VILLACLARA
SE INICIA LA OFENSIVA REBELDE
9 COMBATIENTES CAYERON DURANTE LA MISMA
El jefe del Ejército Rebelde en Las Villas ordenó avanzar sobre la Carretera Central atacando en rápida sucesión los cuarteles de Cabaiguán, Guayos y Sancti Spíritus. La tropa batistiana en estos tres enclaves se preparó con la misma fallida táctica de Fomento.
En Cabaiguán 110 defensores se hicieron fuertes en tres puntos: la microonda, la fábrica de tabaco y el cuartel, los que fueron atacados y tomados en menos de 48 horas. Paralelamente, el Che ordenó al comandante Bordón que atacara el cercano poblado de Guayos, donde se defendía un pelotón reforzado. Todas las posiciones enemigas en ambas localidades fueron tomadas por las fuerzas revolucionarias el 22 de diciembre. Se ocuparon en total 135 armas de guerra.
Al mismo tiempo, Che mandó que otros pelotones derribaran los puentes sobre la línea férrea y la Carretera Central en la región espirituana, misión que cumplieron después de cruentos combates.
El ejercito fue incapaz de reforzar a las plazas atacadas y para entonces los prisioneros liberados por los rebeldes ya habían llegado a Santa Clara y Placetas, con la consiguiente afectación de la moral combativa de los soldados batistianos.
En Sancti Spíritus fuerzas de la Columna 8 al mando del capitán Armando Acosta y del Directorio Revolucionario, comandadas por el capitán Julio Castillo, entraron en la ciudad, asaltaron la cárcel y otros puntos e iniciaron el sitio al cuartel. Aprovechando una tregua solicitada por las instituciones cívicas, la guarnición enemiga escapó por la parte de atrás del edificio y se dirigió al cuartel de Jatibonico, 30 kilómetros al este, entonces en territorio perteneciente a la provincia de Camagüey.
Inmediatamente después de la toma de Cabaiguán, el Che ordenó el ataque a Placetas. Allí el ejército batistiano tenía una compañía de operaciones además de los soldados y policías del lugar.
Siguiendo el mismo esquema se distribuyeron por el cuartel, la jefatura de Policía, el teatro La Caridad y el paso superior de la carretera central en su salida hacia la capital provincial, a solo 35 kilómetros.
Se combatió en toda la ciudad de Placetas
El comandante Guevara, al frente de parte de sus fuerzas y otras del Directorio, bloqueó con emboscadas las vías de acceso, reforzó la dirección oeste y entró a la ciudad. En horas tempranas del día 22 se rindieron algunos puntos de resistencia y al día siguiente la totalidad de las unidades batistianas, las cuales entregaron un total de 167 armas de guerra.
Al Regimiento Leoncio Vidal, sede del Tercer Distrito Militar, ubicado en Santa Clara, llegaron también las tropas derrotadas en Placetas, con un efecto demoledor en el deteriorado espíritu combativo de la tropa. Además, la emisora de radio de Placetas divulgó la alocución del Che, en la cual afirmaba que se atacaría a Jatibonico por un lado y a Santa Clara por el otro. Sin embargo, el Che cambió el curso de la ofensiva hacia el norte para tomar Remedios y Caibarién, antes de atacar Santa Clara. Esta maniobra se explica por estar Camilo Cienfuegos, a quien correspondía ese territorio, enfrascado en el cerco y ataque al cuartel de Yaguajay, extremadamente difícil de tomar, tanto por su ubicación geográfica como por la resistencia de la numerosa tropa allí acantonada.
El 25 comenzó el asedio contra los puntos de resistencia dentro de Remedios, entre ellos el cuartel y la cárcel, dos sólidos edificios solo separados por la calle, y el ayuntamiento, donde se atrincheró la policía. Esa misma noche se prendió fuego a esta última posesión y los policías claudicaron. Al día siguiente lo hacían el cuartel y la cárcel. Paralelamente a los combates en Remedios, parte de la Columna 8 con el apoyo de un pelotón de Camilo, atacó a la ciudad portuaria de Caibarién, donde el enemigo resistió en el cuartel y el Puesto Naval. El día 26 capitularon los defensores.
En los combates de Remedios y Caibarién se capturaron armamento y equipamiento militar para unos 200 efectivos, con los cuales se organizaron dos nuevos pelotones de reclutas. Todo quedó listo para el ataque a Santa Clara
Cerrar la provincia para tomar la ciudad
Los ataques de la aviación batistiana también fueron
contra la población civil de la ciudad La ocupación de numerosas localidades villareñas puso en manos de los libertadores una buena cantidad de plantas de radio de onda corta. Cubriendo el vacío impuesto por la censura y en oposición a las afirmaciones mendaces de los partes oficiales, la ciudadanía dispuso de fuentes informativas desde las zonas de batalla.
El aparato de onda corta desplazó a los refrigeradores o el televisor como artículo de primera necesidad en el hogar cubano. A todas horas, de día y de noche, alguien permanecía de guardia junto al receptor, siguiendo ansiosamente los "comprendidos" de las columnas combatientes.
A las voces ya populares de Ricardo Martínez, Orestes Várela y Violeta Casáis, locutores de la Sierra Maestra, se unieron otras muchas transmitiendo desde el centro de la isla: Radio Placetas, Radio Monumento Mal Tiempo, Radio Móvil Columna Invasora, Radio Rebelde Cruces, 13 de Marzo, Los Barbudos Feroces, etc.
Después de cada boletín del estado mayor, la ciudadanía, con dedos nerviosos, iba a la banda de los 20 y los 40 metros para localizar las plantas de la libertad. Enseguida, una sonrisa de alivio iluminaba los rostros. Los rebeldes estaban en el aire, transquilos, se¬renos, confiados, anunciándose las recíprocas victorias.
Esta vez, los golpes rebeldes contra las ciudades de Las Villas iban más allá de las simples incursiones de comando. Llegaban para quedarse y para establecer con carácter permanente las autoridades e instituciones de Cuba Libre.
La decisión de Fidel y el Che era que había que tomar Cuartel por Cuartel. Había que desarmar la estructura política y militar, pues de lo contrario el cambio social al que aspirábamos se convertía en una utopía.
A La Habana arribabaron con talón urgente, alcaldes, concejales, funcionarios y personajillos de la dictadura que huían de la zona polémica. En la capital, los palacetes de los jerarcas políticos villareños se convirtieron en campamentos de damnificados para acoger a los fugitivos de la justicia revolucionaria. Claro está que estas victimas de la guerra en nada se parecían a las que deambulaban por las calles de Santiago, procedentes de Songo y San Luis
JUEVES 26 DE DICIEMBRE- CAMBIO EN LOS MANDOS MILITARES
"Santiaguito" Rey animó a sus parciales en fuga. Según les explicó, Batista preparaba un cambio de los mandos militares que liquidaría a los insurrectos de la región central. El jueves 26, la oficina de publicidad del Palacio emitó un comunicado dando cuenta e una reunión celebrada en la mansión palatina, con asistencia e los jefes de los institutos armados. El tristemente célebre José Eleuterio Pedraza regresaba al servicio activo con grado de mayor general y el coronel Joaquín Casillas Lumpuy tomaba la dirección de las operaciones en Las Villas junto al teniente coronel Cecilio L. Fernández Suero.
Gritaron los cotorrones del régimen:
— ¡Ahora sí! ¡Ahora sí!
A dormir a las 9 de la noche!
El sanguinario ex jefe de la policía tomó los controles del ejército.
A presencia de Batista llenó de insultos al clan de los Tabernilla, calificándolos de cobardes. El retorno de Pedraza no contuvo a los "barbudos". Patrullas de Camilo Cienfuegos cruzaron los límites de Matanzas hasta el central Dos Rosas. En la plaza conquistada de Sancti Spíritus, Che Guevara dictaba un bando proscribiendo la venta de billetes de lotería y prohibiendo el expendio de bebidas alcohólicas.
En diez días las tropas del Che y del Directorio Revolucionario la habían arrebatado a la dictadura un territorio de más de 8,000 kilómetros cuadrados con casi un cuarto de millón de habitantes; habían tomado 12 cuarteles al ejército, la guardia rural, la policía y la marina en ocho pueblos y pequeñas ciudades; habían obligado a retirarse a las guarniciones de otra media docena de pueblos; habían capturado cerca de 800 prisioneros y obtenido cerca de 600 armas largas y municiones abundantes.
De todas formas se advirtió el desesperado esfuerzo por debelar la insurrección. De los talleres de Ciénaga salió un tren blindado conduciendo 400 hombres y los equipos bélicos recién llegados de Inglaterra; tanques, cañones, lanzallamas, gran cantidad de parque, etcétera. El gobierno de Su Majestad Británica se convertía en potencia aliada de Batista en la guerra contra Cuba.
La ciudadanía conoció, minuto a limito, el desarrollo de los acontecimientos.
—Radio Crucés llamando a Radio Sancti Spíritus y a Radio Placetas... Atención, Radio Sancti Spíritus y Radió Placetas... Tenemos noticias de que van a bombardear a Cruces, Placetas y Sanc- Spíritus... Pedimos un "comprendido".Aquí Radio 6-T-M, del Directorio Revolucionario
Y la radio de la villa de Serafín Sánchez:
—Aquí, Radio Rebelde de Sancti-Spíritus, llamando a Radio Cruces ... Estamos enterados y avisados a Placetas. ''Comprendido".
La radio no era ya el instrumento de grata distracción, vehículo del inocente mensaje musical, sino dramático portavoz que difundía la realización de un inmenso crimen. Millones de cubanos, deshecho el ritmo de la vida diaria, casi percibieron los roncos motores de la FAE volando sobre Cruces. El locutor rebelde, sereno, sin matices de sobresalto en la palabra, señaló la odiosa presencia de los B-26 sobre la cíudad.
La primera bomba cayó sobre el establecimiento El Comercial. Los receptores recogieron el seco estampido.
Eran los regalos pascuales de Fulgencio Batista.
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