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miércoles, 29 de diciembre de 2010

El combate de Llanos del Infierno

VILLACLARA
El combate de Llanos del Infierno
22 de Enero 1957



Después del combate de La Plata, Fidel, evaluando correctamente la nueva situación, se retiró, adentrándose en la Sierra de forma tal que el adversario se animara a seguirlo, por lo que era necesario buscar un terreno apropiado para emboscarlo. Ese fue el motivo para continuar la marcha en dirección este.

El mando batistiano reaccionó ante el golpe inesperado de La Plata reorganizándose y creando un puesto de mando de operaciones a cargo del comandante Joaquín Casillas Lumpuy. Su idea operativa se circunscribió en ese momento a la persecución de la guerrilla con una compañía especial dirigida por el teniente Ángel Sánchez Mosquera, quien trataría de hacer contacto con los rebeldes, mientras Casillas, con 300 hombres, procedería a su cerco y aniquilamiento.

Frente al plan enemigo, la idea de maniobra del máximo jefe se basó en la movilidad, disciplina, sorpresa, selección y aprovechamiento del terreno, elementos componentes de la táctica de guerra irregular que dominó acertadamente desde los primeros momentos.

Es por ello que, en su avance hacia la Sierra, la fuerza guerrillera llegó el 18 de enero a la zona conocida como Arroyo del Infierno, Fidel apreció las características del lugar y decidió que era idóneo para preparar una emboscada de contención con dos objetivos centrales: capturar armas e impedir el libre desenvolvimiento del Ejercito dentro de la Sierra Maestra.

El 20, Fidel impartió las órdenes para preparar la emboscada y dispuso la distribución del personal en siete grupos que ocuparían posiciones hasta completar su ubicación. Para ello, la fuerza se componía de unos treinta hombres bien armados.

Dos días después, cerca de las 12:00 hrs, la vanguardia batistiana, compuesta por un pelotón de paracaidistas bajo el mando directo de Sánchez Mosquera, cayó en la emboscada rebelde. La extrema vanguardia fue aniquilada, mientras que el grueso de la tropa quedó fijada en el terreno sin oportunidad de entrar de inmediato en combate. Se ocupó un fusil semiautomático con su parque y se produjo la retirada organizada de todo el destacamento.

Los objetivos se lograron al golpear sorpresivamente al adversario, aniquilarle su extrema vanguardia, obtener armamento y parque, además de desmoralizarlo, impidiéndole que continuara su avance. A partir de ese momento, el soldado empezaba a temerle a marchar en la vanguardia. El enemigo tuvo cinco muertos y un herido, mientras que en las filas rebeldes no se reportó baja alguna. Ante esta situación, el Jefe de Estado Mayor del Ejército envió a la Sierra Maestra al general de brigada Eulogio Cantillo Porras para investigar profundamente la situación creada, con la elaboración de un plan de operaciones conjunto en el que tomarían parte el Ejército de Cuba, la Fuerza Aérea y la Marina de Guerra que, basado en los informes suministrados por un campesino traidor, localizaría a los guerrilleros y los aniquilaría.También se decidió que el jefe de la Zona de Operaciones fuese nuevamente el coronel Pedro A. Barreras, y enviaron a reforzar la región a un batallón de infantería, una compañía de artillería de montaña y un pelotón con armas de apoyo.

Por estos días revistieron gran importancia las "Cartas al Soldado", escritas por Frank País a nombre del MR-26-7, en las que explicaba el porqué no debía defender una causa injusta y lo exhortaba a unirse a la lucha contra la dictadura. Esto formaba parte de la política de penetración y captación de miembros de las Fuerzas Armadas, orientada por Fidel y llevada a cabo en el transcurso de toda la guerra, la cual contribuyó inexorablemente al debilitamiento de la aparente unidad monolítica del aparato armado.

El surgimiento de un grupo de ciudadanos o de alguna institución mediadora en momentos difíciles para el Gobierno, se convirtió en práctica normal durante la existencia de la república neocolonial. Su extinción, una vez rebasada la crisis y recuperada la autoridad, también formaba parte de este juego. El gobierno de Batista no estuvo exento de esta práctica.

Fue así que, ante el auge revolucionario desatado a fines de 1956 y principios de 1957, surgió el Bloque Cubano de Prensa, en el cual se agrupaban los principales propietarios de periódicos y revistas del país, a los que se sumaron varias instituciones y sectores civiles del patio para servir de mediadores en las gestiones de conciliación entre el Gobierno y los revolucionarios.

Antes de terminar la primera decena de enero, la tiranía, sintiéndose dueña de la situacióri del país (recuérdese que se declaraba oficialmente el exterminio del grupo guerrillero y la eliminación física de Fidel), cancelaba las gestiones mediacionistas, pero hacía discriminaciones entre los sectores e instituciones que levantaron su voz días antes; de ahí que se manifestara frialdad ante el Bloque Cubano de Prensa. El pronunciamiento cívico de Bayamo fue recibido con hostilidad, pues era mucho más | osado y atrevido. Veamos algunos de sus pronunciamientos:

[...] Hasta ahora el problema ha estado por entero en manos de los políticos de nuestro país, y las grandes masas populares con todas las instituciones cívicas, sociales, religiosas y económicas, se han mantenido al margen de la gran polémica nacional, aparentando, si se quiere, soslayar la participación y responsabilidad que obligadamente tienen contraída con la Patria. Todas las instituciones de nuestro país [...] deben inmediatamente ponerse en acción [...] Como era lógico, el régimen trataba de eliminar de inmediato a toda organización que despuntara con algún vestigio de radicalismo.



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Tomado de "La Guerra de Liberación Nacional en Cuba 1956 - 1959
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GRUPO DE HISTORIA DE LA LUCHA REVOLUCIONARIA EN SANTA CLARA (ACRC)

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