miércoles, 31 de agosto de 2011
EL LEVANTAMIENTO DE CIENFUEGOS EL 5 SEPTIEMBRE 1957
El despertar del día 5 de septiembre de 1957, marcaría para 1os cienfuegueros una de las páginas más gloriosas en la guerra de liberación dirigida por el 26 de Julio.
En un informe que Julio Camacho envía a la Dirección Nacional del 26 de Julio en el propio mes de septiembre de 1957, expresa sus impresiones personales de aquel heroico acontecimiento. Por las medidas de seguridad que se observaban en los documentos de la clandestinidad, en este informe no aparecen nombres de participantes, pero tiene el valor testimonial de primera mano:
EL INFORME DEL COMANDANTE JULIO CAMACHO AGUILERA :
-Comenzamos a formar pelotones combinados de marinos y civiles, uno recibió instrucciones de rendir la Policía Marítima, otro la Policía Nacional y un tercero de tomar posiciones en los alrededores de la Guardia Rural.
-Dos máquinas tripuladas por marinos fueron destinadas a efectuar la detención del jefe del cuartel de la Guardia Rural, en su residencia libraron el primer encuentro con los custodios, resultando muerto uno de ellos, se suspendió el fuego para no causar daño a la familia que se encontraba dentro de la vivienda.
-Uno de nuestros jeep tripulado por civiles que se dirigía hacia la calzada se encontró con un patrullero enemigo que inició fuego contra el jeep, estos respondieron con energía, resultando muerto los tripulantes del patrullero.
-En la policía marítima el pelotón logró la rendición de estas sin mayores esfuerzos, incorporándose a nuestras filas la mayor parte de sus miembros, las que fueron enviadas a reforzar a los que sitiaban a la Policía Nacional, haciéndose más estrecho el cerco sobre ésta.
-El comandante Beltrán se negó a rendirse, iniciándose el ataque con fuego de fusilería y ametralladora, lo que no pudo resistir aceptando la rendición y quedando prisionero él y muchos de sus oficiales y policías.
-A partir de ese momento, la revolución fue dueña absoluta de la ciudad de Cienfuegos.
Soldados procedentes de los pequeños puestos militares que acudían a reforzar el cuartel, fueron hechos prisioneros por nuestros hombres, situados previamente en la entrada de ciudad, lo que hace más difícil la situación del ejército.
- El teniente Rosell que había asumido el mando del cuartel, comienza a tramitar la rendición, pero al tener noticias que el movimiento se circunscribía a la ciudad de Cienfuegos y conocer el envío refuerzos de las ciudades de Matanzas y Santa Clara y los bombardeos de la aviación le hizo mantenerse en su posición de resistencia.
- -El hostigamiento constante de la aviación sobre nuestras posiciones y la carencia de armas apropiadas para combatirlas, hacía difícil el sostenimiento de las mismas y decidimos concentrar nuestro recursos en la estación de la Policía Nacional, en el colegio San Lorenzo y el Distrito Naval, desde cuyos puntos a pesar de que se aproximaban los tanques y refuerzos de infantería nos dispusimos a resistir hasta las últimas consecuencias, con la remota esperanza de que en La Habana se cumplieran los planes trazados.
-Serían alrededor de las dos de la tarde, la lucha es sangrienta, los primeros pelotones de soldados son certeramente batidos por el fuego de nuestros hombres que firmes en sus posiciones se niegan a abandonarla, mientras, en el Distrito Naval sigue el ametrallamiento y bombardeo, nuestros artilleros leales a su patria y a la libertad, desafían la muerte resistiendo con fuego de ametralladora 50, emplazadas en lo alto del edificio.
-El cañonero 101 que se había mantenido al lado de los revolucionarios no está en el puerto, ignoro la razón de su partida, me informan que desde las doce del día ha salido en busca de una fragata en las afueras de la Bahía, se hacen esfuerzos por establecer contactos telegráficos con ellos, pero todo es inútil.
-En el 101, se me asegura se halla el compañero militar que la noche antes nos acompañara desde la ciudad de La Habana. -Son las cinco de la tarde y nuestros hombres reclaman el envío de Parque (proyectiles), tarea difícil, pero hay que suministrarlo, rápidamente se carga un camión y lo enviarnos hacia el lugar tripulado y defendido por unos veinte hombres, es casi imposible llegar, los hombres se arriesgan tomando posiciones y responden al fuego enemigo, protegiendo el camión y un combatiente muy joven logra conducir el carro hasta el lugar necesario, más tarde supe que se batió como un héroe, pereciendo en la batalla a altas horas de la noche.
-El tiro de las diferentes armas y los cañonazos en los combates estremecían a Cienfuegos. Mientras sus pobladores derrochaban heroísmo revolucionario, enfrentándose solos a las Fuerzas Armadas de la tiranía, incluyendo aviones cargados de bombas que volaban rasando los techos de la ciudad con su amenazadora carga explosiva, abrumaba la presencia de los compañeros muertos y heridos.
-Las acciones se desataron en cadena por la ciudad en un hecho sin precedentes, el pueblo estaba respondiendo al 26 de Julio que armó a las milicias y al pueblo cienfueguero, los que combatieron dando vivas al 26 de Julio, viva, a Cuba libre y a Fidel.
FIN DEL INFORME DE JULIO
A las acciones ocurridas aquel día, le siguieron semanas angustiosas para los revolucionarios que participaron en el levantamiento armado.
Decenas caían víctimas de la persecución de los cuerpos represivos que la tiranía lanzó contra ellos, marinos milicianos y civiles pagaron con su sangre el precio de la justicia. Después de las primeras ejecuciones y de los arrestos masivos a todos los sospechosos de haber tenido vínculo con las acciones revolucionarias, los sicarios concentraron la persecución contra los "cabecillas" que habían dirigido el levantamiento armado contra la tiranía.
Dionisio San Román con el propósito de hacer contacto con una fragata a la entrada de la bahía se había retirado desde horas tempranas del día 5, con la tripulación del Cañonero 101 bajo el mando de Saturnino Martínez, el que cumpliendo la orden del mando batistiano lo entregó a sus verdugos, donde fue sometido a brutales torturas hasta causarle la muerte.
Los cuerpos represivos no habían podido obtener la identificación del miembro del 26 de Julio, por lo que lo circularon como: "Un hombre alto, delgado, de modales suaves, altamente peligroso". "El Hombre de Cienfuegos", lo llamaría Celia Sánchez, cuando hurgando en la historia, motivada por su acostumbrado interés por esclarecer la verdad, encontró un Jacobo y un Gastón, nombres de guerra de Julio Camacho Aguilera, El mismo que logró en Cienfuegos, burlar el cerco de sus perseguidores y regresar a Santa Clara, para incorporarse a su trabajo como Jefe Provincial de Acción y Sabotaje.
Cómo fue posible escapar de una ciudad totalmente tomada por los cuerpos represivos de la tiranía, ansiosos por descargar su fuña contra los que habían quebrado la "unidad monolítica de las Fuerzas Armadas de la tiranía"?, como proclamaba el general Batista, La respuesta la encontramos en los mecanismos organizativos del Movimiento 26 de Julio. En el valor y desprendimiento personal de sus miembros y entre ellos, en este caso, los hermanos Curbelo Morales, Quienes arriesgando sus vidas y las de otros familiares, rastrearon los suburbios de la ciudad conocedores de sus laberintos, hasta reunir a varios de los que habían participado en aquellos combates.
Camacho desconocía la ciudad para encontrar por sí solo el lugar más seguro para evadir la represión. Las gestiones para atravesar la ancha bahía y alcanzar la ruta que lo llevara al Escambray habían sido infructuosas. Había perdido mucho tiempo tratando de poner a salvo a los grupos de combatientes que resistían desesperadamente, esperando la reacción de la conspiración nacional.
En esta espera los combates no aflojaron, los regimientos armados procedentes de Santa Clara, Matanzas, Columbia con el Regimiento 10 de Marzo y una compañía de infantería procedente de Camagüey penetraron en la ciudad. Las milicias y marinos cienfuegueros, les causaron fuertes bajas en los primeros momentos, pero la superioridad en hombres, armas y preparación para el combate, les fue dando ventajas, y repuestos de la sorpresa que les ocasionó el primer descalabro, tomaron calles y lugares estratégicos de la ciudad y sus alrededores.
Al caer la tarde del día 5, después de más de doce horas de ocupada la ciudad por los revolucionarios bajo intensas acciones combativas, el cabo Santiago Ríos, Jefe de la célula del 26 de Julio en el Distrito Naval de Cienfuegos, recomendó a Camacho abandonar el lugar ante el avance de las fuerzas enemigas que continuaban siendo apoyadas por la aviación.
En horas de la noche, los oficiales de la Marina piden a los milicianos que se retiren de las posiciones donde combatían juntos, pensaban que por su condición de militares, sus propios compañeros de armas los respetarían físicamente, e insisten a los combatientes del 26 de Julio que se retiren.
Después de analizar la situación, Camacho ordena la retirada y se propone hacer un recorrido para apreciar la situación general, lo acompañan: Pedro Antonio Aragonés (Totico), Raúl Coll, Miguel Merino, Osvaldo Acosta y Leopoldo Jova. Salen del Cayo y se dirigen al centro de la ciudad, donde pretenden unirse los milicianos y marinos que combaten a las órdenes del teniente Dimas Martínez Padilla. En el trayecto encontraron al Jefe de la Cruz Roja doctor Serafín Ruiz de Zárate, quien les informó que las ropas enemigas habían ocupado las calles de acceso, lo que hacía imposible el avance de Camacho y sus compañeros.
El momento se presentaba lleno de peligros para los combatientes las tropas de la tiranía cerraban un cerco militar en torno a Cienfuegos' se requería de decisiones urgentes para no sacrificar vidas inútil mente; había que poner fin a los combates y buscar la forma de ganar el Escambray.
Llegan a la costa y encuentran a Mario Benítez, más conocido por Arañita, que tripulaba la embarcación Iraida, bastante endeble que utilizaba para transportar leña y carbón. Lo presionan para que los lleve al otro lado de la bahía rumbo a Trinidad. Benítez se da cuenta que aquellos hombres armados vienen del combate y necesitan ayuda, les explica que su embarcación no está en condiciones como para hacer un largo recorrido, pero que los puede llevar al Cayo Ocampo, donde podían hacer contacto con los hermanos Lora, que tienen una embarcación que si tiene condiciones para hacer el recorrido.
Al llegar al Cayo, la referida embarcación estaba en reparación y tenía el motor desarmado. Camacho le dice a Benítez que mientras ellos hablan con Lora, él esconda el barco Iraida, debajo de las uvas caletas para bajar las armas sobrantes y esconderlas en el Cayo, para recogerlas en otra oportunidad. La infructuosa gestión los obliga a regresar a Cienfuegos en la misma embarcación del carbonero, quien los condujo hasta la Avenida 40 número 3303 donde se encontraba una pescadería que daba al litoral, que pertenecía a los hermanos Villalonga. Desde allí se divisaba una larga franja de la costa, el lugar no era seguro y algunos compañeros prefirieron marcharse, entre ellos Raúl Coll, Osvaldo Acosta, Leopoldo Jova y Totico Aragonés; quedaron en la pescadería Camacho y Merino.
A lo largo del país, la noticia del levantamiento armado de Cienfuegos se va abriendo paso con muchas limitaciones, los partes de la tiranía se podían escuchar a través de las microondas del Ejército, cuando la prensa era censurada por el gobierno, de esta forma escuchamos cuando uno de los pilotos, que era hijo del general Tabernilla Dolz, proclamaba con jactancia haber incendiado a Cienfuegos, lo que quería decir que el bombardeo a la ciudad había sido muy grande.
Los dirigentes del 26 de Julio de Santiago de Cuba y La Habana, comenzaban a cursar cartas que expresaban una valiosa información. El mismo día 5 el comandante Rene Ramos Latour preocupado a Faustino Pérez, solicitando información de lo que ocurre en Cienfuegos y en horas de la tarde, justo a las cinco, Faustino le escribe una larga carta en la que entre otras cosas le dice: Aquí la situación es confusa, a las 5 p. m....En las horas del mediodía comenzó a decirse que la Marina se sublevó en Cienfuegos... Hace poco rato comprobamos que efectivamente se está peleando, pero no sabemos bien la situación... Una llamada del Jefe del Regimiento de Santa Clara a Columbia pedía enviaran refuerzos a Cienfuegos porque él no podía enviar más...
A esta altura no sabemos las causas de que aquí no se hayan producido los hechos esperados. Prima la confusión. Hay bolas. Se rumora que Mariel está en rebeldía y que en Columbia han aplazado la hora. Hemos tenido choques con la policía, con bajas por ambas partes (dos de los nuestros).
Mientras los dirigentes del 26 de Julio en la capital, se angustiaban sin tener noticias de la real situación. En la sureña ciudad cienfueguera, se estaba cerrando uno de los episodios más heroicos realizado por el pueblo en la guerra contra la tiranía. Ya al filo de las dos de la madrugada del día 6, el dominio de la ciudad por las fuerzas del régimen, hacía cada ves más cercano el final de las acciones. Se fue acallando el estampido de las armas, esporádicos disparos de fusiles y ráfagas de ametralladoras hacían presumir la muerte de uno o varios combatientes.
Camacho y su compañero permanecían en la vieja pescadería costera, tratando de evadir el rastreo y los registros que los cuerpos armados ya estaban realizando. La situación de la familia que les dio cabida no podía ser más difícil: un enfermo de gravedad, un local destartalado, la miseria típica de un pescador de aquellos tiempos. En los albores de la mañana del día 6 están los refugiados en permanente vigilia.
A través de las rendijas de las tablas de las paredes, los revoluciónanos bien armados y decididos a defenderse antes de caer prisioneros, podían ver una larga franja de la costa por donde las tropas del capitán García Olayón realizaban los registros, volteaban los botes de los pescadores que se encontraban sobre la playa, afanosos por encontrar a insurrectos que habían levantado en armas a la ciudad.
Con el presagio de un enfrentamiento en aquel lugar, los dos hombres veían como se aproximaban a la pescadería que les servía de refugio provisional. Ante la impaciencia de su compañero por abrir fuego Camocho le orientó esperar, abriremos fuego cuando estén a veinte metros. Parecía inevitable el combate, de pronto quedaron sorprendidos sin poder creer lo que estaban viendo, García Olayón detenía la búsqueda y ordenaba a sus hombres la retirada.
Pasado aquel peligro, pensaron cómo hacer contacto con el 26 de Julio para salir de aquel lugar, un miembro de la familia de la pescadería le serviría de mensajero. Camacho se dirige al doctor Osvaldo Dorticós Torrado y Miguel Merino a Lidia Abella, esposa de Raúl Curbelo Morales, valeroso luchador clandestino que al conocer que un grupo de revolucionarios del levantamiento cienfueguero pedía ayuda, sin perder tiempo, confió a su hermano Merejo, que estaba menos chequeado por las autoridades, la preparación de la delicada operación para rescatarlos de la ciudad sitiada por las tropas sedientas de venganza. Merejo concibió el plan con la participación y ayuda de algunas mujeres y niños de la familia, para realizar el traslado de los revolucionarios hasta una posada que ya no existe.
Angelina Curbelo Morales, Carmen Dacosta Gatel acompañadas de sus dos hijos pequeños, Oscarito y Carmen Margarita de 2 y 5 años, recogieron a Camacho y a Merino en la pescadería y los llevaron hasta la posada, venciendo así el más difícil trayecto al sacarlos del área más peligrosa del recorrido. Desde la habitación de la posada, los dos saltaron por una ventana, cayendo en la línea de ferrocarril que pasaba por detrás, allí los esperaba Humberto Vera, un guía que Merejo había situado previamente. El guía los condujo con muchas precauciones a campo traviesa para no ser vistos hasta un punto conocido corno Cocalera, donde los esperaba Merejo, manejando el auto que los llevó a la finca Aguadita de la familia Curbelo, en Rodas.
Todo el recorrido lo hicieron en horas de la noche, y una vez en la finca los escondieron en un cañaveral, un refugio natural rodeado de altas cañas de azúcar, en medio de las cuales crecían cinco palmas reales y una mata de guásima, tres piedras de unos dos metros de alto completaban el refugio que serviría de hogar. Posteriormente fueron incorporados, Raúl Coll, César Raúl Villalonga, El Marina, Y Manuel Pérez, Titi. Permanecieron allí por espacio de 11 días, durante los cuales Raúl Curbelo pasaba con ellos largas horas durante la noche, haciéndoles compañía y vigilando la seguridad de sus compañeros, corriendo con ellos el peligro que estaban viviendo.
Conciente estaba la familia Curbelo-Morales, del precio que tendrían que pagar, si los cuerpos represivos conocieran que ellos evitaron que un grupo de los revolucionarios cienfuegueros cayeran en sus manos asesinas.
Las gestiones para sacar del cañaveral a cada compañero requirieron de pasos que salían del marco de la finca y fue necesario enviar un mensaje a la ciudad de Santa Clara, para informar a la Dirección del Movimiento que su Jefe de Acción y Sabotaje, Jacobo, estaba en Aguadita y que debían coordinar todos los detalles: transporte, fecha, hora y lugar para realizar el traslado a Santa Clara. Merejo no tenía muchos vínculos con los compañeros de Santa Clara y pidió Jacobo la dirección de la familia y algo que le sirviera para identificarse, porque había decidido ir personalmente a coordinar el asunto. Camacho le entregó la foto de una bebita y sonriendo le dijo: "Cuídamela, es la foto de mi hija que apenas conozco".
LA FINCA AGUADITA
Las noches de largas vigilias en el cañaveral, daban lugar a recuentos de diversos temas políticos o familiares, proyectando el futuro de la patria revolucionaria salían los recuerdos del origen del matrimonio Curbelo-Morales, emigrantes españoles, como tantos que atesoraban puros valores. Ricardo Curbelo, dueño de Aguadita enclavado en el municipio de Rodas, fomentó una próspera finca ganadera de 63 caballerías de tierras fértiles, donde crecía también la caña y los frutales, la casona colonial cobijó al matrimonio de cuya unión creció una descendencia saludable y vigorosa, que compartió con sus padres los trabajos y la administración de la finca. Buenos Jinetes y bien plantados criollos, recorrían los contornos: Abreu, Arisa, Limones, Rodas, Aguada, Palmira, Cienfuegos donde cultivaban amistades que los admiraban, respetaban y querían. Pulieron el intelecto con estudios académicos y se enfrentaron a la injusticia 7 a la politiquería y fueron convirtiéndose en canteras para integrar el Movimiento Revolucionario 26 de Julio, llamado a combatir la odiosa tiranía implantada en Cuba el 10 de marzo de 1952.
Poco a poco Aguadita, donde estaba el hogar familiar entró a formar parte de la historia del acontecimiento revolucionario cienfueguero. La familia sabía que se exponía a riesgos muy peligrosos que encontrarían repercusión dos meses después, cuando el capitán de la división de la Policía Nacional, Evelio Matas Rodríguez, acompañado con personal a sus órdenes, asaltó la casa buscando tardíamente armas y hombres escondidos. La frustrada operación tuvo como resultado final, dispararle a Raúl con intenciones de matarlo el hecho tuvo una reacción tan enérgica en los familiares de este que los agresores no pudieron rematarlo.
En Aguadita, Milagros Otero cada madrugada preparaba el aromático café que recién colado, lo enviaba al refugio de los heroicos combatientes, unas veces con su esposo Nico Cabrera o con Bartolo, ambos empleados de confianza de la familia, salían cada madrugada para iniciar el ordeño y antes de amarrar las vacas, con muchas precauciones dejaban el café a los compañeros ocultos en el cañaveral. Camacho y sus acompañantes se mantenían alertas a cualquier ruido, pero los que podían llegar, anunciaban su presencia con una contraseña que solo ellos conocían.
Raúl y Merejo fueron sacando del cañaveral a cada uno de los compañeros, las rastras que salían de la finca con ganado, fue la forma idónea que utilizaron, haciéndolos pasar por empleados de la ganadería.
Una vez que todos se habían marchado, Camacho salió en la grupa de un caballo jineteado por Raúl, hasta las proximidades del poblado de Palmira, donde lo esperaba Nena Gómez Lubián, miembro del 26 de Julio de Santa Clara, con un automóvil manejado por un médico villareño de apellido Bosch, quien en el momento recoger a Camacho puso como condición que dejara las armas, ante la negativa de este de viajar desarmado, Curbelo y Nena apoyaron a Camacho en su determinación de conservar sus armas.
Entre Cienfuegos y Santa Clara, se efectuaban registros por parte del Ejército, los que bloqueaban las salidas y entradas de la ciudad, al igual que lo hacían por todas las carreteras. El viaje estaba sometido a los peligros de los registros. Una torrencial lluvia permitió el cruce del punto más peligroso que estaba en Palmira, la Guardia Rural se guarecía de la lluvia en un establecimiento cercano, lo que facilitó el viaje hasta la ciudad de Santa Clara trascurriera sin problemas.
En Santa Clara, el Movimiento 26 de Julio había realizado un conjunto de acciones como parte del plan trazado en apoyo a Cienfuegos con el resultado de una fuerte reacción represiva que detuvo e diferentes lugares a cuatro combatientes que fueron torturados y finalmente asesinados: Laureano Anoceto March, su hijo Eduardo Anoceto Rega y Rubén Carrillo Sánchez.
LA REPRESIÓN DE LA TIRANÍA
El silencio que la tiranía trató de imponer para quitarle trascendencia al levantamiento armado, no permitía obtener mucha información de lo que ocurrió en aquellos días, no obstante, el diario El Comercio de Cienfuegos publicaba el 7 de septiembre una amplia relación de militares apresados y de traslados a la cárcel de Santa Clara, de personas muertas y enterramientos masivos para su posterior identificación "...los marinos que estuvieron implicados, fueron remitidos a las prisiones militares, para ser juzgados por los correspondientes consejos de guerra...".
La Carta Semanal, Boletín de Información y Orientación del Partido Socialista Popular, publicó en diferentes fechas a partir del 9 de septiembre, el desarrollo de los hechos ocurridos el día 5. Algunos titulares resultan elocuente expresión de lo que había ocurrido en Cienfuegos, algunos de los cuales decían así: "... los sucesos de Cienfuegos y la salvaje represión desatada por el gobierno..." y "... Rebelión entre la marinería de Cienfuegos...".
Entre el 15 y el 18 de septiembre, Rene Ramos Latour, Jefe Nacional de Acción y Sabotaje, hace un amplio informe a Fidel, en el que refiere que la conspiración ha creado gran confusión entre los organismos armados, que fueron detenidos alrededor de 90 oficiales y varios ex ministros. Y que en las distintas acciones realizadas por el 26 de Julio en diferentes lugares, en La Habana habían perdido la vida 10 compañeros y en Santa Clara 4, intensificándose el sabotaje en todo el país.
En la causa No. 1089 de 1957, de la Audiencia de Las Villas, resultaron acusados 173 revolucionarios civiles de los cuales 98 fueron remitidos a la prisión de Santa Clara. Por otro lado, en la causa No. 73 de 1957, fueron juzgados en Consejo de Guerra en el Estado Mayor General del Ejército de la tiranía, 70 marinos acusados de pertenecer a las células del 26 de Julio que había en Cayo Loco, estos habían sido apresados después de sofocado el heroico levantamiento del 5 de Septiembre.
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Tomado de "Historia de una gesta libertadora 1952 - 1958" de Georgina Leyva Pagán- Historia-Editorial Ciencias Sociales, pags 146 a 158.
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GRUPO DE HISTORIA DE LA LUCHA REVOLUCIONARIA EN SANTA CLARA (ACRC)
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