jueves, 26 de enero de 2012
FRUSTRADO EL PRIMER INTENTO DE ALZAMIENTO EN EL ESCAMBRAY
FRUSTRADO EL PRIMER INTENTO DE ALZAMIENTO EN EL ESCAMBRAY
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Roberto Hernández Zayas nos relata sus recuerdos de aquel primer intento de abrir un frente en el Escambray al inicio de 1957.
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Por esos días se conoció la intención de abrir un frente guerrillero en las montañas del Escambray. Santiago Riera y Carlos Martínez de la dirección del Movimiento en Las Villas, visitaban frecuentemente a Julio Pino y a Casitas y de acuerdo con las instrucciones y el dinero recibidos, Casitas y yo compramos, en la casa de los boy-scouts, en 27 y L, un lote de artículos de campaña como cananas, cantimploras, cuchillos de monte y mochilas. Casitas se mantuvo a la salida del establecimiento armado con un revólver calibre 38.
Me dirigí al dependiente, tan joven como yo, que me miraba con desconfianza y preguntaba sobre nuestra organización y sobre el posible uso que daríamos al cuantioso equipamiento. Mis respuestas no lograban convencer al dependiente, quien asumió una actitud confrontativa, negándose a vender absolutamente nada. Le expliqué a Casitas la situación, quien con cara de pocos amigos se adelantó hasta la entrada del local, dejando entrever que estaba armado. Regresé junto al dependiente y lo conminé a que me diera la mercancía por las buenas o por las malas, diciéndole que contaba con varios compañeros armados que me acompañaban. Se produjo un cambio de actitud radical y los boy-scouts improvisados nos salimos con la nuestra.
Se compraron botas y se confeccionaron uniformes y brazaletes del M-26-7; estos materiales fueron para mi casa y de ahí a la habitación de Julio en la casa de huéspedes, desde donde se enviaron a Santa Clara. Todos quisimos vernos de completo uniforme guerrillero verde olivo, con gorra, botas puestas, canana y cantimplora a la cintura, con el brazalete ceñido al brazo, mirándonos al espejo, imaginándonos ya verdaderos combatientes rebeldes y lamentando no tener entonces las armas en la mano, en pleno monte.
Julio ponía gran celo por esconder toda la mercancía recibida de forma que no fuera vista por el personal de limpieza, pero esto no resultaba fácil y resolvió la situación planteando que no quería que le hicieran el servicio por temor a que le regaran los libros y papeles de estudio que tenía por toda la habitación. Le puso candado a la puerta y se hizo cargo de limpiar aquello…de vez en cuando.
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Carlos Martínez Reyes, responsable de aquel primer intento de alzamiento en el Escambray nos relató en aquella época como lo detuvieron en la fábrica de bombas de 5ta y A, que frustró ese primer intento.
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“Conocí a Enrique durante las actividades preparatorias para abrir un Segundo Frente en Las Villas en el mes de febrero de 1957. En esa época teníamos relaciones constantes para la adquisición de distintos avituallamientos necesarios para los compañeros que deberían alzarse en las acciones programadas en esa provincia. De él obtuvimos su cooperación inmediata.
Cuando Faustino Pérez subió a la Sierra Maestra, para llevar al periodista Matthews, recibimos instrucciones de él de disminuir nuestras actividades en este campo hasta que él regresara de la misión, para culminar los últimos detalles de acopio y traslado de todos los elementos necesarios para este Segundo Frente.
Recuerdo que nos faltaban algunos detalles relacionados con granadas y bombas de tiempo y de contacto. Aclarando estos pormenores con Enrique que acaba de llegar al apartamento de O y 25 en el Vedado, donde se encontraba, él nos comunicó que en ese mismo momento, que en el apartamento de 5ta y A que él denominaba –La Trampita- (ya que él decía que estaba consciente que algún día los iban a agarrar a todos ahí) se encontraba un ingeniero eléctrico que dominaba perfectamente esa técnica y que esa era la oportunidad más adecuada para que yo aprendiera esa técnica pues él estaba trabajando en ese instante en ella.
Enrique y Pepe Díaz, se brindaron para trasladarme a la referida esquina conjuntamente con el compañero Héctor Ravelo en aquella época Coordinador del M-26-7 en Habana-Campo.
Al llegar allí, Enrique y Pepe continuaron hacia otras gestiones y Ravelo y yo subimos al referido apartamento el que efectivamente resultó una “trampita”, pues había sido ocupado previamente por el SIM y en el caímos presos conjuntamente con el ingeniero eléctrico que resultó ser Federico Bell Lloch y otros compañeros que allí se encontraban trabajando.
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