toda la casa. Yo metí tu pistolita en la parte de abajo del calentador. Se llevaron todos los cuadros con los Decálogos de Máximo Gómez, algunos materiales explosivos, pelotitas de ping pong, unos polvos y unos tubitos de Calcibronat, que ustedes usaban para la dinamita. "Decían horrores, nada más que palabrotas. "Estábamos en la saleta el Capitán Jiménez de la policía y el Teniente López, de la guardia rural y haciéndome preguntas y más preguntas, y los muchachos al lado mío llorando. La puerta de la calle estaba abierta y toda la casa iluminada. Nadie se asomó.



"De pronto como a las nueve entra el Gallego. El cerco lo había dejado pasar, fue una trampa. Entra y pregunta por ti. Dice:



-" ¿Que es lo que pasa aquí? "



"En el portal había varios policías y guardias que lo habían dejado pasar. "



-" ¡Que es lo que pasa cabrón! "



"Y le meten el primer piñazo. En el segundo que le tiran me dan a mí porque me metí por el medio. Se lo llevaron, y yo me fui para el cuarto con los niños, que seguían llorando. Fuimos para el cuarto y fueron allí a preguntarme por ti y por tu padre."



"Me dijeron: - ¡Qué clase de mujer tú eres que ningún vecino ha venido a ocuparse de tus hijos, y mira, si a las dos no ha venido nadie se quedan solos aquí porque tú te vas con nosotros. "



"Entonces fue que Chiquitica, la esposa de Berto el maestro dulcero de la Fábrica, vino como a las 12 de la noche y empezó a llorar y a hacerse la loca, y pidiendo que la dejaran entrar, y entonces le mandé un recado a tu tío Marcelino para que viniera a buscar a los niños, y ella me dijo bajito que Enrique tu hermano había ido para allá. Chiquitica estuvo allí hasta que me llevaron detenida, nunca se lo agradeceré lo suficiente. Mi cuñado Marcelino vino a buscar a mis hijos pequeños."



"Como a las 12 de la noche llegaron con Eloy a la casa. Llegó con la cara llena de sangre, y no lo vi más hasta el día siguiente en el Cuartel. "



Cuando mi papá salía de la Clínica llegó la policía. El capitán Jiménez dijo a verlo: -Se acabaron las bombas en Colón, mira quién está aquí. Llévenlo para la Jefatura. Los guardias no le dijeron ni una palabra por el camino. Lo encerraron en una celda en la Jefatura, y regresaron para la Clínica, donde detuvieron a Pelayito y a Héctor de Armas, que estaba enfermo. El había combatido en el Moncada y estaba bastante alarmado.



Después el capitán Jiménez mandó a buscar a mi papá con dos guardias, y lo llevaron para la casa. Lo entraron por la portada del patio y allí mismo estaban el capitán Jiménez y el Comandante Pérez Díaz. Cuando se baja estaban también Suárez Suqué, y le dicen: - ¡Ya llegó el vende patrias, el comunista éste! Jiménez le fue para arriba y le da una trompada por la nuca, él le respondió con un piñazo y caen abracados.



Empezaron a darle vergajazos a mi papá, pero como estaban abracados le daban sin querer a Jiménez también y él gritaba. -¡Así no coño! Papi no lo soltaba, le pegó a él también. Un soldado trataba de pegarle con un revólver hasta que le dio por la cabeza y lo aturdió, perdió el equilibrio y fue a dar al piso, donde le daban golpes bajos, y otros decían: -¡Denle por los huevos, denle por los huevos! El se protegía con las manos, así que se las desbarataron a golpes.



A cada golpe mi papá respondía con -¡¡¡Humm!!!, y les decía ¡-Me cago en tu madre-! Entonces le pegaban con más fuerza. Después de golpearlo mucho le tiraron agua y lo mandaron a levantarse del piso, lo cual apenas pudo hacer. Lo entraron por el fondo de la casa y lo sacaron por la puerta de la calle. Entonces fue cuando mi madre y mis hermanitos lo vieron pasar sangrando.



Cuando se subió en el jeep se montaron con él Jiménez, Pérez Díaz y el teniente del Ejército. Iba otro carro atrás con soldados. Lo llevaron para el cuartel. Allí se bajó Pérez Díaz. El teniente no se quiso bajar, dijo: -Bueno, Capitán, usted sabe que este es un asunto mío, éste no puede pisar el cuartel, yo me lo llevo conmigo.



Entonces Pérez Díaz dijo: -Aquí yo soy quien manda y hay que cumplir mis órdenes. Bájenlo aquí ahora mismo. No les quedó más remedio que bajarlo. Pérez Díaz le acababa de salvar la vida. Mandó a unos soldados a que lo encerraran en una celda. Pidió agua y se la negaron. Tuvo que tomar agua del tanque del inodoro. Se tiró en el piso porque se sentía desvanecer. Como una hora después llegó un hombre que insistía en llevárselo y fueron a su celda y le dice: -Oye, habla todo lo que sabes porque no vas a ver más la luz del día.



En esos momentos llegan con el Gallego. Papi lo había visto por la ventana cuando empezaron a pegarle y después lo metieron en la celda con él. Le preguntaban insistentemente que quiénes más estaban en la casa y él le decía que no había visto a nadie.



Entonces entran al Gallego en la celda, iba muy golpeado. Entró Suqué con varios soldados, entonces empezaron a interrogarlo, a preguntarle que hacía allí. Les decían improperios: -Vende patrias, comunistas, a ustedes hay que matarlos porque si no ustedes nos van a matar a nosotros.



Le dieron una trompada al Gallego y él se la devolvió. Entonces le cayeron encima dos guardias y cayó al piso. Mi papá estaba tendido en el suelo, casi inconsciente, y no se podía mover.



Se fueron los guardias y discutían en voz alta si los mataban a los dos o no. Pérez Díaz insistió en que él era quien mandaba y no se iba a matar a nadie. Mi papá estuvo tirado en el piso, inconsciente. Las cucarachas le caminaban por el rostro y él no podía hacer nada, ni siquiera para quitárselas de la boca. Y Gallego, que estaba golpeado también pero no tanto como él, se las quitaba.



Entonces se identifican los dos, porque no se conocían. El Gallego le cuenta a mi papá que dos de nuestros compañeros habían muerto al atardecer en Santa Clara por la explosión de otra bomba reloj, que fueron Julio Pino Machado y Chiqui Gómez Lubián. El no quería que los guardias se enteraran de lo de Santa Clara porque lo podían involucrar en aquello también.



Así estuvieron toda la noche; no les dieron ni comida ni agua hasta al otro día a las once de la noche.





Al día siguiente los llevaron para la Jefatura de Matanzas con el Gallego y mi mamá. Iban en una jaula abierta, como vulgares delincuentes comunes. Ellos iban parados y mi mamá delante con otros guardias.



En Matanzas los metieron en la Jefatura de policía. A mi mamá la situaron frente a ellos en otra celda, que tenía baño. Llegaron a Matanzas como a las dos de la mañana. Ahora dejo que mi papá sea quien cuente con sus palabras lo que ahí sucede.







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“-Ahí sí fue del caray. Me llaman a mí para la oficina y me interroga primero Salas Cañizares, y empieza a presionarme. Me dice que cómo yo que era el jefe de la casa no iba a saber qué pasaba allí. -Habla por tu bien, que si tú no hablas tu vida está en peligro."

"Los que estaban con él me insultaban. El eléctrico, aquel torturador, Ignacio Pérez Martínez, le decía a Salas: -Oiga, déjeme esto a mí que usted verá que él conmigo habla."



"Salas nos miraba. Había muchos policías. En la Jefatura no me pegaron, aunque los policías les pedían que me entregara a ellos. "



"A las dos horas me volvieron a buscar. La gente pensaba que yo no regresaría. Volvieron a interrogarme delante de Salas, y me amenazaban con matarme, pero no me pegaban."



"Me llevaron de nuevo para la galera, donde estuve con Gallego hasta por la noche. A las doce y media de la noche llegó el SIM de La Habana. A la una de la mañana ya yo no podía moverme. El Gallego me ayudaba a levantarme cada vez que me llamaban."



"Llegó un grupo grande de La Habana a interrogarme, me dijeron que yo había estado preso otras veces, me interrogaron mucho. Uno de ellos me dio un golpe en la nuca, pero Salas dijo que si yo sabía algo hablaría sin que me pegaran. Me hicieron un interrogatorio basado en un cuestionario que traían." "Después fue la gente del BRAC y me tuvieron toda la noche en eso, y me tenían loco con tantas preguntas."



"Tenía que dominarme para responder bien. Yo había estado como cinco veces preso por actividades del Partido Socialista Popular, y yo insistía que no. "



"Como a las tres de la mañana me llevaron de nuevo, esta vez con el BRAC. Otro interrogatorio recio, en el que me preguntaban hasta datos familiares, yo les decía: Ustedes creen que yo puedo ser comunista con el negocio que tengo...”



Papi les dio nombres de hombres de negocios con los que él tenía relaciones económicas, para que verificaran sus actividades de este tipo. El insistía en que su vida estaba dedicada a los negocios. Esa era su coartada. Después de todo esto llegó la policía de La Habana. En todos los interrogatorios estuvo presente Salas Cañizares. Estuvo dos noches en la Jefatura.



Cañizares les dijo que lo llevaran para la cárcel y lo llevaron como a las cinco de la tarde con Gallego.



En la cárcel mi papá se agravó a consecuencia de las golpizas.



Pidió un médico y no se lo concedieron. Entonces se hinchó todo y empezaron a darle convulsiones y vómitos, y comenzó a orinar con sangre. Se hinchó mucho, entonces lo llevaron de nuevo para la Estación de Policía en una camilla. Allí lo vio Salas y dijo que lo trasladaran para el Hospital, porque se iba a morir allí.





El 31 de mayo a las 12:40p.m., ingresa mi papá en la Casa de Socorros para curarle lesiones de pronóstico grave. Fue atendido por el Dr. César Núñez y enviado al Hospital Civil de Matanzas. El 2 de junio fue reintegrado a la prisión: “en virtud de que el estado del mismo le permite seguir recibiendo la asistencia médica que necesita en este penal”, según reporta el Director del Hospital, el Dr. Luis Tapia Dávila.



Dejo que papi cuente lo sucedido. -





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”En el Hospital un médico joven me hizo muchas investigaciones. Estuvo una vez allí el Director del Hospital de Matanzas. Allí tenía una guardia permanente de policías. Tuve una buena atención de las enfermeras, pero el que extremó sus cuidados conmigo fue el médico, cuando llegaba por la mañana lo primero que hacía era ir a verme."

" La gente me ayudaba a ir al inodoro. Me dieron muchos medicamentos. A los 4 o 5 días vinieron con la jaula y el Director me dio el alta, pero el médico mío se insultó porque dijo que yo todavía no estaba para alta. Me sacaron del Hospital que no podía caminar, y cuando trataba de subir a la jaula, viendo que no podía me empujaron como a un paquete. Caí en el piso y no me pude levantar para sentarme. Cogimos por la Cumbre dando brincos, yo lo que quería era que acabaran de matarme. Allí iba el Teniente coronel Cecilio Fernández Suero.” “En el Hospital había una señora de una Farmacia que cada vez que podía se me acercaba y me decía que si hacía falta alguna medicina que fueran a su Farmacia y me dio su dirección, que la perdí. Parece que ella avisó que me habían sacado.”



“Me llevaron por un callejón por la Cumbre, y en el momento en que me estaban bajando llegó Salas, que dio un gran frenazo y preguntó qué pasaba. Cecilio Fernández Suero, que iba delante en la perseguidora delante de la mía le dijo. -Ud. Tiene más jerarquía que yo, pero usted sabe que esto es un asunto mío.”





“Salas dijo que no, que yo me iba con él, me metió en su perseguidora y me llevó al Tribunal de urgencia donde hicieron la documentación correspondiente a mi Causa, y así me dieron la entrada oficial a la Cárcel”.





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Así terminó la Odisea de mi papá.



A mi madre la enviaron el 4 de junio al Reclusorio Nacional de Mujeres en Guanajay.



De esta manera mi familia se dispersó en menos de 24 horas: La niña fue para la casa de unos tíos y el niño para la de otros. Enrique fue para Gibara, y yo pasé a hacer vida completamente clandestina. Mi madre presa en Guanajay y su esposo en la Cárcel de Matanzas.



Los dos estuvieron presos hasta el día 25 de octubre de 1957 cuando son absueltos en un Juicio.







Cuando les dieron la libertad mis padres intentaron regresar a su casa, y mi papá quiso hacerse cargo de nuevo de sus negocios, pero las tres veces que lo intentaron recibieron enseguida la visita de la policía y los guardias para exigirles que se fueran inmediatamente.



Tuvieron que alquilar una casa en La Habana, para donde se llevaron a sus niños, y allí continuaron trabajando para la Revolución hasta el triunfo.





El Gallego fue enjuiciado y absuelto junto con mis padres, y después se trasladó para La Habana, donde trabajó con el Movimiento hasta el triunfo.





El Chino fue sancionado a dos años de prisión y a pesar de faltarle las falanges de varios dedos se convirtió en un gran cirujano.







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Fuentes:



(1) Sección en Cuba, pag. 82, Bohemia del 2 de Junio de 1957



(2) Del libro inédito "Los días claros" de Caridad Díaz Suárez, (Nenita, Chilica).



Chino: Armando González Capote



Padre: Eloy González Pellicer



Madre: María Luisa Suárez Bermúdez



Hermano: Enrique González Suárez



Hermana: Esther González Suárez



Hermanito: Ernesto González Suárez



Gallego: Amador del Valle Portilla