viernes, 26 de octubre de 2012
ATAQUE A LA DÉCIMO QUINTA ESTACIÓN DE POLICÍA EN MARIANAO.
LA CASA DEL REPARTO ORFILA
Natalia Bolívar le escribió a Tavo Machín y le dijo que no se quería exilar, que quería seguir luchando y que aceptaba los riesgos de la clandestinidad.
Natalia se unió a Tavo y fueron a vivir a casa de Nene Mediavilla, pero decidieron buscar otro lugar donde esconderse y preparar condiciones para sacar a Raúl Díaz Arguelles, quien aún se encontraba en la Embajada de Brasil.
Alquilaron una casa en la calle 72 en Marianao y sacaron a Raúl de la Embajada. Él estaba fichado y era un revolucionario muy buscado por la policía, después que se enfrentó a tiros con ellos y mató de un disparo en la cabeza a su más cercano perseguidor.
De ese modo los tres aguerridos combatientes se unían en épica lucha en la casa situada en la calle 72, junto a otros s combatientes del Directorio Revolucionario que también estaban inmersos en la azarosa vida clandestina.
En la casa de 60 y 17 empezó Natalia el chequeo al comandante que era jefe de la Decimoquinta Estación de la Policía Nacional, situada a poca distancia de la misma.
Ellos habían tomado la decisión de mudarse de la casa de la calle 72, y Natalia empezó a buscar por los periféricos, y se entrevisto con el dueño de la casa de Orfila. Fue a ver muchas casas porque para mudarse tenían que asegurarse, no solo con la salida por detrás, sino la salida a varias cuadras, porque ellos sabían que rodeaban los lugares.
Entonces la que encuentra perfecta es esa, que por supuesto, ellos nunca supieron que era la casa de los sucesos de Orfila.(A)
La casa tenía un patio con la hierba muy alta y arriba de la reja de la casa caía un cable de alta tensión. Eso todo se lo había advertido el dueño y cuando tú entrabas si tocabas la reja te metía un corrientazo fortísimo.
Había que utilizar un palo para abrirla y para cerrarla para evitar el corrientazo por el cable de alta tensión que estaba encima.
Cuando Tavo llega y ve la casa empieza enseguida a decirle horrores a Natalia: Por qué no habías mandado a cortar la hierba, y por qué no habías llamado a la Compañía de Electricidad para que quitaran el cable de alta tensión. Natalia le respondió que ni iba a cortar la hierba ni iba a llamar la Compañía de Electricidad.
En resumen, Raulito se mete en el medio, le dice al Tavo que se calme... y bueno...., se calman los ánimos.
ATAQUE A LA XV ESTACIÓN DE POLICÍA.
El comandante Francisco Diéguez, jefe de la Decimoquinta Estación de la Policía Nacional,regularmente estaba presente en los cambios de guardia.
Natalia mientras realizaba las visitas a la casa de la calle 60 observó que casi siempre él iba al cambio de guardias en un carro perseguidor acompañado sólo por el chofer y otro policía; y a veces además, lo acompañaba otro carro perseguidor.
Esos detalles ella se los informó a sus compañeros, quienes decidieron montar un chequeo sistemático del movimiento del esbirro.
En el momento en que fue realizado el ataque a la Estación de Policía, ya ellos tenían en sus planes subir a la Sierra para recibir orientaciones del comandante Chomón sobre las nuevas acciones a realizar.
El atentado al jefe de la Decimoquinta Estación de la Policía sería realizado por Raúl Díaz Arguelles y Gustavo Machín. Ellos irían en un auto que sería manejado por Amaury Troyano (El Troyano). Natalia los esperaría en otro auto que sería parqueado a tres cuadras de la Estación, listo para la huida.
Ningún otro compañero participaría en ese atentado, que además, lo habían mantenido en el más absoluto secreto.
El auto manejado por El Troyano era de un primo de éste y el manejado por Natalia, un Oldsmobile de dos tonos, había sido comprado por el Directorio Revolucionario para la lucha clandestina en La Habana.
Después del cambio de autos El Troyano abandonaría el suyo y se iría en una guagua y después marcharía hacia El Escambray.
Raulito, Tavo y Natalia se darían a la fuga en el Oldsmobile, lo conduciría Tavo, rumbo a la casa del reparto Orfila.
Raulito portaba un M-3 y Tavo una Thompson, ambos con abundante parque.
El Troyano y Natalia estaban armados con sendas pistolas, también con abundante parque.
Raulito confeccionó un plano de los accesos y salidas hacia y desde la Estación, que fué minuciosamente estudiado por ellos; donde se indicaban los lugares de estacionamiento, la senda que cada uno debía seguir para situarse en los respectivos lugares; unos a la espera del comandante Diéguez y otros en el lugar que se realizaría el cambio de autos, así como el sitio desde donde se ametrallaría al esbirro.
Hicieron la primera salida en busca del criminal y éste no fue al cambio de guardia ese día. La operación fue abortada.
A los pocos días, pues no era aconsejable hacerlo en días sucesivos para no levantar sospechas, fueron nuevamente en busca del comandante Diéguez y tampoco se presentó al cambio de guardias.
Aquellos inconvenientes, no previstos por los cuatro combatientes implicados en la acción, los ponían cada vez más en extrema tensión.
Continuaron el chequeo y la precaución que tal acción requería, y fueron nuevamente en busca del comandante Diéguez. Pero esta vez no habría retroceso. Ellos consideraron que no podían continuar indefinidamente en tan arriesgado empeño, podían ser descubiertos en cualquier momento.
Eran sus vidas las que estaban en riesgo y además comprometer seriamente los planes futuros de la Organización en La Habana, y ante cualquier disyuntiva, los bravos combatientes decidieron que iban a atacar.
Todo se cumplió como lo tenían previsto. A las seis menos cuarto de la tarde del 17 de noviembre de 1958 cada cual ocupó su lugar.
El cambio de guardia se realizaba normalmente por los policías de la Decimoquinta Estación, y el comandante Diéguez no se presentó. Raulito y Tavo estaban ya listos para abrir fuego.
Una mujer con un niño se interpone y Raulito le gritó eufórico: < ¡Vayase! ¡Quítese! >. La mujer corrió.
Ellos empiezan a disparar contra los uniformados. Los acribillan con sus ráfagas a corta distancia.
Fueron 12 los muertos reconocidos por los cuerpos policiales y un numeroso grupo de heridos.
Tavo y Raulito como eran los que habían tirado, fueron para el carro donde estaba Natalia.
La Policía tenía la forma de bloquear todas las salidas, sobre todo de esa avenida 31 que iba a Columbia.
La casa de Orfíla daba prácticamente a una salida a la avenida de Columbia.
Cuando llegaron a la salida de la calle que da directo a la casa de Orfila, salieron con la luz roja, y cuando cruzaron, inmediatamente cierran las calles las perseguidoras.
Los tres combatientes llegaron a la casa del reparto Orfíla donde tenían su escondite y Tavo pidió a Natalia que saliera para la calle a conocer que se estaba comentando sobre el ataque a la Estación de Policía.
Ella salió con la misma ropa que llevaba puesta durante el ataque y escuchó por la planta de un carro perseguidor, parado en un semáforo, cómo describían a la mujer que viajaba con los atacantes: < Mujer alta, vestida de negro >. Se detuvo y pensó: < Esa soy yo >.
Regresó a la casa, se cambió de ropa y se dirigió nuevamente a la casa de sus amigos de la calle 60 y 17 en Miramar, donde obtuvo información, y regresó a la casa del reparto Orfíla.
Esa noche ellos tres, solos en la casa, se prepararon para lo peor.
Empiezan los registros en la zona, empiezan a registrar por las esquinas. Natalia le dice a Tavo < Oye Tavo están registrando >. Dice Tavo. < ¿Tú ves?, Si tú llegas a recortar el jardín esto pareciera una casa habitable. Y ahora nos registran y nos desbaratan >. Y Raulito, como siempre, con una sangre muy fría dice. < Tavo, chico, no vamos a protestar más que aquí no sabemos como vamos a terminar. Vamos a prepararnos y sacar todas las armas >.
Entonces se decide que Raulito se ponga arriba con una calibre 30. Natalia cuidaba la parte de atrás con un parque grande y Tavo la parte de adelante con otro parque grande. Bueno, ponemos el parque ahí con las armas y todo. Porque de verdad teníamos armas para haber resistido un tiempo.
Los policías empiezan a discutir, y todo eso lo estamos oyendo nosotros: < ¿Registramos, tocamos, abrimos la puerta?>. Te podrás imaginar que llegó un momento en que Tavo, Raulito y yo nos despedimos porque dijimos: < Ya aquí nos llegó el momento >. Entonces ellos deciden registrar la casa.
Y cuando van a abrir la reja - ellos no sabían que el cable de alta tensión le caía arriba -y se queda el tipo pegado a la reja. Porque se abría con un palo, pero él, que llevaba una ametralladora y qué sé yo, se queda pegado a la reja. Y el otro viene con un palo y lo saca y dice: < ¿Chico, pero tú no ves que esta casa está abandonada >? Y dice él: < Sí, es verdad. Vamos, esto no tiene nada que ver >.
Entonces se fueron y ellos libraron. Estuvieron dos días completos de vigilancia en el lugar, en un momento en que casi no tenían ni dinero. Estában a café con leche. Natalia consideró que ese fue el momento más difícil que tuvo en la clandestinidad.
A los pocos días se calma la situación y vuelven a establecer contacto con los demás compañeros.
Y se prepara la salida de Tavo y Raulito para El Escambray, para reunirse con el Ejecutivo, con Faure directamente que era el jefe máximo del Directorio Revolucionario, para el famoso atentado a Batista que se iba a hacer en enero.
El plan para llevar a Gustavo Machín y a Raúl Díaz Arguelles para la Sierra de El Escambray consistia en que viajarían en una rastra como choferes adicionales. La primera vez que nos fuimos a reunir con el rastrero que los iba a llevar no funcionó.
El segundo intento fue fructífero. Se montaron ellos en la rastra. Salimos del mismo Lugar, del Cotorro, y en el carro detrás fueron, (Franz y Natalia) armados los dos. Nosotros llevábamos las armas debajo del asiento. Tavo y Raúl iban armados dentro de la rastra, aunque el rastrero no lo sabía porque se llevaban en los estuches, una en el de violín y otra en el de una guitarra.
Partimos hacia Santa Clara con muchos temores, porque la represión estaba en su punto culminante y cada equis kilómetro nos paraban y nos registraban. Claro, los registros hacia nosotros eran más leves, porque figurábamos una pareja de marido y mujer.
El registro a la rastra era superficial y, en realidad no se daban cuenta, porque Raúl y Tavo iban perfectamente vestidos de choferes. Creo que el traje era gris, con su gorra y eso. Cuando llegamos a Santa Clara ellos hicieron el cambio a la máquina de Franz y mía (yo no recuerdo cual fue el contacto nuestro en Santa Clara), y los llevamos al primer cuartel de la Sierra.
(A)CASA DE ORFILA: La casa de Antonio Morín Dopico en Calle 8 esquina a D, Reparto Benítez, donde sucedió la masacre del 15 Septiembre de 1947
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Notas tomadas del Libro: "DE PALACIO HASTA LAS VILLAS" de Ramón Pérez Cabrera "Arístides"
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GRUPO DE HISTORIA DE LA LUCHA REVOLUCIONARIA EN VILLA CLARA (ACRC)
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