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sábado, 31 de diciembre de 2011

Conrado Benítez García

VILLACLARA
HÉROES ETERNOS DE LA PATRIA




Conrado Benítez García
Matanzas, 18 Febrero 1942 - Finca San Ambrosio,Trinidad, 5 enero 1961


Conrado Benítez García, alfabetizador, mártir de la alfabetización nacido el 18 de Febrero de 1942, hijo de Diego Benítez y Eleuteria García, de procedencia humilde, desde pequeño tuvo que trabajar como limpiabotas y panadero para contribuir al sustento familiar, vivía en la casa de su abuela paterna María Luisa López en la calle San Francisco No. 58, barrio Pueblo Nuevo en Matanzas.

Con solo 18 años de edad, como estudiante del Instituto de Segunda Enseñanza se unió a las filas alfabetizadoras cubanas que partían a los lugares más intricados a llevar la luz de la enseñanza y la cultura al pueblo cubano.

Empezó su formación como maestro voluntario en la Escuela de Capacitación Pedagógica de Minas de Frío y al terminar se ocupó de la finca San Ambrosio, era de carácter humilde y amable y se ganó la confianza y el cariño de sus estudiantes.

El 5 de Enero de 1961 fue vilmente asesinado por bandas contrarrevolucionarias en la antigua provincia de Las Villas, donde sus alumnos lo esperaban en la finca San Ambrosio para recibir las clases del día.

El "tribunal" de bandidos que lo juzgó, presidido por Osvaldo Ramírez, Julio Emilio Carretero y Tomás San Gil, entre otros, solo necesitó una prueba para culpar de alta traición al joven prisionero: el carné de Maestro Voluntario que Conrado Benítez llevaba en uno de sus bolsillos.

El vía crucis del alfabetizador había comenzado horas antes cuando el día 4 de enero fue localizado en la escuela de Pitajones por órdenes expresas de Osvaldo Ramírez, principal cabecilla de alzados del Escambray, quien de esta forma correspondía a las instrucciones del agente de la CIA José Ramón Ruisánchez, actuando bajo la fachada del llamado Frente Revolucionario Democrático (FRD), con indicaciones bien precisas para sembrar el terror y la desconfianza en el país.

Desde Pitajones, donde enseñaba a 44 niños por el día y a otros tantos adultos por la noche, Conrado, de 18 años de edad, fue trasladado monte adentro hasta la finca Las Tinajitas, en la zona de San Ambrosio, donde se encontraba el campamento de bandidos, y encerrado en una jaula rústica hasta el momento del crimen

UNA CONFESIÓN QUE ESTREMECE

"En el campamento parecía que había una fiesta esa noche. Todos le hacíamos coro al corral y le tirábamos piedras, "escupías" y le decíamos palabrotas obscenas, hasta que llegó Osvaldo y le dijo a Conrado Benítez: `Si te unes a nosotros te perdono la vida...', confesó tiempo después uno de los bandidos que participó en la orgía de sangre.

"Conrado respondió que ante todo era un revolucionario. Vea, decirle eso a Osvaldo en su propia cara, te repito, aquello parecía una fiesta, primero sacaron a Conrado Benítez (recuérdese que en esa propia fecha también fue ahorcado en aquel lugar el campesino Heliodoro Rodríguez (Erineo), simpatizante de la causa revolucionaria y beneficiado con la Ley de Reforma Agraria), quien con una soga al cuello tenía que caminar a prisa para no ser arrastrado, a la vez que todos los allí presentes le dábamos palos y le pasábamos cuchillos.

"Cuando estuvo debajo de la mata escogida para la ejecución, la soga se pasó por un gajo, los ojos del brigadista miraban a su alrededor como preguntando si nosotros éramos personas o animales. El cuerpo fue suspendido y bajado en varias ocasiones como si fuera un muñeco, hasta el final de su vida en que lo dejamos arriba. No obstante estar bien muerto, Osvaldo ordenó que lo siguiéramos pinchando y apaleando."

YO LE PROPUSE ESCAPAR

Cuando a finales de diciembre Reinerio Perdomo Sánchez había ofrecido su catre a Conrado Benítez para que pasara la noche en la finca Cayaguazán, no imaginó que apenas unos días después volvería a encontrarse con el maestro y mucho menos en una encrucijada tan difícil como la de San Ambrosio.

Reinerio se había incorporado desde el 24 de diciembre a la banda de Osvaldo Ramírez como el agente "Cabaiguán" de la Seguridad del Estado a través de una organización contrarrevolucionaria con fachada religiosa conocida como Ejército Cristiano de Liberación Nacional, devenida luego Ejército Anticomunista de Liberación Nacional.

La noche del 4 de enero Macario Quintana, alias Pata de Plancha, quien horas después se encargaría de cortar los genitales al maestro antes de ser ahorcado, accedió a que Perdomo, como llamaban en la banda al agente "Cabaiguán", en su condición de "protector religioso" se entrevistara a solas con Conrado.

Yo le propuse escapar aprovechando la oscuridad, le dije que la Milicia estaba cerca de Caracusey y podíamos lograrlo, ha confesado "Cabaiguán", pero Conrado únicamente repetía: "No pueden matarme si yo solo soy el maestro", sin saber que precisamente por esta condición era que ya estaba firmada su sentencia de muerte.

ALUMBRAN MILES DE FAROLES

Lejos de intimidar al ejército de los alfabetizadores, la muerte de Conrado Benítez levantó una ola de indignación entre los cubanos que bajo ninguna circunstancia renunciaron a la preciosa idea de enseñar a leer y a escribir.

En apenas meses Cuba sumó en campos y ciudades 34 772 maestros y profesores voluntarios, 120 632 alfabetizadores populares, 13 016 brigadistas Patria o Muerte (procedentes del sector obrero) y más de 100 000 estudiantes de las Brigadas Conrado Benítez (de la juventud).

Por aquel entonces el país todavía no llegaba a los siete millones de habitantes; según estadísticas conservadoras el índice de analfabetismo alcanzaba el 31% y en zonas rurales el 41,7, vergüenza que Cuba borró en un breve lapso al lograr reducir dicha tasa a 3,9, la más baja de América Latina y una de las mejores del mundo, proeza que no solo costó la vida del maestro matancero.

Este crimen fue una manifestación de la barabarie terrorista desencadenada para tratar de contener y hacer fracasar la inmensa obra humana de la Revolución, pero encontró una respuesta viril, cuando 105,664 jóvenes, entre doce y dieciocho años, organizaron voluntariamente en las Brigadas Conrado Benítez que poco después se trasladarían organizadamente a las zonas rurales más apartadas de todo el país para enseñar a leer y escribir a más de un millón de analfabetos de todas las edades.





GRUPO DE HISTORIA DE LA LUCHA REVOLUCIONARIA EN SANTA CLARA (ACRC)

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