MANIFIESTO DE MONTECRISTI
25 marzo 1895
El 25 de Marzo de 1895, en tierra dominicana el Delegado del Partido Revolucionario Cubano, José Martí y el General en Jefe del Ejército Libertador Máximo Gómez Báez refrendaban, con sus firmas, el Manifiesto de Montecristi, el 25 de marzo de 1895.
En aquel programa de la revolución se presentaba la guerra de independencia de Cuba, "nudo del haz de islas donde se ha de cruzar, en plazo de pocos años, el comercio de los continentes, es suceso de gran alcance humano, y servicio oportuno que el heroísmo juicioso de las Antillas presta a la firmeza y trato justo de las naciones americanas, y al equilibrio aún vacilante del mundo."
Tales tesis, de trascendencia política y económica, reiteradas por Martí en diversas ocasiones durante la década de los noventa, sustancia el contexto geopolítico e histórico en que Cuba volvía a levantarse en armas, no sólo para alcanzar su independencia de España sino, y sobre todo, para evitar el predominio en nuestra América, y particularmente en el concierto caribeño, de los Estados Unidos.
"Honra y conmueve pensar que cuando cae en tierra de Cuba un guerrero de la independencia, abandonado tal vez por los pueblos incautos o indiferentes a quienes se inmola, cae por el bien mayor del hombre, la confirmación de la república moral en América, y la creación de un archipiélago libre donde las naciones respetuosas derramen las riquezas que a su paso han de caer sobre el crucero del mundo."
Identificados en los principios, tras el intenso diálogo sostenido en los últimos tres años durante las visitas del Delegado al Generalísimo, ambos avalan la proclama que subraya el alcance que, para nuestra América, tiene todavía, la existencia de la república libre, soberana e independiente en la mayor de las Antilllas.
Los dos hombres que habían asumido las máximas responsabilidades políticas y militares de la guerra se manifestaban, como voceros de su pueblo, con perspectiva de futuro. "La revolución de independencia, iniciada en Yara después de preparación gloriosa y cruenta, ha entrado en Cuba en un nuevo período de guerra, en virtud del orden y acuerdos del Partido Revolucionario Cubano en el extranjero y en la Isla..."
Así se puntualizaba, también, la existencia de una sola revolución, la que comenzó en la Demajagua, bajo la conducción de Carlos Manuel de Céspedes y en las Clavellinas con Ignacio Agramonte, la que protestó con Antonio Maceo en Baraguá e intentó la hombradía de la llamada Guerra Chiquita, con Calixto García y que entonces, bajo la dirección de Martí y Gómez se reiniciaba en 1895, la misma que encontraría su continuidad en la generación del 30 y en la del Centenario, en el siglo XX.
viernes, 24 de febrero de 2012
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