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jueves, 29 de marzo de 2012

Ramón Pol Machado

Ramón Pol Machado
Santa Clara, 31 Agosto 1941 - Playa Girón, 19 Abril 1961






¡Cuántos niños, hijos de las familias más humildes, crecían en la ignorancia y en la indefensión, antes de que triunfara la Revolución!

¡Cuántos no tenían ni dos muditas de ropa y unos zapatos para ir a la escuela, porque sus padres no podían comprárselos! Llegaban a ser hombres y mujeres, sin saber leer ni escribir, caminaban juntos por las calles con el resto de los ciudadanos y vivían, no obstante, en un mundo diferente. Aquellos niños, hoy adultos, son los que formaban el triste ejército de casi un millón de analfabetos que había en nuestro país.

Pero igual que nuestro pueblo triunfó sobre la opresión ganando la libertad, también ahora ha triunfado nuevamente, ganando otra batalla al imperialismo cruel, ganando el derecho a la cultu¬ra, erradicando en un año el analfabetismo de nuestro suelo. Uno de aquellos niños, que creció sin saber leer ni escribir por¬que desde temprano tuvo que ayudar a ganar el pan de su hogar, lo fue Ramón Pol Machado, joven miliciano perteneciente al batallón 123, que pereció en el combate de Playa Girón el pasado abril.


Ramón Pol tenía 19 años. "Era un muchacho muy noble, activo, respetuoso", nos decía una vecina al hablarnos del joven miliciano. Su vida era la Revolución. En ella tal vez el niño triste- mente veía una verdad que antes apenas vislumbraba, que antes soñaba y que solamente ahora comprendía. Ahora sabía el por qué de su pobreza, de su discriminación, de su vida dolorosa y diferente. Ahora sí tendría oportunidad de aprender.


Mi hijo nació en Santa Clara el 31 de agosto de 1941, —refirió Caridad Machado— era muy bueno, trabajaba en la fábrica de envases de cemento "El Morro". Su gran pasión era la Revolución. Estaba en las Milicias Nacionales Revolucionarias desde que comenzaron; aún no se habían organizado aquí en Guanabacoa y tenía que darle la peseta para que fuera a hacer entrenamiento allá por Palacio. Sin embargo, no me contaba nada de sus actividades revolucionarias; más eran las noches que dormía en la Casa del 26 de Julio que las que pasaba aquí conmigo. Estuvo movilizado en diciembre y más tarde fue enviado al Escambray. El día 14 de abril regresó. El lunes 17, a eso de las 10 de la mañana, vino de la fábrica, se puso el uniforme de miliciano y se fue.


Antes de que saliera para Playa Girón le pregunté: ¿Vuelves pronto, a dónde vas? Mora, no sé, vendré si me dan permiso. (Ramón le llamaba Mora a su mamá).

Esa fue la última vez que hablé con mi hijo. No me dijo que iba a combatir; sin embargo, se llevó la mochila. Sabía perfectamente a dónde iba, pero no quiso inquietarme. He buscado incansablemente a mi hijo, todavía no he podido encontrar su cadáver. —Sollozó Caridad.

Y prosiguió: Tengo una hija de 16 años alfabetizando en Oriente. Mi esposo es miliciano, yo no puedo hacer nada porque tengo tres hijos pequeños y no encuentro con quién dejarlos, pero en esta casa todos estamos dentro de los ideales revolucionarios que sustentaba Ramón, El murió por su Patria, como siempre me decía:
—Mora, lo más grande para mí es la Revolución, tú y la Patria son mis más grandes amores. Hoy estoy orgullosa de mi hijo. ¡Era muy buen hijo!, concluyó Caridad a la par que secaba sus lágrimas.

A principios del mes de mayo de 1962, el Departamento Nacional de Identificación encontró los restos del joven Pol. En esa ocasión la madre del desaparecido miliciano, agradecida, expresó:
Fidel siempre dice la verdad. Por eso estaba segura de que los restos de mi hijo serían encontrados. Estoy muy agradecida. Este año podré poner flores en su tumba el Día de las Madres.

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