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sábado, 31 de diciembre de 2011

Marta Abreu Arencibia

VILLACLARA
PATRIOTAS DE LA GUERRA DE 1895




Marta Abreu Arencibia

(13 de noviembre de 1846–2 de enero de 1909)
LA BENEFACTORA



Heredera en 1882, junto a sus hermanas, de fincas, centrales azucareros e inmuebles bien ubicados en el entorno urbano, la esposa de Luis Estévez empezó a hacer caridad "a manos llenas". Desde ese mismo año, los niños y niñas pobres asistieron a sendos colegios, fundados gracias a la intervención de la hermanas Rosa, Marta y Rosalía Abreu.

Luego construyó Marta la escuela "Gran Cervantes" para que los negros también tuvieran instrucción básica y aprendieran oficios. Más tarde, edificó dos asilos de ancianos y un teatro para "La Caridad". Una institución esta última que desde el 8 de septiembre de 1885 exhibió —y todavía exhibe— el repertorio cultural del territorio, mientras sus fondos se destinaban en la colonia al funcionamiento de escuelas y auspicios.

Ni siquiera los 150 mil pesos que invirtió en el Teatro detuvieron a la dama. La hermosa Estación de Ferrocarril, el funcional Cuartel de Bomberos, también desde su creación contaron —y cuentan— la historia de los Abreu. El dispensario "El Amparo", cuyos instrumentos y servicios contribuyeron a la atención médica gratuita de los niños pobres de la ciudad, siguió dejando claro que para Marta hacer caridad nunca fue cuestión de discursos de ricos.

El Obelisco que edificó a la memoria de los sacerdotes Juan Martín de Conyedo y Francisco Antonio Hurtado de Mendoza, formó parte de los homenajes que hiciera a quienes contribuyeron al desarrollo de su ciudad. Una forma de perpetuar y rendir honor a la historia local de los santaclareños de siempre.

Cuando descubrió que lavanderas y humildes manos blanqueaban el lino de los trajes familiares a la orilla del río Bélico, tomó la benefactora a su cargo la construcción de cuatro lavaderos públicos. Así, sin que mediara abono económico alguno las mujeres podrían lavar en ellos, tal y como lo había visto en uno de sus viajes a Suiza.

Pero hasta la meteorología en Cuba tiene una deuda importante con esta mujer. El 1 de mayo de 1889, el prestigioso sabio villaclareño Don Julio Jover y Anido operó el primer Observatorio Astronómico Meteorológico Municipal de Santa Clara. Otra vez el aporte de Marta Abreu garantizó la construcción de la obra y suministró instrumentos modernos.

Acababa de iniciar la Guerra Necesaria, cuando se hizo la luz en mi ciudad. En el establecimiento de la primera planta eléctrica local, sus aportes también resultaron decisivos, tal y como lo fue en esa última etapa de lucha contra el colonialismo español. Tan así es que la benefactora, igual pudiera estar entre los grandes generales de nuestra historia patria.

OTRO GENERAL DE LA GUERRA

Mi última peseta es para la República, Y si hace falta más y se me acaba el dinero, venderé mis propiedades; y si se acaban también, mis prendas irán a la casa de venta. Y si fuera poco, nos iríamos a pedir limosna por ella. Y viviríamos felices porque lo haríamos por la libertad de Cuba. Apuntó la excelsa mujer cuando en los campos se peleaba machete en mano por la independencia de este archipiélago.

Bien lo recoge la historia nacional, entre enero de 1896 y mayo de 1898, envió quince remesas al Partido Revolucionario Cubano (PRC) para apoyar la lucha por la República Cubana. Máximo Gómez, el Generalísimo, lo dejó más claro aún desde el propio siglo XIX: Si se sometiera a la deliberación en el Ejército Libertador el grado que a dama tan generosa habría de corresponder, yo me atrevo a afirmar que no hubiera sido difícil que se le asignara el mismo grado que yo ostento.

Dignísima esposa continuó siendo nuestra general cuando culminó la guerra, y Luis Estévez se convirtió en vicepresidente de la República de Cuba. Sin embargo, el orgullo de pertenecer al gobierno que izó la bandera cubana en el Castillo de los Tres Reyes del Morro, se disipó ante las intenciones de reelección de Tomás Estrada Palma.

Tras la inevitable renuncia al cargo, reemprendieron camino a Francia. Desde ese mismo año 1905, Marta siguió contribuyendo al socorro de su ciudad: participó en la fundación de una biblioteca pública y de una Escuela de Artes y Oficios. Cuando la muerte le sorprendió en París, aquel día de enero de 1909, Santa Clara indiscutiblemente ya era la ciudad de Marta.


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Tomado de: "Santa Clara también viste faldas" por NEIKY MACHADO FLORES
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GRUPO DE HISTORIA DE LA LUCHA REVOLUCIONARIA EN SANTA CLARA (ACRC)

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