VILLACLARA
El "combate" de la Loma de Caracas
Junto a las adversidades propias de la vida en campaña y el reducido número de hombres y armas, el Ejército Rebelde tuvo que someterse, en esta fase inicial, a un peligro todavía mayor: la presencia en sus filas de un traidor que ubicó, en más de una oportunidad, al grupo guerrillero y casi lo condujo al exterminio.
Luego de las acciones victoriosas de La Plata y Arroyo del Infierno, el entonces jefe de operaciones, comandante Casillas Lumpuy, consideró que el exterminio de la guerrilla por métodos tradicionales resultaba factible y vio la posibilidad de penetrar el destacamento rebelde a través del campesino Eutimio Guerra, que hasta ese momento fungía como práctico. En uno de sus viajes, este hombre fue hecho prisionero y el jefe enemigo pudo captar su reblandecimiento cuando se le ofrecieron el perdón a su vida, grados y dinero. La acción de este repudíable sujeto no solo se centró en la ubicación del grupo de combatientes, sino que incluyó la delación de todos los colaboradores de la zona. De ahí la "casual" desaparición en estos días de caseríos que brindaban gran ayuda; entre ellos El Mulato, en la Cueva del Humo, por citar solo un ejemplo.
La principal tarea del traidor era la eliminación física del líder guerrillero, que no pudo consumarla pues su mano temblorosa fue incapaz de ejecutar la orden; pero la condición de hombre útil para la guerrilla, por su conocimiento de la región, facilitaba. su movimiento para crear condiciones, tener contactos sistemáticos con Casillas, y preparar el golpe decisivo.
Fue así que, en la mañana del 30 de enero de 1957, la avioneta de reconocimiento del ejército voló sobre las faldas de la Loma de Caracas, lugar donde el día anterior el propio traidor había ubicado el campamento rebelde, pero la previsión del Comandante en Jefe, quien ordenó dejar solamente en este lugar la cocina, impidió el logro del objetivo propuesto, a pesar de que durante dos horas el punto donde ínicialmente estaba el campamento fue bombardeado y ametrallado por cinco aviones de combate, mientras por tierra avanzaban fuerzas de infantería con el fin de apoyar y completar la obra de la aviación.
El comandante Guevara describe aquellos momentos de la siguiente forma: "[...] vimos un espectáculo desolador, con una extraña puntería que no se repitió, afortunadamente, durante la guerra, había sido atacada la cocina. El fogón había sido partido en pedazos por la metralla y una bomba había estallado en el medio de nuestro campamento de vanguardia pero, naturalmente, no había nadie allá".
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Tomado de "La Guerra de Liberación Nacional en Cuba 1956 - 1959
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GRUPO DE HISTORIA DE LA LUCHA REVOLUCIONARIA EN SANTA CLARA (ACRC)
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