Gabriel Barceló Gomila
La Habana, 9 mayo 1909 - La Habana, 3 de febrero 1934
Gabriel Barceló se inició en la lucha revolucionaria en 1927, siendo uno de los más señalados dirigentes del Directorio Estudiantil Universitario contra la Prórroga de Poderes. La trascendencia histórica y la proyección política ulterior de aquel hermoso movimiento estudiantil no han sido aún fijadas. Cuando se haga, el nombre de Gabriel Barceló quedará definitivamente incorporado a él con luminoso relieve. Expulsado diez años de la Universidad, se enroló en el Partido Comunista de Cuba al que, desde entonces, dedicó toda su actividad y su talento.
Supo de la persecución y del destierro, del hambre y del frío, la adversidad lo que hizo fue robustecerle el carácter y arraigar sus convicciones. En el extranjero acrecentó sus conocimientos, enriqueció su experiencia, afinó su puntería política. Estudió y trabajó intensamente. Abofeteó, junto con Porfirio Pendas y Manuel Guillot, a Viriato Gutiérrez, al pasar por Nueva York este repugnante sicario de Machado.
Regresó clandestinamente a Cuba en diciembre de. 1930 y se integró en los cuadros heroicos del Ala izquierda Estudiantil, ocupando, por derecho propio, la dirección de su hoja de combate, Línea, Revólver en mano levantó su poderosa palabra—que tenía vibraciones broncíneas— en la plaza de San Juan de Dios el 10 de enero de 1931, segundo aniversario del asesinato de Mella. El 1° de mayo del propio año y en unión de un escaso número de compañeros desafió las balas de los porristas de Machado y, en defensa de un amigo, puso uno juera de combate. Detenido en Pinar del Rio con Aureliano Sánchez Arango, fue internado en la fortaleza de La Cabana, de donde fue trasladado a Presidio Modelo. Estuvo preso por espacio de dos años. Tuve oportunidad entonces, en la convivencia forzada de la prisión, de aquilatar la calidad de su espíritu y la penetración de su entendimiento.
Compartía el tiempo —inmóvil en su desesperada monotonía— en explicaciones comentadas .de El capital, hasta cuya entraña él había llegado, y la traducción del inglés, con Pablo de la Tómente, del Materialismo histórico de. Nicolás Bujarin, recientemente publicada en España por la editorial Cénit) De la prisión salió nuevamente para el destierro, como había salido en 1928 del «Máximo Gómez», antesala flotante y siniestra de los llamados «extranjeros indeseables». Volvió ya enfermo —resultante fatal de una vida sometida a los más crueles rigores— a la caída del gobierno de Machado, que con tan inquebrantable firmeza y arrojo él había combatido. Concentró su actividad revolucionaria en el sector estudiantil, donde, por su personalidad relevante y superior, capacidad intelectual, obtuvo triunfos rotundos para la organización en que militara. En la Primera Conferencia Nacional del Ala Izquierda Estudiantil sufrió la amargura de ser atacado despiadadamente y la enorme injusticia de no haber salido electo para el Comité Central mientras otros lo eran sin merecerlo. Esa injusticia no puede repararse con manifiestos ni loas postumas. Caiga ella como anatema encendido sobre los nombres de los que —por incomprensión política unos y por envidia otros— la propiciaron, organizaron e impusieron.
Gabriel Barceló ha caído como vivió: luchando contra una enfermedad terrible, que le robó, minuto a minuto, aquella inteligencia suya tan lúcida y armoniosa. Su agonía de una semana fue una protesta constante contra una realidad ineluctable. Sus últimas horas fueron de forcejeo desesperado y dramático con la muerte. Aquel espíritu de acero se resistía a ser vencido. Duelo emocionante, angustioso, pero sin posibilidades de victoria para él.
Sus funerales, a lo largo de las calles palpitantes de vida, quedarán como 'j uno de los más solemnes actos de afirmación revolucionaria que haya presenciado La Habana. Entre gritos, consignas y canciones, y el duelo, inconsolable de su madre y hermanos, una muchedumbre enfebrecida de estudiantes y obreros escoltó el cadáver desde la Universidad, en cuya Aula Magna fue tendido, hasta el Cementerio.
No olvidaré jamás; el instante en que el féretro en hombros desfiló, a los sones dramáticos, de La Internacional, bajo los pinos atormentados, camino de la fosa húmeda. Un instante en que los corazones curtidos en el combate diario, en la miseria y en la cárcel se confundieron, estremecidos, en u» mismo ritmo de esperanza y de pena. Apolonia Gomila —la madre destrozada y enhiesta— debió sentirse sacudida por una extraña mezcla del más radiante orgullo y del más tenebroso dolor.
A La Internacional sucedieron gritos empenachados de cólera. Luego un silencio emocionante flotó sobre el vasto enjambre de cabeza descubiertas. Gabriel Barceló había llegado al lugar de su vivo reposo. Descansaron los nobles despojos sobre el mármol tapizado de rosas.
Un silencio más emocionante aún. Iban a comenzar los discursos. De pronto, alguien empezó a hablar con voz que parecía un clarín. A esa voz siguieron otras cargadas todas de dolor y de fe v al final, ante el féretro envuelto en la roja bandera del Partido Comunista de Cuba, Aureliano Sánchez Arango consumió un turno en nombre de los amigos íntimos de Gabriel Barceló. Cuanto dijo le manaba djrectamente del corazón. Fue un himno inflamado a los merecimientos excepcionales del gran luchador 'y una despedida desgarrada al amigo entrañable de una década, al amigo que tan estrechamente estuviera ligado a su vida y a sus combates revolucionarios.
Ya era casi de noche y empezaban a arder las primeras estrellas cuando fue sepultado el inolvidable amigo y camarada. El desfile se inició lento y triste. Una angustia íntima me retorció el espíritu cuando lo dejamos allí, silencioso, solo e indefenso ante la inexorable invasión larvar del sepulcro. [febrero de 1934]
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Tomado de Gabriel Barceló en "BUFA SUBVERSIVA" de RAUL ROA
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GRUPO DE HISTORIA DE LA LUCHA REVOLUCIONARIA EN SANTA CLARA (ACRC)
jueves, 26 de enero de 2012
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