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sábado, 29 de enero de 2011

La guerra de 1895-Independencia o Muerte-Grito de Baire

VILLACLARA
La guerra de 1895
Independencia o muerte
GRITO DE BAIRE




El fracaso del plan de La Fernandina, cuidadosamente preparado, lejos de desalentar a José Martí lo convenció de que había llegado el momento: el 29 de enero de 1895 fue firmada la orden de alzamiento y el 24 de febrero los cubanos se pusieron nuevamente en pie de guerra.

A finales de mes, unos dos mil 500 mambises (así llamados los integrantes del Ejército Libertador) luchaban en Oriente, en espera de los grandes caudillos militares como Antonio Maceo y Máximo Gómez que finalmente arribaron en abril a diferentes puntos de Baracoa. Por Duaba, el día primero, llegó Antonio Maceo con 22 combatientes, algunos aguerridos como su hermano José; Gómez, lo haría el día 11, por Playitas de Cajobabo con Martí, dos veteranos del 68 y otros dos dominicanos.

Incorporado a las fuerzas insurrectas en Mayarí, Maceo comunicó -el 21 de abril- a todos los jefes que asumía el mando y disponía que fuese ahorcado cualquier emisario de paz sin independencia.

En mayo sucedieron dos hechos notables, la reunión de Maceo, Gómez y Martí en el ingenio La Mejorana, el día 5, y la irreparable pérdida 14 días después, en el combate de Dos Ríos, de este último alma de la Revolución el más universal de todos los cubanos.

Mejorana, el día 5, y la irreparable pérdida 14 días después, en el co último, alma de la Revolución y el más universal de todos los cubanos.

Maceo había quedado en Órlenle para librar sus primeros grandes combates de esta contienda, que dejarían a los españoles a la defensiva, cuando en octubre inició desde Baraguá la invasión a Occidente. Gómez, con el alma adolorida, retornaría el camino hacia Camagiiey para encender el espíritu patriótico de la región y desarrollar la llamada campaña circular, estrategia de desgaste del enemigo.

En abril habían empezado sus acciones los villareños, tan pronto confirmaron la presencia en el país de Maceo y Gómez; otros muchos lo hicieron en julio cumpliendo órdenes del Generalísimo, quien operaría en esa región tras cruzar, el 30 de octubre, la Trocha de Júcaro a Morón, en un punto entre éste y Ciego de Ávila, burlando a los españoles. Las filas independentistas se nutrieron en suelo villareño con la expedición de los generales Carlos Roloff y Serafín Sánchez, que desembarcó el 25 de julio en Punta Caney, en el sur de Sanctí Spíritus, con los pertrechos que Martí pudo salvar de! desastre de Fernandina. Los acompañó el general oriental José María Rodríguez, a quien Gómez designó al frente de Camagiiey, donde se carecía de jefes experimentados.

Mientras, en septiembre, la Asamblea y constitución de Jimaguayú sentaron las bases indispensables para evitar una repetición de lo acontecido en Guáimaro en la Guerra Grande, en lo militar Camagiiey y Las Villas estaban preparadas para el exitoso tránsito de la columna invasora.

Bastaron tres meses para cumplir el principal objetivo estratégico de la contienda: llevar, la guerra a todo el país y destruir las principales fuentes de riqueza, que servían de sostén al colonialismo español.

España se jugó la importante carta de Arsenio Martínez Campos desde que estalló nuevamente la contienda, pero antes de cumplirse el año sus sucesivas derrotas trajeron al escenario a un nuevo Capitán General, Valeriano Weyler, quien daría dimensión nacional a las atrocidades que cometió en Oriente en la pasada guerra.

Era difícil vencer a los cubanos en la manigua y el llano, sólo quedaba desatar "una guerra a muerte" que implicara "reconcentrar las familias de los campos en las poblaciones". Para ello, Martínez Campos recomendó a Weyler desde julio de 1895, cuando fue derrotado por Maceo en Peralejo.

La llamada reconcentración de Weyler, fue aplicada a partir de! 21 de octubre de 1896, en Pinar del Rio, región donde Maceo libró una serie de brillantes combates durante casi todo el año. Después sería extendida a otras regiones con un saldo de unas 400 mil muertes por hambre y enfermedades, en su mayoría niños, ancianos y mujeres pues los hombres se unían a la insurrección.

Este antecesor de los métodos hitlerianos, tenía un plazo de dos años para acabar con la resistencia de los cubanos, pero también fracasó. En agosto de 1897, fue relevado por el general Ramón Blanco, quién fuera sustituto de Martínez Campos después del Pacto del Zanjón, un experto en convencimiento de olvidar lo pasado. Al mismo tiempo, España trató de enmascarar con guantes de seda sus feroces garras dictando a finales de noviembre un Decreto Real, referente a un régimen autonómico en Cuba y Puerto Rico. Pero entre la metrópoli colonial y la insurrecta, Cuba Libre no había arreglo. Mucha sangre corrió en los campos y ciudades en 1896 y 1897, en batallas tan o más encarnizadas que las de 1895.

Asi las cosas, las autoridades comenzaron el juego engañoso de la autonomía: el primero de enero de 1898, tomó posesión el Consejo de Secretarios y en marzo se celebraron las elecciones para un parlamento insular. El partido autonomista de cubanos leales a la Corona, se había prestado a la farsa con cinco secretarios y los dos restantes pertenecían al partido reformista español. Pero la suerte de la guerra y de la independencia de Cuba, quedó sin definirse bilateral mente.

Estados Unidos, que hasta entonces miraba los toros desde la barrera, se lanzó al ruedo en 1898, con el armamento más moderno de la época.





GRUPO DE HISTORIA DE LA LUCHA REVOLUCIONARIA EN SANTA CLARA (ACRC)

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