COMBATE DE DOS RÍOS
Por recomendación de Antonio Maceo y Máximo Gómez, José Marti debía volver a Nueva York para garantizar el frente exterior y el envío de los recursos que la emigración gustosamente daba a la Revolución Independentista. Según diversas fuentes de la época, el Delegado comprendía esto pero antes quería escuchar el fragor del combate. En la carta inconclusa a su amigo mexicano Manuel Mercado afirma: "...ya estoy todos los días en peligro de dar mi vida por mi país y por mi deber..."
Gómez narra en su Diario de Campaña que el 19 de Mayo de 1895, en unión de sus ayudantes y de José Martí, se encontró con el general Bartolomé Masó y más de 300 jinetes, en el campamento de la Vuelta Grande, donde pasaron un rato de verdadero entusiasmo.
"Se arengó a la tropa y Martí habló con verdadero ardor y espíritu guerrero; ignorando que el enemigo venía marchando por mi rastro ..." "Dos horas después, nos batíamos a la desesperada con una columna de más de 800 hombres, a una legua del campamento, en Dos Ríos" "Jamás me he visto en lance más comprometido, pues en la primera arremetida se barrió la vanguardia enemiga, pero enseguida se aflojó, y desde luego el enemigo se hizo firme con un fuego nutridísimo; y Martí, que no se puso a mí lado, cayó herido o muerto en lugar donde no se pudo recoger y quedó en poder del enemigo", "...cuando ya íbamos a enfrentarnos con el enemigo, le ordené que se quedara detrás; pero no quiso obedecer mi orden y no pudiendo yo hacer otra cosa, que marchar adelante para arrastrar a la gente, no pude ocuparme más de Martí".
En los instantes de su muerte Marti se encontraba con el joven Ángel de la Guardia Bello - el Generalísimo lo identifica como un niño que jamás se había batido-, cuyo testimonio expresa:
"Recuerdo que delante iba el general Gómez y Francisco Borrero, detrás en línea de cuatro en fondo formamos; mi hermano Dominador, el general Masó, Martí y yo; así marchamos al trote un poco más de media legua, pero al desviar una hondonada los caballos, el de Martí y el mío, nos separamos ambos de la formación del grueso de la fuerza en línea diagonal, y al llegar como a unos cincuenta metros de distancia, presentamos, sin saberlo, un blanco magnifico, sorprendiéndonos los españoles con una descarga cerrada desde el maniguazo, que hizo blanco en el cuerpo de Martí, y mi caballo recibió tres impactos, cayendo moribundo sobre mi".
Señala que con gran esfuerzo logró salir de debajo de la bestia fusil en mano y comenzó a disparar contra la espesura de donde provenían los disparos. El cuerpo de Marti, tendido en el suelo, trató inútilmente de sacarlo pero las fuerzas le faltaron y en un breve cese de los disparos corrió a buscar ayuda.
Gómez refiere que resultó imposible recogerlo y convencido de la imposibilidad de derrotar a los españoles, al darse cuenta de la superioridad numérica y táctica, se retiró con el alma entristecida.
Hasta el dia 21 no tendría la confirmación de que Marti había muerto pues el jefe español coronel Sandoval le envío un recado dando a entender que el herido, estaba bien atendido.
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lunes, 23 de abril de 2012
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